EDITORIAL:
(¿PSUV y MUD?) PODER SIN APOYO POPULAR: Síndrome del electoralismo letal /
Ir al blog Primer Poder A.C. para leer el Reporte Diario de Prensa LUNES 04/08/14 o abrir el link: http://primerpoderac.blogspot.com/2014/08/reporte-diario-de-prensa-lunes-040814.html
Entre personas mayores de 35 años, hay quienes comentan que lo que hoy vivimos con el PSUV y la MUD, es similar a lo que vivía Venezuela a finales del siglo 20 con AD y COPEI. La gente se hartó de ver morar en el poder a personas que no representan, ni trabajan por las necesidades colectivas. La gente se hartó de no ver concretadas sus soluciones. La gente (el pueblo) -sin una expresa organización- le quitó el apoyo a quienes tienen el poder.
Entre personas mayores de 35 años, hay quienes comentan que lo que hoy vivimos con el PSUV y la MUD, es similar a lo que vivía Venezuela a finales del siglo 20 con AD y COPEI. La gente se hartó de ver morar en el poder a personas que no representan, ni trabajan por las necesidades colectivas. La gente se hartó de no ver concretadas sus soluciones. La gente (el pueblo) -sin una expresa organización- le quitó el apoyo a quienes tienen el poder.
Si la satisfacción es
el motor de la evolución; la insatisfacción es el combustible de la revolución.
Ya no será como pretenden los criminales que su violencia sea el sinónimo de
revolución; sino que ahora tal insatisfacción se muestra con la indiferencia
ante el poder y la protesta pacífica que marca al despertar del valor personal
contra el abuso de los regímenes totalitarios. Igual pasó en 1928 cuando un grupo
de estudiantes se enfrentó al tirano Juan Vicente Gómez, y como un desarmado
pueblo –apoyado con militares institucionalistas- se enfrentó al dictador
Marcos Pérez Jiménez en 1958. Fue de manera revolucionaria que los partidos AD,
COPEI, URD se asociaron en 1959 con el breve “Pacto de Punto Fijo” para
defender a la democracia contra los ataques del castro comunismo y aprobar
planes de desarrollo que sacaron a Venezuela del atraso medieval en el que
estaba el 80% del territorio. Fidel Castro fue derrotado por la democracia
porque mientras el cubano barbárico asesinaba y destruía como lo ha demostrado
en Cuba durante 55 años, la democracia petro-venezolana construía hospitales,
medicaturas, escuelas, bibliotecas, universidades, reservorios naturales,
parques nacionales, embalses, acueductos, cloacas, aeropuertos, puertos,,
autopistas, carreteras y calles asfaltadas, puentes, tendidos telefónicos para
el país, centrales hidroeléctricas, redes eléctricas para el 94% de las
poblaciones, soberanía petrolera y alimentaria, derechos laborales, derechos
civiles, industrias, viviendas, centros comerciales, hoteles … las epidemias
fueron erradicadas, las enfermedades fueron atendidas sin viajar a Caracas … las
balas asesinas de Fidel Castro fueron derrotadas por el desarrollo de
Venezuela.
Sin embargo esa
generación de líderes demócratas, la que se inicia públicamente desde 1928, la que
trajo el desarrollo, la democracia y nos defendían contra sus enemigos, fue anulada
por el mismo desarrollo que trajo la escuela del electoralismo. Quienes antes
subían cerros y se enlodaban en humildes caseríos, para conocer los problemas y
crear las soluciones de la pequeña Venezuela; fueron sacados del poder –bajo el
mote de “dinosaurios”- por quienes encontraron en los medios de comunicación a
su cómodo y efectivo teatro de engaños, encerrados en las fantasías de estudios
de TV, papeles de encuestas y las sillas de restaurantes. Así –como ahora les
ocurre en el PSUV- se fueron ignorando las reales necesidades del pueblo de los
cerros y caseríos (60% de los votantes). Así fue como ese pueblo –gracias a su
dura realidad creada por el abandono de los gobernantes y potenciada con los
amarillismos de la TV de entonces- en diciembre de 1998, les quitó el apoyo a
AD y COPEI. Votaron por Hugo Chávez Frías, un muy ácido criticador, que con el
más alucinógeno electoralismo exponenció durante su vida a la frase de Fernando
Coronil: “El Estado se convirtió en la ilusión de las representaciones; y en la
representación de las ilusiones”. Murió el ilusionista quien se llevó la plata
y así murió la ilusión. Se acabó su efecto anestésico. Se destapó la farsa y
para peor, el heredero monárquico, sin carisma, es un leal extranjero.
Tal como en 1998, ya para
el 2014, el divorcio no es solamente entre los dirigentes y el pueblo, sino
entre dirigentes y sus bases partidistas. Tal como en AD y COPEI, ahora en el
PSUV, las bases están siendo ignoradas ante el reclamo de los votantes
desesperados. Hoy como nunca antes por el caos de ingobernabilidad. A
diferencia del 98, el crimen, la corrupción y la ineptitud son una sola fuerza
que controla al aparato de poder. No hay instituciones que se separen para
defender al ciudadano … ya no hay ciudadanos, ya no hay Estado. Todo fue
secuestrado por un partido, el que para colmos es la sucursal de uno
extranjero. El PSUV ha secuestrado al Estado, a la democracia y a la ciudadanía
venezolana, para someter bajo sus intereses sectaristas a todo aquel que
necesite desde un pasaporte hasta un crédito. El Consejo Nacional Electoral
(CNE) y el Tribunal Supremo de Justicia -TSJ (donde resolver reclamos de
diferencias de votos) son oficinas del PSUV. Así, todo, todo, ha sido arropado
bajo las falsas banderas del patriotismo venezolano y un montaje dictatorial
que se disfraza de democracia gracias a sus farsas electorales – en las que
juegan otros partidos que se disfrazan de opositores y donde sus elecciones
internas son controladas por el CNE.
Llevamos cerca de 40
años viviendo un electoralismo que se ha exponenciado desde 1999, cuando la
desaparición de la institucionalidad democrática le convierte en un instrumento
letal contra nuestro desarrollo. Reconocer al electoralismo todavía resulta
difícil a un pueblo que aún no encuentra su valor ciudadano. Sabemos que las
elecciones son un instrumento icónico de la democracia, pero que también, con
trampas escondidas, estas son utilizadas por las dictaduras para disfrazarse de
democracias. Sin embargo, el tratamiento cosmético es el mismo para ambos
sistemas, lo cual implica que pueden haber ciertos derechos democráticos, pero
aún así no existir el fundamental beneficio democrático o beneficio colectivos
para la ciudadanía. El electoralismo se enfoca en ganar elecciones para sólo alcanzar
al poder. Luego, el votante es desechable.
Existe otro conspirador
que aún se agrava más a partir de 1999. El presidencialismo o la concentración
de poderes en el Presidente (o dictador a efectos del corriente siglo 21).
El electoralismo que
anula al beneficio del ciudadano al tratarle como un desechable objeto
electoral, se sostiene cuando el presidencialismo concentra todos los poderes
para anular así al poder de la ciudadanía. A este problema de antivalores
democráticos, se le suma la nula operabilidad de quien todo lo tiene que
responder, es decir de quien todo lo controla. La Presidencia del país que
hasta 1957 atendía a máximo 10 municipios; con el desarrollo del país a lo
largo del período democrático, sobrecargó a esa misma Presidencia con más de
300 municipios (y en muy poco descargó la elección directa de Gobernadores y
Alcaldes). Hasta 1998 la separación de poderes permitió una menor ineficiencia
(toda vez que aún Caracas seguía siendo el centro receptor de las decisiones
del país). Durante el corriente siglo 21, al desmontar la separación de poderes
y concentrar toda decisión en el dictador, la paralización de soluciones se institucionaliza,
para así crear un CAOS de niveles históricos.
La nueva Venezuela
democrática, debe atacar a estos dos problemas de manera profunda. Debe
restituirse a la política como la gerencia de beneficios colectivos para
destruir al perverso electoralismo. Los partidos deben dejar de ser máquinas
electorales para ser políticos, es decir, para ser agentes coadyuvantes de
beneficios colectivos (apoyos de los gobernantes). El presidencialismo debe ser
derrocado por un Estado Plural (semejante al Parlamentario) donde se reduzca el
poder de un hombre y su minoría, para crear una organización que responda
rápidamente a las regiones sin sesgos sectaristas. ¡Así será!
No hay comentarios:
Publicar un comentario