"A título de resumen podemos resaltar que en este año, Maduro asentó al modelo castro-cubano de miseria con su “Habilitante Castro-Militarista”. Durante este tiempo acabó con las Reservas Monetarias del país, prometió “No devaluar” y violando sus palabras, multiplicó por OCHO al único dólar oficial escasamente alcanzable para el sector económico. ..."
HOY 19/11/14 se termina el plazo de la Ley Habilitante otorgada a Maduro, tal como
consta en la Gaceta Oficial Extraordinaria Nº 6.112 del 19 de noviembre de
2013. El texto legal autorizó a Nicolás Maduro, a dictar
Decretos con Rango, Valor y Fuerza en el ámbito de "la lucha contra la
corrupción" y "la defensa de la economía".
A título de resumen podemos
resaltar que en este año, Maduro asentó al modelo castro-cubano de miseria con
su “Habilitante Castro-Militarista”. Durante este tiempo acabó con las Reservas
Monetarias del país, prometió “No devaluar” y violando sus palabras, multiplicó
por OCHO al único dólar oficial escasamente alcanzable para el sector
económico. Destruyó al aparato productor privado y público (comenzando por las
productoras de US$: PDVSA y todas las empresas de Guayana). La inflación
cerrará el año cruzando al 100%, por mucho que el BCV intente maquillarla. La
escasez en todos los rubros es atroz. El caos económico nos regresa al siglo
19, en días de post-guerra de Independencia, cuando todo lo que se producía era
acaso fuente de algunos conucos (unidades de producción) sobrevivientes. Y si
alguien quiere perder tiempo, pues que hable de algún mérito contra una
corrupción que ni se puede comparar con la del saqueador Capitán General Juan
Domingo (de) Monteverde.
Fue Monteverde y su virus de ineptitud militarista
o militarismo quien dio inicio a una tradición que por siglos ha devastado a
nuestra República de Venezuela. Para nuestra tragedia, el militarismo ha sido una
tradición barbárica y corrupta que temporalmente fue anulada una vez caído el
inepto corrupto de la farsa pantallera de Marcos Pérez Jiménez. Duele ver aún a ingenuos que se comen las propagandas y las palabras de aquel nefasto dictador que tapando la miseria y el atraso de Venezuela con una Caracas de lujos, asesinó a demócratas y robo no menos de tercera parte la inmensa fortuna del Estado. Ni siquiera saben de historia quienes se creen la farsa de que Pérez Jiménez fue "uno" de los CINCO presidentes que construyeron las Autopistas Caracas-La Guaira, Regional del Centro y la "del Este" en Caracas. Que la Ciudad Universitaria de Caracas fue un proyecto de Medina Angarita que fue construido por 15 Presidentes. Que ni el Paseo Los Próceres, ni los Teleféricos, dejan fuentes de empleo, como tampoco nutren de vialidad, agua o electricidad a escuelas, universidades, ni hospitales.
Fue durante la República Civil o
Democracia, sin el militarismo, que obtuvimos el mayor desarrollo de nuestra
historia – a pesar de los grandes errores. Sin embargo desde 1999, este mal fue
rescatado por Hugo Chávez para que desde el 2013 fuese continuado por Nicolás
Maduro. Cabe aclarar que no se debe confundir al militarismo, con la profesión
militar. Lo militar tiene su espacio definido profesionalmente. El militarismo
es la usurpación de funciones civiles por parte de militares; lo cual desvirtúa
y degenera a las operaciones civiles del Estado ya que nunca sus efectivos han
recibido la preparación profesional para su ejercicio. Igualmente, así es como
se acaba con la capacidad militar, ya que –al ocuparse de actividades civiles-
estos no se mantienen en condiciones adecuadas para realizar sus operaciones
bélicas.
Desde los días de Monteverde tenemos pruebas sólidas del
fracaso de esta absurda práctica. Su victoria en 1812 sobre las tropas
venezolanas de la Primera República, apenas duró un año, ya que la corrupción
acabó por un lado con con su inicial popularidad y, por otro lado, con la
capacidad bélica de sus tropas. Bolívar dirigiendo a Mariño, Piar, Girardot y
Cajigal lo vencieron en 1813.
El militarismo es una vieja receta de fracaso que aún no hemos
aprendido a anular. Inequívocamente, la inteligencia se mide por el dolor con
que se aprende. ¿Cuánto dolor nos falta para aprender a no repetir erorres?
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