UN MODELO DIFUNTO
HOJA DE RUTA POLÍTICA (No XX)
La
glorificación de la mentira es rasgo sobresaliente de los modelos totalitarios
de gobierno. Su plataforma de apoyo es aquel conocidísimo hallazgo de Goebbels,
ministro de propaganda de Hitler, de que una mentira dicha con convicción,
repetida una y otra vez, se transforma en verdad.
Aquel
descubrimiento fue desarrollado hasta la perfección por los servicios de
propaganda de la Unión Soviética. Fueron tan efectivos que lograron hacer de
Stalin, un ser taciturno y distante, un padre bondadoso profeta de una religión
laica generadora de un mundo sin injusticia; y que la influencia del comunismo
se extendiera por todo el planeta cautivando a los sectores más inquietos de
sus juventudes y a los intelectuales más prominentes.
Aquella
influencia mágica del comunismo sufrió un eclipse parcial con el Informe de
Kruschev al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en el que
dejó ver algo de la cara oculta del stalinismo. A partir del XX Congreso, se
inicia una cadena de revelaciones que pusieron en evidencia que Stalin había
sido un autócrata implacable, que consolidó su poder fusilando a todos los
dirigentes comunistas que podían hacerle sombra y a todos los campesinos
(kulaks) a quienes consideraba un obstáculo para consolidar el modelo
comunista.
Como es
fácil deducir, el comunismo ha sido un gran fracaso histórico. Lo evidencia el
desplome y desaparición de la Unión Soviética. En la actualidad el Partido
Comunista no figura en el mapa político mundial. Y nadie habla ya de comunismo
como alternativa de poder. En Rusia el comunismo es un mini-partido. En
Venezuela es una minúscula agrupación clientelar pegada a la ubre del PSUV.
Sobrevive en
Cuba. En efecto, después de la hazaña de Sierra Maestra, Fidel Castro decide
alinearse con la Unión Soviética; y para ponerse en sintonía con ese modelo
eliminó por completo la propiedad privada. Sobrevino la ruina de la que no ha
podido recuperarse en cinco décadas. Cuba ha sobrevivido por la ayuda exterior.
Primero, por la ayuda de la Unión Soviética, después por la multimillonaria
ayuda de Venezuela que aún se mantiene. Este es el modelo que Maduro está
empeñado en implantar por la fuerza, y si hace falta por las armas, y lo peor
es que está avanzando en su propósito sin mayor resistencia por parte de
treinta millones de venezolanos, porque ni los viejos ni los nuevos partidos
parecen haberse dado cuenta de la tragedia histórica que para Venezuela
significaría que este sistema se imponga en las décadas por venir.
Octavio Lepage
Caracas, 1º
de Noviembre del 2014
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