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miércoles, 24 de diciembre de 2014

"Maduro y las sorpresas de la vida real" Por Armando Martini

Todo indica que el Presidente Maduro y la cúpula del PSUV –el Polo Patriótico nunca ha sido cúpula, sólo adicionales- no tenían idea de las conversaciones que venían cocinándose entre Washington y La Habana. Justo antes de la para todos sorpresiva declaración de Raúl Castro, en inevitablemente acordada coincidencia de hora con Barack Obama aunque cada uno en su estilo, el Presidente Maduro había vuelto a despotricar contra Estados Unidos y el imperialismo yanky, y largaba frases de pretendido líder del Mercosur, un grupo en el cual no sólo falta mucho por hacer y se derrocha retórica, sino que Venezuela es la peor economía. Con sus problemas, el verdadero lider de Mercosur sigue siendo Brasil.

No se trata de cuántos dólares tienes en reservas oficiales y  en la operación de tu economía, se trata de cómo esas divisas se transforman en desarrollo económico y social. Todos los miembros de Mercosur tienen dificultades, pero sólo Venezuela en su totalidad, y Argentina por la corrupción e incompetencia de su Poder Ejecutivo, tienen problemas inmanejables.

Todos los mandatarios del Mercosur –aunque Brasil con habilidosa discreción y Paraguay en silencio y concentrado en lo suyo porque es un Gobierno netamente gerencial- proclaman antiimperialismos, soberanías a ser respetadas, orgullos nacionalistas y demás parafernalia socialistoide y populista. Sólo Nicolás Maduro se la cree y se rodea de ella, alardea y embandera sus declaraciones al pueblo, a la prensa, a cualquiera que tenga la paciencia de escucharlo de esa hojarasca inútil. Cristina Kirchner también, aunque con el problema de que en Argentina sí quedan medios de comunicación y jueces que dan la pelea.

El Gobierno de Raúl Castro demostró que piensa y planifica para sí mismo –para la Cuba de los Castro y el castrismo, pero algo es algo- y que el Gobierno de Nicolás Maduro, y Maduro mismo, son sólo complementos, generadores de dineros cada dia más riesgosos y nada dignos de confianza. A Castro ni siquiera le preocupó qué pensaría su proveedor de petróleo y dólares, simplemente actuó como el hombre de negocios que no tiene por qué consultar a la telefonista. Desarrolló su proceso y finalmente, pactado el negocio, informó vagamente al personal.

A los venezolanos todo esto debe angustiarnos aun más. Hemos comprobado, por televisión y en difusión mediática universal, que no sólo no tenemos un conductor capacitado, sino que ni siquiera tenemos ya amigos aunque sólo sea de conveniencia. Estamos solos, chavistas, antichavistas y el resto.

A esto hay que agregar, y tener muy en cuenta, que nunca como en las últimas semanas habíamos visto, oído y leído, tántos reclamos y advertencias específicas de la comunidad europea; no sólo organismos multilaterales, sino de instituciones muy concretas como el Parlamento Europeo. Y concretisimas del Gobierno estadounidense con la ley de sanciones a funcionarios del Gobierno -¿hay realmente un gobierno?- de Nicolás Maduro.

El petróleo es un tema político, ciertamente, pero mucho más concretamente –como entendieron los árabes mientras Pdvsa y Maduro siguen sin descifrarlo- es un tema económico y de estrategias gerenciales. A los árabes les importa un bledo el proceso de sobreoferta y abundancia de petróleo y las necesidades de otros miembros de la OPEP, entre otras cosas porque la OPEP es árabe, lo demás es complemento del cual, hoy en día, podría prescindise. Los árabes están aplicando una estrategia firme al mismo tiempo de mercadeo –conservación de clientes y espacios al precio que sea- y una estrategia financiera: ahorraron, invirtieron con tino por mucho tiempo y pueden navegar sobre cualquier precio, ellos sí, Venezuela se ahoga.

Lo único malo es que junto con Maduro, la parafernalia de su desconcierto gobernante y Rafael Ramírez, también nos hundimos los ciudadanos venezolanos. Estamos pagando unos su ignorancia, otros su indiferencia, todos nuestra ingenuidad.

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