“Retrato de un héroe
de la Resistencia” Por Edgar Cherubini Lecuna
París,
diciembre 2014
La
fotografía fue tomada el 25 de agosto de 1944, el día de la liberación de
Paris. La imagen muestra a un grupo de hombres sobre un blindado recorriendo
una calle de la ciudad luz en el fragor de los últimos combates para liberarla
de la ocupación nazi. En primer plano sobre la plataforma se encuentra el
general Philippe Leclerc, conde de Hauteclocque (1902 –1947), comandante de la 9a
división de las tropas aliadas y cabeza visible del ejército de las fuerzas de
la Francia libre
durante la Segunda
Guerra Mundial. En segundo lugar, sentado, se encuentra el temible
general nazi Dietrich von
Choltitz, jefe de la guarnición de
París, quien se había rendido horas antes. Detrás de él, de pie, se encuentra
un joven de pelo ensortijado y lentes redondos cuyo nombre era Maurice Kriegel,
alias “Valrimont” (1914-2006), comandante del Comité d’action militaire
(Comac), brazo armado del Mouvements unis de la Résistance (MUR).
La liberación de Francia constituyó una ardua tarea
realizada en cuatro años. El 18 de junio de 1940, a los tres días de la
invasión nazi y ocupación en progreso, a través de la señal de la BBC de
Londres, en la oscuridad de ciudades sitiadas y campiñas arrasadas, una voz
recorre Francia lanzando las semillas de la Resistencia, convocando al combate
por la libertad. Fue el llamado histórico del General Charles de Gaulle, quien
había desconocido el régimen apátrida de Petain y se había refugiado en
Inglaterra luego de tratar infructuosamente de convencer al Gobierno de establecerse
en Argel, desde donde se reagruparían los ejércitos para recuperar la patria.
Ante la entrega de Francia a Hitler por el Estado Mayor, abandonó el país y
asumió el mando de la Francia Libre o Francia Combatiente (France Combattante)
hasta la liberación.
Ese año se organizaron las primeras redes con la
participación de "intelectuales, maestros, periodistas, personal de
museos, galeristas, bomberos, mesoneros, mecánicos, peluqueras, que se
convierten de un día para otro en personas de acción o en combatientes",
escribe Agnès Humbert en su libro Résistance
(Bloomsbury, London, 2004). Las arengas radiales se suceden sin
interrupción durante meses, brindando esperanza y guía para los franceses patriotas
que conformaron un ejército anónimo en las ciudades, pueblos, montañas y
bosques, llamado “el ejército de las sombras”. El 28 de junio de 1940, el
general de Gaulle insta a los generales y demás oficiales, soldados, marinos y
aviadores de los territorios franceses, “con o sin armas”, a plegarse a la
Francia Combatiente, a organizarse y los que puedan, acudir a Inglaterra para
recibir entrenamiento. Ese mismo día es reconocido por los británicos y países aliados
como jefe de los Franceses Libres. Una voz que transmitía convicción, una voz
coherente y responsable en medio del caos, la incertidumbre y la angustia, una
voz que no cesó en promover la unidad de los franceses, de motivarlos para
resistir y luchar por su libertad.
La lucha consistió en reconocimiento e información de
los movimientos del enemigo, golpes de mano, sabotaje y operaciones militares
contra trenes y convoyes de las tropas de ocupación alemanas y contra las
fuerzas apátridas del régimen de Vichy. Se creó una prensa clandestina, se
editaron folletos, se crearon centros para la producción de documentación
falsa, se organizaron huelgas y manifestaciones, se construyeron bunkers y
escondites para los combatientes, así como múltiples redes secretas para el
rescate de prisioneros de guerra evadidos, de jóvenes desertores al STO
(Servicio de Trabajo Obligatorio) impuesto por los alemanes para el control de
los jóvenes y para la evacuación de judíos perseguidos.
Presidido por Jean Moulin, delegado de de Gaulle en
territorio francés, en 1943 se reúne por primera vez en París el Consejo
Nacional de la Resistencia (CNR), encuentro donde participan partidos políticos
y delegados de las confederaciones de obreros y trabajadores, de la CFTC y de
la CGT. Se comenzaban a ver los frutos de la Francia Combatiente, de esa unión
de militares, políticos, agricultores, obreros y gente común que significó el
germen de la reconquista de la libertad, así como del incipiente borrador de
los conceptos institucionales democráticos que regirían la futura Francia
liberada.
En
2004, el periodista François Ruffin, decide entrevistar al joven de la
fotografía del que hablamos al comienzo, que contaba para ese momento 90 años. Se preguntaba por qué la figura de Kriegel no
resaltaba como la de otros líderes de la Resistencia, pues es sabido que fue motivado
a engrosar sus filas por un profesor de geografía, Raymond Samuel y su esposa
Lucie, ambos cobijados bajo el alias “Aubrac”, quienes en ese momento eran los
inspiradores de la Resistencia y posteriormente se convirtieron en un mito de
la Francia Combatiente en la zona meridional de Francia, debido a sus acciones militares
temerarias durante la ocupación, además de ser personas del círculo de
confianza de Jean Moulin y Charles de Gaulle.
El
joven periodista comienza la primera pregunta con alabanzas a Henri Tanguy,
alias “Rol” (1908-2002), quien ha aparecido siempre como la figura mas
relevante de la liberación de París y cuyo nombre se encuentra en decenas de
avenidas, calles y plazas por toda Francia. Kriegel, en forma muy amable le
interrumpe y le dice que continuará con la entrevista cuando se documente mejor
sobre la Resistencia y lo despacha diciéndole que él fue uno de los comandantes
del Comité d’action militaire (Comac) y Tanguy era
su subalterno.
Tiempo
después, cuando Ruffin se sintió preparado y pudo al fin sostener la entrevista
con Kriegel, éste habló poco del papel que jugó el Comac en la liberación de
París. Entre otras anécdotas, se refirió a sus inicios y a su falta de
experiencia militar compensada por lecturas nocturnas sobre la organización de
los partisanos yugoslavos y el tratado La
guerra de Carl von Clausewitz. De
los líderes de la insurrección el único que tenía experiencia militar era
Tanguy, por haber participado en la batalla del Ebro durante la guerra civil
española. Habló de las contradicciones
con los mandos aliados en Londres, distantes y sin comprender el momento que
ellos vivían en el terreno, ya que sentían que el pueblo francés estaba
preparado para la sublevación definitiva. Con sorna, Kriegel le comenta al periodista
de cómo el Parido Comunista, siendo uno de los motores de la Resistencia,
“engavetó la lucha de clases” debido a la necesidad de aliarse con todos los
factores políticos y económicos del país y del financiamiento que recibieron de
empresarios, oligarcas y nobles patriotas. Ruffin escribe que el viejo veterano
mas bien prefirió hablarle del presente político de Francia, visto por el como
una historia inconclusa que esa gesta heroica de jóvenes cargados de valores
inició en 1940.
Después
de la liberación, en 1946, Kriegel ejerció la vicepresidencia de la Alta Corte
de Justicia y le tocó enjuiciar a los colaboracionistas del régimen y a todos
los que traicionaron a Francia, llegando al asco al constatar que solo uno de
los cientos de jueces de los tribunales franceses se había negado a acatar los
dictados del régimen apátrida de Vichy durante la ocupación. A medida que
avanza en la entrevista, el periodista se da cuenta de la larga travesía en el
desierto de Kriegel, a sus años continuaba portando el estandarte de la
dignidad y de la honestidad política e intelectual. Execrado del Partido
Comunista francés, debido a sus críticas luego de enterarse del informe
Khrushchev en 1956, sobre los horrores del estalinismo, partido en el que había
militado desde su juventud. A finales de
los años 60, lideró una cruzada contra la ocupación soviética de Checoeslovaquia,
entre otras actuaciones políticas. En tiempos recientes, sus críticas apuntaron por igual al anquilosamiento y la
corrupción de los políticos y de cómo Francia había perdido “su fuerza motriz”,
esa que llevó a su generación a luchar por el restablecimiento de los valores
republicanos. Lo extraordinario es que
Kriegel, desde el mismo día de la liberación, continuó militando en la sombra,
luchando por sus valores y por su país.
François
Ruffin publicó el libro Entrevista a mi
héroe (Entretiens avec mon héros, Fakir
editions, Amiens, 2013), que contiene la apasionante conversación que
sostuviera con el veterano dos años antes de su muerte. Se trata de un pequeño libro de bolsillo, de
edición modesta que resume el pensamiento de un hombre común, un joven abogado
judío de 30 años, empleado de una compañía de seguros, que de la noche a la
mañana decidió cambiar su destino y el de su país, convirtiéndose en
combatiente y héroe de la liberación de Francia. En sus páginas el lector
descubre no solo un antiguo combatiente sino un militante del presente.
@edgarcherubini
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