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sábado, 26 de julio de 2014

"La gran fuga de Alberto Carnevali" Por Milagros Socorro

Hace 63 años, recordando al exitoso plan de fuga que liberó a Alberto Carnevali (líder democrático adeco) de las garras de la brutal policía de seguridad de Marcos Pérez Jiménez.

El Nacional 
Domingo 27 de Agosto de 2006

 
La gran fuga de Alberto Carnevali
En julio se cumplieron 56 años de uno de los escapes más espectaculares de la historia del presidio político de Venezuela. Entre la preparación y la conquista de la calle mediaron unas 50 horas, suficientes para que uno de los presos más conspicuos de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, Alberto Carnevali, burlara el cerco de la Seguridad Nacional y siguiera en la clandestinidad luchando contra el régimen.

MILAGROS SOCORRO
Según la ficha elaborada por la Dirección de Seguridad Nacional, sección Política, del Ministerio de Interiores, el 26 de julio de 1951, "el solicitado" con carácter de urgencia, Alberto Carnevali, era blanco, tenía ojos pardos, cabello castaño y tenía una estatura de 1.70 metros. La fotografía que acompaña esta información muestra a un hombre de 36 años, de contextura robusta, cabello abundante y bien peinado, mirada profunda y como dolorida, labios carnosos levemente curvados en expresión de disgusto, y una barbilla prominente. Va de flux, camisa blanca, corbata negra y lleva un pañuelo en el bolsillo.

Esta tarjeta fue mecanografiada el mismo día de su espectacular escape del Puesto de Socorro, ubicado entre las esquinas de Salas y Caja de Agua. Carnevali había sido llevado allí desde la Cárcel Modelo, donde estaba recluido desde hacía dos meses y medio. (Exactamente el 8 de mayo de 1951 había sido detenido en la casa de Gustavo Álamo, comerciante que prestó grandes servicios en la resistencia). En la Cárcel Modelo había sufrido una caída que le dejó la cara aporreada y una severa lesión en la mandíbula. Por eso lo sacaron del penal y lo llevaron al Puesto de Emergencia.


Domingo 24 en la mañana
En la mañana de un día de julio ­que ha debido ser el 24­ de 1951, se presenta a la concha de Leonardo Ruiz Pineda el médico traumatólogo Alfredo Coronil Ravelo y le comunica al líder adeco que Carnevali se encuentra en el Puesto de Emergencia de Salas. Respondiendo a su instinto libertario, Ruiz Pineda le pregunta si hay la posibilidad de sacarlo de allí. Y de esto era que venía a hablarle el médico. Inmediatamente comenzaron a planificar la fuga. Pocas horas después, Ruiz Pineda dio la orden de ejecutar el plan a José Manzo González, entonces secretario de Organización del CEN clandestino.

Carnevali había concebido otras maneras de zafarse de la prisión, que no llegaron a realizarse por varios motivos, entre los que resaltaba el hecho de que su partido no tenía el músculo para acometer una tarea semejante. Pero no dejaba de pensar en eso, porque, como escribió su compañero y comprovinciano, Edilberto Moreno, "había dejado en marcha planes muy concretos y tenía conciencia plena de que su puesto estaba en la calle, al lado de sus compañeros de dirección. Le resultaba insoportable la forzada inmovilidad de la cárcel".

Para ese momento, la maquinaria de acción clandestina era poderosa y bien organizada; había, pues, condiciones propicias para intentar el escape.


25 de julio en la mañana
El lunes 25 de julio de 1951, el doctor Coronil entrenó al militante de base de AD, Jesús Guillermo Navarro, para que se presentara en el Puesto de Socorro fingiendo un ataque de apendicitis, a la hora en que estaban de guardia los doctores Armando Parada Dacovih y Alberto Jacir, quienes habían sido cuadrados por Coronil y aceptado gustosamente participar en la operación.

Navarro se presentó a la hora indicada y tan eficiente fue su pantomima del ataque de apendicitis que Jacir, olvidando de qué se trataba, ordenó su traslado inmediato al pabellón de cirugía y dio indicaciones a la enfermera de que hiciera todos los preparativos para una intervención de emergencia. Navarro tuvo que arreglárselas para que el médico cayera en cuenta de lo que en realidad estaba pasando, justo cuando Jacir, apoyado por sus auxiliares se disponía a proceder.

Como es lógico, Navarro se había presentado al Puesto de Socorro desarmado, una condición en la que no sería de gran ayuda a la hora de entrar en acción. Obtuvo el arma por la intervención de Augusta Pacheco, reconocida como gran luchadora adeca, quien acudió al lugar diciéndose hermana de Navarro y llevando en la cartera un tremendo revolver.

En cuanto a la copia de la llave de una puerta lateral del Puesto de Socorro, usada para sacar los cadáveres y por donde entró el comando, había sido facilitada por la enfermera Celeste Luccani.

Mientras, el dirigente Salom Mesa, encargado de seleccionar al grupo que llevaría a cabo la operación, reclutó a Juan Rega lado (quien moriría en su exilio costarricense, después de permanecer tres años preso en la Penitenciaría de San Juan de Los Morros); Jesús López, asesinado poco después por la Seguridad Nacional; Andrés Jiménez; Mario Mauriello; Antonio Gil; Rubén Charlita Muñoz, adjunto de Ruiz Pineda en los servicios especiales en Caracas, quien dirigiría la operación comando.


25 de julio en la noche
La noche del 25 de julio se reunieron todos en el aserradero de Jesús Alberto Molina, en la avenida Sucre. Y cerca de las tres de la mañana, para amanecer 26, salieron en un automóvil Nash, del CEN de AD, que según Edilberto Moreno era color beige; según Salom Mesa, era azul y, de acuerdo con el testimonio que los guardias darían después a los interrogadores de la Seguridad nacional, era azul.

Juan Regalado (apodado "el Negro") iba al volante, acompañado del resto de los compañeros, a excepción de Antonio Gil, quien iba detrás, en su propio carro, con la misión de seguir al primer vehículo, una vez realizada la fuga, para bloquear la calle en el caso de que fueran perseguidos por la policía; y de Salom Mesa, quien a última hora decidió sumarse a la acción y se dirigió a las inmediaciones del centro de salud con Jesús Alberto Molina, en el vehículo de éste.


Madrugada del 26 de julio
El primero en entrar al Puesto de Socorro fue Rubén Charlita, quien se aventuró solo en un avance exploratorio. Recorrió los pasillos, que a esa hora de la madrugada estaban desiertos, y llegó hasta la habitación número 10, donde estaba recluido Carnevali. A la entrada había dos oficiales de la Seguridad Nacional ­el capitán Rafael Oliveros Murillo, de 60 años, oriundo de San Cristóbal, Táchira, y Humberto José Pérez Rojas, de 20 años, natural de Queniquea, también Táchira­ a quienes Charlita saludó con naturalidad, como cualquier médico que va a visitar a un paciente. Para eso iba vestido de bata blanca. Conversó con el paciente, le tomó el pulso y le dijo que volvería en unos minutos a tomarle la temperatura.

Charlita Muñoz salió del edificio y poco después regresó, esta vez acompañado de Salom Mesa, quien iba vestido de calle, y de Jesús López, quien sí estaba previsto que se hiciera pasar por enfermero.

Charlita y López entran al Puesto de Socorro, ingresan a la habitación Nº 10 y se acercan al paciente, seguido por los guardias. El "enfermero" López le dice a Carnevali que se acomode para tomarle la temperatura; y, en ese momento, Charlita ve a Salom Mesa asomado por la puerta, indicándole por señas que ése era el momento para proceder. Sin hacerse repetir la orden, Charlita encañona al carcelero que tiene más cerca mientras Salom Mesa y López hacen lo propio con el otro. Carnevali salta de la cama y, tal como está, en pijamas, sale del cuarto y detrás vienen sus compañeros con los guardias encañonados.


26 de julio, 3 y media de la madrugada
En minutos llegan a la calle, se meten en los carros que están aguardándolos y toman rumbo hacia San Bernardino, donde estaba la concha de Carnevali. Al llegar a la urbanización, en una de esas calles oscuras, se detuvieron los carros para que descendieran Salom, Charlita, López y los dos guardias; y Carnevali siguió con Juan Regalado hacia su destino.

Los carceleros dejaron constancia de que en el primer momento creyeron que los matarían. Los adecos participantes en la operación dijeron que los guardias imploraron por su vida a lágrima viva. Pero ellos se limitaron a manifestar que los habían liberado y que les habían preguntado si tenían reales para salir de allí; y que ante su respuesta negativa, les habían dado un fuerte para que tomaran un taxi.

Salom Mesa le confiaría a Edilberto Moreno que esa consideración fue recompensada después, cuando cayó preso (el 12 de octubre de 1951) y estaba siendo brutalmente torturado en las cámaras de tormento de la Seguridad Nacional, "y uno de aquellos guardias le prestó pequeños servicios, invalorables en tales circunstancias".


26 de julio en la mañana
Mientras Alberto Carnevali tomaba café en la casa de la compañera Reina Mijares, que sería su primera residencia clandestina, y se aprestaba a retomar sus actividades en la resistencia contra Pérez Jiménez, la Seguridad Nacional iniciaba una furiosa investigación para determinar complicidades y dar con el paradero del fugado. En los primeros días se hicieron 10 allanamientos; se elaboró una lista minuciosa del personal del Puesto de Socorro, incluidos los médicos, enfermeros, laboratoristas, empleados y obreros y se tomaron declaraciones a 44 personas. Se practicaron 184 requisas en diversas zonas de Caracas; y muchas otras en la provincia, sobre todo en Mérida. Se envió cable telegráfico a todas las dependencias de la Dirección de la Seguranal en el interior del país ordenándoseles la captura de Carnevali. Y se detuvo a varias decenas de sospechosos.



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