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miércoles, 30 de julio de 2014

Venezuela, política y petróleo, por Rómulo Betancourt

Venezuela, política y petróleo, por Rómulo Betancourt
En el centenario de la industria petrolera venezolana, conviene reflexionar sobre el papel institucional del petróleo, algo que sólo un Presidente democrático de Venezuela se ha ocupado por documentar en un libro: Rómulo Betancourt, en 1956                 
Carlos Goedder

Si bien la industria petrolera en Venezuela tiene antecedentes en el siglo XIX, con la empresa andina Petrolia del Táchira, es el 31 de julio de 1914 cuando formalmente entra en operación el negocio petrolero, con el pozo Zumaque I. Desde ese momento, el petróleo protagoniza la vida económica venezolana, los ingresos fiscales y la dinámica política.

Sólo un presidente venezolano se tomó la molestia de formalizar en un libro sus consideraciones sobre la industria petrolera y las instituciones venezolanas. Se trata de Rómulo Betancourt (1908-1981). En el exilio mexicano, escapando de la dictadura liderada por Marcos Pérez Jiménez (concluida el 23 de enero de 1958), consiguió publicar una obra en 1956, cuatro años antes de asumir la presidencia venezolana. Se trata de Venezuela, Política y Petróleo. Es un libro importante, porque fue el primer intento serio de  un demócrata venezolano por analizar las consecuencias políticas y económicas del petróleo. Sorprendentemente, ningún otro presidente en Venezuela ha hecho un ejercicio semejante, ni siquiera Presidentes con título académico como Caldera o Chávez (egresado de la Academia Militar). Bajo el chavismo ningún político ha ofrecido una alternativa analítica al asunto, limitándose a seguir la doctrina de Fidel Castro o recomendar a la población lecturas tan curiosas como ·”El Oráculo del Guerrero”. Así que Betancourt, en pleno centenario petrolero, sigue siendo la referencia fundamental desde la política venezolana sobre el mayor problema venezolano. Sólo un político capaz de entender técnicamente el problema del rentismo petrolero venezolano sacará a esta nación de su hecatombe actual.

Dado que Betancourt fundó el partido Acción Democrática y sus logros fueron vilipendiados por Chávez, es imposible encontrar una edición nueva de este libro desde instituciones o editoriales oficiales. En el mercado de usados y fuera de Venezuela los precios son elevadísimos. No obstante, he conseguido ponerme en una formidable edición usada, publicada en inglés y en excelente estado, la cual fue publicada en 1979. La traducción tiene estos datos editoriales: Venezuela, Oil and Politics. Traducido al inglés por Franklin Tugwell (Houghton Mifflin Company, 1979).

Ya me imagino que algún izquierdista o adepto al imperialismo de la Cuba Comunista dirá que este es un libro publicado por “yanquis” y demás cosas, mas lo que hoy quiero comentar, como inicio de la serie sobre el trabajo de Betancourt, son dos maravillosos textos añadidos por los editores: el prólogo de Arthur Schlesinger, Jr., y además la Introducción por Franklin Tugwell. Estos dos autores nos colocan la obra y la figura de Betancourt en una perspectiva destacable. Conviene que señale, antes de seguir, que nunca he militado ni votado por Acción Democrática y en mi familia se era más bien favorable, sin militar nunca, por el partido rival Copei, al menos hasta finalizar los años ochenta, en que todos los que teníamos en casa algo de sensibilidad y carecíamos de padrinos políticos caímos en el desencanto con estos dos partidos. Lamento destacar que de esa época me quedó un severo desprecio por sus fundadores, Betancourt y Caldera. Por Caldera mi menosprecio no ha hecho sino crecer con los años. En cambio a Betancourt lo estoy explorando con seriedad es ahora, salvo algún ensayo previo de Francisco Herrera Luque y Manuel Caballero. Este libro sobre Petróleo no ha hecho sino ganar mi respeto y admiración por Betancourt y en ello han sido decisivos los textos de Schlesinger y Tugwell. Por demás he descubierto a estos dos académicos gracias al libro de Betancourt.

Lo primero es poner la fecha de publicación del texto en inglés dentro de su contexto histórico: año 1979. América Latina está en ese año bajo dictaduras (de derecha o izquierda) o bien sometidas a las guerrillas promovidas desde la Cuba de Castro. En aquel momento la democracia venezolana, arribando a 20 años, lucía como un bastión de posibilidades civiles. Betancourt, el estadista que estableció esa democracia, necesariamente era una figura admirable y digna de estudio. De allí que un prestigioso historiador como Schlesinger se ocupase de hacer el Prefacio de una edición en inglés de Venezuela, Política y Petróleo.
Tugwell advierte: “Venezuela, Política y Petróleo no es objetiva en el sentido académico del término” (p. XI) y destaca que el autor tenía opiniones fuertes, confesando el mismo Betancourt esto en el prefacio de la primera edición: “Escribo como pienso y siento. Venezuela está en mi sangre y huesos. Sus problemas me hieren. Cuando escribo sobre ellos, sería hipócrita si pretendiese ser imparcial.” (p. XI). Schlesinger señala que la obra fue iniciada por Betancourt desde 1937, con apenas 21 años e incluso tras publicarse en 1956, el autor siguió trabajándola hasta 1978, poco antes de fallecer. Betancourt se tomó el problema del petróleo como una inquietud vital para su país y su obra política.

Lejos de ser una figura agradable para los “yanquis”, Betancourt tenía como gran inquietud las multinacionales petroleras conduciendo negocios en Venezuela bajo régimen de concesión. Schelsinger comenta esta reflexión de Betancourt en 1936: “El problema nacional, dijo, es el de una economía «dominada por el más peligroso y agresivo sector del mundo financiero internacional, las compañías petroleras,»” (p. VII). Betancourt se preocupaba porque Venezuela, el mayor exportador petrolero en ese tiempo, tuviese la suerte de las naciones bananeras sometidas a la tiranía de la United Fruit Company. La primera inquietud en su texto y luego en su acción política, fue restar poder a las petroleras, proceso que conduciría en 1976 a la total nacionalización de la industria petrolera.

Cuando Betancourt logra hacerse del poder en Venezuela con Acción Democrática, con un golpe cívico-militar en 1945, se toman medidas como la negociación del primer contrato colectivo para los trabajadores petroleros, quienes carecían de protección legislativa alguna en una industria con treinta años de vigencia y donde el empleado era venezolano, mientras el capitalista y la gerencia eran estadounidenses. Cuando se saca del poder a Acción Democrática mediante otro golpe militar, en 1948, quienes están por detrás son capitales vinculados al negocio petrolero y acólitos venezolanos en industrias relacionadas. Cuando Betancourt vuelve al poder en 1960, mediante elecciones, retoma su agenda petrolera, creando la Corporación Venezolana del Petróleo (CVP), impulsando la creación de la OPEP; generando mayor supervisión a las petroleras y suspendiendo nuevas concesiones, atrayendo con ello nuevamente la ira de estas multinacionales y sus adeptos empresarios venezolanos. Schlesinger recuerda, en ese contexto, una restricción estadounidense sobre importaciones de petróleo venezolano establecida por Eisenhower –una medida así, hoy día, sería una tragedia política y colectiva para una Venezuela con el 95% de sus exportaciones representado por petróleo-. La medida cesó cuando Betancourt visitó EEUU en 1963 y J.F. Kennedy, en pleno programa “Alianza para el Progreso” para promover la democracia en Latinoamérica, valoró la visión institucional de Betancourt, revocó el veto al petróleo venezolano hecho por su antecesor y dijo públicamente que Betancourt era “un símbolo de lo que deseamos para nuestro país y nuestras repúblicas hermanas”, añadiendo, al dirigirse al presidente venezolano: “Usted representa todo lo que admiramos en un líder político.” (p. IX)
Betancourt resistió la tentación de estatizar completamente la industria petrolera, por temor a una represalia que hiciese pírrica tal victoria. En su agitada presidencia entre 1960 y 1964 le tocó vivir el tiempo más turbulento imaginable: su fervor democrático era resistido por las dictaduras de derecha (Trujillo en República Dominicana) e izquierda (Castro, en Cuba). Se le intentó asesinar con una explosión de carro bomba en 1960, de la cual salió con vida, pero con quemaduras relevantes y lamentando la muerte de tres colaboradores. Localmente muchos resistían su afán nacionalista petrolero. Una crisis bancaria se inició en 1960 en Venezuela. Las guerrillas comunistas impulsadas desde Cuba pululaban por el país. Tugwell considera: ·”Venezuela fue afortunada de tener un hombre como él al mando durante estos tempranos días críticos.” (p. XIX). Y es una frase de Tugwell la que más me ha impresionado al considerar esta dimensión de estadista de Betancourt: “Pocos eventos políticos en la turbulenta década de 1960 pueden rivalizar el espectáculo de un atribulado presidente venezolano batallando por el privilegio, no de retener el poder, sino de traspasarlo a un sucesor libremente elegido.” (p. XIX). En efecto, Betancourt tuvo su mayor victoria al traspasar la banda presidencial en 1964 a su sucesor, Raúl Leoni (1905-1972). Luego optó por residir fuera de Venezuela y nunca intentó un nuevo mandato. Comparar esto con un Chávez que quería gobernar por al menos un cuarto de siglo es elocuente (Chávez, elegido en 1998, quería gobernar hasta 2031. Se puede ver la declaración en http://www.elmundo.es/america/2011/11/21/venezuela/1321907976.html).

En su gestión política, Betancourt fue ensayando fórmulas y recurriendo a heurísticas, contando en materia petrolera con un gran asesor sobre quien ya he escrito en esta publicación: Juan Pablo Pérez Alfonzo(1903-1979). Tugwell denomina este procedimiento “experimentación asertiva”, una forma de hacer política consistente en “tomar algunos riesgos, vivir con incertidumbre y confiar en el propio juicio.” (p.XVIII). No se observa en Betancourt a alguien de mentalidad rígida o intolerancia a la novedad. Sólo en un punto fue intransigente y la historia le ha dado la razón: excluir al comunismo de la vida política venezolana.
¿Qué hace original Venezuela, Política y Petróleo? Schlesinger señala: “Este programa – el uso del petróleo para la independencia nacional y el desarrollo económico – podría haber sido asumido por cualquier déspota latinoamericano o de Medio Oriente razonablemente inteligente. Pero lo que distinguió a Betancourt de otros ególatras nacionalistas de su tiempo fue su profunda y perseverante convicción de que el petróleo podría servir como base para las instituciones democráticas.” (p. VIII)   Tugwell añade, a este respecto: “Otro punto fundamental en la aproximación de Betancourt al petróleo – y esta es especialmente importante para la construcción de instituciones democráticas – es que tiende a haber una conexión entre el petróleo y el autoritarismo; que frecuentemente hay una afinidad entre gobiernos dictatoriales y las élites gerenciales de la industria petrolera, y que, dado que traería mayores controles y autoafirmación por parte del Estado, el gobierno democrático tendería a tener oposición por las compañías petroleras.” (p. XIII)

Betancourt no anticipó que una industria petrolera en manos venezolanas, concretamente del Estado Venezolano, podría ser la verdadera fuente de tiranía. El autor de Venezuela, Política y Petróleo carecía de una formación universitaria completa y sólo su avidez intelectual autodidacta le permitió emprender una reflexión seria sobre el petróleo. Desconociendo el idioma inglés, hizo una traducción palabra por palabra, como reseña Tugwell, de un libro de Ludwell Denny que le sirvió de inspiración, We fight for oil. Betancourt nunca tuvo nociones sólidas sobre teoría económica y ciertamente los asesores de su entorno en esta materia estaban esencialmente formados en temas de planificación económica estatal, una corriente que está penosamente vigente hoy día en ministros del gobierno venezolano como Jorge Giordani. Los análisis más serios sobre economía petrolera y los efectos sobre la economía de la bonanza petrolera estaban inéditos o eran curiosidades académicas cuando se publicó la primera edición de Venezuela, Política y Petróleo. Nadie hablaba en 1956 de “Enfermedad Holandesa” – el efecto de sobrevaluación de la moneda local y encarecimiento de precios en servicios que ocurre en exportadores petroleros durante los booms de hidrocarburos-. Si bien en el entorno de Betancourt había demócratas, se carecía entre sus asesores de nociones sobre economía de mercado y Venezuela tampoco contaba con tradición de pensamiento liberal. Anticipar que una industria petrolera venezolana estatizada terminase subyugada desde 1999 a un régimen comunista modelado desde Cuba por Fidel Castro nunca estaría ni en las peores pesadillas de Betancourt o Pérez Alfonso.

No obstante, en 1977 Betancourt, sintiendo auténticamente el problema venezolano, señalaba – esto lo reseña Schlesinger- que su país “claramente corría la posibilidad de envilecerse o incluso desintegrarse.” (p. IX). Ya entonces Betancourt denunciaba la distribución del ingreso, con el 20% más rico de la población concentrando el 65% del ingreso nacional y el 8% del ingreso correspondiendo al 40% más pobre. Alertaba a sus compatriotas: “el dramático hecho de que esta es una pobre nación rica.” (p, IX). Consideraba que el buen ciclo petrolero de los años setenta habían causado “una loca histeria colectiva” (p. X) y haciendo las veces de un nuevo Jeremías denunciaba: “Nuestro sistema de valores ha sufrido una grave distorsión.” (p. IX)
Con este texto inicio una serie de entregas sobre Venezuela, Política y Petróleo en pleno centenario petrolero venezolano. Los aciertos y limitaciones del texto serán motivo de reflexión. No obstante, nunca emergerá en Venezuela un estadista hasta que algún político tome la molestia de documentarse y emitir un juicio bibliográfico propio sobre el problema del rentismo petrolero. Tal ejercicio será incompleto sin considerar el texto de Betancourt. Y lo cierto es que en 2014 ni los seguidores de Maduro ni los de Capriles cuentan con un documento de tal índole emitido por sus líderes.
Bogotá, Enero de 2014
@carlosgoedder

Facebook: Carlos Goedder

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