DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
NO HAY SECRETOS ETERNOS
Más tarde o más temprano, todo se sabe. Venezuela está
viviendo otro capítulo relacionado a actividades del terrorismo y del
narcotráfico. Han sido varios. Algunos de ellos disimulados por las autoridades,
en protección de figuras protagónicas en el mundo civil y militar. El drama
está en el ambiente y más de uno acelera el ritmo de su existencia para poner a
buen resguardo fortuna, nexos, relaciones de dependencia, la libertad personal
y hasta la vida misma.
Desde que el régimen chavista decidió expulsar a la
DEA de Venezuela, liquidar las oficinas y el respaldo de la Fuerza Aérea de
Estados Unidos que operaba desde Fuerte Tiuna, desarrolló una política incierta
en sus relaciones tanto con ese país como con Colombia, España y otras naciones
del Continente y del mundo. Esos altibajos siempre estuvieron originados en
hechos concretos relativos al narcoterrorismo. Podríamos hacer el inventario
correspondiente, pero siento que es innecesario. Quienes no lo saben con
precisión, al menos lo intuyen con bastante fundamento.
A cada oficial denunciado, tanto Chávez como Maduro,
optan por ascenderlo dentro de la jerarquía militar o se les asignan nuevas y
más importantes responsabilidades políticas y administrativas como demostración
del apoyo total a sus acciones. Los señalamientos más importantes han sido por
parte de la DEA, de la Audiencia Nacional de España y de la Colombia presidida
por Álvaro Uribe Vélez. Se trata de expedientes completos, precisos y públicos,
la mayoría de ellos. La respuesta del gobierno venezolano ha sido la de
presentarse como víctima de una guerra de exterminio del imperio americano en
contra de la revolución socialista del siglo XXI.
Quienes hemos pedido investigar a fondo y cooperar con
las autoridades judiciales que en el planeta se ocupan del tema, hemos sido
acusados de conspiración, estigmatizados y sometidos al silencio de unos medios
de comunicación controlados total o parcialmente por el gobierno. En lo
personal fui condenado a dos años de prisión con pena sustitutiva de
prohibición para salir del país. Llevo cuatro, sin ni siquiera pasaporte. Pero
la justicia es como el trapiche de Dios, tardía pero segura. Lo de Carvajal es
importante, pero lo máximo está por venir.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 28 de julio de 2014
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