“Decir qué, sin decir
quién, es complicidad”
por Armando Martini Pietri
Venezuela se alborota cada vez con graves denuncias que parecen
involucrar a muchos compañeros, amigos, compatriotas, adversarios, camaradas
que, siendo parte de la vida pública política o no, habían presionado e incluso
trampeado. Habrían actuado con doble amor, es decir, traidores de dos
desvergüenzas simultáneas.
Lo malo es que no se corre la cortina de quiénes son fachadas de doble
cara. Ni siquiera se ofrece decirlo en fecha posterior ni se dan indicios,
menos aún se toman la molestia de hacer insinuaciones que dejen vislumbrar
cualquier detalle. Nada, sólo se quedan en la denuncia y amenaza. ¡Denunciar
sin nombres, es cobardía!, como cuando se amenazó en el pasado con publicar
listas que nunca se conocieron, quedando en el olvido alevoso y premeditado.
¿Acaso somos una sociedad de cómplices?
Lo que pareciera entenderse, especularse o concluirse, es que hay
divisiones y podredumbre en sectores que presumíamos organizados, existen bandidos,
saltimbanquis y dobles caras que, tras venir fracasando entre silencios y
disimulos, dejaron la vergüenza de reconocer su entrega a los deseos
contrarios, en manos celestiales del Status
Civitatis Vaticanæ.
Como premonición divina tocó confirmarle al mundo que el llamado
terrible y angustioso de los presos políticos en huelga de hambre, el coraje de
las esposas del honor frente a la Plaza San Pedro y de otras valientes en
diversos escenarios del mundo y Venezuela. Que las expectativas de millones de
venezolanos que confiaron, firmaron en masa y a cara descubierta –a pesar de
las consecuencias y advertencias- para apoyar el referendo revocatorio, esa
inmensa mayoría que fué a votar con fuerza y decisión para dar una aplastante
victoria legislativa, las contundentes demostraciones de calle y sus riesgos, que
todo eso y mucho mas, no valía ni valió la pena, se desvaneció, fue un esfuerzo
en vano, solo era un simple escenario para que ciertos vanagloriosos,
arrogantes de liderazgo político hipócrita bajaran la testa, dejándose
cachetear con suavidad por el mismo que entra abusivo en comercios y depósitos
para darle a la fuerza y arma en mano, precios rebajados a usuarios y
bachaqueros con la esperanza de unas vacaciones navideñas más tranquilas para
acosados, atormentados y sus compinches.
Buscaron, como siempre, dar imagen de liderazgo nacional. Denunciaron,
se presentaron como víctimas que no se dejan victimizar, metieron la mano y
hurgaron en la basura, pero nada más mostraron. Develaron extorsión, sin
embargo no se dijo quiénes son los extorsionadores. Hablaron de corruptos y
ladrones pero como es costumbre, se reservaron los nombres. ¿Los dirán? porque,
si no lo hacen, ¿saben qué significa? Falta de hombría y de ese estilo muy venezolano
de otros tiempos, -lamentablemente extraviado- cuando la honorabilidad daba la
cara y la vida para que no quedara la menor duda de reputación, dignidad y
valor.
No será el único ni la primera vez, ni siquiera el originario mucho
menos el ultimo. Sólo se mostró que es parte de un estilo vergonzante de la
prole política de los últimos años que tiran piedras, pero nunca muestran las
manos. Sueñan con ser Presidentes, pero sólo juegan a través de micrófonos y
cámaras que, consuetudinariamente, llenan espacios, son responsables del ya
desnudo descrédito, ayudando así a uno de los objetivos prioritarios que de
construir e impulsar el bienestar colectivo saben poco o nada, pero de invadir,
expropiar, encarcelar y arruinar conocen más que nadie. Enfermos de envidia,
castigan la superación y la confiscan.
Perdieron la calle, se burlaron, la destruyeron y en el proceso oxigenaron
a quien estaba contra la pared y el sol en la espalda. Dejando sin causa, fe y
esperanza a ese 80% y más de venezolanos hartos y asqueados de proclamas
farsantes, promesas petardista y palabrería charlatana.
La palabra se da para cumplirla, el que la procura y no la cumple es
peor que el mentiroso. Cuando se otorga la palabra se recibe la fe del otro,
quien no cumple es dos veces traidor y quien creyó en él, es dos veces
engañado. Se habló con dureza y pasión, se señaló la podredumbre, pero no se dejo
ver quiénes son los podridos que se afirmó estar al tanto. Nada dijo, ocultaron
nombres, se hicieron cómplices de esa putrefacción que es, siempre,
contaminante, corroe los principios éticos y morales de las buenas costumbres
ciudadanas.
Por responder a sus propuestas Simón Bolívar y quienes le acompañaron en
la feroz, sangrienta y larga guerra de independencia, fueron hasta el final,
pusieron en juego su salud, sus fortunas, su bienestar y sus vidas. Protervos e
innobles herederos de los libertadores algunos dirigentes que nos ha tocado
padecer.
Frustrados, indignados y decepcionados, los hay en todas partes.
Burócratas, uniformados recargados de medallas, políticos de conveniencia, han
llevado sus riquezas y poder al máximo; y al país a un mínimo que, hasta no
hace mucho, era imposible de imaginar. ¡Qué desgracia!, incentivaron sueños de
rescate del país, para luego demolerlos con acciones y omisiones infantiles e injustificables.
No conformes se van de holganzas decembrinas, sin asumir conciencia de
decepcionadores de su propia gente, atrincherados en cargos y responsabilidades
a los cuales han dejado en el escupidero de la historia.
Abandonados de parte y parte, a los venezolanos de hoy nos quedan pocas
salidas y ninguna opción luce agradable. Lo que sí han demostrado con carácter y
ánimo algunos dirigentes es que son falsos, simuladores, poco confiables, se
dicen y contradicen, se refutan unos con otros, se insultan, ofenden, mienten
descaradamente y no saben honrar ni enaltecer la palabra.
@ArmandoMartini
Tiene razón, pero hace Uď lo mismo: dice qué pero no quien.
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