Armando Martini Pietri:
"Maduro al borde del
tiempo"
Todo indica que el
tiempo de Maduro se agota, llegó al llegadero. El presidente pudo, pero no
quiso o no supo frenar el que será un desenlace inevitable. Su salida del
poder. En su falta de talento político, creyó que podía transformar
el grave traspié chavista con la pérdida de la mayoría oficialista en el
parlamento, para embrollar y mezclar a esa misma oposición triunfante, que
llevaba años preparándose -dirigida por veteranos de muchas batallas y nuevos
líderes de especial talento-, e intentar asignar y atribuirle gran parte del
costo político de la profunda crisis en la que está sumergido el país, con el
Decreto de Emergencia.
La unidad sin embargo
no pisó el transparente peine; rechazó el clarísimo intento de la
habilitante encubierta, y dejó desnudo al Gobierno forzándolo a amenazar con
hipotéticas acciones legales, que deteriorarían aun más la institucionalidad,
aspavientos tan etéreos como la preparación política del Presidente, quien, puesto
al descubierto, se fue a Quito, a la reunión de la Celac, sin dinero en las
alforjas y haciendo retórica con la solidaridad latinoamericana, pero
sincerándose muy a su pesar pues no le quedó alternativa, con la economía hecha
pedazos, deteriorada al extremo de considerar la emergencia- que solicitar
ayuda para intentar solventar –más bien paliar- una crisis que ya es calificada
de humanitaria. Es decir, hambre generalizada, enfermos sin medicinas, médicos
sin equipos y gobierno sin planes coherentes. Triste espectáculo dimos por allá
en Ecuador cuando pasamos de millonarios a mendigos pidiendo limosna a quienes
en el pasado mitigamos el apetito y antes alimentábamos a sus exiliados.
La sociedad militar
del estado Nueva Esparta, interpretando en su propio lenguaje la indignación
generalizada de un país por los soeces y alarmantes actos funerarios del pran
conocido como “el conejo” se expresó clara, diáfana y contundente contra
una demostración que enfurece, causa bochorno, asombro e impotencia pues contradice
las buenas costumbres ciudadanas que ha tenido y tiene la comunidad venezolana,
aunque la mente militar que negó responsabilidad no explicó –alarmó, más bien-
cómo ingresan armas de guerra a los penales a través de la vigilancia externa
de los mismos militares. El atrevimiento de insinuar la dimisión de la ministra
de cárceles le costará al vicealmirante su estadía en la isla, a juzgar por las
insólitas alabanzas del Presidente Maduro a la controversial Ministra
patibularia. Evento el margariteño que ha sido otra clara demostración de que
el Gobierno ni siquiera percibe la grave crisis social del país.
Pero el riesgo más
inminente es el precipicio económico. Las cifras económicas –las que se
conocen, que no son todas mientras el presidente del Banco Central de Venezuela
tiene preocupaciones de diferente y vergonzoso tenor- y sus consecuencias
sociales son aterradoras, la economía está a punto de una hecatómbica
implosión, se comenta sin rubor la altísima y financieramente letal posibilidad
de cesación de pagos, el país va directo a un abismo infernal que hasta los
menos instruidos y preparados perciben con angustiante claridad, los
venezolanos de todos los niveles socioeconómicos, militares incluidos, se
desesperan por la escasez y desabastecimiento en medicinas y alimentos que
todos los días es peor, la anarquía gana terreno y se adueña de la nación, la
delincuencia se impone claramente sobre la decencia y la corrupción sobrepasó
arrasadoramente a la honestidad.
El presidente y su
equipo decidieron continuar obstinadamente aferrados a un dogmatismo ciego,
sordo e incapaz con lo cual están prisioneros e impedidos de virar hacia el
pragmatismo político. Maduro dirigió la ahogadora inmersión del chavismo en las
falsas creencias del nebuloso legado del comandante eterno quien, cuando le
tocaron problemas que él mismo generó, y tuvo que cambiar de rumbo o retroceder
estratégicamente, lo hizo sin cargos de conciencia, y no una ni dos
contramarchas, fueron muchas las veces que realizó "movimientos necesarios".
Normalmente esos
cambios no arreglaban nada porque no eran canjes reales sino transitar de un
error ya padecido a otro desconocido y por ello esperanzador en la polícroma
fraseología del militar Presidente, con lo cual algún respiro ganaba hasta un
nuevo fracaso y una nueva banderita populista. Maduro y el chavismo, para
completar sus desconcertantes errores, se dejan guiar por mas o menos jóvenes
españoles que ganan contratos en euros por refrescar y recomendar graves
equivocaciones fracasadas en el resto del mundo –incluso en España crecen la
desazón y la alarma por la actividad y populismo de estos jóvenes de cabellos
largos, barbas ralas y aparente escaso baño que buscan el poder a través de la
rimbombancia retórica de la falsa economía comunista.
Con Nicolás Maduro el
país que ya venía en caída libre sin las originalidades de Chávez y cada día
con menos dólares, se precipita al desastre. Al heredero le ha faltado tino
político, ha carecido de madurez, no ha tenido sagacidad, no ha sido audaz, no tiene
el sentido de la oportunidad y, en cambio, ha desarrollado lo que es muy grave
en un político y por ello ha perdido muchas ocasiones de rectificar y corregir,
una ceguera empecinada. Desde que Chávez murió, el ejercicio de sucesor
practicado por Maduro ha sido un diario dañar a su partido y al
propio gobierno pero, mucho más importante, a la nación, al país, a
los venezolanos. Tragedia agravada por su insalvable incapacidad para decidir,
para tomar decisiones. Lo ha demostrado hasta la saciedad, lo cual lleva
a sus colaboradores –algunos de los cuales son seres pensantes- a la
desesperación. Maduro no conoce, o no se atreve a aplicar, el viejo y sabio
refrán: “la peor decisión es la que no se toma”. Peor es que, cuando finalmente
decide, se equivoca y se hunde aún más con el PSUV a cuestas.
Todo ello dentro de
un grave problema social venezolano, la pérdida de principios, valores éticos y
morales mas la ausencia de buenas costumbres ciudadanas, agravado por la doble
moral y el doble discurso de alguna parte de la dirigencia venezolana en casi
todos sus ámbitos, desnudez ética que ha deteriorado el ambiente en tal
magnitud y profundidad que hace necesario considerar y explorar en lo
político con mucha seriedad y más responsabilidad, estudiar con franqueza,
reflexionar a fondo, con prudencia y cuidado, la mejor y conveniente salida
para el gobierno de Maduro.
El chavismo no ha
desaparecido, tengamos eso claro. Chávez se equivocó y seleccionó un heredero
que no da la talla, que no ha sabido manejar barreras ni oportunidades, que se
hunde por sí mismo y está arrastrando en su desplomarse a un movimiento que se
quedó sin líder al cual seguir con entusiasmo y fe. Pero no hay que engañarse,
el chavismo continúa allí, el PSUV sigue siendo el mayor partido político del
país, es necesario reconocer que a pesar de la aplastante derrota parlamentaria
el chavismo permanece siendo una fuerza popular de gran importancia que no hay
que subestimar y por el contrario hay que tomar en consideración. Es posible
–de hecho inaplazable- gobernar contra las teorías chavistas, pero no contra el
chavismo.
Hoy en día esa gran
fuerza también es corresponsable del peligroso y obvio fracaso de dos
gobiernos y presidentes sucesivos. El chavismo, el PSUV en particular, debe
analizarse a sí mismo en profundidad, necesita reajustar conceptos, objetivos y
a su alta dirigencia, principal responsable del desastre. El chavismo profundo
debe pedir cuentas a sus líderes que permitieron el descenso a este pantano en
el cual patalea, debe examinarse internamente con sinceridad, con crudeza, y en
base a ese análisis renovarse, empezando por los dirigentes que siguen
desbarrando y en los cuales una gran mayoría popular no confía ni de lejos.
Si el PSUV quiere
continuar tiene que oxigenarse, debe refrescarse, lavarse con esmero la cara y
el espíritu, beberse concienzudamente un buen purgante político, pero eso
no podrá hacerlo ejerciendo el poder tal como están las cosas ahora cuando
tiene cada día más presente el comprometido riesgo de perder por paliza las
gobernaciones, y mucho menos si además tiene como consultores a unos chicos
españoles que hablan con pedantería miope tras descubrir el kerosén en tiempos
de la energía atómica. Por su propia evolución y supervivencia, al
PSUV le está faltando con urgencia una temporada en la oposición, que es donde
de verdad se aprende política, se definen las bases y los métodos para
gobernar.
Es esencial recordar
al Presidente Maduro, que la renuncia es un acto voluntario y personalísimo,
como ciudadano que dispone de una plataforma de expresión no voy a cometer la
tontería de solicitar su dimisión –aunque es mi derecho hacerlo, como lo es el
suyo mandarme al carajo; pero lo que sí hago es pedirle que recapacite sobre la
gravísima situación social, política, económica, de inseguridad y angustia que
vive nuestro país –que es el suyo también- y que reconsidere si tiene o no la
voluntad de cambio de rumbo. Trate de llegar, señor Presidente, a una
conclusión que le indicará qué hacer. Recuerde que el tiempo a veces es aliado,
pero tal como está el ambiente hoy es su mayor y más peligroso
enemigo. No le haga caso a los españolitos que sólo quieren ganarse
unos euros, fíjese más bien en lo que han hecho en economía en los últimos
quince años los chinos y vietnamitas, por sólo ponerle dos buenos ejemplos.
Lo mismo deben pensar
los polopatrioteros dirigentes del chavismo; que a Nicolás Maduro y a su Gobierno
incompetente el tiempo los acosa, se les viene encima y amenaza atropellarlos.
El PSUV cambia, o se despeña con ellos.
@ArmandoMartini