EDITORIAL: “Artículo 5. CNRB: La
soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, …”
(12/01/16)
Esta guerra
entre el “Presidente/rey” y la Asamblea Nacional, identifica al choque frontal
entre dos modelos de Estado: el “moribundo” modelo Presidencialista-monárquico
vs. el natural modelo Plural-democrático. El primero no reconoce la supremacía
de ningún otro cuerpo que no sea el mismo “presidente” y su “corte”. Es decir.
La monarquía vs. la democracia.
Como en todas las dictaduras, el desacato a
la Constitución Nacional ha sido la marca imborrable del régimen
narco-castrista a lo largo de sus 16 años. Tal línea totalitaria se reafirma,
cuando este régimen y su amañado e inconstitucional aparato estatal desacatan
las órdenes de la nueva Asamblea Nacional que el pueblo venezolano, dueño
absoluto de la soberanía, masivamente apoya, mediante la elección de 2/3 de
Diputados opositores. Tal desacato del régimen implica un GOLPE FRÍO DE ESTADO.
Las maniobras del mismo -antes del 31/12/15- para elegir a “sus” nuevos
magistrados en el TSJ y la habilitación a destiempo de “su” Sala Electoral para
impugnar elección de tres Diputados opositores, buscan “vestir” con harapos
legalistas lo que no existe en ningún artículo constitucional, ni en ninguna
ley venezolana. Todavía vienen más maniobras. ¿Por qué no cortarle los fondos a
la AN? No olvidemos que el Presidente/rey es el “dueño” y distribuidor del Ingreso
Público. Ya HCF lo hizo en el 2003 y declarando insuficiencia de fondos al CNE,
difirió elecciones y con el mismo dinero abrió las misiones. Todo legal. Así de
simple.
Obviamente que la situación provocada por estos dictadores crea un
choque de poderes que tendrá como “jueces” -dentro del país- al CNE (rojito) y a
las FAN; pero igual se abren las esclusas para que funcionarios del Ejecutivo
Nacional y demás de Poderes asociados, pudieran estar afectados por la DEA, UE,
MERCOSUR y la OEA con las posibles sanciones impuestas en su Carta Democrática Interamericana.
El ajedrez internacional va estar muy activo.
El presente es una versión
sofisticada y hasta edulcorada de aquellos golpes de estado que en el pasado
surgían a punta de balazos. Vemos en este momento a un nuevo poder parlamentario,
que empieza a emular a un futuro “Estado Plural”, combatiente y defensor de la
democracia y el bienestar común. El diputado (en general) está reconociendo su
poder ante un Presidente que siempre fue visto como “el rey” a lo largo de la
historia. Este poder plural sería el principio del final de las monarquías en
Venezuela.
Las calamidades imponen cambios y la pluralidad se reafirma como
el norte común.
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