“…quiero ser la patria entera” por José Domingo Blanco (Mingo)
Como un repentino arranque de esperanza;
así es como puedo calificar la sensación que me produjo escuchar la nueva gaita
de Neguito Borjas y su Gran Coquivacoa quien, a mí juicio, la botó de jonrón
con su “No quiero ser la mitad”. La pude escuchar gracias a que una apreciada
amiga me la envío por correo como obsequio prenavideño. Su correo lo acompañó
con unas conmovedoras palabras, que encierran el clamor de muchos, y que me
tomo la libertad de transcribir: “¡Esta es la verdadera Venezuela...la que no permite la enajenación de su
espíritu alegre...humano...de tradiciones, alegrías y deseos fervientes de
unión! Sintamos orgullo, pertenencia y amor de hermanos, en una Navidad que presagia
los cambios que estamos anhelando. Amén”. Por supuesto, las palabras de Rosa
María, hicieron que me diera aún más curiosidad por abrir el link que
acompañaba su mensaje (http://www.youtube.com/watch?v=oTMdoeM2p5Q). Y allí estaba, la inconfundible voz de
Neguito Borjas, a la que después se le suma la de Francisco Pacheco e Iván
Pérez Rossi, invitándonos a evitar las divisiones…un llamado de conciencia para que dejemos a un
lado esta polarización tóxica en la que hemos caído, consciente o
inconscientemente, empujados por pseudo líderes fanáticos de la expresión
“Divide y vencerás”.
“No me tratéis con odio ni indiferencia/con
orgullo y con violencia pues los dos somos hermanos/Vos bien sabéis que esta hermosa patria es
nuestra/ y a vos yo abro mi puerta como todo un buen cristiano. No me importa
que seáis de la Cuarta o la Quinta/ de derecha o socialista, igual te extiendo
mi mano. Pues basta ya de la rencilla y la guerra, somos de la misma tierra:
los hijos venezolanos/ Levantemos la bandera del amor y de la paz/ no nos
dividamos más, no nos tracemos fronteras. No quiero ser la mitad quiero ser la
patria entera/ nos está pidiendo nuestra Venezuela que no nos peleemos más…”
Tanto me gustó la
gaita de Neguito que la escuché varias veces. Incluso sugerí en la emisora donde
trabajo, la Nueva Mágica 99.1 FM, que la incluyeran en la programación navideña
que arranca este sábado. Con quienes la he compartido, la reacción y el
comentario es muy similar: es el mensaje acertado en un momento en que, para
salir adelante, necesitamos rescatar nuestra venezolanidad. Éramos un país de
gente realmente feliz. Aquí era fácil ver a magallaneros y caraquistas sentados
unos al lado de los otros, sin que eso significase el inicio de una batalla
campal. Veíamos a partidarios de toldas políticas distintas sostener acaloradas
discusiones y luego, continuar la tertulia compartiendo un palito en un apretado
juego de dominó. Éramos así. Y yo -como creo que podría ocurrirle a muchos de
ustedes que están leyendo esto- añoro esa camaradería tan venezolana.
Chávez fue muy
astuto acentuando nuestras diferencias y exacerbando la rabia. La azuzó como
quien abanica los carbones para que termine de prender la candela. Logró hurgar
y destapar la miseria humana solapada, llena de resentimiento y pases de
factura. Nos inoculó el odio, para dividir, vencer e intentar perpetuarse. El
difunto presidente hizo lo suyo antes de abandonar este plano: aleccionó a sus
discípulos y les inyectó rencor en dosis cada vez más elevadas. Hoy, a su
imagen y semejanza, repiten el mismo discurso revanchista, divisionista,
virulento y camorrero. Los que no están con ellos, son malos y sólo quienes
comulgan con sus ideas, gozarán de las gracias de la revolución. El difunto nos
fracturó. Y sus acólitos, palas en manos, se afanan en profundizar la zanja que
nos separa. Los populistas son así; y en eso es en lo que basan su liderazgo:
en intensificar las diferencias. Es lamentable que en foros internacionales,
nuestro modelo de gobierno sea la referencia para describir lo que es contrario
al concepto de república, ciudadano y democracia. Otras sociedades han sabido
curar sus heridas y sanar sus cicatrices para abrazarse bajo la misma bandera
que los identifica como nación. Es más, en la reciente campaña electoral de
Brasil, los aspirantes a la banda presidencial en algún momento señalaron la
necesidad de no llegar a los extremos divisionistas y polarizados que se viven
en Venezuela. Somos el mejor ejemplo de lo que no debe ser un país. Y no sólo
en cuanto a la polarización; somos el modelo “a no seguir” en muchos aspectos.
Es verdad
que somos diferentes; pero, ¿no creen
que ya es hora de que volvamos a ser un solo país? ¿Acaso no están cansados de
tanta hostilidad? ¿De enfrentamientos de unos contra otros? Qué importa si tu
bandera es roja o azul; si te identificas con el gobierno o estás con la
oposición. En esta tierra grande, noble, cálida y prometedora, siempre hemos
sido antes que todo venezolanos. Tendamos puentes que, para salir adelante,
para rescatar a nuestra Venezuela, solo basta que nos reconozcamos como
hermanos.
“…No quiero ser la mitad quiero ser
la patria entera/ nos está pidiendo nuestra Venezuela que no nos peleemos más…”. Hagamos de la gaita de Neguito nuestro himno
navideño. Estamos en un momento crucial: o nos reconciliamos o perdemos.
@mingo_1
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