Armando Martini
Pietri:
6D diferencia entre un ayer decadente y un mañana promisor
Compleja, complicada, confusa, esta Venezuela de hoy en la cual
parece que los valores y principios de moralidad y ética se han venido a menos,
se desplomaron por un barranco deliberada e irresponsablemente excavado y han
dejado de ser importantes la honestidad y las buenas costumbres ciudadanas,
esas características que fueran tan venezolanas de cumplir, de que el trabajo
no era engaño ni trampa sino un compromiso de vida.
De líderes de consideración y respeto, mujeres y hombres de una sola
palabra y compromiso de vida, dispuestos a persecuciones, cárceles feroces,
maltratos brutales, exilios agobiantes, parecemos haber pasado a dirigentes de
palabrerío, de retórica de adjetivos, de vivir cabeceando para conseguir
espacios en los medios de comunicación social, llenos de palabras repetitivas
más bien limitadas y vacías de significado, hombres y mujeres de ambiciones
personales largas y moral corta, de camionetas de lujo provistas de
guardaespaldas que sin embargo cualquier malandrín de estreno asesina sin
mayores dificultades para robarles el armamento; burócratas partidistas con
niveles de vida que los obligan a asumir compromisos que no siempre les dejan
las manos libres; ni limpias. Hombres de baja estofa y menor ralea que
traicionan por una diputación y hasta exterminan por alguna orden canalla.
Venezuela y la sociedad venezolana se devalúan como su moneda, de
familias que en cualquier nivel socioeconómico cuidaban su forma de vestir a
individuos que imitan modas ruidosas que no los representan a ellos sino a
cantantes y artistas que sin Google -internet- no tendrían idea dónde se ubica
Venezuela; antes no se trataba sólo del traje, su marca y su costo, sino de
vestir con respeto y formalidad, no se ataviaban los venezolanos sólo para sí
mismos, sino como una forma de deferencia hacia los demás. Sana costumbre que
se acabó en la Venezuela del siglo XXI, tras agonizar desde fines del siglo XX
asfixiada entre cachuchas con las viseras en la nuca y "licras" excedidas
por obesidades culpables.
¿Qué vieron los venezolanos jóvenes en sus dirigentes políticos,
sociales, profesionales, empresariales, culturales de los últimos 40 años? Con
estupor fueron testigos de la aparición de más y nuevas manos blandas con la
corrupción, fueron testigos de cómo muchos jóvenes dejaban de lado las enseñanzas
y ejemplos de abuelos y padres para buscar dinero, posiciones, carros mejores,
yates y lujos, escapar de las parroquias tradicionales para mudarse a casas y
apartamentos de nuevas zonas de las ciudades en expansión, abandonaban los
campos para ir a las ciudades, desertaban de las ciudades para irse a las
urbanizaciones de costosos jardines, mal gastaban y dilapidaban los ingresos
petroleros como si jamás fueran a terminar y no aprendieron a ahorrar ni
siquiera en los altibajos de la industria y el mercadeo de hidrocarburos. Se
confiaron en que los sucesivos gobiernos se encargarían de todo mientras ellos
descubrían Miami y Disneyworld.
La verdad es que Hugo Chávez, sus militares y el chavismo no llegaron a atreverse
a los contundentes fracasados -por mal planificados- golpes de estado de 1992,
y no mucho después a adueñarse del poder, porque las cosas estuviesen tan mal,
sino porque en este país los hombres y mujeres con capacidades intelectuales y
gerenciales criticaban y se burlaban, pero no actuaban, aquellos
"notables" perversos y pedantes señalaban los errores, revelaban los
pecados, pero no daban pasos adelante, no salían –con alguna escasísima
excepción- a las calles a meter el hombro, a contener las avalanchas de
corrupción. Aquella Venezuela era un país al revés, todos vivíamos bien del
petróleo y nadie sabía que significaba aquello; el Gobierno, y los partidos que
lo iban ocupando, distribuían prebendas, favores, permisos, miradas a otra
parte, pero llevaba décadas sin enseñar moral y cívica y siendo permisivo,
complaciente, en las formas, en la educación. Por eso aquellos sucesivos
partidos y grupos dirigentes nos fueron dejando sin patria, al libre albedrío
de la barbarie.
El próximo domingo 6 de diciembre habrá elecciones parlamentarias y angustia
pensar que lo que indigna a la gente es la incapacidad del chavismo de producir
alimentos y bienes, por disponer y distribuir dólares suficientes para importar
todo lo necesario, para que una clase privilegiada y afecta pueda enriquecerse,
viajar y gastar con inmoral capricho. Preocupa profundamente que los pocos
hombres y mujeres competentes y bien preparados de lado y lado siguen siendo una
minoría sin fuerza para siquiera incidir cambios, que las torpezas en las
cuales algunos se empeñan siguen ahí y las soluciones que otros anuncian sin
muchos detalles son teóricas y exigen largas esperas.
Los convocantes nos invitan con alegría y canciones fabricadas a una
fiesta electoral democrática dignas de los mejores elogios cuando la realidad
es que ellos, no tienen idea de lo que significa democracia y mucho menos la
practican. Se eternizan en los cargos partidistas y con sus famosos convenios y
negociaciones nos impiden elegir nuestros legítimos representantes. Pero eso
será tema de otra columna.
El 6D no es una obligación ir a votar, es mucho más, es un deber al
menos con cada uno de nosotros y nuestras familias, siquiera eso. Debería poder
elegirse al candidato cuya propuesta mejor nos convenza, pero no será así,
chavismo y antichavismo trampean, disimulan nombres y proponen, "para
evitar confusiones", votar por seleccionar todo lo de un partido o la
Unidad. ¿Qué pasa con excelentes candidatos en los diversos circuitos del país
que tienen más preparación, más vínculos y mejores propuestas en sus regiones
que los candidatos oficiales de ambos grupos? Están apartados, ignorados,
obstaculizados. Pero esos candidatos también son esperanzas importantes.
Cuando usted asista a votar, no se deje impresionar por el aparataje ni
por la sensación de que tiene que hacerlo rápido. Usted como elector tiene
derecho al tiempo –razonado- que se considere necesario. No permita que lo
hagan votar a la carrera. Tómese su tiempo, fíjese bien y si tiene dudas
operativas pregunte, los miembros de la junta electoral están allí para recibir
su voto, pero también para aclararle cualquier duda, hasta la más pequeña. No indague
por nombres ni permita que se los den: sólo procedimientos, exija que se
los expliquen hasta que usted se sienta en capacidad de votar por quien
realmente desee, quiera y sin cometer errores.
Hay que participar e ir a votar porque es la única forma democrática y
constitucional de echar a la calle a los principales responsables del desastre
económico, ético e institucional, a los que son las consecuencias de nuestros
propios pecados. Y no se deje amilanar ni intimidar, nadie es traidor por
querer favorecer un candidato diferente al que le propone su partido u
organización electoral, si esa selección suya es la que realmente le genera
confianza.
En todo caso, quiero desearles a todos los venezolanos un muy buen
domingo electoral en paz y comedimiento. Hay momentos en la vida que hay que
tomar una decisión por más dura que esta pueda ser. Comparto y respeto
profundamente algunos de los criterios en contra y favor de participar. En mi
caso, me dispongo a votar como lo he hecho desde que tengo 18 años y hoy son 59
los que cargo a las espaldas, no me abstendré, no puedo ni debo hacerlo y
tampoco votaré nulo. Hay otras opciones: votar por el psuv, la mud, los independientes
o lo que se conoce como el voto cruzado, y entre esas opciones estarán, en cada
circuito, las mujeres y los hombres que tienen la formación, la educación y la
voluntad para cambiar este país no hacia los intereses de los hermanos Castro
sino hacia las necesidades reales de los venezolanos. Votar nulo o no votar –al
menos en esta oportunidad- es hacerlo contra Venezuela, contra la familia y
contra usted mismo.
Pero que cada venezolano con libertad absoluta y sin presión de ninguna
índole, actué en mandato a su conciencia, que conciba lo que considera mejor
para el futuro y bienestar de Venezuela. Vaya a votar con un pañuelo en la
nariz pero acuda y atienda al llamado ciudadano. Después de sufragar no se quede
por ahí haciendo montón, desde su casa o en su centro de votación manténgase
pendiente, no es de extrañar que la democracia tenga una responsabilidad para
usted. En una sociedad diversa acostumbrada a la democracia -hoy venida a
menos, pero viva- es importante el respeto a las opiniones.
Muchos critican con dureza e injusticia aquellos que se postulan fuera
del status quo y rompen con la polarización tan dañina y perjudicial para la
representación plural del país. Pero antes de reprochar habría que conocer en
detalle sus razones, si lo hacen por pura y simple ambición, o por el contrario
son muestras de fortalecimiento democrático. Analice en detalle los candidatos
en su circuito, tienes una semana para conocerlos mejor y poder tomar la
decisión más conveniente.
Venezuela merece mejor y tendrá mejor.
@ArmandoMartini