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lunes, 11 de mayo de 2015

Armando Martini Pietri: La verdad debe ser la estrategia electoral

Armando Martini Pietri: La verdad debe ser la estrategia electoral

Para algunos políticos y quienes les acompañan decir la verdad es pecado mortal. Despreciando a todo aquel que está convencido que hacerlo, es lo correcto.


A las mentiras de un Gobierno, su grupo de partidos y otras fuerzas que han hecho de la simulación, la propaganda que distorsiona y del ocultamiento de cifras y realidades su política permanente de acción a lo largo de estos años, no puede agregarse una estrategia de medias verdades, disimulos, ambigüedades, hipocresías e incluso falsedades por parte de la oposición, organizada en la Mesa de la Unidad Democrática o dispersa en grupos y personalidades diversas.

Cuando además el desastre económico, social, de seguridad ciudadana y de los servicios  públicos desconcertados e incompetentes –no hablemos por el momento de corrupción- se están comiendo vivos a un Presidente que cree que escapándose a Moscú a celebrar un evento que sólo conoce por películas el pueblo y su partido lo van a respetar más, y a un oficialismo confuso, ineficiente, sobrecargado de empleados mal dirigidos y peor pagados, es esencial, fundamental, decir las verdades claras y contundentes -por más duras que sean- en el camino hacia las elecciones parlamentarias y futuras acciones.

La Mesa de la Unidad Democrática, que se presenta como líder de la oposición, y sus voceros, no pueden seguir diciéndole al país que lo único que se necesita para que todo cambie y nos transformemos en un país buenísimo es ir a votar. Porque además de ser una gran mentira genera expectativa e ilusiones que no podrán ser satisfechas.

No es suficiente.

Y no lo es porque el Gobierno y su partido lo han perdido casi todo excepto el poder, las armas y el poco dinero que sigue entrando a las arcas públicas. La MUD tiene gente, el Gobierno tiene a todo el Consejo Nacional Electoral y los demás poderes públicos que, además, actúan disciplinadamente y cumplen las instrucciones que el Gobierno les dé. La MUD tiene votos y además el descontento de la gente con la incapacidad e incompetencia de la administración como factores de esperanza en un cambio, pero con eso no basta.

El Gobierno tiene la fuerza, la oposición la verdad. Pero las autocracias no se basan en la verdad sino en la fuerza. El Gobierno y el chavismo saben que por los caminos estrictamente legales y legítimos están perdidos. Pero con el poder en la mano pueden cambiar lo que consideren que deban cambiar para sostenerse en el mando. El CNE se ha cansado de demostrar abiertamente que no va a desatender lo que el Gobierno quiera que hagan; no tiene por qué actuar descaradamente, maneja un área basada en tecnología y es mucho lo que puede manipularse, mientras los partidos del oficialismo ejecutan sus propias misiones asignadas en la Asamblea Nacional y demás poderes públicos y en una tarea esencial: convencer a la oposición y sus analistas de que no hay manera de derrotar a ese poderosísimo Gobierno.

En ese sentido es adecuada la estrategia de difusión de la MUD de insistir permanentemente en que la abstención es un recurso del chavismo y que hay que ir a votar por encima de cualquier circunstancia. Pero es un muy riesgoso recurso tratar de convencer, paralelamente, de que el Gobierno y sus controles están atados de manos y que sólo con ir a votar serán derrotados.
Porque eso no es verdad, y es un error grave, peligrosísimo, tratar de bajar las alertas y preocupaciones de los ciudadanos. Es al contrario, los electores deben estar plenamente conscientes de todas las fullerías y manipulaciones que puede desarrollar y aplicar un Gobierno incapaz de ordenar la economía y el bienestar de los venezolanos, pero experto en artificios, timos y torceduras de la legitimidad y de las leyes.

La oposición en general, y la MUD en particular, no pueden ni deben echar en saco roto las advertencias que sus propios expertos hacen, porque las hacen, en detalle y a diario. Los políticos opositores que mantienen una estrategia de tranquilizar a la gente, de darles a entender que ya esto está ganado, que lo único que tienen que hacer los electores es ir a votar, deberían también ir preparando, además de sus renuncias, las explicaciones que darán cuando el CNE anuncie que el chavismo sigue siendo mayoría en la Asamblea Nacional, porque sólo con los votos de electores ilusionados la oposición no le ganará al Gobierno. Asegurar distinto, es otra de las tantas mentiras.

A los electores hartos de un Gobierno y un oficialismo embaucadores y sin miramientos y cuyo único objetivo es mantenerse en el poder, no hay que emocionarlos con ir a votar porque así todo cambiará. Al contrario, hay que retarlos, enseñarles las trampas sembradas en el camino, entrenarlos, ponerlos contra la pared con la verdad. La oposición debe transformarse en guerrera líder de la realidad, de la verdad por delante. A los soldados no se les prepara para la guerra haciéndoles creer que el enemigo es tonto, débil y enclenque, al contrario.

Recuérdese que ya a Henrique Capriles esa estrategia de encubrir y disimular le falló estrepitosamente, decepcionó a sus electores y le está costando años tratar de recuperar la popularidad que hace un par de años lo puso cara a cara con el chavismo y Maduro, y con el poder y la expectativa de quienes confiaron en él y se quedaron esperando que ejerciera de jefe y de líder.

La estrategia ahora tiene que ser confrontar con la verdad. Los venezolanos jamás han dejado de responder con firmeza a los llamados a elecciones, excepto una vez cuando unos dirigentes habitantes de Babia les dijeron que lo mejor para derrotar a Chávez era no ir a votar. Ya conocemos las consecuencias de esa majadería y estupidez.

Estamos ya en la hora de la autenticidad, de la sinceridad y de la franqueza; la hora de apelar a la inteligencia y al coraje que los venezolanos han demostrado una y otra vez. Es hora de decir y explicar las cosas como son, de no subestimar e insultar a quienes pensamos que decir la verdad es lo adecuado, lo decente, lo honesto y lo correcto, ése es el deber y el reto de la MUD y de todo dirigente y aspirante de la oposición. De no hacerlo tienen pintado en la frente la derrota política en los próximos comicios parlamentarios.

Advertir a los electores sobre la fuerza, la astucia y la falta de recato del oficialismo. Entrenarlos para que concurran bien preparados no a ejercer un derecho sino a imponerlo.


@ArmandoMartini

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