"¿RECTIFICACIÓN O
INMOLACIÓN ?" Por Carlos Canache Mata
Los
analistas políticos y económicos, al opinar sobre la situación actual de
Venezuela, frecuentemente dicen que “ya esto es insostenible” o que “se ha
llegado al llegadero” o que “se ha tocado fondo” o que “suena la hora del
colapso”.
El país está alarmado por la cotización que ha alcanzado el dólar en el
mercado paralelo, sobre todo en los últimos días. Cuando el CNE, hace dos años,
le obsequió la presidencia de la república a Maduro, en ese mercado se compraba
un dólar por 24 bolívares, ahora se compra por más de 420 bolívares y, en
consecuencia, ya no se confía en nuestra moneda como reserva de valor. La firma
Barclays proyecta para este año un tipo de cambio hasta de 600 bolívares por
dólar, y, en todo caso, su cotización se ha disparado y apunta a niveles
superiores. Chávez y Maduro prometieron volver “polvo cósmico” al dólar
paralelo, pero fue el bolívar el que ha corrido esa suerte.
El dólar paralelo, que es el marcador del costo de reposición de los
productos no regulados, contribuye,
conjuntamente con la emisión de
dinero sin respaldo por el BCV, la caída de la oferta interna de bienes por la
recesión económica, y la importante disminución de las importaciones por la
falta de divisas, a la explosión inflacionaria que, como sacudimiento sísmico,
destruye el poder de compra de los venezolanos. El año pasado la tasa
inflacionaria fue de casi el 70% y el BCV todavía no ha informado cuál es en lo
que va del 2015. La inflación, junto con la escasez de alimentos, medicamentos
y materias primas e insumos para la producción, es la verdadera “guerra
económica” causada por políticas gubernamentales equivocadas. La política de
control de precios, al no atacar las causas, perdió la batalla contra la inflación,
así como el racionamiento (captahuellas, terminal de la cédula, etc) no es la
solución para el problema de la escasez y el desabastecimiento de productos.
La caída de los precios del petróleo, causa principal de la
acentuación del déficit fiscal y del
déficit de la balanza de pagos, el gobierno la ha intentado paliar cobrando con
descuento y en efectivo deudas de otros países; pignorando reservas de oro del
BCV; colocando en el mercado bonos de CITGO; retirando el máximo (383 millones
de dólares), que no requiere acuerdo para un plan de ajuste, de sus Derechos
Especiales de Giro (DEG) en el Fondo Monetario Internacional (FMI), etc. Pero
los escenarios de maniobra van desapareciendo.
O el gobierno cambia sus políticas económicas, especialmente sus
políticas cambiaria y de precios, o el gobierno se desploma. Poder adquirir dólar a 6,30 bolívares, como
dijo José Guerra, “es el premio a la corrupción” que ha vuelto millonarios a
amigos del oficialismo. La alternativa de la no rectificación es la inmolación
del propio gobierno.
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