Este gobierno de Maduro, tan o más
irresponsable que el de Chávez, ha pospuesto varias veces las medidas exigidas
por la crisis económica que ya existía con el barril petrolero a 100 dólares y
que ahora se ha agravado con el brutal derrumbe de los precios de nuestro
principal y casi único producto de exportación. En los últimos días de
diciembre anunció que inmediatamente después de Año Nuevo se conocerían tales
medidas.
¿Qué ha pasado? En vez de cumplir su
palabra, resolvió viajar a China en busca de financiamiento de emergencia y
visitar algunos países de la OPEP con el propósito inútil y sin destino de
“convencerlos” de la necesidad de bajar la producción para que suban los
precios. Seguramente se llegó a creer que si se conseguía dinero en efectivo se
podía seguir corriendo la arruga, sin tomar las inevitables decisiones
fiscales, monetarias y cambiarias, de gran impacto social y alto costo
político, más aún si se toma en cuenta que el 2015 es un año electoral.
Los resultados del viaje de Maduro y su
extenso séquito ya los conocemos. El ansiado préstamo, que saciaría
transitoriamente los apuros, no se logró. Lo que se obtuvo fue el ofrecimiento
de inversiones a futuro de más de 20.000 millones de dólares en proyectos de
energía, construcción, industria, transporte, tecnología y telecomunicaciones,
que no aportan ninguna solución al urgente problema de la falta de divisas para
las importaciones, el pago de la deuda (este año, 11.200 millones de dólares
por concepto de capital e intereses de bonos) y el funcionamiento de la
economía en general. Que ese es el único trofeo del costoso periplo, nos lo
confesó el propio Maduro, tras sus reuniones con el presidente Xi Jinping y con
empresas y bancos chinos: “Más de 20 millardos de dólares en inversiones hemos
redondeado en el transcurso de esta jornada de trabajo”. El economista José
Guerra, al igual que otros calificados analistas, ha declarado: “Eso no le da
al gobierno flujo de caja. No puedes pagar deuda ni liquidar divisas con
inversiones. Lo que se necesita es dinero fresco”. En efecto, son divisas lo
que reclama el esperado y necesario ajuste económico inmediato, que ya no puede
postergarse más, porque el dólar de 6,30 bolívares es una utopía, y como están
prácticamente paralizados el Sicad I y el Sicad II, lo que queda es la muy alta
tabla de salvación del dólar de marcado negro.
Si Maduro fracasó en su pedido a China y la
sostenida caída del precio del barril de petróleo venezolano llegó a 42,44
dólares al cierre de la semana pasada,
¿qué nos va a anunciar a su regreso al país? ¿Continuar la liquidación
de activos del país? ¿Ir por préstamos al mercado financiero y pagar, dado el
riesgo-país, un interés de 20 o 30 o más %? ¿O recurrir a un préstamo
condicionado del FMI, donde sólo se pagaría un interés del 5 o 6%, pero
enterrando por segunda vez a Chávez? ¿Qué?.
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