Armando Martini Pietri: Cuando la esperanza muere,
nace la voluntad
“Solidaridad es de las mayores virtudes que debe
tener y cultivar un ser humano, especialmente si se es político. Cuando no
se tiene, la esperanza muere”.
La
situación de la sociedad venezolana actualmente ha derivado, tras dieciséis
años de promesas incumplidas, expectativas frustradas, frustraciones sucesivas,
en una decepción generalizada y en la pérdida de poder de las dirigencias.
Basta observar, en el estudio de la UCAB, el elevado porcentaje de quienes
se declaran no seguidores del oficialismo ni de la Mesa de la Unidad
Democrática: suman más que el chavismo y la MUD juntos. Para ser precisos, los
ciudadanos están perdiendo las esperanzas en sus políticos.
La
crisis venezolana, ya a nivel de caos –palabreja demasiado utilizada, olvidando
que su significado griego original es “lo impredecible”-, es económica, pero no
sólo económica. Va mucho más allá, la crisis está en lo político, social y
familiar; de una sociedad con problemas hemos degenerado en sociedad en
disolución. Hemos caído de sociedad que cuestionaba a sus líderes, a sociedad
con jefes toscos, ignorantes e incompetentes que, en vez de orientar al pueblo,
lo usan y lo esquilman.
Hace
poco más de una década los venezolanos estaban hartos y confusos, pero en vez
de razonar cedieron de nuevo a la emoción y a dejarse seducir por quien
prometiera más. Las promesas de aquél poco formado pero muy carismático mesías
militar se fueron dejando de lado y Venezuela se convirtió en un pueblo a la
deriva, sin dirigentes ni soluciones, con muchos problemas incluyendo varios
que antes nunca tuvo.
El
resultado no es nuevo, se fue forjando día tras día, porque no sólo ha fallado
la jefatura que gobierna, sino que con patética terquedad se ha equivocado una
y otra vez el liderazgo de quienes se oponen. Piensen solamente que en estos
últimos años ningún partido opositor ha llegado siquiera a un 15% del
electorado, y los que fueron los dos grandes partidos nacionales han sido
incapaces de recuperar alguna porción de significancia de su antigua
militancia. Cuando finalmente entendieron la importancia –la inevitabilidad- de
unirse para constituir un frente capaz de presentar batalla política a la
emotividad y manipulación chavistas, sumaron votos pero no integraron ideas ni
principios. En consecuencia han terminado por ser, como ahora, votos contra el
chavismo y por una oposición que no está abriendo caminos nuevos, por el
contrario, los cierra. Pero así como hace dieciséis años los venezolanos
seguíamos siendo un pueblo poco o nada racional, este enredado y desorientado
período desde 1999 parece que nos ha llevado a empezar a serlo.
El
tiempo transcurrido ha sido suficiente para cansarse, y los ciudadanos no sólo no
logran renovar sino que van dejando caer esperanzas que eran de ellos pero por
lo visto no del oficialismo para unos ni de la unidad con saliva de loro de
quienes afirman ser la oposición; esperanzas, por eso mismo, desgastadas al
punto de ser frágiles e inservibles.
El
doble discurso, la doble moral, la mentira, la falta de principios y valores
éticos, las palabras y frases vacías de tanto repetirlas sin consecuencias, han
mermado y socavado la confianza de los ciudadanos en los políticos y en la política.
El daño es colosal.
-No
se puede declarar la guerra a la corrupción acompañado de corruptos.
-No
se pueden defender los derechos humanos y glorificar quien esta denunciado de violarlos.
-No
se puede criticar la delincuencia cuando se le da impunidad.
-No
se puede rechazar la difamación e injuria cuando se vilipendia y difama.
-No
se puede criticar el autoritarismo cuando se es autoritario.
-No
se puede reprochar la mentira cuando se es mentiroso.
-No
se puede esgrimir el patriotismo cuando se es antipatriota.
-No
se puede exigir solidaridad cuando no se es solidario.
Ya
no se percibe ni se aprecia voluntad de los políticos en rectificar, en
aportar, en dialogar, en corregir, sólo se observa la diatriba política,
grosera, indecente, llena de adjetivos irrespetuosos contra el adversario.
Y la insistencia en los errores. Un buen y lamentable ejemplo reciente es el deplorable
comunicado de la MUD con respecto a la marcha convocada por Leopoldo López,
Voluntad Popular y otros, mensaje con una toma de posición que muchos han
calificado como una afrenta a la unidad y falta grosera a la solidaridad. Queda
en evidencia -una vez más- que prevalecen los intereses partidistas y que la
MUD que asume el liderazgo nacional sigue extasiada sólo con su propio ombligo
y robustece la percepción creciente de que nada les importa sino los curules
en el parlamento. Y no nos referimos a la MUD solamente sino también al PSUV.
Son tan similares que parecen lo mismo. Nada de extraño seria confundirlos.
Para
derrotar al oficialismo el único chance de esa oposición es esperar que estalle
la crisis para montarse en ella, capitalizando el voto castigo sin ningún otro
mérito y el gobierno parece rendido, inactivo, paralizado ante la situación que
es trance en desarrollo hacia el caos, y la gran dificultad que hoy padecemos.
Es decir, entre lo malo y lo peor nadie parece encontrar un camino.
Cuando
esto sucede las sociedades complejas y multi racionales como la nuestra
comienzan a organizarse por sí mismas, por instinto sociocultural, para
sobrevivir y es cuando emprenden los cambios que comienzan siendo casi
imperceptibles y con timidez pero germinando con fuerza y solidez. Hay
liderazgos que por su habitual instinto de supervivencia tratan ya de impedirlo
a toda costa. Pero saldrán derrotados porque no han sabido estar a la altura
que merecían los acontecimientos. Los ciudadanos les pasarán por encima y los
dejarán de lado como lo que son: ineficientes, fracasados y egoístas.
El
país perdió la esperanza en –muchos- de sus políticos, en la política, en las
instituciones, en los poderes constituidos, y poderes son el oficialismo y la
oposición oficial. Escribir estas líneas causa tristeza, pero la verdad es el
norte que debemos seguir y alcanzar por duro que sea, es la única manera conocida
de salir adelante y fortalecidos, no podemos consentir más esta ignominia, no
podemos permitir que se mantenga esta perversa tradición.
Hay
que recuperar la esperanza, hay muchas mujeres y hombres no politizados ni pertenecientes
a partidos políticos que están dispuestos y son suficientemente dignos,
íntegros y capacitados para aportar sus ideas y experiencias que lleven
finalmente a la recuperación del país. La voluntad que debemos vigorizar y la
invitación que debemos hacer es a organizarnos en una opción emergente, para
sembrar y fortalecer caminos que sólo nosotros podemos diseñar y asentar hacia
una nación renovada y con capacidad real de tener fe sólida, confiable y
motivante, y salir airosos de las muchas dificultades que tenemos y las que
están por venir; sólo así conquistaremos la paz y el porvenir para los
ciudadanos decentes con valores y principios éticos de este hermoso y gran
país.
Para
los ciudadanos que piensan, que cada día son más.
@ArmandoMartini
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