Armando Martini
Pietri: Una excusa temporal, mientras se encuentra otra
Las
recién efectuadas elecciones primarias del PSUV al decir de ellos, fue un éxito
y al decir de sus adversarios un fracaso. Como no se tienen elementos de juicio
ciertos –al menos quien suscribe- opinar en contra o a favor puede ser una
especulación que no contribuye a conocer la verdad verdadera. En todo caso el
presidente Maduro asistirá a la Asamblea Nacional ataviado de ganador y con
alardes de triunfo, lo que le permitirá fijar una posición contundente,
valentona y patriotera respecto al tema limítrofe con Guyana, y otros como
Colombia, si fuera el caso –en el caso colombiano actúa la fina diplomacia
cachaca, que es de cuidado.
Convocar
a la unidad nacional será una nueva treta propagandística para oxigenarse, como
lo hizo con la confusión que creó con el llamado contra la orden ejecutiva del
presidente Obama, cuando hizo creer que las sanciones contra siete personas
eran contra todo el país.
El
conflicto limítrofe con Guyana se ha convertido para la sala situacional del
Gobierno en la perfecta excusa para suspender y/o prorrogar las elecciones
parlamentarias, -a pesar de estar convocadas oficialmente por el CNE para el 6
de diciembre de 2015- pues les permite evaluar diferentes escenarios posibles:
el conflicto verbal, el conflicto de amagar es decir, mover tropas sin atacar
tipo corbeta Caldas caso Colombia y por último el conflicto bélico real de
ataque. Ello puede ser contra Guyana y Exxon o por separado o con ambos al
mismo tiempo. O con ninguna, allí también están los chinos, y eso es, como dirían
los militares, “¡otra voz!”.
A
finales de mayo el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, firmó un
decreto en el que establecía de forma unilateral la soberanía venezolana sobre
las aguas de la región del Esequibo. Antes de
emitirlo, Venezuela había escrito en dos oportunidades a la filial
local de la petrolera Exxon exigiéndole se abstuviera de explorar los recursos
petroleros en el área. Torpe o deliberadamente, es lo que no sabemos, porque el
reclamo debió ser inicialmente y de inmediato a quien abrió esos mares a la
Exxon, el Gobierno de Guyana.
El
gobierno guyanés calificó de "ilegal" el decreto firmado
por Venezuela en el que modifica sus fronteras marítimas para incluir
una amplia zona que lleva décadas reclamando a Guyana y que incluye una zona
donde recientemente se descubrió un importante yacimiento de petróleo. Según el
Gobierno de Guyana, ese decreto es una "flagrante violación del derecho
internacional y es inconsistente con el principio de que todos los Estados
deben respetar la soberanía e integridad de los demás Estados, grandes y
pequeños". De hecho, estaba mal redactado el decreto que surgieron de
inmediato reclamos de Surinam y de Colombia.
De
oficio, la Administración del nuevo Presidente David Granger, advirtió de su
intención de llamar la atención de la comunidad internacional sobre esta
disputa territorial, la mayor del continente. El Presidente venezolano hizo lo
propio y solicito a la ONU la designación del buen oficiante y se cumpliera el
Acuerdo de Ginebra.
Es
inocultable el fracaso del oficialismo con los diferentes teatros
propagandísticos y políticos puestos en marcha como la “guerra económica”, la
provocación constante y los desmedidos ataques a los “escuálidos” y
“pelucones”, la insistencia y cruel terquedad de dejar en prisión
algunos líderes de arraigo sólido en la sociedad, la imposibilidad de amainar
la creciente presión internacional, la torpeza en el manejo de las relaciones
con Estados Unidos, España, Colombia, la Unión Europea, Brasil y otros, la
intención -siempre latente- de intervenir Industrias Polar, y la economía en
general, los ha obligado a explorar la posibilidad de generar otros conflictos
y lo de Guyana parece ideal. Puesto que la inmensa mayoría de los ciudadanos no
se creen ni que la guerra económica ni que la inflación ni el creciente
desabastecimiento sean culpa de las empresas privadas y en cambio sí empiezan a
culpar al gobierno y a Maduro, el alto chavismo sueña con una distracción
intensamente patriotista con el asunto de un conflicto con Guyana a cuyo
agravamiento, si alguien ha contribuido, han sido precisamente Hugo Chávez y
Nicolás Maduro.
Los
estudios de opinión coinciden en que con lo de la guerra económica y todo lo
demás, el oficialismo ha perdido credibilidad y confianza, y como consecuencia
ha mermado duramente su popularidad y así el Gobierno-Psuv se va quedando sin
opciones de confrontación ni conflictos para distraer a los ciudadanos de los
graves problemas que sufren a diario. Desiertos de ideas, siguen creyendo que
en la confrontación está el éxito.
El
enfrentamiento ciertamente dio resultados y muy positivos en la época del hoy
desaparecido físicamente Presidente Chávez -el oficialismo en campaña
permanente ha mantenido vigente el recuerdo, a tal nivel que ante el desastre
en vez de enaltecerlo lo desgastan-, pero olvidan y pasan por alto, no ven o se
niegan a ver los hijos del comandante eterno que no tienen ni de lejos su
liderazgo, su carisma, sus dotes histriónicos e inteligencia y ello confabula
contra el cuestionable éxito de esta nueva maniobra comunicacional. Además, ni
de lejos tienen los dólares que Chávez derrochó, financieramente tienen un reto
al revés: una deuda externa e interna colosal, y muy escasos ingresos
financieros.
La búsqueda de conflictos limítrofes es un viejo truco político que busca exacerbar el sentimiento
patriota. Los militares gobernantes argentinos en 1982, cuando la crisis
económica y social agobiaba al país, idearon la guerra de Las Malvinas, que era
–de siempre- un anhelo nacional; también lo hizo Pinochet en Chile con el canal
de Beagle, Fujimori en Perú en su guerra contra Ecuador y muchos otros. ¿Se encubrirá
Maduro de campeón del patrioterismo para intentar revertir el resultado de las
parlamentarias o quizás tener la excusa perfecta para suspenderlas?
Si el
oficialismo, el gobierno y el partido que los sustenta en el poder mintieron a
los ciudadanos sobre la cifra de los votantes en sus primarias, entonces, no
hay que confiarse en el hecho de que porque fueron convocadas y dadas las
fechas del evento electoral, se realizará. Falta mucha tela que cortar y mucha
agua que pasar debajo del puente, cualquier cosa puede ocurrir y los intereses
personales y partidistas que siempre están por encima de los intereses colectivos
del pueblo y de la nación pueden dar un giro inesperado.
En
Venezuela ya nada es seguro.
La
tan esperada y diferida varias veces comparecencia del presidente Maduro en la
Asamblea Nacional el día lunes 6 de julio se puede resumir en un discurso pobre
sin nada nuevo, sólo una compilación de datos y hechos conocidos y sin mayor
trascendencia, y entre dato y dato la retahíla de adjetivos para resaltar a la
fuerza armada, al pueblo, al poder popular y buscar exacerbar nacionalismo y
patriotismo contra la colonización pretendida del imperio ingles en combinación
claro está, con el imperio norteamericano y por supuesto con la oligarquía
endógena –criolla-, la mítica derecha que tanto parece atemorizar a Maduro. En
síntesis, se guardo el problema con Guyana para cuando le sea más conveniente y
beneficioso a los intereses electorales y lo mantendrá vivo en reuniones,
discursos, nombramientos de comisiones y negociaciones, sólo a los efectos de
tenerlo a mano cuando se requiera.
Arranco
la campaña nacionalista para la recuperación del esequibo y la diplomacia del
micrófono está en pleno desarrollo y efervescencia. Los presidentes venezolano
y guyanés se están dando con todo, y aunque sin llegar al irrespeto están al
límite de lo que permite el lenguaje diplomático. Falta mucho por ver y oír.
Por
ahora el conflicto se internacionalizará. Pan y circo.
@ArmandoMartini
No hay comentarios:
Publicar un comentario