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miércoles, 15 de julio de 2015

"ESEQUIBO: DE LA INERCIA A LA HIPERACTIVIDAD" Por Carlos Canache Mata


"ESEQUIBO: DE LA INERCIA A LA HIPERACTIVIDAD" Por Carlos   Canache Mata

   Poco después de que,  por el Tratado de Londres de 1814, El  Esequibo  pasara de Holanda a Gran Bretaña, se inicia la controversia que Venezuela mantiene por ese territorio. La usurpación territorial inglesa se expandió por la Guayana  Esequiba, apoyándose en las líneas fronterizas de los mapas del explorador prusiano Robert H. Schomburk, al lanzar sus colonos  hacia el oeste del río Esequibo.

   Para solventar la controversia se reunió en París en 1899 el Tribunal de Arbitraje que dictó el 3 de octubre de ese año el llamado Laudo de París, el cual otorga a Gran Bretaña 159.542 kilómetros cuadrados al occidente del río  Esequibo, es decir, le concedió territorio venezolano.

   Aun cuando voceros oficiales venezolanos se han pronunciado en distintas épocas contra ese Laudo, es en 1962, bajo el gobierno constitucional de Rómulo Betancourt, que se logra que Gran Bretaña acceda a conversar sobre la controversia, gracias al planteamiento que el 12 de noviembre de ese año hizo el Canciller Marcos Falcón Briceño en la Comisión Política de la Asamblea General de la ONU, que, según el experto doctor Ramón Carmona,  es “la más clara y documentada exposición hecha hasta entonces en la materia y ha servido de base a toda la controversia posterior”.  Se realizaron tres reuniones ministeriales, y en la última, ya bajo el gobierno de Raúl Leoni, que tuvo lugar en 1966 en Ginebra, se firmó el 17 de febrero el llamado Acuerdo de Ginebra, que es, según Manuel  Donis, “hito significativo en nuestra historia territorial en el siglo XX”.

   El Acuerdo, que es firmado por Gran Bretaña, Venezuela y la Guayana Británica que se independiza tres meses después adoptando el nombre de Guyana, se propone “buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia”. Aun cuando el Acuerdo de Ginebra no consagra explícitamente la nulidad del Laudo de 1899, sí lo cuestiona implícitamente al abrir negociaciones y dejar a un lado  su alegada intangibilidad que lo convertía en una supuesta sentencia definitiva.

   Hugo Chávez, durante su presidencia, bajó la voz de la reclamación y guardó silencio cómplice ante violaciones del Acuerdo de Ginebra, llegando al extremo de decirle al presidente  Jagdeo,  en su visita de febrero de 2004 a Guyana, que “el gobierno venezolano no será obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a sus habitantes”. También afirmó que “el asunto del Esequibo será eliminado del marco de las relaciones sociales, políticas y económicas de los dos países”.

   Ahora Maduro, por un proyecto petrolero de la Exxon Mobil autorizado por el gobierno de Guyana, ha pasado de la inercia, que tuvo como Canciller y ha tenido en el ejercicio de la presidencia, a la hiperactividad, y, desesperadamente, se agarra del Acuerdo de Ginebra para pedirle a Ban Ki-Moon, Secretario General de la ONU, que inicie el procedimiento de la designación del Buen Oficiante para avanzar en las negociaciones bilaterales.


   Como están a la vista las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, quiere tapar la insostenible crisis económica y apostar a un falso nacionalismo patriotero.



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