"ESEQUIBO: DE LA
INERCIA A LA HIPERACTIVIDAD" Por Carlos Canache Mata
Poco después de que, por el Tratado de Londres de 1814, El Esequibo
pasara de Holanda a Gran Bretaña, se inicia la controversia que
Venezuela mantiene por ese territorio. La usurpación territorial inglesa se
expandió por la Guayana Esequiba,
apoyándose en las líneas fronterizas de los mapas del explorador prusiano Robert
H. Schomburk, al lanzar sus colonos
hacia el oeste del río Esequibo.
Para solventar la controversia se reunió en
París en 1899 el Tribunal de Arbitraje que dictó el 3 de octubre de ese año el
llamado Laudo de París, el cual otorga a Gran Bretaña 159.542 kilómetros
cuadrados al occidente del río Esequibo,
es decir, le concedió territorio venezolano.
Aun cuando voceros oficiales venezolanos se
han pronunciado en distintas épocas contra ese Laudo, es en 1962, bajo el
gobierno constitucional de Rómulo Betancourt, que se logra que Gran Bretaña
acceda a conversar sobre la controversia, gracias al planteamiento que el 12 de
noviembre de ese año hizo el Canciller Marcos Falcón Briceño en la Comisión
Política de la Asamblea General de la ONU, que, según el experto doctor Ramón
Carmona, es “la más clara y documentada
exposición hecha hasta entonces en la materia y ha servido de base a toda la
controversia posterior”. Se realizaron
tres reuniones ministeriales, y en la última, ya bajo el gobierno de Raúl Leoni,
que tuvo lugar en 1966 en Ginebra, se firmó el 17 de febrero el llamado Acuerdo
de Ginebra, que es, según Manuel Donis,
“hito significativo en nuestra historia territorial en el siglo XX”.
El Acuerdo, que es firmado por Gran Bretaña,
Venezuela y la Guayana Británica que se independiza tres meses después
adoptando el nombre de Guyana, se propone “buscar soluciones satisfactorias
para el arreglo práctico de la controversia”. Aun cuando el Acuerdo de Ginebra
no consagra explícitamente la nulidad del Laudo de 1899, sí lo cuestiona
implícitamente al abrir negociaciones y dejar a un lado su alegada intangibilidad que lo convertía en
una supuesta sentencia definitiva.
Hugo Chávez, durante su presidencia, bajó la
voz de la reclamación y guardó silencio cómplice ante violaciones del Acuerdo
de Ginebra, llegando al extremo de decirle al presidente Jagdeo,
en su visita de febrero de 2004 a Guyana, que “el gobierno venezolano no
será obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito
sea beneficiar a sus habitantes”. También afirmó que “el asunto del Esequibo
será eliminado del marco de las relaciones sociales, políticas y económicas de
los dos países”.
Ahora Maduro, por un proyecto petrolero de
la Exxon Mobil autorizado por el gobierno de Guyana, ha pasado de la inercia,
que tuvo como Canciller y ha tenido en el ejercicio de la presidencia, a la
hiperactividad, y, desesperadamente, se agarra del Acuerdo de Ginebra para
pedirle a Ban Ki-Moon, Secretario General de la ONU, que inicie el
procedimiento de la designación del Buen Oficiante para avanzar en las
negociaciones bilaterales.
Como están a la vista las elecciones
parlamentarias del 6 de diciembre, quiere tapar la insostenible crisis
económica y apostar a un falso nacionalismo patriotero.
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