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miércoles, 29 de julio de 2015

FRANCISCO SALAZAR MARTÍNEZ Por Carlos Canache Mata


FRANCISCO SALAZAR MARTÍNEZ 
Por Carlos Canache Mata

Conocí a Francisco Salazar Martínez  -fallecido recientemente en la Isla de Margarita- en el Liceo Fermín Toro, cuando ambos estudiábamos bachillerato. Para cantarle a Clemencia, que había sido electa reina liceísta, se celebró un concurso poético que él ganó con su poema de tres sonetos titulado “Tres estancias en el reinado de la luz”. Desde aquellos instantes iniciales del laurel liceísta hasta su muerte, el tránsito vital de Francisco Salazar Martínez se movió entre la poesía y el compromiso ciudadano. En uno y otro ámbito, voló alto, con alas de luz y de coraje.

Su obra poética está recogida, entre otros libros, en La guitarra ministra, El mendigo del sol, Como quien va llorando, Plenitud del llanto, Vieja y nueva guitarra, Gallo de nieve, Viento sin piel, Palabra entre volcanes; y escribió también ensayos de historia como Tiempos de compadres, Venezuela, historias civiles e inciviles, Historia de bolsillo. Él cumplió en sus creaciones con lo que le exigía a los demás poetas de “entregarnos su sangre y su canción, o mejor, su sangre en su canción”.

Vivió como latidos las vivencias de la patria. Renunció en México la Agregaduría Cultural de nuestra Embajada al ser derrocado el gobierno constitucional de Rómulo Gallegos, a quien vio después en su exilio en ese país, lo que lo hizo decir que fue como si se hubiera encontrado con Santos Luzardo. En ese entonces escribe su famosa “Carta al General Juan Vicente Gómez”, que, como él mismo apuntó, lo escogió como “símil”  para referirse indirectamente a Pérez Jiménez. 

La Carta-poema era una convocatoria para la lucha: “todos vamos cantando con los pájaros/y los árboles ebrios de brisas y flores/marchan a nuestro lado con sus ramas alzadas/como puños”.  Ya de vuelta al país, y después de la circulación clandestina de su Carta, es hecho preso y llevado a la Cárcel del Obispo, donde estaba detenido Miguel Otero Silva, quien, al verlo entrar, le gritó:

-Pancho, ¿Como que te contestó el general Gómez?

Después de la Cárcel del Obispo pasó por la Cárcel Modelo y la Seguridad Nacional, donde fue torturado. En esa época de represión brutal es asesinado Leonardo Ruiz Pineda, de quien Salazar  Martínez diría posteriormente que “con espíritu martiano, sin odios, se entregó a la lucha contra un sistema que orientaban hombres de mentalidad primitiva y cayó en medio de la pelea, erguido en su limpia vida de caudillo de ideas justas y democráticas”, y recordó las también poéticas palabras  del historiador Ramón J. Velásquez cuando dijo que “matar a Leonardo era tan absurdo y tan inútil como asesinar la mañana , o disparar contra la luz del sol”.

Ya restablecida la democracia en 1958, el poeta le sirvió a la causa de la libertad y al país en la calle y en la diplomacia. Y cuando volvió la oscuridad que se ha prolongado durante estos menguados últimos 16 años, Francisco, que sabía jugar con el humor y las palabras, sentenció que “el gobierno del señor Chávez es el de las botas y las botas no piensan, pisan”.

   
Fui su compañero y amigo.


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