"Si usted votó por un diputado, debe saber esto"
Por Armando Martini Pietri
Hace algún tiempo alertamos sobre el posible
fraude electoral que se presentaba para entonces con las listas estructuradas
de los postulados por ambos polos políticos, para obtener curules en la Asamblea
Nacional, pues llamaba demasiada atención la cantidad de precandidatos que
violaban flagrantemente la Constitución Nacional.
Escribimos para ese momento, añadiéndonos a
señalamientos e innumerables reclamos de cientos de miles de ciudadanos,
precisando que el numeral 3° del Artículo 188 de la Constitución, en
referencia a las condiciones para ser diputada(o) a la Asamblea Nacional, exige
que el candidato(a) haya residido “cuatro años consecutivos en la entidad
correspondiente antes de la fecha de la elección”. Era obvio que algunos de los
propuestos de parte y parte con dificultad conocían los circuitos por los
cuales aspiraban a ser electos, y vivían habitualmente lejos.
El objetivo constitucional es evitar
desviaciones, muy comunes en Venezuela, postulando aspirantes en entidades de
las cuales no son residentes, bien para conquistar determinados votos, o por la
necesidad de cumplir acuerdos y negociaciones partidistas; es decir, el
propósito de los redactores de la Constitución es evitar un fraude, una estafa
al principio fundamental de representación. Por eso se exige ese "mínimo”
de tiempo de residencia "consecutiva" para el momento de la
postulación. La Constitución demanda que cada aspirante a diputado haya convivido
lo suficiente con la gente y conozca de manera personal las necesidades y
realidades por las cuales se supone va a luchar y las circunstancias que va a
defender. Aparte de la injusticia de apartar a militantes y relacionados
locales que luchan, día a día, para otorgarle la representación a un
paracaidista de otra parte impuesto por la cúpula partidista.
Hoy algunos diputados, parecen ausentes
aunque hagan acto de presencia en las sesiones y comisiones porque, justo y
necesario es decirlo aunque se molesten, se pongan bravos, pataleen, griten y
nos acusen de cualquier cosa, sólo están pendientes de jugar a intereses
propios y partidistas. Y ahora, tanto en la oposición como en el oficialismo el
tema de las gobernaciones empieza a hacer estragos.
Se pretende repetir las mismas distorsiones
cuando ya algunos diputados se disponen a utilizar la plataforma parlamentaria,
y las maquinarias partidistas, para apelar a las expectativas de los electores
y postularse como candidatos a las gobernaciones, cuando, para empezar, esos
mismos ciudadanos no votaron por ellos el pasado 6 de diciembre para ser
gobernadores ni candidatos, sino para que los representaran como diputados en
la Asamblea Nacional, -la casa del pueblo, ¿recuerdan?- a la cual quizás no
debieron llegar, pero están ahí por decisión electoral ciudadana y eso hay que
respetarlo sacrosantamente.
Una parte de la oposición anda empeñada en el
riesgoso revocatorio, otros en la renuncia de Maduro, otros prefieren la
enmienda constitucional que el Tribunal Supremo de Justicia puede frenar con
pocas palabras y muchos andan en la calle pontificando cada vez que alguien les
pone un micrófono por delante. Y desde el gobierno sin misericordia torpedean
cualquier salida imponiendo su control sobre los otros poderes, asfixiando la población
que quiere cambio y rectificación.
El problema Maduro hay que resolverlo ya, de
inmediato, porque cuando los tiempos electorales sean inevitables, las peleas
internas en la MUD y el oficialismo por delirios de grandeza, desbordadas
pasiones y excesivas ambiciones personales se desatarán con furia y pasión, y
el país pasará a un segundo plano, lo que por cierto nada tiene de extraño,
están miopes de visión y enfermos de poder. ¿Qué pecado tan grave cometimos los
venezolanos para que se nos castigara con esta severidad entre los errores de
muchos y esa equivocación terrible que ha sido y sigue siendo este Gobierno?
¿Dios mío, acaso no hemos sufrido suficiente? ¿Cuánta más penitencia debemos
pagar para exculpar nuestros pecados pasando de nuevos ricos caprichosos y
respondones, a nuevos pobres angustiados?
Es de todos el comentario que se hace a
propósito de los intereses no tan ocultos de muchos de los que hoy están en la
Asamblea como diputados. Y es que se menciona a gritos en estos días que son muchos
los que parecen caimanes en boca de caño a la espera de que se dé el proceso de
primarias para saltar hacia ellas en busca del apoyo popular para ser
beneficiados y regir los destinos regionales. Lo grosero, grotesco y repugnante
del asunto es que, si no logran triunfar, volverán con su cara muy lavada a
ocupar su lugar como parlamentarios. Qué desvergüenza. Es innecesario dar
nombres y apellidos pues es seguro que ustedes son más inteligentes, no los
necesitan, los conocen y ellos, por su parte, tampoco se esconderán.
El meollo del asunto es que si estos
personajes participan en la carrera por las sillas de gobiernos estadales, lo
que seguramente se generará es un efecto contrario, negativo en los electores
que interpretarán –no podrá ser de otra manera, porque los votantes en general
no son estúpidos-, que fueron utilizados y estafados por sus “representantes”,
cuando fueron usados por el PSUV y la MUD. Aunque aún parezca pronto no lo es
tanto, esperaremos con paciencia, con preocupación y creciente indignación ver
quienes abandonan su curul. Esperemos esa foto, la de los estafadores,
farsantes, embusteros, manipuladores y embaucadores.
Los que son diputados se obligan
constitucional, moral y éticamente a vigilar la marcha de la República, a estar
diariamente pendientes de las carestías ciudadanas, a supervisar a todos los
demás poderes en el ejercicio de sus funciones, a trabajar día tras día en el
avance del país hacia una mejor sociedad, más justa, más próspera, más feliz y
cumplidora a cabalidad de su Constitución y leyes, especialmente en este país
devastado. Es decepcionante ver y escuchar a diputados que se sienten
satisfechos como simples voceros de sus partidos, sin que les importe un pepino
lo que de veras necesite y convenga a la nación y particularmente a quienes se
supone representan.
Esos diputados son empleados de los
ciudadanos porque por ellos fueron escogidos para ejercer el poder originario.
Pero una vez electos, también son empleados de la Constitución, que es la ley
suprema de la nación y a través de ella de todos los que hayan votado por ellos
o no. Por eso, cada detalle constitucional debe ser conocido, respetado y
cumplido de manera particular y muy especialmente por los parlamentarios.
Permítanme recordarles a quienes nos leen, electores como yo, detalles de las
obligaciones constitucionales de los diputados, para que a su vez se las
recuerden a quienes vayan a pedirles sus votos para ser elegidos gobernadores;
les sugiero a ellos y a todos los venezolanos electores que se lean, incluso
memoricen, los artículos 186 al 224 de la Constitución Nacional.
La intención jamás será cercenar las
libertades políticas a las cuales todos tienen derecho, el propósito es crear y
profundizar conciencia ciudadana para que este país no siga en manos de
irresponsables e improvisados que por circunstancias de la vida han tenido la
oportunidad y el honor, el inmenso honor, y la prioritaria responsabilidad de
representar como parlamentarios a los ciudadanos que tuvieron fe, creyeron en
ellos y que bajo ninguna ocurrencia merecen ser defraudados y burlados como
pendejos, lo cual, sépanlo, podemos parecer pero ni somos ni nunca lo seremos.
Y quienes lo eran, del gigantesco y decepcionante fraude revolucionario han
aprendido a dejar de serlo.
@ArmandoMartini
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