Para Venezuela (salvando algún evento
noticioso muy especial), cualquier 28 de septiembre, lo que más va a destacar
nacionalmente es al día en que en 1981, murió Rómulo Ernesto Betancourt Bello;
Rómulo Betancourt para los documentos oficiales e históricos; Rómulo para el
pueblo venezolano: el padre de la democracia venezolana.
Se recordarán sus logros por la
democracia venezolana y del continente; sus luchas contra las dictaduras
venezolanas y del continente; contra la corrupción; igual por el voto universal
para todos los venezolanos, la inclusión de las mujeres al voto; por la
soberanía petrolera; por la expansión de la educación a todos los niveles
socio-económicos; pero hay un caso a destacar: el desarrollo de la CULTURA de
Clase Media en nuestro país, o el gusto por el vivir cómodamente gracias a los
frutos del estudio y el trabajo. El ascenso social por méritos propios es un
sólido logro de la democracia. Sin caer en detalles, este ha sido el muro que
ha evitado que el castro-comunismo se imponga en Venezuela; ya que este flagelo
socio-político, es admitido en países donde la miseria es cultura de vida.
Gracias al buen nivel de vida que dio al venezolano la democracia construida
por Rómulo, aquí, en Venezuela, al castro-comunismo se le dijo: ¡NO!
El “secreto”: la gerencia de beneficios para la polis
Todos hablan de los muchos beneficios
de este hombre, pero hablemos del “CÓMO”. Aquí parte del “secreto” del
éxito de Rómulo. La lista de logros es muy larga y es por eso que se necesita
entender que una agenda así, no solamente implica mucho estudio, mucha
capacidad de trabajo y un inmenso amor por la gente, pero además una
extraordinaria capacidad GERENCIAL.
“Jefe quien manda; gerente quien
soluciona”. Este es el axioma gerencial que igual cabe para aquel que es
llamado líder o sea: para aquel quien soluciona… y las soluciones no vienen ni
de la pasividad, ni de la cobardía, ni de ser iluso, ni del verbo etéreo. Las
soluciones para el ser humano vienen del ser humano, de observarlo a él, a su
entorno y hasta la manera como se observa; de aferrarse a su realidad; de
enfrentar sus obstáculos; de crear estructuras y sistemas que promuevan los
objetivos; de organizar a las personas competentes con los recursos, todo para
concretar las acciones mediante las técnicas existentes.
Después de hablar, mandar es lo más
fácil.
La historia de Venezuela tiene sobrados
ejemplos de Presidentes con una gran capacidad de mando, cargando en sus
espaldas gran parte de la culpa de nuestros problemas – sin contar a los
crímenes y la corrupción. Nuestras escasas épocas de desarrollo delatan que muy
pocos han sido líderes -gerentes- cargando el éxito de sus soluciones presentes
y de buena parte de los beneficios futuros. Betancourt es una de las positivas
excepciones.
La gerencia fue el factor clave que
hizo que los proyectos de Betancourt tuvieran éxito. Algo que ha sido tratado
tan evasivamente que pudiera pensarse que el pedirle gerencia a un político, es
un "insulto".
Lo preocupante es que dentro de la
clase política, la gerencia es satanizada, acusándola absurdamente de inhumana,
haciendo prevalecer este equivocado criterio en la (¿cuasi?) totalidad de los
dirigentes partidistas. ¿No será acaso que reconociendo que la gerencia es
sumamente compleja y así demandante de grandes dosis de esfuerzo y
competencias, la satanizan para justificar las incompetencias de mediocres egocéntricos?
¿Como se puede calificar a quienes
ambicionan cargos de inmensa responsabilidad gerencial, sin tener las
competencias para ejercer estos con eficiencia? ¿Que se puede decir de quienes
se lanzan al ruedo de la gerencia de los beneficios de la polis, esa a la que
hay que llamar política, la más compleja de todas las ramas
gerenciales, cuando sus aspiraciones apuntan a los más altos escalafones,
sino al máximo escalafón; tan solo capacitados para hacer ofertas llenas de
"buenas intenciones" mientras son paupérrimas sus capacidades
gerenciales? La historia demuestra que esta clase (mal llamada) política, ni
siquiera se ha planteado si la estructura estatal (sin hablar de sus partidos)
permite la eficiencia indispensable para que se logren los beneficios que con
tanto entusiasmo ofertan. Aún siendo muy bien intencionados, son
personas que están más enamoradas de sus ambiciones que de sus
responsabilidades. Esto -en gerencia- es letal, tal como lo demuestra la gran
lista de fracasos y daños al país.
La historia tiene ejemplos muy
importantes de Presidentes que se hunden con sus fracasos. Hugo Chávez ha sido
mal-llamado “líder” por su carisma para un inmenso grupo, pero ¿qué fue lo que
solucionó con tanta habladera, mandadera personalista, estimulación de odios y
violencia?
Del lado opositor al chavismo, no hay
mucho bueno tampoco. Tuvimos unos candidatos para que de manera asociada nos
representaran en las "elecciones" presidenciales, ofreciendo -durante
sus campañas electorales- océanos de palabras pero que al no tener ni una hora como
gobierno electo – ello por haber ganado sus elecciones- fracasaron al no
defender sus triunfos, sin enfrentar cada “golpe de estado” del régimen que les
robaba sus triunfos. Teniendo una clara mayoría, se callaron, abandonaron sus
responsabilidades con la democracia y a su compromiso con millones de personas
que creyeron, trabajaron y votaron por ellos. ¿Estos son los que llaman
líderes? ¿Estos son los futuros GERENTES del Estado que van a restituir el
orden democrático constitucional y van a vencer los obstáculos que impiden los
beneficios de la polis? ¿Y en un futuro, teniendo un triunfo? ¿actuarán con la
valentía y la responsabilidad que exige la circunstancia o seguirán divagando y
hasta evadiendo las acciones que demuestren su compromiso con los principios
democráticos y los electores que pusieron su fe en estos? Pareciera que TODOS son
unos "afilados" luchadores por "su cuota" de poder, pero
¿cuantos son los gerentes de beneficios para la polís?, es decir ¿cuantos son
políticos? y algo aún más sustantivo ¿cuantos son luchadores por la democracia?
Son líderes como Betancourt quienes han
dejado muy claros contrastes con los actuales actores de la sociedad política quienes
lejos están de ser políticos -y hasta demócratas.
Necesitamos que nuestros
dirigentes reencuentren su sentido de responsabilidad, para que sus sueños
encuentren un "cable a tierra" que les obligue a concentrar sus
esfuerzos en la creación soluciones, antes de seguir vagando en nubes de
vanidades edulcoradas con buenas intenciones.
El Estado no puede seguir siendo la
cancha para las guerras de egos, donde el ciudadano queda como un minúsculo
objeto electoral. Seguir explotando las esperanzas de una sociedad con
farsas o pasivamente entregarse ante la fila de fracasos que lleva décadas,
va a crearnos graves daños a la cultura democrática. Se impone el sentido
histórico y el "inocularlo" en la sociedad política es obligación de
quienes lo poseen.
La sociedad civil del tercer lustro del
siglo 21 dejó de ser la indigente que entregó a los partidos políticos todo su
destino en 1945 y 1958. Estos tuvieron su papel muy positivo, pero atrás
quedaron los iniciales triunfos desarrollistas y democráticos de los padres: AD
y COPEI. En el presente, todos los partidos -incluyendo a los neonatos que
operan en el siglo XXI- dejaron de ser políticos para reducirse a simples
maquinarias electoralistas mediáticas, creando decepciones y traiciones a sus
electores, hasta el punto de ser cuestionados mayoritariamente por la
ciudadanía. Perdieron su rol representante, para ser quienes autorepresentan
sus muy exclusivos intereses, manipulando los intereses democráticos.
La sociedad civil es la cuna de los
partidos. Rómulo fue un hijo de la sociedad civil, a la que siempre perteneció
por encima de su gran status político-partidista. Decir esto significa que es la sociedad civil la que gesta sus
soluciones.
Hay que considerar el hecho de que
quienes fundaron a AD y COPEI, fueron hijos de una sociedad civil que no operaba
en una cultura democrática por lo que se vieron obligados a fundar una cultura
y organización que representara los principios de justicia y bienestar
ciudadano, que tanto lucharon, sufrieron cárcel y pagaron con la muerte. Estos
fundadores tuvieron que implantar a la democracia como medio para las
soluciones a las necesidades de la sociedad civil. Así lo demostraron los
padres de la democracia, pero sus herederos aún no los alcanzan.
Hoy, por carecer de partidos que
ejerzan una representación eficiente de los intereses ciudadanos, se impone el
que la sociedad civil redefina, reconstruya y rediseñe la estructura y sistemas
democráticos, a fin de que incrementen la generación de beneficios para la
polis (el país), tanto como su mantenimiento. De igual forma y por su lado,
cabe a los actuales factores de poder, públicos y privados, vivir un proceso de
reingeniería, si es que desean mantener sus cuotas de representación ciudadana.
Nadie apoya lo que le perjudica.
Es indispensable que los partidos
retomen su papel político e igualmente, necesitamos que la ciudadanía se
involucre en los mimos o se acerque para “contaminarlos” con los intereses
fundamentales de la sociedad civil. En las distancias nunca vamos a encontrar
nuestras soluciones.
"Rómulo, ¡otra vez...!"
Después de haber dedicado más de una
década a revisar documentos oficiales para un trabajo de investigación sobre el
Estado venezolano, resulta que me veo en una posición muy particular para
descubrir a un Rómulo que nadie me había contado … y es que para decirlo en
pocos términos, leyendo documentos oficiales y descubriendo grandes beneficios
que dio a Venezuela -muy pocos de ellos conocidos por nosotros los ciudadanos-
revisando un libro o un documento oficial sobre uno de los mesones de las
bibliotecas de Caracas, muchas veces me encontré diciendo: “Rómulo, ¡otra
vez…!”.
Lo de que "descubro a un
Rómulo que nadie me había contado", exige una explicación:
1) nunca descalifico, ni desafío a
grandes historiadores y mucho menos a sus excelentes trabajos de investigación
sobre Betancourt.
2) quiero enfatizar el hecho de que
inicié la investigación sin ir a buscar a Rómulo Betancourt. Se buscaba
información sobre el Estado Nacional venezolano del siglo XX.
3) la investigación no estaba filtrada
por criterios de analistas externos. Quienes revisamos documentos oficiales,
llegamos a ese momento sin mayores referencias que las aprendidas en textos
escolares y acaso el eventual contacto con programas de TV, crónicas o
artículos.
4) El análisis de
Betancourt como gerente, no ha sido destacado por ningún historiador de
manera explícita. Quizás sin decirlo, algunos historiadores lo
exponen a través de su criterio sistémico, como es el caso de Germán
Carrera Damas, con quien encuentro muchas coincidencias gerenciales en
sus análisis históricos.
En fin. Después de tantos años como
gerente, debo decir que nadie me había presentado a ese Rómulo Betancourt,
gerente, tal como me lo presentaron –objetivamente- los propios documentos
oficiales del Estado venezolano entre 1945 y finales de los años 60. Me remito
a reportes oficiales sobre la gestión de un funcionario público de alto rango.
Nada escrito por algún propagandista del régimen de turno, como suele ocurrir
con los dictadores, tipo Marcos Pérez Jiménez y/o Hugo Chávez.
Hago un paréntesis para confesar que
hasta el año 2002 cuando comencé esta investigación, mi visión de la política,
los políticos y los partidos políticos era totalmente negativa y repelente. Yo era otro más entre millones. Sin
embargo, debo a Rómulo el haber descubierto y comprendido con hechos,
que la política es la gerencia de los beneficios para la polis;
un concepto que no me fue instruido en ningún libro sobre política o en este
caso, de carácter oficial; tampoco fue algo que alguien me dictó en algún curso
o foro. Rómulo y el equipo de hombres que le acompañaban en su momento,
(aún fallecidos) nos enseñan política con sus obras de
beneficio para esta polis llamada Venezuela; obras que aún todos podemos
ver, tocar y utilizar -a pesar del magno deterioro de los irresponsables que
les siguieron en los cargos oficiales.
El tema es muy largo y complejo
pero hay que resaltar que el “Presidente” de la República hasta el año
1957, nada más se “responsabilizaba” por atender a los 3
municipios de Caracas (que entonces eran: Sucre, Libertador y Vargas) y a lo
mucho, otros 12 municipios en el resto del país, para totalizar un generoso
aproximado de “quince” municipios. Rezaba un dicho popular nacido en
la primera mitad del siglo 20: “Caracas es Caracas y lo demás, es monte y
culebra”. No era poco lo que retaba el verbo popular, a las
megapropagandas de Pérez Jiménez cuando a la pregunta de “¿Cómo estás?”
muchos, en la inmensa pobreza y desempleo, solían responder: “¡…jodido
pero en Caracas!”. La “Carta Pastoral” del 1ero de mayo de 1957,
pronunciada por Mons. Arias Blanco, igual sirve de testigo de esa Venezuela que
recibió Rómulo en 1959; muy lejos de las falsas propagandas que el dictador
montó. ¡Claro! nunca tan falsas como las del chavismo.
Entonces, cuando Rómulo ocupa el cargo
de Presidente de la República por segunda vez, reactiva sus planes que se
habían diseñado e iniciado en su primer mandato de 27 meses entre 1945 y 1948,
pero que luego fueron ignorados mayormente, por los 10 años dictatoriales. Así,
a partir de 1958 se reiniciaron y convirtieron en obras y programas de la
democracia.
Los programas sociales y el desarrollo de un sistema jurídico que garantizaran
el desarrollo de la democracia, exigieron un inmenso esfuerzo en servicios que
imponían nuevas infraestructuras estatales a nivel nacional. Este proyecto,
planteado por Betancourt y su equipo entre 1945 y 1948, para luego ser terminado
en su totalidad –y exponenciado- a partir de 1958, ha sido lo que ha dado
sustento al modelo de beneficios colectivos que sobrevive hasta la segunda
década del siglo XXI. Son muchas las personas que piensan que Venezuela ha sido
siempre la que "hoy vemos". Nada más falso. La infraestructura de
servicios estatales de "esta" Venezuela, junto con los programas de
servicios y sus bases legales, fueron ejecutados en los "40 años" de
los gobiernos civiles entre 1958 y 1998.
Este gran aumento de la infraestructura de servicios públicos iniciados en
1958, fue muchas veces mayor versus la pobre estructura encontrada a la salida
del propagandístico y escenográfico, Pérez Jiménez, todo lo cual implicó un
explosivo aumento de la responsabilidad geoadministrativa del Estado. En
20 años se urbanizó un país que dejó de ser “monte y culebra” y en
paralelo, para 1978, el cargo de Presidente de la República, pasaba a tener
responsabilidad sobre más de 300 municipios, para beneficiar a 20 veces más
municipios que aquellos “atendidos” antes del 58. Esto únicamente se
puede lograr con: GERENCIA y GERENTES.
Gerente máximo de las dos más grandes “empresas” de Venezuela
Cuando hablo del Rómulo líder,
el gerente, hablo del gerente de un partido como organización para dar
beneficios, del gerente de un enorme Estado (como otra organización) para dar
beneficios; y del gerente de innovación de beneficios para la polis. Rómulo los
gerenció con una cultura (organizacional) de servicio para su megápolis llamada
Venezuela, como la suma de sus miles de pequeñas polis, a decir a los 335
municipios y 1.136 parroquias, que conforman todo este país.
Para entender a Rómulo gerente,
hablemos de gerencia. Así nos encontraremos con una gran capacidad de
organización, eficiencia e innovación. Sabemos que en la historia de
la gerencia son muy pocos quienes destacan por sumar todas estas virtudes.
Siendo apenas un recién graduado en
“Ciencias Gerenciales” de la Universidad Metropolitana de Caracas, me invitaron
a una reunión de Fedecámarás dónde por accidente escuche a varios ejecutivos
afirmando: “… la más grande empresa y mejor organizada de Venezuela se
llama Acción Democrática.” Para mi fue un absurdo, ¿Cómo un partido
político se podría considerar una empresa? Lo “normal” de los partidos eran los
chulos ineptos en las oficinas del estado y la corrupción desfilando en los
medios de comunicación. Vagancia, ineptitud y robo no eran (ni nunca serán)
factores a aplaudir, mucho menos si se organizan. Jamás una empresa existe así.
Sin embargo el tiempo me demostró que
aquellos veteranos gerentes tenían perfecta razón. El descubrimiento a través
de los documentos oficiales de las obras estatales, la magna ampliación de la
cobertura de servicios y la inclusión de nuevos programas de atención pública,
durante la primera mitad de la democracia (y algunos períodos previos) me
abrieron un panorama completamente contrastante al de la imagen que los
venezolanos tenemos sobre la miserable políti-quería (mezcla
de política con porquería) con chulos y corruptos. Es imposible crear
semejante obra con unos vagos. ¡Imposible! Esta polítiquería
se desarrolla cuando los vagos carnetizados desplazan a los políticos y
sus funcionarios eficientes. Este cambio negativo se expande durante los años
70 del “ta’ barato dame dos” cuando la orgia de dinero y tecnología
mediática, comenzaron a desmantelar los valores políticos en el Estado Nacional
y dentro de los mismos partidos fundadores de la democracia.
En cuanto a la capacidad de
organización de Rómulo, su partido Acción Democrática - AD (desde los años 40
hasta los años 80) llegó a tener una “casa de partido” operativa en cada pueblo
de Venezuela, sin dejar por fuera a los municipios y parroquias. Ni siquiera
las empresas de máxima distribución comercial han llegado a tener semejante
organización. En este inmenso logro organizativo Rómulo Betancourt tuvo una
total responsabilidad.
En cuanto a la eficiencia, esas “casa
de partido”, durante los gobiernos de AD, fueron las que dieron atención y
respuestas a esas pequeñas polis, lo cual terminó por representar el gran
desarrollo de Venezuela. Por 40 años, su “sistema de atención directa” detectó
los problemas de la polis, organizó sus soluciones y, una vez en el gobierno,
construyó sus obras. Todo mediante contacto DIRECTO con las personas de la
polis. UN LUJO para los tiempos vigentes del electoralismo mediático.
Aquí es donde un Rómulo exige la
eficiencia de la organización para que todos sus integrantes (directivos,
ejecutivos y operadores) cumplieran con su papel –como líderes de sus polis- de
dar soluciones a la gente. Aquí se hace evidente el contraste con las
maquinarias electoralistas en las que han degenerado los mal llamados “partidos
políticos”: un bonche de uniformes, banderas, gorras, afiches, canciones,
rumbas, eventos carnavalescos, mentiras e insultos al oponente, con
“candidatos” que en cada elección hacen un razado a baja altura por las polis
-pueblos, barrios y caseríos; y cuando se les vuelve a ver es por los medios de
comunicación y/o en la próxima elección.
Será que los ejecutivos nacionales de
las mayores empresas del país (tal como mencioné en mi anécdota de Fedecámaras)
podrán ser los únicos capaces de reconocer al Estado Nacional como la
mayor empresa del país, jamás igualada por ninguna otra empresa; y en
consecuencia, serán los únicos en reconocer a la POLÍTICA como la más
exigente de todas las ramas gerenciales. Aquí se miden los inmensos
méritos de Betancourt, su equipo gerencial y aquel que fue su más grande
“empresa”, su partido político AD. Con aquel equipo humano, se cumple la máxima
gerencial: el éxito del gerente NACE de su cercanía con las personas. ¿Cuál
dirigente de los ahora grupos electoralistas –antes partidos políticos- cumple
con esta máxima de humanidad y así de éxito gerencial? Tantas gravedades
juntas, desde hace tanto tiempo, delatan la falta de gerentes de beneficios
para nuestra gran polis: Venezuela. “Los hechos son tercos”.
A pesar de que el Presidente de la
Junta Militar que derroca a Rómulo Gallegos en Nov.48, Carlos Delgado Chalbaud
(asesinado en Nov.50 por MPJ), rescató y dio continuidad a importantes obras
planificadas e iniciadas por López Contreras, Medina y Betancourt (en Caracas:
la Escuela Militar, la Av. Bolívar, la Ciudad Universitaria, la Autopista
Caracas-La Guaira, el Centro Simón Bolívar, Autopista del Este…) la
mayoría de los planes de desarrollo no fueron continuados por Pérez Jiménez, ya
que este se ocupó más de los proyectos que dieran estética a Caracas; para
(por conveniencia propagandística, sólo llegar a) terminar los detalles
estéticos de la Autopista Caracas-La Guaira, la autopista del Este
(entre la UCV y Macaracuay) tramos de la autopista Caracas-Puerto Cabello
(Valle-Coche y Tejería-La Cabrera), la Represa de Calabozo, el Hospital Clínico
de la Ciudad Universitaria y varios de los hospitales de provincia, todos
proyectos de autoría ajena.
En cuanto a la innovación, desde 1946
Rómulo planificó, inició, ejecutó y dejó planificadas obras inmensamente
importantes y vanguardistas. Con el primer Plan Nacional de Vialidad de 1947,
hecho bajo el primer mandato de Rómulo, nacieron los proyectos de la red de
autopistas y vías asfaltadas más grande y moderna de la región latinoamericana
que se construyó hasta finales de los años 60 e inicios de los 70. La
construcción de puentes fue otra meta de este Plan de Vialidad, entre los
cuales destaca el Puente Sobre El Lago de Maracaibo; así mismo estaba la
autopista Caracas-La Guaira (iniciada en 1947) y la Autopista Caracas-Puerto
Cabello, luego fragmentada en varias autopistas: la Valle-Coche en Caracas, la
Regional del Centro (Caracas-Valencia), la del Este (Valencia) y la Autopista
Valencia-Puerto Cabello. La lista es gigante. Igual a partir de 1958, los
rescatados planes de construcción y desarrollo del Trienio 45-48 (ya
actualizados en los años 60), llenaron al país de hospitales, medicaturas,
escuelas, liceos, universidades públicas, viviendas, aeropuertos, puertos,
embalses, centrales hidroeléctricas, redes de distribución de aguas blancas,
cloacas, electricidad, telefonía fija, entre tantas áreas de responsabilidad
estatal.
También, la salud, la educación, la agricultura y la industria, alcanzaron
índices de desarrollo, ejemplares para el mundo. Fueron de Rómulo y su equipo,
la fundación de Puerto Ordaz y sus empresas metalúrgicas, nuevos embalses y
centrales hidroeléctricas como Macagua y Guri (en su momento, el embalse más
grande del mundo).
Durante los Gobiernos de Betancourt,
Leoni y –el primer gobierno de- Caldera (los mejores 15 años de bienestar y
desarrollo de nuestra historia) el
Estado Nacional gastó aproximadamente 34 mil millones de US$ para construir
miles y miles de obras (sumando por miles las escuelas, liceos y
medicaturas; se construyeron decenas de miles de kilómetros de vías; los nuevos
hospitales y nuevas bibliotecas se miden en centenas; suman varias decenas los
nuevos aeropuertos y las nuevas universidades).
Con su equipo de trabajo, Rómulo
infundió la cultura de los seres útiles, de los seres honestos, de los seres
abnegados y eficientes, de los seres valientes ante sus compromisos con sus
circunstancias. Todos valores que ya no concurren normalmente ni en muchos de
los “partidos”, ni en muchos “gobiernos”.
El “betancurismo” fue desplazado por el electoralismo
mediático.
Son varias las anécdotas que cuentan
que ya para los años 70, en AD se les decía “dinosaurios” a los betancuristas que
defendían al “contacto humano” institucionalizado desde los años 40. Hablar por
TV, radio o prensa escrita fue “la modernidad” (o moda) que se imponía
como el objetivo esencial de la “política”. Contactar directamente problemas en
barrios, caseríos, etc y ocuparse de sus soluciones, lejos de ser
fundamental, se convirtió en “estupidez” para esta fauna obsesionada con la
figuración mediática para cazar votos carnavalescos. El mejor candidato dejó de
ser el eficiente funcionario, para que la imagen mediática más carismática, el
mejor vendedor de ilusiones fuese el “candidato”. Aquí es donde la frase de
Fernando Coronil Imber vuelve a decirlo todo: “El Estado se convirtió en la
ilusión de las representaciones y en la representación de las ilusiones”.
A partir de los años 80, el Estado
antes de seguir siendo un eficiente administrador y creador de beneficios
ciudadanos; degeneró en un aparato repartidor de favores y beneficios para sus
enchufados y clientelas; había que pagar las costosas hipotecas de la campaña;
y así la ciudadanía fue llevada hasta ser un secundario objeto electoral. Aquí
es donde comienza la debacle del país, que hoy se expresa en los peores niveles
de pobreza de los últimos 50 años.
Lo mediático ha sido letal para la
democracia, no solamente porque lleva a evadir la realidad, al tejer una maraña
de ilusiones que se retroalimentan con más fuerza mediática, sino porque
también aísla a los dirigentes de sus bases y ciudadanos. Igual conspiran sus
muy altos costos, ya que hipotecan a los candidatos con sus inversionistas,
haciendo que solamente que aquel que tenga más dinero (no importa si este es
sucio) es quien puede ganar. Así, por falta de fondos, son anuladas las
pretensiones electorales de muchos luchadores sociales, decentes y trabajadores;
para que los más interesados en participar y financiar elecciones sean quienes
más dependan de la corrupción del Estado para el “éxito” de sus negocios o su
“cambur”. Léase: corruptos, narcos y activistas (bien vagos). ¿Qué tal? ¿Las
inmensas fortunas de corruptos y narcos como principales inversionistas de
quienes como funcionarios pasarán a ser sus “empleados” y dueños del Estado
Nacional… y el país? Este es el Presidencialismo electoralista mediático.
En la misma cuenta, el mal llamado
“político” ve que su importancia electoral está en los medios de amplia
difusión y no en la obra de servicio con corto alcance mediático. Por lo cual,
aparecer favorecido en una encuesta es más importante que ser aquel político
que mantenga funcionando a un hospital o a la red de agua y electricidad, etc.
La ilusión mediática trae votos. El vicio ya esparcido, se niega a morir como
una plaga. La (verdadera) política degeneró hasta caer en el arte de la estafa,
el disfraz de los ególatras y la fuente de enriquecimiento espurio. Ganar
elecciones se convirtió en el mayor negocio de todos, aún mejor que el
petrolero, porque con esta estructura presidencialista se pueden saquear hasta
los fondos del petróleo.
Presidencialismo
electoralista mediático: esto
debe acabarse en el futuro inmediato de Venezuela. Con el chavismo pasamos a un
régimen totalitarista, pero el vicio absolutista, ya estaba institucionalizado
durante los "40 años". La estructura estatal del Presidencialismo que
operó entre 1961 y 1999, aún arrastraba los mismos vicios absolutistas desde
los tiempos de la Corona Española. El Presidente, tenía el
control absoluto y (la utópica) responsabilidad ejecutiva sobre el
90% de las áreas operativas de un Estado que debe ofrecer los servicios
públicos a más de 30 de millones de habitantes, en 335 municipios. No hay ser
humano que pueda con esta carga de trabajo. Ni Rómulo, de haber tenido el cargo
en algún momento posterior a los años 70. Que no se olvide que igual -este
"Presidente"- tenía el control sobre los militares y servicios de
seguridad, sobre las policías de investigación; sobre todos los ingresos
estatales y sobre la ejecución de la distribución de los fondos públicos. En
esos "40 años" quien no fue dictador, fue porque era demócrata, no
porque no podía serlo. Hugo Chávez si quiso ser dictador y lo logró con muy
poco esfuerzo.
NO es que solamente hay que
descentralizar al Estado, sino que hay que pluralizarlo, dar
más poderes a las Regiones y QUITARLE poder y cargas operativas al Presidente
del Ejecutivo Nacional (mal llamado Presidente de la "República")
quien en la práctica es un REY electo e inepto, por deber y derecho
constitucional. La democracia se cumple cuando los ciudadanos
elegimos funcionarios para recibir beneficios del Estado, no para que la “res
publicae” (república o propiedad pública, en latín) sea para el beneficio
de la minoría en control del Estado.
El mensaje para los aspirantes a políticos.
Está demostrado que la política es la
gerencia más exigente y compleja de todas. No
importa si es vecinal o el tope de todos los niveles gerenciales de un país
como es ser funcionario dentro de un Estado Nacional. Evaporen todo tipo de
ilusión sobre las maravillas que van a hacer cuando sean “presidentes”, sino es
que han entendido el nivel de conocimiento, trabajo, respuesta, organización,
eficacia y eficiencia gerenciales para tener éxito.
Hay todo un temario al plantear al
Rómulo gerente. Necesitamos políticos y para formarlos, necesitamos ejemplos de
políticos, de valores humanos, de servidores, para entonces decir: “¡Rómulo
otra vez…!”
Este es un mensaje que espero llegue a
muchos de aquellos que desean ser “políticos”, quienes quieren gerenciar
beneficios para la polis, además de ocuparse de la más vieja de las profesiones
del mundo después de la prostitución como lo es pelear por poder.
Allí donde cohabitan traiciones, mentiras, corrupción, codicia y sobre todo,
egos enanos que inventan “supremacías” y derechos superiores, por cosas
tan pequeñas que ni con lupa llegan a mérito.
El gigantesco gerente que fue Rómulo
Betancourt, tuvo como mayor activo a su equipo humano de trabajo. Allí es donde
aparecen los nombres de grandes “big leaguers” de la política, de grandes
gerentes de beneficios colectivos o POLÍTICOS, como: Raúl Leoni; Leopoldo Sucre
Figarella; Juan Pablo Pérez Alfonso; Rafael Alfonzo Ravard; Enrique Tejera
París; Arnoldo Gabaldón; Ramón J. Velásquez; Andrés
Germán Otero; y Lorenzo Fernández (quien luego fue candidato presidencial por
COPEI). La lista de nombres es muy larga.
Que esta reflexión sirva para el
fomento de la gerencia de beneficios para la polis, muy poco conocida como:
POLÍTICA. / @panchopantaleo