"CONTRAPODER" Por José Domingo Blanco (Mingo)
Un grupo de venezolanos, sin aparente postura
ni interés electoral, está planteando una agenda ciudadana. Reconozco que no es
la primera iniciativa, ni la primera agenda, que llega a mis manos. Por
experiencia sé que hay muchos profesionales, académicos y pensadores críticos
que se han dado a la tarea de diagnosticar la situación país y proponer ideas
viables que nos permitan salir de la crisis actual. Algunas de las propuestas
son más ambiciosas que otras. Al final, sin importar la extensión de esos
documentos, son el reflejo de discusiones que suman horas de trabajo y esfuerzo.
Sin embargo, en todos se palpa el genuino deseo de solucionar y enderezar el
rumbo de las cosas. Lo que no me extraña es que, en cada uno de estos análisis,
aparezca como rasgo común el consenso que hay entre los ciudadanos sobre la
urgencia de salir de este modelo actual de gobierno, caracterizado por el
exceso de poder y control del Estado, corrupción y polarización. Por eso, aplaudo
las iniciativas que van más allá del análisis, la denuncia y la queja sobre una
terrible situación de la que estamos muy conscientes –porque la padecemos en
carne propia-; pero, que no terminamos de solventar. Aplaudo, como lo he dejado
colar en otros artículos, las iniciativas que pretenden alejarse de los
cogollos y dictaduras de partidos que han imperado en Venezuela en los últimos
años. Quizá las aplaudo con entusiasmo, con la esperanza de que de alguna
emerja esa tercera vía, liderada por la sociedad civil, la cual pudiera
producir el viraje que requerimos como nación.
Estos grupos, insisto, surgidos desde
las entrañas de la sociedad civil, están motivados por el diseño de un “salvavidas”
nacional que evite nuestro hundimiento como país. La esencia de estas agrupaciones
–conformadas, en la mayoría de los casos, de manera espontánea; pero, con una legítima
preocupación por Venezuela- es plantear una agenda país, un proyecto de
reestructuración y reconstrucción de nuestra nación, alejado de los intereses
partidistas y de los fines meramente electoreros.
El más
reciente de estos papeles de trabajo que llegó a mis manos fue el de un grupo
que se autodenomina Red de Agenda
Ciudadana (RAC), el cual quiere promover el debate político –ciudadano- sobre
el Poder; pero, completamente alejado de lo electoral, algo realmente difícil
en un país como el nuestro, (mal) acostumbrado en los últimos tres lustros a
centrar sus esperanzas de cambio en las mesas de votación. Los miembros de la RAC insisten que la discusión sobre el
Poder debe hacerse para entender la relación que existe entre su estructura y
ejercicio con la crisis nacional, y los efectos concretos que tiene en la vida
de los ciudadanos.
La Red
de Agenda Ciudadana plantea la necesidad de “ir más allá de la narrativa y la
enumeración sobre la crisis que, a diario, se repite millones de veces. Ir más
allá de lo electoral y candidatural (sic); de la polarización
gobierno-oposición y visualizar las estructuras causales, de soporte y
continuidad de la crisis. Promovemos un debate político, vivo, abierto, sobre
el Poder -previo a lo técnico y académico- a partir de la vivencia de la gente
y los efectos concretos en su cotidianidad”.
Algo que quiero destacar, es la
intención que tienen los miembros de la RAC de estar integrada por ciudadanos
auto-convocados, en los que no predominarán ni las jerarquías ni los niveles;
gente vinculada y agrupada por el interés de un debate libre de inclinaciones
partidistas o proselitistas. Aclaran, si acaso pudiese surgir esa duda, que su
intención no es transformarse en un partido político, ni actuar como actúan las
burocracias partidistas. El debate libre, abierto y ciudadano, se dará con
respeto a las ideas, aun cuando no siempre haya consenso entre ellas. “La Red
de Agenda Ciudadana promueve la agenda para el debate ciudadano sobre la
reforma política. Sobre la eliminación del presidencialismo y la reelección, la
ciudadanización de los Poderes Públicos y la gestión gubernamental a todos los
niveles”.
El verdadero reto que tienen estas
agrupaciones surgidas de la sociedad civil es capitalizar el descontento de los
ciudadanos. Porque cada día crece el número de venezolanos cansados de los
bandos. El venezolano –incluso el que este 6D se levantará, saldrá de su casa y
cumplirá con su derecho al voto- está harto. Harto del gobierno y también de la
oposición. Entonces, ¿cómo activar y sumar más participantes en las Asambleas o
Redes Ciudadanas? ¿Cómo despertar en cada uno de nosotros la necesidad de ser
los promotores del cambio? ¿Hasta cuándo vamos a seguir conscientes de los
problemas que tenemos, quejándonos de los problemas que tenemos; pero, sin mover
un dedo -o solo mojándolo en la tinta indeleble- esperando que sean otros
quienes resuelvan? Tenemos que entender que, si bien es importante votar, lo
electoral, sin una agenda país de reconstrucción y cambio que solo beneficie a
los que ocupan el Poder, es un simple formalismo constitucional, que no ha
generado las transformaciones que nos urgen.
Quizá en ese momento, cuando estemos
cohesionados como sociedad civil, logremos ponerle freno a las pretensiones de
perpetuarse en el poder de quienes rigen el destino de nuestra nación. Esa es
la tarea de RAC y de todos los grupos que como éste emprendieron el mismo
rumbo. En principio esa es la meta de la Red de Agenda Ciudadana: “buscar un
efecto político, estimular que se active la inteligencia, la reflexión y la
capacidad de reacción de la gente ante el Poder; activar en la subjetividad
social, una beligerancia ciudadana de contrapoder”.
@mingo_1
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