TERROR EN LA
FRONTERA
Carlos Canache Mata
Han sido frecuentes los incidentes y
confrontaciones en la zona fronteriza entre funcionarios de los cuerpos de
seguridad de Venezuela y Colombia.
En esta ocasión, el gobierno venezolano
decidió cerrar la frontera y decretar el Estado de Excepción en diez municipios
tachirenses, con la amenaza de posible extensión al Zulia y Apure, por el
ataque de presuntos contrabandistas contra tres miembros de la FAN y un civil,
que lamentablemente resultaron heridos. Se alega, además, que las medidas en
aplicación servirán para frenar el contrabando de gasolina y de alimentos, así
como el paramilitarismo (se tiene el cuidado de olvidar la actividad guerrillera)
en la zona. Para revocar esas medidas, el ocupante del Palacio de Miraflores ha
puesto dos condiciones: que el Gobierno de Colombia prohíba la venta de
productos venezolanos de contrabando y que no siga con el ataque al bolívar.
Sólo por ignorancia real o fingida se puede
sostener que cesará el contrabando de la gasolina mientras exista el incentivo
de que en Venezuela un galón de ese combustible cuesta 0,07 dólares y en
Colombia 4,3 dólares. El contrabando de los alimentos hacia Colombia, que el
gobierno venezolano pretende responsabilizar de la escasez y del desabastecimiento que hay en nuestro país, hasta el más lerdo
sabe que ese es un buen negocio porque sus precios están sujetos a control y
son subsidiados por un régimen cambiario absurdo. Y en lo que respecta al
“ataque al bolívar”, es en territorio venezolano donde tiene lugar, al haber una inflación de tres dígitos y
haberse modificado en el 2005 la Ley del Banco Central que lo autoriza,
inconstitucionalmente, para financiar con dinero inorgánico al gobierno y a
PDVSA. Cuando se acusa a los
contrabandistas y a los llamados bachaqueros, se confunden las consecuencias de
la crisis con las causas de la crisis,
que no son otras que las distorsiones provocadas por políticas
económicas absolutamente equivocadas.
Pero lo más grave es la violencia inhumana,
de tufo nazi, con que se han ejecutado las medidas gubernamentales, que han
alarmado a la comunidad internacional: niños, ancianos, mujeres embarazadas que
fueron, como lo señaló la Conferencia Episcopal Venezolana, “obligados a salir
de manera abrupta, sin enseres, sin alimentos, muchos de ellos sólo con la ropa
que llevaban puesta, sus casas allanadas sin ninguna orden judicial y destruidas”.
Al momento de escribir este artículo, se contabilizaban 1.097 deportados por el
régimen venezolano y 7.162 personas que abandonaron el país por temor a ser
también otras víctimas del terror que se ha desatado.
¿Por qué el gobierno siempre anda buscando
un enemigo externo, tocándole ahora el turno al gobierno de Colombia? La explicación es clara: el gobierno recurre
a un falso nacionalismo y a otras
maniobras de distracción porque las encuestas lo desesperan: según la
última del IVAD, el 57,9% de los electores del 6 de diciembre
dice que votará por los candidatos de la oposición y apenas el 19,3% por los candidatos del oficialismo.
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