EDITORIAL: SER
VENEZOLANO ES UN CRIMEN >
No cabe duda que aquel que vemos como Estado
venezolano: ni trabaja para los venezolanos; ni representa, ni cuida intereses
venezolanos; ni cuida los derechos de los venezolanos. Para este “Estado”, controlado
por el extranjero castro-madurismo, ser venezolano es un crimen de lesa patria
y así todos quienes defendamos nuestros derechos constitucionales, nuestros
intereses patrios y nuestro bienestar y progreso, tenemos y tendremos una
acusación y sentencia por “terrorismo” y/o “traición a la patria”. En
consecuencia, los corruptos, hampones y asesinos gozarán de privilegios
estatales mientras sean defensores del régimen; y contrariamente, mientras sea
disidente la pacífica, democrática, productora y trabajadora decencia de
Venezuela, esta sufrirá la ausencia de un Estado para consecuentemente pasar
hambre, miseria, cárcel, tortura y hasta muerte.
Este grupo castro-madurista considera un acto de
independencia del “imperio” y defensor de la patria, el introducir oficiales y funcionarios
castro-cubanos dentro del Estado para que sometan bajos su órdenes a
funcionarios venezolanos. Igual el que se le entreguen masivas cantidades de
dólares al régimen castro-cubano, así como el conceder leoninamente los
derechos de explotación de los recursos del país a Cuba, China, Brasil, Rusia e
Irán. Sin olvidar que igualmente hablamos de colocar los recursos militares y
de seguridad pública en las manos de las FARC, el narcotráfico y el hampa
organizada. Todo esto es “hacer patria”
pero el pacífico acto verbal de delatar sus atropellos y crímenes en las
Naciones Unidas, la Unión Europea, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y cualquier medio de
comunicación en otro país, es –para estos- TRAICIÓN A LA PATRIA.
El grupo que usurpa funciones estatales, correspondientes
a aquellas personas que logran la legítima representación popular por limpia
via electoral, al violar los preceptos constitucionales (incluyendo el
forjamiento de resultados electorales), convierte al Estado venezolano en un constructo
escenográfico que le sirve de escudo –temporal- ante el país y el mundo, para
“oficialmente” cometer delitos y crímenes, tanto constitucionales, legales y de
lesa humanidad.
Por lo tanto, al usar como escenografía al
aparato judicial que presuntamente debe administrar imparcial justicia, ahora
bajo el castro-madurismo este es el instrumento camuflajeado para ejercer el
“terrorismo de estado” que tanto apabulla a la población venezolana desde darle
poder estatal a criminales, el aniquilamiento de la seguridad pública, el acoso
judicial a disidentes hasta el secuestro, vía “hampa común” o vía oficial, tal como
lo sufren los disidentes Leopoldo López, Antonio Ledezma y tantos otros
dirigentes o activistas del polo democrático venezolano, en las cárceles del
estado.
La acusación de “traición a la patria” contra
Lorenzo Mendoza y Ricardo Haussman –la última hasta ahora- es apenas una de las farsas
escándalosas a las que rutinariamente acude el régimen castro-madurista (mal
llamado, estado venezolano) para aterrorizar a todo aquel que quiera defender a
Venezuela y a la democracia. La estrategia tiene costos para el régimen, pero
entre este ser repudiado por la mayoría –como ya lo está- y aterrorizar a
pacíficas voces disidentes (o venezolanas democráticas), optan por la última
con el “beneficio” agregado que tal indignación o los escándalos en serie,
ayudan a distraer la atención pública de las tragedias que el venezolano padece
por culpa del mismo régimen.
Disfrazados de venezolanos, los
castro-maduristas nos dejan en la nada. Saquean y destruyen todo. El venezolano
no encuentra defensa en el Estado y muy al contrario ve con estupor como la
impunidad se fortalece, porque parte de la criminalidad controla focos vitales
de lo que debe ser la magna institución que nos debe proveer de seguridad y
progreso. NO tenemos un Estado del venezolano y para el bienestar del
venezolano. Ser venezolano, amar a Venezuela, su paz y su progreso, para este
régimen extranjero, es un crimen que se debe castigar hasta con la cárcel o la
muerte. Hemos retrocedido 200 años hasta los días en que la Corona Española
consideraba un crimen ser venezolano. Lo peor es que los castro-chavistas nos
llevaron hasta ese punto bajo el manto de Bolívar y todos los próceres de
nuestra independencia. Goebbels estaría orgulloso de estos alumnos.
Desde 1999 hasta el presente 2015, el régimen
cubano-castrista en Venezuela ha cumplido con éxito varios elementos básicos
del “manual del invasor” y del “manual del dictador”. Los disfraces han sido
muchos y muy efectivos.
Por el lado de Venus (lo creativo): para
esconder la colonización y convertirnos en provincia castro-cubana, haciéndonos
creer que estábamos en una revolución de independencia venezolana se utilizó la
imagen del máximo héroe nacional: Simón Bolívar. ¿Quién nos independizó de una
potencia extranjera, ahora es quien nos convierte en colonia de otra potencia
extranjera? Con el melao bolivariano han lubricado cuanto sometimiento
extranjero han podido. Con el melao bolivariano le han hecho creer a muchos
venezolanos que los castro-chavistas son venezolanos. Ahora cuando ven el
saqueo y la miseria muchos reconocen quien es amigo del venezolano y quien es
enemigo del venezolano.
Por el lado de Marte (la guerra): el terror ha
sido la emoción más trabajada con éxito por este régimen, seguido por la
desesperanza y la inseguridad – algunos piensan que el odio entre clases ha
sido sembrado con éxito, lo fue pero el fracaso del régimen se ha ocupado de
unirnos otra vez y reiniciar nuestra típica convivencia con diferencias. El
venezolano primero es alegre antes de ser rencoroso. Es la historia y eso no va
a cambiar.
Aún existe un grupo significativo de venezolanos
que por un lado exige soluciones “room service” y por otro lado, existe hasta
quien –como “demócrata civilizado”- piensa que debemos dejar que el “estado” se
ocupe de las soluciones porque estamos bajo un régimen venezolano con validez
democrática. Hay algunos de estos que se visten de “oposición” pero por “clientelismo
financiero” son agentes del castro-madurismo. La oposición venezolana intenta
organizarse, pero hasta por egoísmos hay dirigentes de la MUD que conspiran en
su contra. La gran realidad es que el AD de Betancourt brilla por su ausencia.
Hay otro “AD”.
Difícil definir culpas del venezolano del
presente, cuando parte importante de su ignorancia (comodidad y hasta
indiferencia) proviene de una tradición estatal paternalista limosnera que nace
en un sistema educativo que primero enseña obediencia antes de lógica y
fortaleza personal. En toda nuestra historia nunca hubo métodos eficientes para
formarnos como ciudadanos capaces de crear nuestro propio destino, antes de ser
“fríos” memorizadores técnicos que se marginan de la realidad humana. Si
alguien quiere hablar de excelente educación, primero que muestre al excelente
país que fue construido por sus ciudadanos. Los “robots” no crean países y
mucho menos democracias. Los "robots" sólo obedecen y tienen por excelencia el ser los obedientes más rápidos y eficientes.
Igual ha sido este modelo educativo la base
formadora del “Presidencialismo” mediático y mesiánico, este que siempre ha
vivido de falsas soluciones “room service”, sobre un sistema estatal que anula
a la ciudadanía, fomentado siervos (o habitantes pasivos) para sostener a la
“monarquía” electoralista mediática. Por supuesto que en la pasividad de la
ciudadanía está la impunidad para robar y destrozar la república con impunidad.
Para los dirigentes de grupos electoralistas la democracia solo les conviene en
épocas electorales. Por lo demás, estorba.
Los castro-cubanos han aprovechado las fallas
del pasado democrático para instaurar su invasión y su dictadura. La inmensa
mayoría de los venezolanos hemos sido culpables de esta invasión al haber sido
y aún ser simples habitantes "robots" de un espacio geográfico y no ciudadanos defensores
de su democracia y su patria. Unos se mudan a otros países para sufrir la
distancia; algunos de estos expatriados traducen su dolor exigiendo soluciones
“room service” que emiten desde sus muy cómodos “palcos”. Otros viven en el
país, sufriendo las severas limitaciones de la cercanía – incluyendo a
traidores comprados por los invasores.
Más del 80% de los venezolanos pedimos cambios,
el problema surge cuando esa palabra cae en un limbo de ilusiones que no logra
reconocer realidades y se autodestruye por la ignorancia y los caprichos de
cada personalidad.
Necesitamos un cambio de estructura y sistema de
gobierno, de sistema educativo, de sistema económico y sobre todo, el mayor
cambio necesario es el del venezolano para que deje de pedir soluciones “room
service”. La solución no es de otro.
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