¿HASTA CUÁNDO
ESPERAR?
Carlos Canache Mata
El país vive una situación insostenible.
La crisis
política está a la vista de todos: el régimen se desliza aceleradamente hacia
el totalitarismo con la hegemonía institucional y la ampliación de la hegemonía
comunicacional al controlar la casi totalidad de los medios y la hostilización,
de una u otra manera, de los pocos que mantienen una posición crítica.
La crisis económica es igualmente grave.
La directora ejecutiva del FMI, Christine Lagarde, la sintetiza así: “La
economía venezolana no se ve afectada por un solo problema económico
importante. Venezuela se enfrenta a varios problemas y ciertamente la situación
económica parece ser muy grave y se ha deteriorado en los últimos meses. La
caída de los precios del petróleo ha afectado las exportaciones, ha frenado las
importaciones y la capacidad productiva se ha reducido drásticamente. Además,
los déficits fiscales están aumentando ante la caída de los ingresos fiscales
petroleros. Por último, se prevé que la inflación aumente a niveles que podrían
indicar un riesgo de hiperinflación”. A la hiperinflación se llega, como la
definió Phillip Cagan, cuando la tasa de inflación mensual es igual o superior
al 50%. Sin haber llegado a ese extremo, sí ostentamos la mayor inflación del
mundo.
Ante esa dramática realidad y el caos
cambiario existente, a lo que se suman los pésimos servicios públicos y la
corrupción, el gobierno ha tomado la vía de la inacción, sobre todo en materia
de política cambiaria, que ha sido utilizada como instrumento de
enriquecimiento por los paniaguados del oficialismo a través del manejo de los cuatro tipos de cambio, los
tres oficiales y el del mercado negro o paralelo. Por esa razón, por temor a
irrespetar el modelo fracasado que implantó el difunto y por la
irresponsabilidad de no pagar el costo político que tendría la aplicación de
las necesarias medidas correctivas, es que el ocupante de Miraflores y sus
acólitos permanecen de brazos cruzados.
En una reciente entrevista, el padre Luis
Ugalde, cuyo lúcido y equilibrado criterio es reconocido por todos, reclamaba que “hay que tomar medidas de
sinceramiento económico porque estamos en una especie de posguerra en términos
de destrucción del país” y agregaba que “pensar que el cambio del ejecutivo va
a ser en 2019 es inaceptable” porque eso
“no puede esperar al 2019”.
Efectivamente, no hay que esperar que avance
la destrucción del país. Por el momento, tenemos al frente las inminentes
elecciones parlamentarias del 6 de diciembre y la posibilidad cierta de
ganarlas, como lo pronostican las encuestas, con los dos tercios de los votos,
lo que permitiría una pronta reorganización del Poder Público. Y quedan en
reserva, la aplicación del artículo 72 de la Constitución Nacional para activar
en el año 2016 el referendo de revocatoria del mandato presidencial, y la
convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente mediante iniciativa del
quince por ciento de los electores inscritos en el Registro Civil y Electoral
(Título IX, Capítulo III, de la Constitución).
Vacilar es perdernos, diría Simón Bolívar.
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