Armando Martini Pietri: El
futuro oculto del castro-madurismo
Es una simpleza pensar que el
comunismo como sistema de sometimiento de pueblos y de gobierno tiránico e
implacable sigue siendo un monolito inamovible. Ésa ha sido la gran
equivocación de los hermanos Castro Ruz y sus envejecidos seguidores; no
avanzaron, tampoco retrocedieron, se estancaron. El mundo se desarrolló, mejoró
y avanzó, el enemigo imperialista cambió y los dejó de lado, el amigo soviético
se desmoronó y evolucionó a un capitalismo muy ruso, los admirados chinos
metieron los cadáveres de Mao y del maoismo en una piedra –como el madurismo
hizo con los restos del comandante supremo. La diferencia es que los chavistas
le hicieron un mausoleo a Chávez para recordarlo e invocarlo mientras los
chinos mausoleizaron a Mao para olvidarlo, para que muriera hasta su fantasma.
Otros comunismos mundiales,
incluso con duras historias de guerras feroces por décadas, como Vietnam,
también dieron pasos adelante. Y no son los únicos. El brutal comunismo ruso se
derrumbó, los países que mantuvo sojuzgados y oprimidos a fuerza de tanques,
kalashnikovs, soldados, espías, torturadores, presos y asesinatos, en cuanto se
desinfló la Unión Soviética volvieron a ser lo que fueron antes. Incluso los
pocos que siguen con tiranos comunistas, como Bielorrusia, miran y actúan hacia
el capitalismo.
Ahora, además, Estados
Unidos, la cumbre del capitalismo, con el respaldo de la primordialmente
centro-derechista Unión Europea, ha decidido que la mejor forma de acabar de
una vez por todas con el estancamiento cubano es ir abriéndoles puertas
económicas. Que las antiguallas castristas vayan disolviéndose en el tiempo
mientras los habitantes de Cuba se van incorporando poco a poco al capitalismo.
Que es lo que está pasando, la mano imperialista invita a los cubanos a nuevas
experiencias mientras el ya octogenario y enfermo castrismo se arruga cada día
más.
En ese ambiente, ¿cuál es
el futuro próximo del castro-madurismo?
Algunos han asomado que los
chavistas buscan ajustar el paso hacia el llamado sistema chino, es decir,
conservar el poder de una cúpula castro-madurista, un Estado poderoso y mega
productor, y una variopinta masa que, a cambio del control de libertades, se
dedique con más o menos tranquilidad a trabajar, producir y mejorar, dejando
cierta flexibilidad de acción a empresas y empresarios eficientes. Hacerles
sentir el control, pero dejarlos actuar –el caso Polar, por ejemplo.
Sin embargo, si eso es lo
que en realidad se proponen, lo están haciendo de manera notablemente torpe.
Para empezar, el concepto chino de empresariado estatal tiene fallas pero
propende a la eficiencia, y está lleno de profesionales y especialistas de
todas las edades; para continuar, los chinos han demostrado sin la menor duda
su voluntad de sancionar la corrupción incluyendo el fusilamiento de los principales
corruptos, y ya llevan varios; y para rematar, la cúpula gubernamental china
dispone de una organización con técnicos y universitarios de larga formación y
el tope de la cúpula rechaza el continuismo: se renueva automáticamente, y sin
concesiones, cada diez años. La misma cúpula que no permite la libertad
incontrolable de Facebook, pero impulsa al empresariado estatal y al privado a
invertir dentro y fuera de China.
China, además, necesita
importar materias primas porque su población es excesivamente grande, pero al
mismo tiempo son grandes productores, no sólo en industria y tecnología, sino
en alimentos. Compra, pero mantiene el abastecimiento interno y vende al
exterior.
Venezuela, aparte de
petróleo prácticamente no produce nada, es casi un mal chiste lo que pueda
exportar mientras es una pesada y muy costosa realidad que es una economía que
ha esquilmado, expropiado, arrinconado y desanimado a una producción agropecuaria
e industrial que ya era débil quince años atrás pero comenzaba a animarse
–recuerden a aquél gran y eficiente proveedor, prestamista y cliente del campo
que fue Agropatria-, y hoy no sólo es incapaz de producir para abastecer
suficientemente y mucho menos para exportar, sino que ni siquiera logra divisas
para comprar insumos y equipos que necesita para producir algo.
Con ese panorama
deprimente, volvamos a la pregunta: ¿cuál es el futuro próximo del
castro-madurismo?
Las salidas tipo Correa en
Ecuador y Evo Morales en Bolivia tampoco parecen factibles para el
castro-madurismo, porque esos Presidentes y sus gobiernos han tenido la
habilidad de mantener la verborragia populista y antiimperialista y al mismo
tiempo libertad económica y relativas libertades de expresión y autonomía de
poderes, algo que el chavismo desde 1999 no sólo no hizo sino que empeoró, y
los herederos castro-maduristas han logrado agravar aún más. Si no pueden
copiar a China, si no tienen capacidad ni voluntad de ir a los estilos ecuatoriano
y boliviano, y si encima el castrismo comienza a esfumarse –lentamente, es
cierto, pero es un proceso que seguirá, Raúl Castro lo sabe y ya está nombrando
sucesores de mediana edad y superior formación-, ¿qué le queda al
castro-madurismo, aparte de la implosión?
Sugiero voltear la mirada y
ver hacia Centroamérica, donde un partido de extrema izquierda y su principal
líder han venido desarrollando una exitosa combinación. Su primer Gobierno fue
un desastre, empeoraron todo lo que habían prometido mejorar. Quizás se
volvieron locos tras derrotar y sacar del poder a una dictadura militar férrea
que llevaba décadas en el poder. Los sandinistas perdieron las elecciones para
un segundo mandato porque fracasaron, fueron sustituidos por un Gobierno casi
de ocasión, y tuvieron la visión de mantenerse activamente presentes en la
oposición. Y supieron ver, analizar, aprender y depurarse. Años después
regresaron al poder con las mismas banderas de antiimperialismo y revolución,
pero con un propósito administrativo diferente.
Regresaron dispuestos al
crecimiento económico. Dieron libertad e incentivos a la iniciativa privada, se
aliaron con el sector privado donde tuvieron que hacerlo, establecieron
acuerdos económicos con todo el que tuviera dinero, desde la generosa Venezuela
chavista que los inundó de dólares, hasta el poderoso imperio estadounidense.
Controlan el poder, hacen populismo que no pagan ellos sino nosotros los
venezolanos, participan en la corrupción pero abren las puertas a los demás,
incentivan la exportación y la industrialización, y hasta se han conseguido un
chino que se compromete a la construcción de un nuevo canal entre el Pacifico y
el Atlántico que quizás nunca se termine pero va a mover miles de empleos por
un tiempo.
Los sandinistas en Nicaragua,
camaradas, que entre abusos y proclamas están llevando a su país a una clara
mejoría económica y, en consecuencia, social. Con sus fallas, con su grosería,
con su piel siempre grasosa, Daniel Ortega, su Primera Dama y su entorno, han
venido reconciliando a Nicaragua con Centroamérica, con el Caribe, con Europa,
China y Estados Unidos. Es decir, están fortaleciendo su posición sin necesidad
de llenar al Gobierno de militares, proclamando su antiimperialismo y su fervor
castrista pero al mismo tiempo con una economía abierta y dinámica. Con muchos
más méritos militares, realmente ganados en combate, que los muy condecorados
oficiales chavistas, ¿alguien recuerda a Daniel Ortega vestido de militar en
los últimos quince años?
Es un modelo a copiar, pero
el castro-madurismo sigue teniendo sus mismas fallas. La ceguera, la torpeza
económica, el terror a perder un poder que respalda su impunidad, la
incapacidad de permitir que la economía por su cuenta los ayude a poder decir,
de manera creíble, que el pueblo va mejorando. La tragedia del castro-madurismo
es su increíble, indescriptible incapacidad y su absoluto desapego a las
normas, a la lógica y a la coherencia.
Pero al menos habría la
esperanza de que un Daniel Ortega, que viene de abajo, que fue guerrillero, que
tiene la experiencia de haber gobernado casi tan mal como Maduro y de haber
perdido el poder, de haberse convertido en oposición muy activa y de haber
reconquistado el Gobierno con los votos y la confianza de una mayoría que
Ortega y el sandinismo supieron captar, que habla en español, quizás pueda
explicarle más claramente las cosas a Nicolás Maduro y a la cúpula (¿o las
cúpulas?) castro-chavista-madurista, y enseñarles, paso a paso, con paciencia y
lenguaje sencillo, cómo se hacen las cosas. Eso no puede hacerlo un chino.
@ArmandoMartini
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