Armando Martini Pietri: El
problema de tener muchos caminos es que podría perderse la ruta
Esta es la
gran pregunta que se vienen haciendo muchísimos venezolanos de todos los
sectores -sin excepción-, desde los más hasta los menos radicales, conservadores
y liberales. De izquierda, de derecha, moderados y de centro
Hagamos un
sencillo ejercicio para describir, de manera sincera y sin entrar en
profundidades, los diferentes escenarios y posibilidades que tenemos de salir
de esta angustia de todos los días que vivimos todos, independientemente de
dónde estemos ubicados, con el oficialismo y el PSUV, con la oposición en
general, con la MUD o con ninguno de los nombrados, que es la posición que
crece y se impone.
La
negación invariable y obstinada de quienes tienen la responsabilidad de
gobernar y resolver los problemas que sufre el país y sus ciudadanos es
enfermiza. La intolerancia ante la crítica racional chavista, ciudadana y no
chavista con la clara y peligrosa tendencia a la represión de la protesta
combinada con la imposición de medidas contrarias al criterio y juicio popular,
son un cóctel que compromete seriamente el camino de la paz y podría
conducir por el camino de la violencia que la gran mayoría -más del 80% según
los estudios- rechaza.
En ese
panorama, ¿cuáles son las opciones que tenemos a corto, mediano y largo plazo?
¿Hacia dónde iremos los venezolanos? Sin tomar partido, pensamos podría ser uno
de los siguientes.
Elecciones Presidenciales: para los
más conservadores de ambos bandos en pugna es la correcta y sería –sin duda- la
más conveniente. Pero habrá que esperar al 2019, lo cual
lleva a la pregunta difícil: ¿es sostenible y viable esperar con la crisis
social, económica y política que existe actualmente en el país? ¿Se podrá
llegar? Y ¿a qué costo?
Referéndum Revocatorio: previsto
en la constitución; para algunos es muy difícil, hay que recoger
firmas y sacar más votos de los que obtuvo en la elección inmediatamente
anterior, a quien se pretende revocar. Obviamente el oficialismo impondrá
condiciones duras y difíciles de vencer, y en caso de convocarse, se impondrán
–como ya es habitual con los poderes públicos controlados por el chavismo-
otras condiciones sobrevenidas para entorpecer más aun la realización del referéndum.
Elecciones de Gobiernos Locales: también predichas constitucionalmente se realizarán en 2017 y, en
opinión de muchos, son las que menos complicaciones tienen, ya que
tanto la oposición como el oficialismo las reconocen como buenas y transparentes
y no cuestionan sus resultados. Aún así, son muchos los ciudadanos que
desconfían de la pureza del Poder Electoral, y además persiste el instinto
presidencialista que disminuye el compromiso con lo regional, lo cual lleva,
entre otras consecuencias, a una alta inhibición del ciudadano, problema que
suele complicar las cosas y conducir a engañosas abstenciones.
Elecciones Parlamentarias: las
tenemos a la vuelta de la esquina, pero que a estas alturas no haya
convocatoria oficial, tiene nerviosos a muchos. La ley prevé que deben
realizarse en algún momento del segundo semestre de 2015. Hay muchas
interrogantes sobre el CNE, su nitidez y los cambios -a conveniencia de una de
las partes- en las circunscripciones electorales. Además, en estos momentos tema
esencial, la inquietud de electores de parte y parte sobre cómo se elegirán sus
representantes, si en primarias o impuestos en acuerdos cogolléricos y
soterrados. Ambos bandos por una u otra razón están reticentes a reconocer los
derechos ciudadanos y sus electores los castigarán con la siempre riesgosa
abstención en el evento electoral; pero no serían sorpresas, eso ya lo
calculan y evalúan en las diferentes estrategias electorales.
Renuncia Presidencial: que
se produzca es muy difícil –pero no imposible; nadie renuncia al poder porque
se le solicite, hay que obligarlo y eso parece inviable. La renuncia es un acto
personalísimo. Ya el presidente Maduro en un discurso reciente expresó
–palabras más palabras menos- que “aquí hay Maduro para rato, estoy como un
toro”. Parece que ni ve ni escucha al país y cree que los toros son por siempre
toros. Ese auto convicción descarta de plano la tesis que ha rodado por allí,
de renuncia por enfermedad o cualquier otra razón.
Auto Golpe: no
previsto en la Constitución y sólo posible por el oficialismo en
conjunto con los militares y civiles afectos al proceso. Tiene muchos
detractores que opinan que sería violar el legado del Presidente Chávez y
traicionarlo. Otros por el contrario, piensan que sería rescatarlo. Además no
contaría con la aprobación ni aval de los partidos de oposición al gobierno que
reaccionarían en contra -entre otras razones- porque quedarían sin los
privilegios “conquistados” según ellos. Sería en cualquier caso un evento
confuso, oscuro, de difícil determinación.
Golpe de Estado: tampoco
contemplada por la Constitución, en la actualidad no parece viable a
pesar de los deseos de muchos –según se desprende de conversaciones en bares y
cantinas-. El gobierno y la oposición conjuntamente se opondrían porque entre
otras cosas, ambos perderían prerrogativas y estarían fuera de toda actuación
política y de relevancia. Eso, aparte de la experiencia coincidente de que no
hay ni un solo golpe de estado que haya mejorado nada, al contrario y con sangre,
abusos y sufrimiento.
Rectificación del Gobierno:
renovando el gobierno destituyendo al gabinete -al menos el
económico; reorientar la política de entrega de divisas con cambio único que
permita la transparencia necesaria para evitar el robo descomunal de nuestras
divisas y se sincere el valor de la moneda, incentivando la producción nacional
del estado, privada y comunal. Determinando reglas claras que permitan la
confianza necesaria a los inversionistas. Lamentable todo esto es muy poco
probable no solo por razones dogmáticas sino porque están convencidos –al menos
así lo quieren demostrar- que lo están haciendo muy bien y que al final el
éxito les sonreirá. La esperanza, ya se sabe, es lo último que se pierde, y
cuando se pierde es sin remedio.
Gobierno de Concertación Nacional: posibilidad de la que todos hablan y ninguno propicia con sinceridad; no
está en la constitución ni en las leyes sino en el sentido común, es la
rectificación de las políticas económicas y en general de todas las políticas
públicas en las que sea posible rectificar, incluyendo actitudes y alardes de
la oposición. La crisis es de tal magnitud que se debe conformar -sin abdicar
en los ideales- un gobierno donde los más insignes pensadores y expertos en las
diferentes áreas es decir, un equipo multidisciplinario que permita salir de
esta angustia que vive el venezolano común. Parte de la
responsabilidad del desastre es precisamente la falta de voluntad de parte y
parte de entenderse en beneficio de los ciudadanos. Ni chavismo ni oposición
han terminado de comprender que si los ciudadanos militantes y no militantes se
sienten beneficiados, los dos grupos en ya demasiada larga discusión serán
también respaldados.
Concertación sólo de los más fuertes: se susurra por ahí la posibilidad de un Gobierno ¿de unidad? entre el
Psuv por el lado chavista y dos o tres partidos por el lado opositor, quizás
Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, el partido de Henry
Falcón y alguno más. En abstracto, suena lógico. En la práctica convertiría de
inmediato a Voluntad Popular, movimiento de María Corina Machado y ABP de
Antonio Ledezma en líderes absolutos de la oposición. Los partidos menores
tendrían que aliarse entre sí y establecer una especie de MUD II. Los que se
queden por su cuenta terminarían esfumándose. El principal problema para que se
de esta concertación de los fuertes seria el programa de gobierno, socialdemócrata
comunista, una especie de pastel mitad chocolate con vainilla, mitad tortilla
española. Suena difícil, y hasta utópico. Pero quien sabe podría gustar a mucho.
Insurgencia Popular: la opción
que muchos esperan como el depredador que espera con paciencia que el más débil
se separe del rebaño. La crisis social, económica y política actual parece
pronosticarla y los vivarachos con ansias de poder esperan pacientes para
usurpar y usufructuar el poder. Esta tesis –entre otros- la esgrimen los
fracasados de los últimos años y que están conscientes de que perdieron el
respaldo y la confianza de la población. Sin embargo, la tolerancia - como
sabemos- tiene límites. Por ello, hay que tener cuidado con la furia de un
pueblo paciente.
Seguro
existen otros muchos posibles y no vamos a pronunciarnos por ninguno de ellos
–no nos corresponde y seria de mal gusto y mala educación- sólo dejaremos esta
síntesis de posibles escenarios y que cada lector se identifique con cualquiera
de ellos. Y como todo en la vida una vez
tomada la decisión y evaluados los riesgos, ventajas y desventajas, se
debe estar conscientes de todas las consecuencias, las más y las menos graves,
y asumirlas con convicción, madurez y valentía. Lo que no puede ningún
venezolano en las circunstancias actuales, es ser indiferente.
@ArmandoMartini
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