NO SE ARROJARÁ DESDE EL BALCÓN DEL PUEBLO
HOJA DE RUTA POLÍTICA (No 109)
James
Forrestal, Secretario de Defensa en Estados Unidos, apareció muerto en los
jardines del hospital donde estaba sometido a chequeo médico. La versión
oficial fue suicidio; pero en los mentideros políticos de la época prevaleció
la convicción de que Forrestal efectivamente se había suicidado, pero no en el
hospital, sino en el Pentágono. Escuchó un ruido ensordecedor y al asomarse por
el balcón de su despacho, vió que millares de bombarderos soviéticos volaban
sobre la ciudad de Washington. Se había hecho realidad lo que él mismo tanto
vaticinó. Fue víctima de su propio invento. Alusinó. Estaba en plena Guerra
Fría.
Este inusitado
recuerdo del caso Forrestal me sorprendió. Supongo que tiene mucho que ver con
la idea fija, obsesiva, de Maduro de denunciar planes macabros de los
paramilitares colombianos. La situación desastrosa que vive Venezuela sería
culpa de ellos. Impresiona la denuncia detallada, minuciosa, de los
preparativos de esos paramilitares para apoderarse de nuestro país. Dispondrían
de muchos aviones, camuflados, estacionados en bases militares de Colombia con
custodia norteamericana. Mientras llega la hora de la acción directa, frontal,
prepararían el terreno con acciones de ablandamiento que incluyen el magnicidio
y atentados como el que cegó la vida del diputado Robert Serra.
Sin embargo,
no es verosímil que Maduro pueda ser víctima de alusinaciones. Su dependencia
de La Habana le infunde mucha seguridad en sí mismo y en su supervivencia
política. Además, le ha tomado el gusto a la buena vida. Le fascina sobrevolar
el planeta sin rumbo fijo rodeado de una especie de corte imperial flotante,
sin que nadie incurra en la impertinencia de recordarle los gravísimos problemas
de escasez de alimentos y medicamentos esenciales que padecen millones de
venezolanos. Esos millones de venezolanos allá abajo, que se las arreglen como
puedan. No hay riesgo, pues, de que Maduro pueda lanzarse al vacío desde el
Balcón del Pueblo, acosado por alusinaciones, tal como le sucedió a Forrestal.
Mientras
Maduro viaja y viaja, la situación económica se torna día a día más
desesperante, como lo revelan las colas interminables noche y día frente a
abastos, farmacias y supermercados. Lo que puede sobrevenir es una incógnita.
Puede producirse una explosión social generadora de incontrolable
inestabilidad. Los ponderados, los sensatos, los sosegados, consideran que lo
realista e inteligente es realizar una oposición “light” y esperar sin
impaciencia que Maduro gobierne hasta 2019. Está por verse si esos millones de
venezolanos, acosados por el hambre, las enfermedades, la inseguridad, están
dispuestos a seguir rodando pasivamente y en actitud de mansedumbre cuesta
abajo con el país.
Octavio Lepage
Caracas, 30
de Enero del 2015
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