Armando Martini
Pietri: Un Diputado es empleado de sus
electores y la Constitución
Cada
trabajo tiene sus particularidades y características. Y cuando la persona
aplica como candidato a ocupar un puesto laboral, de ser aceptado debe regirse
por las normas inherentes al cargo que ocupará. Usted puede buscarse un trabajo
por la necesidad de ganarse un dinero, o porque realmente lo que se hace en ese
trabajo es lo que le gusta hacer, lo que quiere hacer bien, lo que será su
vida. Es lo que llamamos vocación.
En
el tema que nos ocupa el cargo para el cual están aspirando algunos ciudadanos
es el de Diputado a la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de
Venezuela. La Constitución Nacional es la norma por la cual deben regirse
aquellos que por su trabajo y fortuna tengan la suerte, el honor y el
trascendental compromiso de ser elegidos.
Se
supone que quien hace un trabajo político tiene la política como inspiración,
es lo que le gusta, la interpreta como una forma de ser y de actuar de acuerdo con
una ideología, con un compromiso personal y con un objetivo esencial,
innegociable: ayudar a los ciudadanos de su país a mejorar sus vidas, aplicar
los elementos y principios de su ideología para que todos los ciudadanos, tanto
si votaron por el político como si no, sean beneficiados por los recursos,
oportunidades y necesidades del país.
La
política nunca ha sido una carrera fácil, aunque algunos dentro y fuera piensen
que sí lo es. Exige una constante y firme dedicación para poder ir escalando
hasta alcanzar las ubicaciones en los partidos y otras organizaciones –se puede
actuar políticamente en una Organización No Gubernamental, por ejemplo, o en
una Asociación de Vecinos- y en el Gobierno. Ser parte del Gobierno, en
cualquier nivel, es una aspiración lícita del político porque obviamente el
Gobierno de una Nación es la mayor estructura para beneficiar a los
conciudadanos.
Pero
no es la única posición. Un magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, o de
cualquier nivel del poder judicial, hace política actuando y analizando los
casos que llegan a sus manos con el mayor y más profundo conocimiento de las
leyes, reglamentos, etc., así como los fiscales hacen política aplicando las
normas, participando activa y éticamente en las investigaciones de los delitos
para así presentar ante el juez los casos esmeradamente organizados.
Políticos
de trascendental importancia son los Diputados electos para la Asamblea
Nacional, tanto si son propuestos por partidos políticos u otras organizaciones
como si se proponen a los electores por cuenta propia. Y son de primerísima
importancia porque son ellos quienes analizan las situaciones y elaboran las
leyes para regular esas situaciones. Los funcionarios del Poder Ejecutivo,
nombrados o electos; los jueces, fiscales, defensores y demás niveles del Poder
Judicial; los rectores, técnicos y empleados del Poder Electoral; etc., aplican
las leyes y normas que nacen de los Diputados del Poder Legislativo, que es,
así, el más elevado e importante poder de la República.
Ningún
Diputado a la Asamblea Nacional es “nombrado”. Al Vicepresidente Ejecutivo de
la República, a los vicepresidentes de áreas, a los ministros y a toda la
estructura de Gobierno, los nombra directamente el Presidente, por su propia
decisión o dejando la responsabilidad en individuos nombrados por él. Los
directivos de todos los demás poderes constitucionales del país, los eligen los
Diputados en la Asamblea Nacional. Por todo eso, no es posible imaginar un
hombre o una mujer con más alta responsabilidad política que un Diputado a la
Asamblea Nacional.
Pero
ha venido sucediendo en Venezuela, y no es cosa nueva, que Diputados que no son
nombrados por ningún jefe sino electos por los ciudadanos, suelen olvidarse de
su vocación política y de la responsabilidad que asumieron cuando un grupo de
ciudadanos los eligió para representarlos. Son muchos los que celebran triunfos
cuando realmente deberían firmar y consignar pactos, compromisos de acción y de
cumplimientos con quienes los eligieron.
Al
ser electos Diputados se obligan a vigilar la marcha de la República, a estar
diariamente pendientes de las necesidades de los ciudadanos, a supervisar a
todos los demás poderes en el ejercicio de sus funciones, a trabajar día tras
día en el avance del país hacia una sociedad mejor, más justa, más próspera,
más feliz y cumplidora de su constitución y sus leyes.
Esos
Diputados son empleados de los ciudadanos porque por ellos fueron escogidos
para ejercer el poder originario de los ciudadanos. Pero una vez electos, son
empleados también de la Constitución, que es la ley suprema de la nación y de
todos los ciudadanos. Por eso, cada detalle constitucional debe ser conocido,
respetado y cumplido de manera muy especial por los Diputados.
Permítanme
recordarles a quienes nos leen, electores como yo, un par de detalles de las
obligaciones constitucionales de los Diputados, para que a su vez se las
recuerden a quienes vayan a pedirles sus votos para ser elegidos Diputados y,
de paso, sugiero a todos los venezolanos electores que se lean, incluso que
memoricen, los artículos 186 al 224.
Por
ejemplo, aparte de la definición de requisitos básicos de nacionalidad, “ser
venezolano por nacimiento, o por naturalización con por lo menos quince años de
residencia en territorio venezolano”, se exige “haber residido cuatro años
consecutivos en la entidad correspondiente antes de la fecha de elección”. Es
decir, no es que conozca la zona, no es que sea popular por allí, ni siquiera
que tenga una casa vacacional: debe haber estado establecido allí, haber vivido
“por lo menos” cuatro años “consecutivos”, un requisito que a veces, en los famosos
arreglos entre partidos, puede olvidarse y olvidan.
El
trabajo y las responsabilidades de cada Diputado son tan altas y exigentes, que
el Artículo 191 de la Constitución establece explícitamente
que “Los Diputados o diputadas a la
Asamblea Nacional no podrán aceptar o ejercer cargos públicos sin perder su
investidura, salvo en actividades docentes, académicas, accidentales o
asistenciales, siempre que no supongan dedicación exclusiva”. Es decir, la
dedicación a ser diputado es exclusiva, excluyente, con la única excepción de
actividades “docentes, académicas, accidentales o asistenciales”. No se puede
ser Diputado-empresario, por ejemplo, no se puede ser al mismo tiempo Diputado
y dirigente sindical aunque haya habido muchos en la Venezuela complaciente de
los diversos partidos de los últimos 40 años.
El
artículo 197 insiste en que la
responsabilidad de Diputado no se comparte, no se ejerce parte del tiempo,
cuando establece, sin lugar a dudas, que “Los Diputados o Diputadas a la
Asamblea Nacional están obligados u obligadas a cumplir sus labores a
‘dedicación exclusiva’, en beneficio de los intereses del pueblo, y ‘a mantener
una vinculación permanente con sus electores y electoras’ atendiendo sus
opiniones y sugerencias y manteniéndolos informados e informadas acerca de su
gestión y la de la Asamblea. Deben dar cuenta anualmente de su gestión a los
electores y electoras de la circunscripción por la cual fueron elegidos o
elegidas y estarán sometidos o sometidas al referendo revocatorio del mandato en
los términos previstos en esta Constitución y en la ley sobre la materia”.
¿Alguien puede tener la más mínima duda de un texto tan claro?
El
artículo 201 también es clarísimo,
aunque los jefes de los partidos políticos y los Diputados que militan en esos
partidos suelen olvidarlo, incumplirlo habitualmente: “Los Diputados o Diputadas
son representantes del pueblo y de los Estados en su conjunto, no sujetos o
sujetas a mandatos ni instrucciones, sino sólo a su conciencia. Su voto en la
Asamblea Nacional es personal”. Si la conciencia del diputado o diputada está
en plena sintonía con la posición del partido, pues votará en ese sentido; pero
son muy pocos –o ninguno, lamentablemente- los diputados que se atreven a votar
contra lo que sus respectivos partidos ordenan, con lo cual lo que están
haciendo, en los casos en los que haya divergencias entre sus conciencias y las
posiciones partidistas, es transfiriendo ilícitamente el poder y la
representación otorgados a ellos por sus electores, a los jefes de sus
partidos. Si quieren más detalles, pregúntenles a unos cuantos diputados
especialmente del PSUV.
Las
jornadas laborales de los Diputados no se limitan a asistir y aburrirse en las
sesiones martes y jueves. Deben asistir a las sesiones plenarias, a las
reuniones extraordinarias y ordinarias y por supuesto, a las comisiones de
trabajo a las que pertenezcan, la Asamblea Nacional no es club para flojos.
Pero además, cuando un diputado deja de asistir a una de esas sesiones y
reuniones porque está en un acto de su partido, en una junta directiva de la
empresa de la cual forma parte o simplemente se queda en su casa, está
estafando a sus electores y al país, a todo el país.
Los
Diputados son contratados por los ciudadanos por elección popular directa y
secreta para ejercer y cumplir con su trabajo y por ello, devengan un sueldo,
salario o dieta mensual y en consecuencia, deben cumplir con sus obligaciones,
so pena de ser despedidos por incumplimiento de sus deberes, como sucede con
cualquier trabajador de cualquier parte del mundo y en cualquier empresa
pública, privada, mixta o de cualquier índole. El revocatorio también es un
derecho de los ciudadanos.
La
Asamblea Nacional está en la obligación –sí, amigos y camaradas, en la
obligación- de informarle al pueblo -por todos los medios masivos de
comunicación social-, de las violaciones cometidas en el trabajo de todos sus
integrantes y por supuesto también reconocer y respaldar el esfuerzo de
aquellos que han cumplido a cabalidad con sus deberes y obligaciones.
La
asistencia es una de las obligaciones más violadas por los Diputados
venezolanos. De las más recurrentes fallas que se producen en los trabajos, es
la inasistencia sin duda la que se lleva el primer lugar. Es comprensible que
se produzcan ausencias, a cualquiera le pasa enfermarse o tener que asistir a
otras obligaciones, eso se entiende. Pero que un Diputado de cualquier partido
tenga ausencias por encima del 25 % -tomamos ese porcentaje como razonable, los
Diputados deben viajar a sus circunscripciones, lo establece la Constitución, y
también les da gripe o se indigestan, en cualquier caso equivale a una semana
de cada mes del año- es pura y simplemente ilícito, anticonstitucional,
irresponsable y, por todo ello, intolerable.
La
Mesa de la Unidad Democrática ya empezó por limitar la participación directa de
los electores para escoger sus representantes a la Asamblea Nacional, y convoca
a elecciones primarias parciales en sólo 38 de los 87 circuitos electorales en
el país. Ello demuestra el abuso con el ciudadano que pide a gritos poder
elegir a su representante y que no sea impuesto a dedo por un cogollo
partidista y se repartan los cargos de elección popular como un botín; que
ahora les falte tiempo no es excusa, porque bastante tiempo tuvieron los
partidos opositores para prepararse.
En
el oficialismo las cosas no son demasiado diferentes. Hablan de primarias, pero
hay movimientos muy fuertes –Marea Socialista, pongamos por caso- que reclaman
estar siendo excluidos. Puede entenderse –digamos más bien soportarse- la
disciplina partidista, y hasta el segundo lejano lugar en el cual mantienen a
los partidos colaboradores. Pero, ¿realmente hay democracia dentro de la estructura
chavista, representan los Diputados oficialistas a las comunidades que los
eligieron? ¿Trabajan todos los días –siquiera el 75 % del año- los diputados
oficialistas?
A
estas alturas, en medio del caos en que nos mantiene un Gobierno incompetente,
más preocupado por alardes, proclamas y promesas que recicla una y otra vez,
tanto la presidencia de la Asamblea Nacional, como las directivas del Psuv, del
Polo Patriótico y de la Mesa de la Unidad Democrática MUD, deberían estar aireando
públicamente los nombres de aquellos Diputados, “independientes” o dirigentes
de partidos y grupos, que tienen inasistencias en exceso y ahora aspiran a ser
reelectos, es lo menos que se le puede pedir a esas dirigencias. ¿O también es
mucho pedirle, especialmente a dirigentes que han ido saltando de
partido en partido para mantenerse cobrando, y a otros que llevan décadas
aferrados a las jefaturas de sus partidos?
Ellos,
los dirigentes, deben ser los primeros garantes de que cada uno de los
militantes y simpatizantes de los partidos y grupos que aspiren a ser electos Diputados
realmente representen a sus comunidades. Que mantengan la relación con sus
partidos, que se guíen por las ideologías, que cumplan con normas de sus
organizaciones, pero que tengan muy clara su representación de aquellos hombres
y mujeres que los eligieron, que los elevaron al Poder Legislativo. Porque ésa
es su primera obligación, todos los días del año. Como Diputados, como
integrantes del Poder Legislativo elegidos por el pueblo, ellos y ellas son los
dirigentes.
@ArmandoMartini
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