“DIÁLOGO, REVOCATORIO, OEA”
Por Carlos Canache Mata
El diálogo, además de seña de civilidad, es
una palabra prestigiosa. A él no solo se recurre en la política, sino también
en el género literario y en pasajes de
los Evangelios cuando se refieren a afectos o ideas disímiles. Nadie se atreve
a declarar que es enemigo del diálogo, como tampoco ahora nadie se atreve a
pronunciarse contra la democracia.
No se duda que en la mega-crisis que vive en
Venezuela, destella la arista de la confrontación. Desde el país y desde la
comunidad internacional surgen voces pidiendo diálogo para buscar salidas a las
graves dificultades que atravesamos. Nada menos que el papa Francisco, en marzo
de este año, solicitó a los actores políticos venezolanos que dialoguen “para
que se trabaje en pos del bien común”. El Secretario General de la ONU, Ban
Ki-Moon, ha instado a “un diálogo político inclusivo” entre el Gobierno y
quienes se le oponen. La OEA ha abierto la posibilidad de que se conforme un
“grupo de amigos”, que se sumaría a los tres ex-presidentes (Rodríguez Zapatero, Fernández, Torrijos), escogidos
unilateralmente por Unasur y Maduro y su gente, como mediadores del diálogo
entre el oficialismo y la oposición. Debe quedar claro que el diálogo exige
mutua buena fe y no puede ser maniobra táctica para ganar tiempo y cerrarle el
paso a otras alternativas.
Paralelamente al diálogo, que todavía no
existe, puede y debe seguir su curso el procedimiento del referendo
revocatorio. Como ha dicho la MUD, el revocatorio no es negociable por cuanto
es un derecho político sustentado en el artículo 72 de la Constitución
Nacional. Las inenarrables trácalas del CNE, algunas trajeadas con arreos de la
picaresca política, en la fase de validación de las firmas de los solicitantes
del revocatorio, ya ocupan sitios cimeros en la historia de las infamias republicanas.
Hay que estar alertas ante las artimañas y celadas que el gobierno y el CNE
seguramente planean para las próximas fases de esa consulta popular. El
gobierno parece no darse cuenta que si se troncha el camino del revocatorio, un
precipicio insondable se abrirá a sus pies.
Lo que pasó en la reunión del Consejo
Permanente de la OEA el pasado 23 de este mes presenta varios aspectos. Fue
derrotada la moción oficialista de improbar el orden del día y así impedir la
presentación del Informe de Almagro ante el Consejo. Fue un triunfo de la
oposición venezolana. Al final de la reunión, no se votó ninguna decisión. No
coinciden las opiniones sobre si quedó o no activada la Carta Democrática
Interamericana. El internacionalista Adolfo Salgueiro (artículo del 25-6-16)
comenta que la oposición “quería la activación de la Carta Democrática”,
aceptando implícitamente que no logró ese objetivo. Otro profesor de derecho
internacional, Mariano de Alba (artículo publicado en Prodavinci la noche del
mismo día de la reunión del CP de la OEA), sí dice explícitamente que “no se
aprobó la activación de la Carta Democrática”. Henry Ramos, presidente de la AN
y abogado con gran criterio jurídico y político, declaró el pasado lunes que la
Carta Democrática está activada.
En todo caso, la reunión del CP de la OEA
quedó abierta y la espada de Damocles, valga el lugar común, cuelga sobre la
cabeza del régimen.
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