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miércoles, 15 de junio de 2016

“TRAFICANTES DEL DIÁLOGO” Por Octavio Lepage


“TRAFICANTES DEL DIÁLOGO”
HOJA DE RUTA POLÍTICA (No 212)
Octavio Lepage


El diálogo es la fórmula civilizada para buscarle salida pacífica a crisis políticas graves. Funcionó de maravillas en España. Al final de una dictadura prolongada y durísima como la de Francisco Franco, culminación de una guerra civil con millones de muertos, se esperaba lo peor, pero la transición fue pacífica. Primero fue presidente Adolfo Suárez, ministro de Franco, luego el joven Secretario General del Partido Socialista Felipe González, quien por 14 años fue Presidente del Gobierno (allá existe un régimen parlamentario). También fue pacífico el tránsito de la dictadura a la democracia en Chile, donde Pinochet fue forzado por el Alto Mando Militar a aceptar su derrota en el plebiscito, y fue electo presidente Patricio Aylwin, del Partido Demócrata Cristiano, con el apoyo del Partido Socialista dirigido por Ricardo Lagos.

La probada eficacia del diálogo como mecanismo civilizado para superar conflictos políticos explica que con insistencia lo recomienden personalidades e instituciones de gran prestigio y autoridad. Su Santidad el Papa Francisco, más de una vez, en público y en privado, ha señalado que el diálogo es la salida a nuestra crisis política; y en el mismo sentido vienen opinando su Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin y los ilustres prelados Cardenal Urosa Savino y Monseñor Diego Padrón, Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. El diálogo es también la recomendación de numerosos ex presidentes de repúblicas, y de dirigentes de organizaciones internacionales de reconocido prestigio.

Maduro nunca ha tenido interés en el diálogo. Para cuidar las apariencias, en una oportunidad invitó a dirigentes de la oposición a dialogar. Estos atendieron la invitación asistiendo a Miraflores con la exigencia de que el encuentro fuera transmitido por televisión. Como los invitados concurrieron no a un besamanos diplomático sino a exponer quejas y críticas, el diálogo murió al nacer. Nunca más fueron invitados a dialogar. Maduro continuó negándole a la oposición el pan y el agua. Ni Chávez incurrió en los excesos a que ha llegado Maduro.

Como la política no puede mantenerse indefinidamente congelada, ya que como acostumbra decirse es básicamente dinámica, llegó un momento en que Maduro no pudo evitar someterse a la prueba electoral. Con su arrogancia y torpeza habituales, anunció anticipadamente que no aceptaría el triunfo de la oposición. Sin embargo, lo aceptó. No sabemos hoy en día si por estrategia o por presiones irresistibles.

Desde entonces, Maduro tiene bloqueada a la nueva Asamblea Nacional. A pesar de un mandato popular tan sólido como el obtenido el 6D, con el apoyo incondicional de una mayoría de magistrados sin mucha solvencia profesional y ética, Maduro anula todas las decisiones aprobadas por la Asamblea Nacional. Como ésta no puede rendirse, acudió a la Constitución para seleccionar un mecanismo institucional con el cual enfrentar el saboteo. Ese mecanismo es el Referendum Revocatorio, cuya realización viene siendo obstaculizada y torpedeada por el gobierno valiéndose de la mayoría inconstitucional que tiene en el Consejo Nacional Electoral y del servilismo del TSJ.

Para disimular su maniobra obstruccionista, Maduro ha echado mano a ex presidentes de república cuya lealtad tiene asegurada porque han sido, y siguen siendo, beneficiarios de nuestra generosa petrochequera. Ellos presionan a favor del diálogo como simple maniobra dilatoria. La MUD se ha mantenido firme, y así debe mantenerse, en la realización del Referendo, porque lo reclama y apoya la inmensa mayoría de los venezolanos.


Caracas, 14 de Junio del 2016

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