“RÓMULO GALLEGOS”
Por Carlos
Canache Mata
La semana pasada, dentro y fuera de nuestras
fronteras, una noticia nos sacudió a todos. La tumba de Rómulo Gallegos y su
esposa había sido profanada en el Cementerio General del Sur en Caracas. En
tiempos de maldad sucede hasta lo inimaginable. “Para toda Venezuela –señaló el
CEN de AD- este abominable hecho constituye una vergüenza sin precedentes en
nuestra historia patria y representa la aberrante paradoja que, en pleno siglo
XXI, se cometa un acto de barbarie peor que la que denunciaba Rómulo Gallegos
en Doña Bárbara en los comienzos del siglo XX venezolano”.
Ya antes, el 24 de noviembre de 1948, tres
tenientes coroneles, mediante un golpe de Estado, lo expulsaron de la
Presidencia de la República y se adueñaron del poder. Años más tarde, en el mes
de abril del año 2009, otro teniente coronel, también golpista, Hugo Chávez
Frías, removió su busto del patio central del Palacio de Miraflores y lo
reemplazó por el del general-dictador Cipriano Castro. Fue, dijo Simón Alberto
Consalvi, una más de “las jugadas de Ño Pernalete”. Se sustituía a Santos
Luzardo por Doña Bárbara.
Con frecuencia, los medios de comunicación
informan sobre la violencia macabra existente en el mencionado camposanto,
debido a la inseguridad que allí campea. Al momento de escribir estas líneas,
no se sabe si es que estamos en presencia de perversidades necrológicas
inspiradas en conjuros de hechicería o de otra naturaleza. Tampoco se tiene la
certeza de que los restos del ilustre escritor, al igual que los del
ex-presidente Medina también profanados, fueron extraídos de sus espacios
mortuorios. La exhumación de los restos determinaría la magnitud de los actos
vandálicos. Se ha pedido la intervención del Ministerio Público para que
investigue, con la asesoría especializada correspondiente, lo ocurrido.
Rómulo Gallegos falleció en la madrugada del
5 de abril de 1969. Fue velado en el Salón Elíptico del Capitolio Federal,
donde el presidente Rafael Caldera pronunció sentidas palabras en nombre del
país entero. Tomo una frase suya: “Está de pie la patria para despedir a Rómulo
Gallegos, cuyo espíritu parte, en alas de la gloria, en vuelo firme hacia la
eternidad. Su cuerpo baja a la misma tierra que él interpretó mejor que nadie,
para confundirse con ella”. La grandeza de su obra literaria y su dignidad de
repúblico insigne están en un Olimpo inalcanzable por el primitivismo y la
barbarie.
A los 25 años de su muerte, el 7 de abril de
1994, el Senado de la República acordó, por unanimidad, que sus restos fuesen
llevados al Panteón Nacional. Le había pedido a su hija Sonia que no permitiera
que lo separaran de su esposa doña Teotiste, a cuyo lado estaría enterrado al
morir. Ahora, lo que acaba de suceder aconseja revisar esa solicitud. Allí lo
esperan los grandes venezolanos de todos los tiempos.
Quienes en México nos honramos compartiendo
exilio con él, lo veíamos como si Venezuela, la que cantó en sus novelas,
estaba allí con nosotros.
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