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martes, 21 de junio de 2016

“RÓMULO GALLEGOS” Por Carlos Canache Mata


“RÓMULO GALLEGOS” 
Por Carlos Canache Mata

   La semana pasada, dentro y fuera de nuestras fronteras, una noticia nos sacudió a todos. La tumba de Rómulo Gallegos y su esposa había sido profanada en el Cementerio General del Sur en Caracas. En tiempos de maldad sucede hasta lo inimaginable. “Para toda Venezuela –señaló el CEN de AD- este abominable hecho constituye una vergüenza sin precedentes en nuestra historia patria y representa la aberrante paradoja que, en pleno siglo XXI, se cometa un acto de barbarie peor que la que denunciaba Rómulo Gallegos en Doña Bárbara en los comienzos del siglo XX venezolano”.

   Ya antes, el 24 de noviembre de 1948, tres tenientes coroneles, mediante un golpe de Estado, lo expulsaron de la Presidencia de la República y se adueñaron del poder. Años más tarde, en el mes de abril del año 2009, otro teniente coronel, también golpista, Hugo Chávez Frías, removió su busto del patio central del Palacio de Miraflores y lo reemplazó por el del general-dictador Cipriano Castro. Fue, dijo Simón Alberto Consalvi, una más de “las jugadas de Ño Pernalete”. Se sustituía a Santos Luzardo por Doña Bárbara.

   Con frecuencia, los medios de comunicación informan sobre la violencia macabra existente en el mencionado camposanto, debido a la inseguridad que allí campea. Al momento de escribir estas líneas, no se sabe si es que estamos en presencia de perversidades necrológicas inspiradas en conjuros de hechicería o de otra naturaleza. Tampoco se tiene la certeza de que los restos del ilustre escritor, al igual que los del ex-presidente Medina también profanados, fueron extraídos de sus espacios mortuorios. La exhumación de los restos determinaría la magnitud de los actos vandálicos. Se ha pedido la intervención del Ministerio Público para que investigue, con la asesoría especializada correspondiente, lo ocurrido.

   Rómulo Gallegos falleció en la madrugada del 5 de abril de 1969. Fue velado en el Salón Elíptico del Capitolio Federal, donde el presidente Rafael Caldera pronunció sentidas palabras en nombre del país entero. Tomo una frase suya: “Está de pie la patria para despedir a Rómulo Gallegos, cuyo espíritu parte, en alas de la gloria, en vuelo firme hacia la eternidad. Su cuerpo baja a la misma tierra que él interpretó mejor que nadie, para confundirse con ella”. La grandeza de su obra literaria y su dignidad de repúblico insigne están en un Olimpo inalcanzable por el primitivismo y la barbarie.

   A los 25 años de su muerte, el 7 de abril de 1994, el Senado de la República acordó, por unanimidad, que sus restos fuesen llevados al Panteón Nacional. Le había pedido a su hija Sonia que no permitiera que lo separaran de su esposa doña Teotiste, a cuyo lado estaría enterrado al morir. Ahora, lo que acaba de suceder aconseja revisar esa solicitud. Allí lo esperan los grandes venezolanos de todos los tiempos.


   Quienes en México nos honramos compartiendo exilio con él, lo veíamos como si Venezuela, la que cantó en sus novelas, estaba allí con nosotros.

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