“Una ola de verdadera solidaridad”
Por Silvia E. Rodríguez
Schwartz.
Con esta tragedia de la ausencia de medicinas (no escasez,
ausencia) si se puede sacar la parte buena, es que ha comenzado a generarse
hace rato una noción del bien común por parte de muchas personas.
Se han abierto canales, como las múltiples fundaciones que
ayudan a localizar las medicinas, que multiplican los tuits de quienes
solicitan algo extinto o difícil. Las mismas fundaciones a veces logran
conseguirlas y se comunican con el solicitante. No solo en Twitter. En todas
las redes.
Asimismo, y es quizá parte de lo novedoso que surge a partir
de la toma de conciencia de la gravedad del caso, hay personas que reciben
donaciones de medicamentos a través de páginas especializadas o a través de las
mismas redes, de particulares incluso.
Al recibirlas y contactar al donador, comienzan a emprender
de nuevo la búsqueda, pero ahora de las medicinas que requiere su donador.
Esto, hasta asombra a quien dona sin esperar nada a cambio,
como muchísima gente lo hace.
Aquí es donde se comienza a asomar una clara inclinación al
manido bien común: si yo contribuyo en algo a que tú estés bien o mejor y tú,
espontáneamente, decides contribuir a tu vez con mi necesidad, resulta que
todos empezamos a estar un poquito mejor que ayer… se hace más ligera la carga.
Sintiendo que nos pertenecemos todos, nos cuidamos todos y
nos tratamos de salvar todos. No es la Isla de la Fantasía. Es Venezuela.
Eso está formando parte de la vida real del venezolano que
sufre esta agonía.
Si es un aprendizaje, alabado sea Dios. Si es un recurso
forzoso para salir cada uno de sus apremios, igual es un aprendizaje. Entonces
alabado sea Dios.
“Creo que he aprendido que la mejor manera de
levantarse uno mismo es ayudar a otra persona.”
Brooker Washington
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