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jueves, 16 de junio de 2016

El reto de la Democracia Cristiana ante la barbarie inconstitucional del poder en Venezuela Por José Amando Mejía Betancourt.


El reto de la Democracia Cristiana ante la barbarie inconstitucional del poder  en Venezuela 
Por José Amando Mejía Betancourt.[1]

                                                   Sumario

Introducción: La debilidad política de la oposición democrática.
A.- La ampliación de la estructura política de la oposición democrática.
1.-La movilización política sin fines electorales como problema.
2.-El resurgimiento de una nueva Democracia Cristiana parlamentaria en Venezuela.
3.- La organización de la nueva Democracia Cristiana.
B.- Los desafíos inmediatos de la Democracia Cristiana.
1.- La defensa de la Asamblea Nacional.
2.- Armonizar las luchas políticas de la sociedad civil.
3.- La resistencia a la dictadura militar.
Conclusión: La urgente obligación de construir la nueva Democracia Cristiana.




Introducción: La debilidad política de la oposición democrática.

La Asamblea Nacional tiene la obligación de desconocer a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que con sus temerarias sentencias la ha vaciado de sus naturales competencias constitucionales de legislar y de control del Gobierno y la Administración Pública Nacional,[2] concentrando todo el poder público en manos del Presidente de la República.[3] Situación que constituye una barbarie anti-jurídica y una violación absoluta de la Constitución a la que ha hecho perder su efectiva vigencia.[4]
Esta acción de desconocimiento de la Sala Constitucional que debe ejecutar y consumar la Asamblea Nacional es de naturaleza constituyente y, por tanto, de una tal envergadura política que requiere de un sólido respaldo y un acompañamiento comprometido y permanente de la sociedad civil, que debe movilizarse a todo lo largo y ancho del territorio en defensa del sistema constitucional. No hay duda que la nueva y contundente mayoría democrática de la Asamblea Nacional tiene toda la voluntad política de recuperar sus competencias y atribuciones que le han sido arrebatadas por la reiterada e inconstitucional jurisprudencia de la Sala Constitucional[5] y, para ello, cuentan con el firme apoyo de la comunidad jurídica venezolana que está escandalizada ante los atropellos inconstitucionales de que es objeto la Asamblea Nacional.[6] Pero, los obstáculos y las dificultades que tiene el Parlamento venezolano para enfrentar a la Sala Constitucional  derivan principalmente del hecho de carecer del respaldo necesario, contundente y decidido de la sociedad civil a la cual representan, lo que le impide asumir con determinación ese combate jurídico-político en defensa del Estado de derecho y la democracia.[7]
Este escenario nos permite apreciar como la oposición democrática venezolana tiene una gran debilidad frente al poder autoritario del chavismo , pues carece de un partido político fuerte que la represente y que sea el instrumento fundamental que, conforme a lo que enseña la  Ciencia Política, haga posible asumir con decisión un reto y una acción política de esta naturaleza.[8] Lo que a su vez ayuda a entender porque el modelo bipartidista  que existió en Venezuela[9] sucumbió víctima de la lógica caudillista y personalista del sistema presidencial de gobierno, que acabó con los mismos partidos que lo crearon y del cual se beneficiaron.[10]
El eclipse histórico y político de los grandes partidos de la democracia, ha hecho que a partir de entonces, el sistema de partidos no ha recuperado la vitalidad, fuerza y  brío que tenía  en otros tiempos y que le daba una estabilidad envidiable al sistema político.[11]  Y surgieron otro tipo de partidos mucho más modestos y sobre todo electoralistas, concebidos fundamentalmente para enfrentar desafíos electorales, pero que carecen de la potencia y la envergadura suficiente que se requiere para canalizar otro tipo de objetivos políticos distintos, como por ejemplo, el de producir un sólido respaldo de la sociedad civil a la Asamblea Nacional en la defensa de sus competencias constitucionales. Lo que demuestra fríamente  que si bien tienen la estructura y movilidad para hacer ganar unas elecciones a la oposición democrática, carecen de la fuerza suficiente para defender los resultados.[12]
A partir del derrumbe de los grandes partidos venezolanos “Acción Democrática” y “Copey”, el sistema se recompuso en un multipartidismo con organizaciones pequeñas y medianas, pensadas primordialmente como fuerzas electorales y comportándose como instrumentos   de competición en eventos de naturaleza eleccionaria,[13] con un alcance limitado de acción y actividad,  lo que coincidió con la llegada del chavismo al poder en Venezuela.[14] Desde entonces, la oposición democrática se concentra y focaliza primordialmente en una continua lucha electoral durante la era chavista y hasta ahí han llegado sus posibilidades políticas.[15]
Pero, ahora, entre gobierno y oposición está planteada otro tipo de confrontación diferente sin fines electorales, ya que se trata de una formidable disputa jurídico-política por la defensa del triunfo electoral del 6 de diciembre de 2015[16] y la consolidación de la mayoría parlamentaria de la oposición democrática, lo que va mucho más lejos de lo  comicial. De cara a la desfachatez de un gobierno que ya se ha transformado en dictadura militar[17] y que al desconocer la victoria electoral de la oposición ha provocado el hundimiento de la Constitución venezolana a la que le ha hecho perder su efectiva vigencia.[18]
 El respaldo a la Asamblea Nacional y la recuperación de sus competencias constitucionales constituyen, en efecto, combates políticos necesarios pero tienen una naturaleza jurídica y ciudadana distinta al pugilato eleccionario, que los partidos de la oposición democrática no pueden ni quieren afrontar por no tener la potencia suficiente para ello, ni haber sido concebidos para actuar en un  horizonte que no sea primordialmente el electoral. Se explica, entonces, porque estas  organizaciones políticas privilegian involucrarse, antes que nada, en agendas electorales como el mecanismo del  referendo revocatorio al Presidente que está en curso,[19] que participar en otro tipo de confrontación jurídico-política como el de defender la integridad institucional de la Asamblea Nacional, a la cual, poco a poco, están abandonando a su suerte y dejando solos y sin respaldo a sus diputados. Pues si se ganaron abrumadoramente las elecciones del 6 de diciembre de 2015 y se eligió una mayoría absoluta de la oposición democrática, de lo que se trata actualmente es de defender sin titubeos esa victoria electoral.[20] Lo sensato y obvio no es sacrificar a la Asamblea Nacional para apostar, de manera miope y restringida, todos los dados al referendo revocatorio presidencial como en el canto llanero de “Rosalinda”, sino que, hay  que armonizar ambas acciones en una estrategia política inteligente, complementaria, lúcida y de buen juicio. [21]
Si bien la dimensión eleccionaria de la lucha política es muy importante no es suficiente, pues las posibilidades previstas en la Constitución para su defensa van mucho más allá de lo estrictamente electoral. Por lo que no se puede aceptar  la opinión de aquellos que afirman, permanentemente, que en lo electoral se agotan todas las posibilidades constitucionales de la sociedad democrática[22] para actuar y movilizarse políticamente contra el poder chavista, porque no es verdad; ya que, tan constitucional fue luchar por ganar unos comicios como los parlamentarios del 6 de diciembre de 2015, como hacerlo para que se respete el resultado electoral y se le devuelvan a la Asamblea Nacional sus competencias constitucionales. Pero la corriente mayoritaria de la MUD y de los partidos que la integran,    ven prioritariamente la dimensión electoral del combate político en Venezuela, [23] por lo que rehúyen cualquier otro tipo de enfrentamientos de orden político-jurídico con la dictadura chavista[24] y viven en una ilusión y agitación electoral permanente.
Si constatamos que la situación política e institucional de Venezuela está  actualmente bloqueada de manera irregular y anormal en beneficio del gobierno chavista, que luego de perder las elecciones del 6 de diciembre de 2015 ha violentado gravemente el orden constitucional y previsiblemente lo seguirá haciendo, a pesar de que la oposición democrática constituye una mayoría política tanto parlamentaria como a nivel nacional; se hace necesario tomar conciencia de la necesidad que la sociedad democrática  se active de una manera más amplia, categórica y permanente, mediante un gran movimiento político que despeje  la situación política y  logre reconducir este inaudito estado de cosas al sendero de la constitucionalidad.
Por ello queremos proponer la idea que debe resurgir un nuevo y gran partido político en Venezuela que refuerce la acción política de la sociedad democrática. Pues pienso que en este momento la vía venezolana para la toma de conciencia política y de lucha contra la dictadura debe ser la de un gran partido político.[25]

A.- La ampliación de la estructura política de la oposición democrática.

Si la oposición democrática está consciente  de su actual debilidad política para afrontar desafíos y combates más allá de lo electoral, tiene entonces por delante la difícil tarea de pensar en ampliar su estructura política ante la barbarie inconstitucional del poder chavista; y debe decidirse sin más titubeos en dotarse de una organización partidista que como herramienta tenga la fortaleza suficiente para servirle de complemento, apoyo y sostén. Que le permita y  haga posible utilizar cabalmente todas las potencialidades y recursos de todo tipo de que dispone, tanto humanos como materiales, para aumentar la legítima resistencia al poder  chavista. Pues es evidente que la falta de una gran organización política imposibilita a la sociedad civil aprovecharse útilmente de todas sus capacidades y dificulta el sacarle provecho a todos sus atributos, que se están desperdiciando por falta de uso en la lucha política lo que favorece a la dictadura.[26]
 No se trata de una nueva organización para que entre a competir en el terreno electoral con la MUD, que ya lo hace muy bien y con éxito, sino de ofrecer una fórmula para que la sociedad civil aproveche sus capacidades sub-utilizadas y que permanecen dormidas. Si la MUD está ordenada principalmente como una estructura de competición para enfrentar al chavismo en los frecuentes eventos electorales, entonces el nuevo partido político debe ser concebido como una estructura colectiva que propicie cambios institucionales profundos en Venezuela, asuma objetivos jurídico-políticos distintos a lo electoral pero igualmente importantes, [27]y enfrente al régimen chavista en los otros escenarios donde se manifiesta la dictadura.[28]
El nuevo partido está llamado a ser un instrumento que promueva y facilite la movilización permanente, decidida y responsable de la sociedad democrática  en espacios distintos a lo electoral.[29] Y tener en cuenta que la doctrina de la Ciencia Política nos recuerda “que el poco interés en relación a los partidos políticos le hace sobre todo el juego al poder, que encuentra frente a él a personalidades aisladas en lugar de partidos poderosos”.[30] 

1.- La movilización política sin fines electorales como problema.

 El gran problema de la sociedad democrática es la necesidad de que se mantenga en actividad y movimiento constante, ya que únicamente se pone intermitentemente en acción cuando se presentan eventos electorales. Pues para poder producir el rescate de la democracia en Venezuela es necesario convocar a los ciudadanos a que se incorporen activamente a la defensa del Estado de derecho, motivarlos y poner al pueblo en pie de lucha permanente contra la dictadura militar chavista.[31]
La oposición democrática a pesar de ser largamente mayoritaria en la Asamblea Nacional y en el país, no puede hacer funcional su poder político ni si quiera en la propia Asamblea Nacional,[32] porque carece de un decidido respaldo popular amplio, contundente, comprometido y duradero. Los partidos políticos que conforman la coalición de la Unidad Democrática (Mesa de la Unidad Democrática “MUD”) no tienen individualmente ni en su conjunto, la fuerza política para generar y provocar una fuerte movilización de los ciudadanos  sin fines electorales y ahí está precisamente la debilidad que constituye el talón de Aquiles de la oposición democrática. Por ello es necesario que resurja en Venezuela un gran partido político que provoque la movilización permanente de la sociedad civil en su lucha contra la dictadura chavista.
 En el pasado existieron grandes partidos políticos como “Acción Democrática”  y “Copey”, que tenían individualmente  la fuerza suficiente para activar masivamente a los ciudadanos.[33] Pero, actualmente, ante la ausencia histórica y el vacío dejado por las grandes organizaciones políticas del bipartidismo, no hay ningún partido en la MUD  que por sí solo o acompañado  de otras formaciones, tenga la fortaleza y el vigor suficiente para provocar la movilización popular que se requiere para poder desplazar del poder a la dictadura chavista; lo que es una dramática debilidad de la oposición democrática que la está pagando muy cara en este momento.[34] Aquellos grandes partidos, antes que empezara su decadencia, eran fuerzas de acción con la capacidad y la ambición de orientar y dirigir cambios políticos de trascendencia,[35] pero, como hemos dicho, ahora los partidos son presidencialistas, electoralistas y personalistas, de talla mediana y sin mayores ambiciones nacionales ni históricas que sus propias posibilidades y el horizonte hasta donde llega su mirada.[36]
Así las cosas, además, a la hora actual, cuando la sociedad civil está exigiendo urgentes cambios políticos y a la Asamblea Nacional le resulta muy difícil actuar por faltarle un suficiente respaldo popular, entonces, obviamente, hay que hacerle ver a los ciudadanos que no basta con haber otorgado una mayoría parlamentaria a la “Mesa de la Unidad  Democrática”, sino que deben asumir la responsabilidad de involucrarse a fondo en un combate político más allá del voto y defender con todas sus fuerzas a esa mayoría en la Asamblea Nacional y a la institución misma.[37] Que tiene una gran importancia en nuestro sistema político y que se ha visto irregularmente neutralizada por la inconstitucional actividad jurisdiccional de la Sala Constitucional. Si los partidos políticos venezolanos tuvieran conjuntamente un potencial de penetración ciudadana, ya hubieran liderado una movilización popular en defensa de la Asamblea Nacional contra la Sala Constitucional, pero no lo han podido hacer porque su limitada capacidad política no se los permite.[38] Es evidente que la Asamblea Nacional tiene la voluntad de lucha pero siente una perturbadora  fragilidad por la falta de respaldo popular.
Por otra parte, recordemos que al ser la “acción de desconocimiento” de una autoridad pública[39] de naturaleza constituyente con la pretensión de proteger a la Constitución,[40] se trata de una acción política primigenia y originaria del poder del pueblo que se da en situaciones extraordinarias y ante acontecimientos impredecibles; como en la actual circunstancia cuando la Sala Constitucional chavista pretende con sus sentencias acabar con toda la estructura constitucional de la democracia y crear un nuevo orden comunista al estilo de la dictadura cubana.[41] Por ello es necesario un enorme esfuerzo político del pueblo  y un trascendental compromiso histórico de la sociedad civil con la Constitución, más allá del voto.[42]
Hay que dar por sentado que la “Mesa de la Unidad Democrática” y los partidos que la integran,[43]constituyen algo parecido a lo que la doctrina de las Ciencias Políticas llama “partidos o movimientos de cuadros”, [44]es decir, integrados por personalidades prominentes, reconocidas y notables y concentrados alrededor de dirigentes importantes, donde “los órganos directivos concentran prácticamente toda la actividad del movimiento”.[45] Que tienen una capacidad de acción circunscrita fundamentalmente a lo electoral,[46] pero, frente a los arrebatos y despropósitos de la Sala Constitucional que es otro tipo de lucha padecen de fuertes limitaciones. En estas circunstancias y ante la imposibilidad que mediante la persuasión se pueda llegar a acordar un liderazgo conjunto para desconocer a la Sala Constitucional[47] con la finalidad de restablecer el orden constitucional, y facilitar en un futuro próximo el cambio de régimen político con el objeto de transformar a Venezuela en una democracia parlamentaria,[48] aparece la incuestionable necesidad de construir una nueva fuerza política que pueda asumir con éxito estos retos y todo parece indicar que debería surgir de la corriente de pensamiento de la Democracia Cristiana.

2.- El resurgimiento de una nueva Democracia Cristiana parlamentaria en Venezuela.

Dadas las debilidades y limitaciones  de los partidos de la oposición democrática que integran la coalición electoral de la MUD,  es necesario y conveniente que surja en Venezuela un nuevo gran partido político. Que pueda liderar a la sociedad civil en otros combates jurídico-políticos y la incite a asumir activamente sus responsabilidades constitucionales, llene el vacío que tiene la estructura partidista de la oposición, amplíe su horizonte de acción y complemente a la MUD en sus esfuerzos políticos.
 Todo parece indicar que la aparición de un gran partido democrático en la vida política venezolana es perfectamente posible y viable; organizarlo es una operación relativamente sencilla si se utilizan los medios gerenciales y técnicos modernos; y sobre todo, es un trabajo que se puede realizar con mucha rapidez si la sociedad civil se involucra con seriedad y entusiasmo.
 En este sentido creemos posible el resurgimiento de la Democracia Cristiana en Venezuela sobre  la base tres consideraciones fundamentales: La primera, que se relance la  Democracia Cristiana a partir de las ideas que conforman el proyecto de cambiar el sistema político, para que Venezuela se transforme en una moderna democracia parlamentaria y abandone el régimen presidencial de gobierno.[49] La segunda,  se refiere a que, como hemos dicho, existe en la actual coyuntura política la necesidad urgente de que brote en la sociedad democrática un poderoso y comprometido movimiento político, para que impulse importantes acciones y movilizaciones jurídico-políticas más allá de lo electoral y aproveche las capacidades de la sociedad civil que están aletargadas y adormecidas, las cuales se requieren para restablecer el Estado de derecho y la democracia.[50] Y la tercera  consideración consiste en que  se debe pretender refundar una nueva Democracia Cristiana, en el sentido de que sea recién hecha, distinta y diferente a la que antes había.[51]
Si bien se requiere de formulaciones politológicas más acabadas para hacer un examen más completo, se impone pensar en la necesidad que un gran partido civil y democrático aparezca de nuevo en nuestra historia, para que levante la fuerza necesaria y aproveche la energía existente en el seno de la sociedad civil con el fin de activar y movilizar a los ciudadanos en defensa de la institucionalidad democrática.[52] Y esa fuerza política tiene que brotar ahora, necesariamente,  de la “Democracia Cristiana” por múltiples razones. La primera de ellas es constatar que este nuevo partido no ha podido emerger del campo de la “Social Democracia”, donde  una operación de esta naturaleza luce llena de dificultades y casi que imposible, pues no se tiene la visión de futuro y el liderazgo necesario para ello. Así vemos como la “social Democracia” venezolana solo se ha podido recomponer electoralmente de manera limitada y pragmática en varios de los partidos que integran la MUD, que se reparten con pequeñas diferencias esa misma corriente de pensamiento y se distinguen simplemente por el personalismo intransigente de sus dirigentes.[53]
La “Social Democracia” como organización y corriente de pensamiento aparte de estar muy debilitada y dividida en Venezuela,[54] tiene una severa crisis de identidad tanto nacional[55] como internacionalmente,[56] en relación al papel que debe jugar el Estado en la sociedad y a su rol en una economía de mercado; por lo que su comportamiento político resulta frecuentemente de un pragmatismo desorientado, lo que la hace lucir ambigua y contradictoria.[57] Y, las posibilidades de desarrollo organizacional, renovación ideológica y operativa del partido “Acción Democrática” están estancadas desde hace mucho tiempo; partido que permanece inmutable en el tiempo sin mayores miras, anclado en la contemplación nostálgica  de su pasado histórico  y con una permanente desconfianza en su propia sombra.[58]
Por su parte, la “Democracia Cristiana” puede forjarse una nueva identidad al absorber su pasado más fácilmente sin ser su expresión ni quedar atrapado en él, al tiempo de ordenarse conceptualmente hacia el futuro; y desde mi punto de vista, dispone, además, de la capacidad intelectual para entender, debatir y asumir el proyecto político de transformar a Venezuela en una auténtica democracia parlamentaria. Con lo cual se sumergiría de nuevo en la trama  de la vida política venezolana y estaría  dando un enorme salto adelante que le proporcionará una gran credibilidad y el impulso necesario a su recuperación.[59]  Además, hay elementos de la coyuntura política actual[60] y del micro clima político del partido “Copey”,[61] que son favorables al surgimiento de una nueva Democracia Cristiana y al inicio de otro ciclo histórico para esta corriente política. Pues, la Democracia Cristiana es una corriente de pensamiento y un movimiento político demasiado importante para el futuro de Venezuela y no puede depender de las vicisitudes y luchas internas de una organización política que luce para muchos en decadencia. [62]
La teoría enseña que los partidos son el instrumento fundamental de la acción política.[63] Y la falta, en este momento, de un gran partido político como en su momento fueron “Acción Democrática” y “Copey”, es el espejismo que están viendo los militares chavistas para creer en la viabilidad de su proyecto dictatorial. Es una gran ironía que la debilidad de la oposición democrática  consiste en que a pesar de ser ampliamente mayoritaria en el país, no puede hacerla funcional como expresión del poder político por carecer de esa esencial herramienta política.[64] Lo que constituye una situación anormal de la cual se aprovecha astutamente el gobierno chavista para violar permanentemente la Constitución cada vez que le da la gana y mantener su dominación sobre la sociedad. Es por ello que resulta necesario que reaparezca de nuevo un gran partido civil y democrático en la escena política de Venezuela, que por muchas razones debería provenir de la corriente de pensamiento de la Democracia Cristiana.
Si transformar a Venezuela en un régimen parlamentario es una idea válida para la recuperación institucional de nuestro país, también lo es para fundamentar el renacer y el resurgimiento de la Democracia Cristiana como movimiento político. Es más, luce necesario que se reactive la Democracia Cristiana para que este trascendental cambio institucional de transformar a Venezuela en una democracia parlamentaria[65] se pueda producir y, a su vez, valga para el inicio de una nueva y sólida etapa política e histórica de la Democracia Cristiana en Venezuela, como factor  fundamental para el rescate y restablecimiento del Estado de Derecho y la regeneración de la democracia.[66]
Además, específicamente, como hemos dicho, en la actual coyuntura político-jurídica cuando la Constitución se ha derrumbado, el trastorno político de semejante acontecimiento exige, pues, de una movilización sin precedentes de la sociedad civil, que puede ser animada, estimulada y motorizada por la nueva Democracia Cristiana a partir de la idea del cambio del sistema político venezolano y de los valores universales del humanismo cristiano.[67] Hace falta por lo tanto, de la inspiración de un proyecto político motivador de largo aliento como el que se plantea de transformar a Venezuela en una democracia parlamentaria; de un movimiento político decidido,  aguerrido, comprometido y organizado[68] que  impulse el cambio político-institucional a nivel nacional; y de una nueva visión inteligente de la movilización popular como estrategia.[69] Estos elementos conjugados se pueden constituir en la plataforma de relanzamiento de la nueva Democracia Cristiana, de manera que la delicada situación política en Venezuela luce como una oportunidad para conceptualizar,  iniciar y promover su rápida expansión;[70] y hacerla jugar un papel protagónico y fundamental en el adelanto y ejecución del cambio político que reclama Venezuela e iniciar una nueva etapa histórica.[71]
 El proyecto de transformar a Venezuela en una democracia parlamentaria lo hemos abordado en otros artículos y no lo vamos a tratar aquí, aunque es necesario que continúe y aumente el intercambio intelectual sobre este tema fundamental,[72] por lo que  vamos a concretarnos específicamente en los problemas de la organización de la nueva Democracia Cristiana. Conscientes de que debe pasar de ser una construcción abstracta a un instrumento práctico al servicio de objetivos concretos para impregnar de nueva energía y esperanza a la sociedad y, así, recuperar el territorio que ha dejado vacante durante su larga ausencia de la vida política venezolana.

3.- La organización de la nueva Democracia Cristiana.

La organización de  la nueva Democracia Cristiana venezolana se debe hacer  utilizando los métodos contemporáneos de gerencia y las herramientas de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC). Para que mediante una plataforma virtual de internet y apoyándose en criterios programáticos y operativos de incitación a la sociedad civil a la acción política, se constituya rápidamente  la nueva organización política. [73]
En cuanto a la organización se puede, por ejemplo, diseñar una estructura auto-organizada y descentralizada, que  permita a pequeños grupos de ciudadanos (comités de base ciudadanos), abordar y resolver problemas mediante la cooperación y sacando provecho del conocimiento colectivo, pero comunicándose y relacionándose entre ellos mediante la plataforma virtual. La nueva organización pasará a ser inicialmente una relación virtual en el proceso de arranque hasta que se concrete su consolidación con la interacción y retroalimentación  de lo virtual con lo presencial. Así se ganará enormemente en rapidez y tiempo para organizarse tal y como como lo exige la realidad política.[74]
La primera tarea debería consistir en transmitir y comunicar mensajes motivadores  y estímulos  positivos a la acción descentralizada y a la movilización general de la sociedad civil. Para lo cual deben producirse acuerdos fraccionados y de producción participativa entre los grupos de ciudadanos (comités de base ciudadanos) en relación a como movilizar a la sociedad civil.  Se debe pensar en la teoría y  la práctica de la movilización política, para que la sociedad civil pase de la contemplación a la acción política, tal y como lo enseña la doctrina de la Democracia Cristiana. La teoría está marcada por ideas que fundamentan sólidamente la corriente de pensamiento demócrata cristiano.[75] La práctica es el desarrollo sobre el terreno de acciones para provocar la actividad, movimiento y la participación efectiva de los ciudadanos. Se requiere, pues, construir consensos, en el entendido que la actividad práctica es precisamente la construcción de esos consensos a nivel de base sobre las tareas de movilización.[76]
La idea es favorecer la coordinación y construcción de un colectivo complejo integrado por los comités de base de los ciudadanos, que autónomamente mediante acuerdos se puedan ir organizando, auto-gestionado y fijen sus propios objetivos y medios de acción. Es de pensar que se hará mediante una dinámica territorial partiendo de lo estrictamente local, para luego ir acordando estructuras territoriales más amplias en la medida que los acuerdos entre ellos lo hagan posible. El criterio debe ser la configuración de una organización descentralizada y responsable.[77]
La movilización debe realizar todo su potencial a partir de los propios ciudadanos que asumen su responsabilidad en la acción política, con el acompañamiento de la Democracia Cristiana que se perfila entonces como el canal y la vía para construir el cambio político. Así, la Democracia Cristiana puede comenzar su proceso de reposicionamiento, conformando una estructura descentralizada de incitación y estímulo a la movilización popular y generar con ideas un conjunto de motivaciones interpersonales que sean el motor de la decisión colectiva ciudadana y de la acción. Formando una organización no ingenua que se prepara para todas las situaciones y que debe visualizar todos los métodos del combate político, incluso los clandestinos que se conocen de la época de las dictaduras que hemos soportado en nuestra historia, hasta que el Estado de Derecho y la democracia se restablezcan de nuevo en Venezuela.
La nueva Democracia Cristiana debe ser concebida como una estructura virtuosa de incitación, para que cada ciudadano se pueda desenvolver en un colectivo capaz de resolver problemas de la sociedad. De lo que se desprende que ni la sola información del problema,[78] ni una agitación partidista inducida,[79] es suficiente para que se produzca la movilización política general de los ciudadanos.[80] Por ello hay que comprender con claridad el nuevo papel de la Democracia Cristiana en Venezuela, que debe orientarse en este momento histórico hacia la acción política en defensa del Estado de Derecho y la democracia y a emprender una acción colectiva que debe catalizar, facilitar y animar; ante una crisis del liderazgo nacional de los partidos opositores enfocados en sus propias agendas electorales que les impide actuar en conjunto.[81]

B.- Los desafíos inmediatos de la Democracia Cristiana.

La nueva Democracia Cristiana  tiene por delante el objetivo de llenar un vacío en la estructura política de la sociedad democrática  y el difícil empeño de orientar y canalizar a la Sociedad Civil ante la barbarie inconstitucional del poder chavista.  Y asumir, por tanto, el reto de restablecer el Estado de Derecho, regenerar jurídicamente a la democracia y situar  la sociedad civil  en el centro del pacto constitucional venezolano.
Sus objetivos inmediatos deberían ser el de constituirse en el apoyo fundamental de la Asamblea Nacional en la defensa de sus competencias constitucionales, movilizar a la sociedad civil frente a los actuales desafíos institucionales y políticos, brindar una apoyo sostenido a la MUD en su lucha electoral y enfrentar a la dictadura militar en todos los terrenos donde ella se manifieste.[82] Pero, principalmente, la nueva Democracia Cristiana debe verse como un esfuerzo de la sociedad civil de largo aliento institucional en el mediano y largo plazo, que permita hacer viable los grandes cambios constitucionales que requiere Venezuela y dar sostenibilidad política a su futuro desarrollo económico y social. [83]

1.- La defensa de la Asamblea Nacional.

Se hace necesario que resurja un gran partido político para que asuma la defensa de la Asamblea Nacional y le permita recuperar sus competencias constitucionales, porque la actual estructura política de la oposición conformada por la coalición electoral de la MUD  no lo puede hacer.
Hay que entender que una cosa es ser una herramienta electoral y otra distinta una fuerza política. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha funcionado primordialmente  como instrumento electoral, mas no como una poderosa fuerza política que va mucho más allá y  que hay que crearla. Se ha hecho evidente y eso se sabe desde hace tiempo, que luego del derrumbe de “Acción Democrática” y “Copey”, el sistema de partidos políticos quedó muy menguado y no se ha recuperado. Por lo que hoy, a pesar de que la oposición es ampliamente mayoritaria en el Parlamento y en el país, no tiene el respaldo de un movimiento político que le dé la seguridad y la fuerza que se requiere para imponer constitucionalmente esa mayoría y asumir la parte del poder político que le corresponde y que le otorgó el pueblo venezolano.
Los ciudadanos también comienzan a entender que cuando gobierna una dictadura no es suficiente con depositar un voto, sino que se requiere de un compromiso más amplio de acción a través de los partidos y organizaciones tal y como lo enseña la teoría política, y que es evidente que se deben asumir otras responsabilidades políticas además de votar.[84]
Cuando se piensa que Asamblea Nacional es un hecho político muy superior al conjunto de partidos que forman parte de la MUD,[85] entonces se explica porque la mayoría parlamentaria no tiene el debido soporte orgánico ni el respaldo partidista que requiere. [86] De alguna manera es una fuerza política que se puede ir perdiendo o diluyendo por la corta visión y falta de soporte en la sociedad civil, que luego del glamuroso triunfo electoral  del 6 de diciembre de 2015 empieza a desilusionarse y a tolerar que se le vaya de las manos.[87] Por lo que, ahora, ante el vandalismo anti-jurídico que la Sala Constitucional ha emprendido contra la Asamblea Nacional saqueándole sus competencias, la sociedad democrática debe concebir una estructura organizativa de movilización que le permita hacer valer el triunfo electoral del 6 de diciembre de 2015.[88] Lo que solo puede provenir de un resurgimiento de la Democracia Cristiana en Venezuela, dado que la MUD y las organizaciones que la integran andan por otros derroteros.
La sociedad civil debe entonces involucrarse intensamente para consolidar su triunfo electoral y no permitir que se lo neutralicen o arrebaten, defender a la mayoría parlamentaria y hacer valer la cuota de poder político que le concedió el pueblo. Preocupa ver como el Parlamento está un poco a la deriva y errabundo; y que  se puede perder si los ciudadanos no se involucran decisivamente más allá del voto, para impedir que la nueva mayoría parlamentaria se desaproveche, desperdicie o se disuelva.
Ante esta realidad la Democracia Cristiana debe resurgir con lucidez conceptual y realidad política, para crear las condiciones necesarias que permitan al Poder Legislativo ejercer sus funciones constitucionales de manera regular. Pensar que la Asamblea Nacional está muerta al nacer es un gravísimo error político, y peor todavía abandonarla por otras luchas políticas.[89] Y si la MUD ya decidió involucrarse a fondo en el objetivo de lograr el referendo revocatorio poniendo la defensa de la Asamblea Nacional en el refrigerador, entonces es necesario que la sociedad civil asuma la responsabilidad de reivindicar constitucionalmente  al Parlamento. Pues resulta incomprensible y suicida que se le abandone y desperdicie en aras de otros objetivos como el referendo revocatorio presidencial, que sin dejar de ser importante, como hemos advertido, debe jugar un papel positivo y no negativo frente a lo que significa el haber asumido el control del Poder Legislativo venezolano.

2.- Armonizar las luchas políticas de la sociedad civil.

Es necesario que resurja un gran partido político que armonice las luchas de la sociedad civil, en el sentido de que no discuerden o se rechacen las acciones que conforman el combate político opositor ya que todas ellas deben concurrir al mismo fin; y visto que la MUD no tiene la capacidad de hacerlo y respalda principalmente el activismo electoral de la oposición.
La sociedad civil  debe enfrentar dos escenarios  de lucha que como oposición democrática debe atender: el primero, un desafío jurídico-político que consiste en la defensa de la Asamblea Nacional que se está quedando huérfana de apoyo y aislada en una fría soledad; y el otro, un desafío electoral que consiste en el referendo revocatorio del presidente, que goza del apoyo entusiasmado de la MUD y de los partidos electoralistas que la integran.[90] Es precisamente ante el vacío político que se está creando alrededor de la Asamblea Nacional, que planteamos la necesidad de que surja una nueva Democracia Cristiana en Venezuela para que asuma su defensa y recuperación constitucional y armonice las luchas políticas de la sociedad civil
No se puede aceptar que la elección del 6 de diciembre de 2015 de la nueva Asamblea Nacional que produjo una amplia mayoría de la oposición democrática, se perciba como una operación y estrategia política fracasada; y que la única manera de encontrar una solución a la crisis es recurrir, dentro de la consabida lógica presidencialista, a un  referendo revocatorio para que luego de defenestrar al actual Presidente-dictador instalar en el Gobierno a otro Presidente-democrático.[91] No se puede sacrificar la defensa de la Asamblea Nacional ni abandonarla a su suerte, por la acción política en beneficio del referendo revocatorio, ya que son procesos distintos pero paralelos y no tienen por qué interferirse  ni solaparse sino armonizarse; pues una cosa es el combate por la democracia jurídica que representa el Parlamento y otro el combate por los mecanismos electorales de esa democracia jurídica.
 Sin duda, el referendo revocatorio es la opción preferida por los partidos electoralistas de la MUD, por su impotencia de plantear batallas más allá de lo estrictamente electoral y porque pareciera que luego del entusiasmo inicial tiraron la toalla con la Asamblea Nacional, como dicen en el boxeo. Por lo tanto, la  Democracia Cristiana debe ser el instrumento que promueva en la sociedad civil la responsabilidad de generar un amplio respaldo en la defensa jurídica y política de la Asamblea Nacional y armonizarlo con el esfuerzo por el referendo revocatorio.
Así las cosas, por su parte, la sociedad civil que sin duda saldrá a votar en un referendo revocatorio contra el Presidente de la República, debe comprender que al involucrarse en una acción política más allá de lo electoral, además de favorecer la realización con éxito del mismo, está asumiendo una responsabilidad que habla de su extraordinaria madurez política. Lo que le dará en el futuro la suficiente autoridad para exigir un papel central y protagónico en la nueva Venezuela institucional que surgirá cuando se produzcan los cambios políticos y constitucionales. En el sentido de que la nueva Venezuela parlamentaria se deberá centrar y sostener, por una parte, en el Estado de derecho y, por otra, en que la sociedad civil asuma las responsabilidades fundamentales del desarrollo  y crecimiento económico de Venezuela. Pero, para que esto ocurra, la sociedad civil debe ahora  involucrarse a fondo en acciones políticas mucho más allá de lo estrictamente electoral y posicionarse como el actor fundamental de la futura Venezuela.[92]
Si tenemos en cuenta que la Asamblea Nacional es un hecho político muy superior a los partidos que organizaron el triunfo electoral el 6 de diciembre de 2016 y que  la obtención de una gran mayoría de la oposición democrática fue obra de la sociedad civil, entonces, debe ser la propia sociedad civil la que impulse los mecanismos de movilización popular, como una dinámica orientada hacia el cambio  y a estimular que ella asuma un compromiso histórico con el Estado de Derecho y la democracia. Digamos las cosas con claridad: en la actividad y movimiento de la sociedad civil está la clave de la cual depende el futuro de nuestra democracia. Y con más claridad: la sociedad civil tiene la responsabilidad de intervenir de manera contundente en el proceso de rescate de nuestro Estado de derecho y de la democracia, ya que sin ella  todo está perdido. Y se puede añadir que sin un partido político fuerte no saldremos de esta situación.
Es pues un grave error desinteresarse, dejar sola y abandonar políticamente a la Asamblea Nacional, primero, porque ella es el legítimo cuerpo representativo del pueblo democrático;[93]  segundo, porque la sociedad civil no puede desentenderse con desenfado de sus responsabilidades políticas y descargarlas ciegamente en sus representantes, dejándolos solos a la intemperie y a cielo descubierto sin techo político alguno; tercero, lo más importante, porque es necesaria que toda la sociedad civil se active si se quiere cambiar el rumbo político de Venezuela. Quedó atrás el desinterés por lo político y la cosa pública,  porque ya se aprendió la lección que la falta de compromiso con lo político les dejó el campo libre a los brutos.[94] La nueva realidad debe ser la de una sociedad civil comprometida, adulta y responsable de su actitud y comportamiento, lo cual se deberá reflejar de manera contundente en la futura organización política de Venezuela.[95]
Hay que comprender que el discurso jurídico se instaló en la sociedad venezolana y convencer a la ciudadanía es una cosa  que se puede decir que ya se logró.[96] Pero otra diferente es reclutar ciudadanos y organizar a la sociedad para comprometerla a defender la causa del Estado de Derecho y la democracia, lo que exige más esfuerzos, tiempo y riesgos. Por ello hay que encontrar nuevos paradigmas y renovadas herramientas de organización política, que favorezcan no solo la dinámica electoral sino otras dinámicas que comprometan a la sociedad civil. La plena realización del Estado Democrático y Social  de Derecho y Justicia previsto en la Constitución[97] ofrece todas esas posibilidades y constituye un freno al obsceno
 populismo militarista[98] y a la barbarie anti-jurídica de la jurisprudencia de la Sala constitucional que hemos vivido en los largos años del chavismo autoritario.[99]

3.-La resistencia a la dictadura militar.

Es necesario que resurja un gran partido político que se plante de frente a los militares, porque la coalición de la MUD ha demostrado no tener la fuerza suficiente para obligarlos a regresar a los cuarteles.
Se debe proyectar una oposición jurídico-política al chavismo militar mucho más allá de la lucha electoral. El poder chavista con su brutal represión a  los opositores ha difundido el miedo en la sociedad para impedir  que se abra cualquier otro escenario de resistencia a la dictadura distinto al electoralismo. También los partidos que integran la MUD han contribuido a divulgar la falsa creencia que la vía electoral es la única posible para enfrentar el régimen autoritario chavista.[100] Pero la Constitución ofrece muchas otras posibilidades y alternativas que la sociedad democrática no  aprovecha, porque no tiene un gran partido político que se las abra y le permita diseñar otras fórmulas muy efectivas de acción política.
El Gobierno chavista si bien dispone, por ahora, de las fuerzas armadas para reprimir a la sociedad democrática tiene los pies de barro, porque carece del apoyo de la sociedad civil y perdió el favor del pueblo que ostentó en otros tiempos. Este gobierno chavista que se  aferra al poder utilizando la misma estrategia de transformarse en una vulgar y triste dictadura militar latinoamericana en pleno comienzo del siglo XXI,[101] no las tiene todas consigo. Pues acaso cuenta solamente con el frágil y vergonzoso respaldo burocrático-militar comprado con los dineros públicos, haciendo que los militares se apropien indebida y descaradamente de la renta petrolera, en uno de los más indignos episodios de la historia de Venezuela. Y los mismos militares están equivocados en su apreciación de la realidad política, porque creen, alucinados por el poder y trastornados por el dinero fácil, que le pueden pasar por encima al Estado de Derecho y a la Constitución, sin que del lado de la democracia no haya ninguna reacción del pueblo.[102] Ya verán con el tiempo que instalar una dictadura total en Venezuela no es una cosa  fácil y constituye un proyecto político inviable y no menos que imposible,[103] pues cuando la sociedad civil se organice en una nueva, fuerte e inteligente estructura de acción política, la empresa militar en el poder durará muy poco y aparecerá a la luz del día el mediático bluf militar chavista, [104] que se sostiene en el poder hasta que se desmonte su delincuencial anclaje represivo sobre la sociedad.
La Democracia Cristiana debe renacer como un instrumento de lucha de la sociedad civil contra la dictadura militar chavista sobre el terreno. Al tiempo que debe interpretar el sentimiento mayoritario de los venezolanos de un rechazo a la dominación y tutelaje militar de la democracia, al asalto militar del Estado venezolano y a la apropiación cuartelaria de su riqueza petrolera.[105]La Democracia Cristiana está llamada a asumir y mantener una intransigencia constitucional y democrática frente a la dictadura militar chavista, para de esta manera evitar un conflicto político de grandes proporciones y lograr reconducir la vida nacional al Estado de Derecho.[106]
La Democracia Cristiana debe nacer sin tener miedo a la brutalidad represivo-militar del chavismo y con la pretensión de obligar al estamento militar de someterse a la Constitución; empezando por llamar a las cosas por su verdadero nombre sin disimulo.[107]Es una circunstancia interesante a tomar en cuenta, que la nueva Democracia Cristiana no tendría ninguna vinculación burocrática con el Gobierno ni el Estado chavista como la que tienen otros partidos, entre otras cosas, para disponer de un financiamiento a sus actividades políticas.[108] Lo que visto desde una óptica política como la que aquí se plantea, constituye una ventaja en independencia y autonomía para enfrentar la dictadura en todos los terrenos en que ella se manifieste.
La nueva Democracia Cristiana debe consustanciarse con la sociedad civil, luchar codo a codo y sufrir con ella. Y  mantener tensa la cuerda hasta que se derrumbe la dictadura militar que gobierna a Venezuela bajo la falsa y engañosa apariencia de la legalidad y de una simulada forma de legitimidad;  y con la hipócrita y horripilante mentira de supuestamente defender la causa social de los pobres, marginados y excluidos.

Conclusión: La urgente obligación de construir la nueva Democracia Cristiana.

Es necesario que resurja un gran partido político  para recuperar el Estado de Derecho, la democracia y la vida económica y social de Venezuela, porque la coalición de la MUD si bien tiene las buenas intenciones, carece de la fuerza política para ejecutar la hoja de ruta constitucional que se necesita para la recuperación institucional de Venezuela.[109]
La sociedad civil tiene la urgente obligación y la responsabilidad histórica de construir una nueva Democracia Cristiana, para lo cual, lo deseable es que se comprometa ampliamente y actúe con rapidez y diligencia, supere las barreras ideológicas, emocionales y existenciales que provienen del pasado y asuma hacia el futuro nuevos paradigmas políticos e institucionales.
Hay que estar conscientes que se requiere de una solución política al problema venezolano, lo que exige una actividad permanente de la sociedad civil y asumir responsabilidades más allá del voto, mediante una participación intensa y comprometida de los ciudadanos en la política, de una manera diferente a como se está haciendo y a como se realizó en el pasado. No solo debe resurgir una nueva Democracia Cristiana sino también una forma diferente de hacer política y de participación ciudadana en la vida comunitaria. Lo que implica la aparición de un tipo distinto de organización política y de nuevas ideas que nos encaminen por un rumbo acorde con las expectativas que tiene la sociedad civil en el mundo moderno en que vivimos, siempre mirando hacia el futuro.
La coyuntura que vive Venezuela exige pues reforzar de manera novedosa a la sociedad civil  para aumentar sus capacidades de acción política, mediante  la construcción de una nueva Democracia Cristiana parlamentaria distinta a la presidencial y personalista que existió en el pasado y que prácticamente ha desaparecido de la vida política. Que tenga la aptitud, talento y cualidad de poner en intenso movimiento a los ciudadanos en la lucha por restablecer el Estado de Derecho y la democracia y se fije unos objetivos políticos acordes con lo que realmente somos como sociedad democrática; en el entendido que la barbarie del chavismo no representa a la verdadera Venezuela ni a su pueblo.
 La sociedad civil, no hay dudas, está dispuesta a realizar cualquier sacrificio pero, quizás, no ha encontrado el instrumento adecuado que le permita participar y actuar; de manera que hoy en día es necesario inventar un nuevo tipo de organización política acorde con los tiempos que vivimos, que no produzca rechazo ni repugnancia en los ciudadanos. Se tiene que pensar en una organización donde se trabaje por convicción y se destierren todos los viejos vicios y males que destruyeron al sistema de partidos venezolano, entre ellos el clientelismo, el personalismo caudillista, el centralismo jerárquico y la conciliación de las élites (cogollos). Para que sea una organización por la base, abierta, descentralizada, democrática, comunitaria, autónoma, programática, responsable y profundamente institucional, que son cualidades que le permitirán crecer, consolidarse y ganarse la confianza de los ciudadanos. También, la nueva organización debe sustentarse sobre una plataforma virtual que le dé rapidez, agilidad, flexibilidad y le permita canalizar la discusión política, el debate de ideas y la toma de decisiones. Asumiendo para ello los criterios modernos de organización y gerencia.
 Dado que es necesario motivar a la  sociedad civil  para incitarla a actuar políticamente, la Democracia Cristiana debe dotarse de un programa político que contenga las aspiraciones de la mayoría de los venezolanos. En este sentido las propuestas de transformar a Venezuela en una democracia parlamentaria, establecer un sistema de seguridad social y crear una economía social de mercado que genere crecimiento económico y empleo, según el modelo alemán, puede ser un punto de partida.
 Las nuevas ideas y particularmente la de deslastrarnos del presidencialismo como régimen político  para construir una democracia parlamentaria en Venezuela, van a permitir crear una nueva dinámica  de comunicación política con el país que permitirá el reclutamiento de ciudadanos dispuestos a comprometerse con el proyecto de la nueva Democracia Cristiana. La delicada e inmediata coyuntura política también es una circunstancia propicia para fomentar la participación política, en la medida que las urgentes decisiones constitucionales que debe tomar la Asamblea Nacional requieren el respaldo de la sociedad civil.
Hay que pensar asimismo que la Democracia Cristiana tiene una viva memoria histórica en Venezuela y que en el alma profunda del pueblo, en su estructura social y en su genética cultural y antropológica, las raíces de la cristiandad constituyen una ventaja para la acción política desde la corriente de pensamiento de la Democracia Cristiana. [110]  La inspiración cristiana que asume un ideal social sobre todo en América Latina, constituye además una condición muy favorable que no se puede descuidar en el terreno de la política y que se debe canalizar con todo su potencial dentro de la democracia.
 La nueva Democracia Cristiana debe sustentarse en una concepción institucional de la política y trabajar para que a partir de ahora el Estado de Derecho juegue un papel estructurante en la sociedad venezolana, superando la dimensión que ha prevalecido en nuestra historia de una sumisión de lo jurídico a lo político. Con la finalidad de  lograr que sea el Derecho el instrumento apropiado para resolver los grandes conflictos políticos, económicos y sociales de la vida venezolana, haciendo del Derecho el regulador principal de la sociedad, de manera de incluir a la política en lo jurídico y que sea lo jurídico quien enmarque y encuadre a lo político. La Democracia Cristiana debe  trabajar para que el Derecho sea el vehículo de las reivindicaciones de la sociedad y el motor del cambio social[111] y debe enfocarse en la necesidad de hacer de la seguridad jurídica una realidad, a fin de lograr el desarrollo económico y social al que aspiran las grandes mayorías de los venezolanos. [112]
La dimensión histórica, intelectual y doctrinaria de la Democracia Cristiana conjuntamente con una sólida propuesta para recuperar a Venezuela, son las ventajas y oportunidades para que resurja en la escena política nacional, pero, para ello, es necesario que los ciudadanos que de alguna manera se han identificado con ella a lo largo de su vida o quieran compartir en el futuro los valores de esta corriente de pensamiento, asuman sus responsabilidades políticas sin egoísmos ni mezquindades  y con una nueva visión de futuro para Venezuela.

(Junio 2016)












[1] Abogado de la UCAB. Doctor de la Universidad de Paris (II). Postgrados: DSUP en Finanzas Públicas; DSUP en Derecho Administrativo; DSUP en Derecho Comercial; en la Universidad de París (II). Miembro de la Sociedad de Legislación Comparada de París y de la Asociación Venezolana de Derecho Tributario. Profesor de la Universidad Metropolitana, de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica del Táchira. Fue Consultor Jurídico del Ministerio de Energía y Minas; Director Principal del Fondo de Inversiones de Venezuela; y Vice Ministro de Hacienda. Tiene más de treinta artículos profesionales publicados en revistas especializadas y una Tesis de Doctorado. Dedicado al ejercicio profesional del Derecho Tributario. 


[2] Constitución. Art. 187.
[3] Quien ha promovido la descomposición y degradación del sistema jurídico y se ha erigido en una instancia normativa por encima de la Constitución. Por ejemplo, el inconstitucional Decreto número 2323 del 13/5/2016, publicado en la Gaceta Oficial número 6.227 Extraordinario de fecha 13/5/2016, que declara “el Estado de Excepción y la Emergencia Económica”; que es una dramática evidencia de lo que aquí estamos afirmando. Ver: Allan R. Brewer-Carías. “Nuevo golpe contra la representación popular: La usurpación definitiva de la función de legislar por el Ejecutivo Nacional y la suspensión de los remanentes poderes de control de la Asamblea con motivo de la declaratoria del Estado de Excepción y Emergencia Económica”. Nueva York. 18/5/2016. (www.allanbrewercarias.com). Y, Laura Louza. “Maduro se da poderes ilimitados y el TSJ dice amen”. En: El observatorio Venezolano de la Justicia. (www.accesoalajusticia.org). 25/5/2016.
[4] Este artículo se inscribe dentro del marco de otro denominado: “El deber de la Asamblea Nacional de desconocer a la Sala Constitucional”. (Abril 2016). Publicado en el mes de abril en el portal: www.soberania.org 
[5] La Sala Constitucional del TSJ (Tribunal Supremo de Justicia) con la Sentencia 460/2016 (de 9/6/2016 en relación a
la “Ley especial para atender la crisis nacional de salud”) ha declarado la nulidad por inconstitucionalidad de todas las Leyes dictadas por la nueva Asamblea Nacional electa el 6/12/2015, que tiene la mayoría parlamentaria de la oposición democrática.  Ver además: Allan R. Brewer- Carias. “El juez constitucional y la perversión del Estado de Derecho”. 5/6/2016. En: www.allanbrewercarias.com. Y, Luis Almagro. “Informe del  Secretario General de la OEA de fecha 30/5/2016”. En: www.oas.org Pág. 40 y 73. 
[6]Ver: Comunicado de las Academias Nacionales de fecha 13/6/2016.
 (http://archivoprimepoderac.blogspot.com/2016/06/). Y los múltiples pronunciamientos y manifestaciones que se han producido frente a esta situación que circulan en las redes sociales y en los medios académicos y universitarios.
[7] Muchos de los ciudadanos por un lado se quejan de este estado de cosas pero por el otro lo toleran y han terminado entonces promoviendo lo que toleran. Se está pagando caro por esta negligente e imprudente actitud.
[8] Ver: Maurice Duverger. “Les partis politiques”. Armand Colin. París. 1976.
[9] Ver: Diego Bautista Urbaneja. “La política venezolana desde 1958 hasta nuestros días”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”. UCAB-Centro Gumilla.  No. 7. 2012. Juan Carlos Rey. “Crisis de la Responsabilidad Política en Venezuela”. Fundación Manuel García Pelayo. Caracas. 2009. Juan Carlos Rey. “El sistema de partidos venezolano, 1830 – 1999”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009.
[10] Estos partidos, en mi opinión, se fueron degradando hacia un pragmatismo electoralista miope y egoísta que causó su decadencia. Ver una crítica al sistema de  partidos políticos presidencialistas venezolanos en: Allan R. Brewer-Carías. “Asamblea Constituyente y Ordenamiento Constitucional”. Academia de Ciencias Políticas  y sociales. Caracas. 1999. Pág. 13. Sin embargo, el Profesor Juan Carlos Rey de la Universidad Central de Venezuela tiene la visión que: “Los argumentos que proliferaron y lograron el mayor impacto y acogida en la opinión pública fueron las críticas a los partidos políticos, muy virulentas pero ingenuas y primitivas desde el punto de vista de las Ciencia Política, pues tendían a desconocer el papel que los partidos políticos deben cumplir en una democracia representativa y erraban al intentar señalar sus fallas en el caso de Venezuela”. Ver: Juan Carlos Rey. “El sistema de partidos venezolano, 1830 – 1999”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Pág. 254.
[11] El sistema bipartidista venezolano era muy apreciado por la Ciencia Política comparada y frecuentemente era puesto como modelo de estabilidad  institucional y política. Por ejemplo el politólogo italiano Giovanni Sartori afirmaba en 1994 lo siguiente: “Parece que Venezuela es el único país sudamericano que puede-sobre la base de dos partidos fuertes y disciplinados- enfrentar el riesgo de un experimento parlamentario”. Ver: Giovanni Sartori. “Ingeniería Constitucional Comparada”. Fondo de  Cultura Económica. México. Cuarta reimpresión. 2000. Pág.114. Y los politólogos venezolanos también consideran al bipartidismo como un “logro del sistema”. Ver: Juan Carlos Rey. “El sistema de partidos venezolano, 1830 – 1999”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Pág. 211.
[12] Otro ejemplo que evidenció la debilidad política de la oposición para enfrentar un desafió más allá del electoral, fue la situación que se presentó cuando el 14 de abril de 2013  cuando ante el resultado de unas elecciones para elegir al presidente de la república cuyo resultado fue muy cerrado, el candidato de la oposición declaró: “nosotros no vamos a reconocer un resultado hasta tanto no se cuente cada voto de los venezolanos”. Pues bien, ni se contaron los votos y a la larga el candidato aceptó dócilmente el resultado y  para colmo fue sancionado por el Tribunal Supremo de Justicia. Ver: Manuel Rachadell. “Evolución del Estado Venezolano 1958-2015: de la Conciliación de Intereses al Populismo Autoritario”. EDJV-FUNEDA. Caracas. 2015. Pág. 260 y siguientes.
[13] Siguiendo la tradición histórica venezolana a partir del siglo XIX, “de la distinción entre partidos doctrinarios, por un lado, y partidos eleccionarios o personales, por otro lado”. Ver: Juan Carlos Rey. “El sistema de partidos venezolano, 1830 – 1999”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Pág. 54.
[14] Este periodo coincide también con la última administración de Rafael Caldera, cuyo gobierno apoyado por una pléyade de pequeños partidos conocido como “el chiripero”, es considerado por unos como el último de la democracia y por otros como el primero de la era chavista, y también, como el de transición entre estos dos periodos. Se esperaba de Caldera una renovación de la institucionalidad democrática que no se produjo, ya que había presidido una Comisión parlamentaria para la  revisión y reforma  constitucional a partir de 1989. Ver: Manuel Rachadell. “Evolución del Estado Venezolano 1958-2015: de la Conciliación de Intereses al Populismo Autoritario”. EDJV-FUNEDA. Caracas. 2015. Pág. 107.
[15] El chavismo sabiéndose fuerte y apoyado propició hábilmente la confrontación electoral permanente para legitimar su poder autoritario. Lo que explica el electoralismo de la MUD, que le hace  repetir incansablemente el discurso electoral como única salida a la crisis política venezolana. Ver: Manuel Rachadell. “Evolución del Estado Venezolano 1958-2015: de la Conciliación de Intereses al Populismo Autoritario”. EDJV-FUNEDA. Caracas. 2015. Pág. 455.
[16] En los comicios celebrados el 6/12/2015 la oposición democrática obtuvo una abrumadora mayoría en la Asamblea Nacional. Lo que sorprendió al chavismo que perdió su poderío electoralista que tan bien le había funcionado y del cual estaban muy orgullosos.
[17] En este sentido el sacerdote jesuita y ex-Rector de la Universidad Católica Andrés Bello, refiriéndose al régimen chavista señala que: “se ha militarizado y se ha convertido en una dictadura, en clara contradicción con la Constitución”. Artículo: “Fin del régimen”. El Nacional. Caracas. 26/5/2016. (www.el-nacional.com).
[18] Ver: José Amando Mejía B. “El deber de la Asamblea Nacional de desconocer a la Sala Constitucional”. (Abril 2016). Publicado en el mes de abril en el portal: www.soberania.org .  Y, Allan R. Brewer-Carías. “Estado totalitario y desprecio a la ley. La desconstitucionalización, desjuridificación y desdemocratización de Venezuela”. EDJ. Caracas. 2014.
[19] Así lo han tenido claro desde hace tiempo y solo participan con entusiasmo en la arena electoral.
[20] Una crítica constante que recibe la oposición democrática es que no ha sabido defender sus triunfos electorales y se los deja arrebatar malamente como parece está ocurriendo de nuevo.
[21] Aquí aparece el reflejo de la cultura presidencial y personalista de la élite política venezolana, que al abandonar a la nueva Asamblea Nacional a su suerte, está, una vez más, mandando el mensaje subliminal de que solo un presidente surgido de la oposición puede liberarnos de la dictadura chavista. Reposicionado la cultura del caudillismo presidencial y regresando a la vía fácil, miope y trágica de la lucha política, que consiste en entregar todo el poder a un hombre y apostar el futuro de Venezuela solo a él. En esta trampa no se puede volver a caer y por lo menos hay que abrir los ojos para no sucumbir ante este calculado  y maquiavélico engaño. Ya lo decía Benjamin Constant en el siglo XIX más o menos así: Un pueblo que cree que lo salvará un hombre nunca será salvado por ese hombre y, además, si piensa de esa manera no merece ser salvado.
[22] Entendemos por sociedad democrática aquella parte mayoritaria de la sociedad civil comprometida con el Estado de derecho y la democracia y que rechaza a la dictadura como forma de gobierno.
[23] Lo que les ha producido buenos réditos políticos a aquellos partidos y dirigentes que están mejor organizados e implantados que otros. Por ejemplo, en la escogencia del candidato de la oposición democrática  a las elecciones presidenciales de 2012, mediante un proceso de primarias celebrado el 12 de febrero de 2012, estaba casi que cantado desde el comienzo que ganaría como ocurrió el candidato apoyado por el partido mejor organizado, frente a otros candidatos que no tenían un respaldo partidista fuerte; y desde entonces se posicionó como líder electoral de la oposición. Ver: Manuel Rachadell. “Evolución del Estado Venezolano 1958-2015: de la Conciliación de Intereses al Populismo Autoritario”. EDJV-FUNEDA. Caracas. 2015. Pág. 243.
[24] Hay que tener en cuenta además un importante dato de los estudios de las Ciencias Políticas, que señalan que la transición por la vía electoral de los regímenes autoritarios similares al  existente actualmente en Venezuela a una democracia es muy limitado. Ver: Benigno Alarcón y Ángel Álvarez. “Un caso de autoritarismo competitivo”. En: “El desafío venezolano: Continuidad Revolucionaria o Transición Democrática”. UCAB. Caracas. 2014. Pág. 67.
[25] Un sector de la doctrina y de la opinión pública considera inviable y quimérica esta posibilidad. No obstante, se trata de una tarea difícil pero no imposible, tomando en cuenta entre otras consideraciones la necesidad de enfrentar los riesgos existentes para nuestro sistema de libertades y que una futura democracia parlamentaria crearía un contexto institucional muy favorable a la recuperación de los partidos políticos. Ver: José Amando Mejía B. “El parlamentarismo: un nuevo régimen político para Venezuela”. En: Restituto “Tuto” Calvo Fuentes. “Nace la Segunda República Civil de Venezuela.” Rayuela Taller de Ediciones. Caracas. 2015. Pág. 106. 
[26] También, para colmo, las divisiones y la competición interna entre los partidos que integran la MUD le hace daño al movimiento opositor y le resta posibilidades.
[27] Como por ejemplo la recuperación de la justicia, ya que, con el desconocimiento de la Sala Constitucional se iniciaría un proceso de depuración del Poder Judicial que permitiría rescatar el Estado de derecho y relanzar el discurso judicial de la democracia. Ver: Laurent Cohen-Tanugi. “Le droit sans l’Etat”. Puf. París. 1987.
[28] Los militares venezolanos andan envalentonados con su dictadura porque no tienen un contendor político de alto calibre partidista.
[29] El chavismo ha logrado hábilmente circunscribir a la sociedad democrática a hacerle oposición únicamente en el terreno electoral, al criminalizar cualquier otro tipo de confrontación y protesta política, reprimir brutalmente a los opositores,  desmantelar a los medios de comunicación libres y democráticos y maniatar al poder judicial. Lo que ha recortado dramáticamente  el ejercicio pleno de las libertades políticas de los venezolanos consagradas en la Constitución. Ejemplo elocuente de esta situación es que la dictadura chavista ha logrado infundir miedo en la sociedad civil para impedirle que asuma cualquier otro tipo de combates políticos distintos a lo electoral pero igualmente constitucionales.
[30] Pierre Pactet. “Les Institutions  Francaises”. PUF. Que sais-je?  París. 1976. Pág. 87.
[31] No hay que confundirse, el problema teórico fundamental de la sociedad venezolana es el rescate del Estado derecho, es decir el problema institucional, sobre el cual se asienta el conjunto  de cuestiones y aspectos que conforman la crisis venezolana. Recordemos que la democracia es una parte del Estado de derecho, que es una precondición fundamental para su existencia y sin el cual no hay democracia. Por ello, para los juristas venezolanos está claro que el gobierno chavista es una dictadura al establecer un régimen político que se apartó del Estado de derecho y justicia (Sin derecho y sin poder judicial). Que por la fuerza y la violencia concentra todo el poder en la persona del Presidente de la República y reprime las libertades individuales, políticas y en general los derechos humanos de los venezolanos. Ver: Aguiar, Asdrúbal. “Historia Inconstitucional de Venezuela 1999 -2012”. EJV. Caracas. 2012. Y,  Manuel Rachadell. “Evolución del Estado Venezolano 1958-2015: de la Conciliación de Intereses al Populismo Autoritario”. EDJV-FUNEDA. Caracas. 2015. German Carrera Damas. “En Defensa de la República. Voz de Alerta”. El Nacional. Caracas. 2013. Benigno Alarcón y Ángel Álvarez. “Un caso de autoritarismo competitivo”. En: “El desafío venezolano: Continuidad Revolucionaria o Transición Democrática”. UCAB. Caracas. 2014. Pág. 67.
[32] Ver: José Amando Mejía B. “El deber de la Asamblea Nacional de desconocer a la Sala Constitucional”. Publicado en el mes de abril en el portal: www.soberania.org
[33] La crisis del sistema de partidos políticos venezolanos ha sido ampliamente estudiado por la doctrina de ciencias políticas. Ver los siguientes trabajos del Profesor Juan Carlos Rey de la UCV: “Personalismo o liderazgo. El caso de Rómulo Betancourt”. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas. 2008.Crisis de la responsabilidad política en Venezuela”. Caracas. 2009. “Esplendores y miserias de los partidos políticos en la historia del pensamiento venezolano”. En: “Boletín de la Academia Nacional de la Historia”. Nº 343-344. Caracas. 2003. Pág. 9-43. “Poder, Libertad y Responsabilidad en la Democracia Representativa”. En: “ITER. Revista de Teología”. Nº 30 y 31. UCAB. Caracas. 2003. Pág. 37. “Apogeo y decadencia de la democracia representativa”. En: “América Latina Alternativas para la democracia”. Monte Ávila. Caracas. 1992. Pág. 15. Y por todos: Juan Carlos Rey. “El sistema de partidos venezolano, 1830 – 1999”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Y, José Antonio Rivas Leone. “Los desencuentros de la política venezolana. Nacimiento, consolidación, desinstitucionalización de los partidos políticos, 1958-2007”. Fundación para la Cultura Urbana. Caracas. 2008.
[34] Frecuentemente escuchamos al actual Presidente de la Asamblea Nacional Henry Ramos Allup en sus intervenciones públicas, pedir al pueblo opositor que “no los dejen solos” y que  “acompañen” a los diputados opositores en su lucha política contra el régimen chavista. Lo que es demostrativo de la necesidad de una movilización popular permanente de la sociedad civil que los partidos y movimientos opositores no pueden provocar y mantener.
[35] Lo que en nuestra historia de los partidos políticos se conoce como los “partidos doctrinarios”. Ver: Juan Carlos Rey. “El sistema de partidos venezolano, 1830 – 1999”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Pág. 54.
[36] Los sondeos de opinión nos informan que si bien la oposición democrática a la dictadura chavista en largamente mayoritaria en Venezuela, el apoyo político a los partidos políticos que integran la MUD no es comparable con esa mayoría opositora y tienen un respaldo popular bastante limitado. Sin embargo, en el momento de las elecciones ellos tienen mucho impacto en la opinión pública, como ocurre actualmente con la  campaña por el referendo revocatorio presidencial.
[37] Ante esta dictadura es un error pedirle a los ciudadanos solamente el voto, como si existiera una normalidad jurídica y política en Venezuela. A los ciudadanos hay que exigirles un compromiso político mucho más amplio y decidido. Tampoco se les puede engañar con la ingenuidad de hacerles creer que saldremos de la actual situación con solo depositar un voto en unos comicios, que luego el gobierno no respeta y la oposición no defiende.
[38] No se puede criticar a los parlamentarios de la oposición ni al presidente de la Asamblea Nacional por sus ejecutorias, supuesta falta de liderazgo o pasividad política frente a los desafueros de la Sala Constitucional de la dictadura chavista. Porque de alguna manera nuestros representantes parlamentarios están huérfanos de apoyo popular efectivo, y arrinconados en un círculo vicioso: no actúan porque no tiene respaldo popular y no tienen respaldo popular porque no actúan. La nueva organización política está llamada a romper ese estado de cosas y a liderar y movilizar al país con el propósito de proporcionar un sólido respaldo popular  a la Asamblea Nacional, para que pueda desconocer a la Sala Constitucional del chavismo y reconduzca la vida política nacional a la senda constitucional.
[39] “La Constitución vigente ha sido violada gravemente por uno de los órganos que ella misma creara y que se hallaba obligado a respetarla”. Ver: R. Carré de Malberg. “Teoría General del Estado”. UNAM. Fondo de Cultura Económica. México. 1998. (Edición original francesa de 1922). Pág.1171.
[40] Constitución. Artículos 333 y 350.
[41] La dictadura chavista siempre ha proclamado su admiración por la dictadura cubana a la cual se ha sometido a cambio de nada, se le ha entregado carnalmente para hacerla disfrutar de la renta petrolera y nunca ha ocultado su propósito de instalar en Venezuela el modelo político importado y prefabricado en Cuba.
[42] Por ejemplo, las movilizaciones en curso para lograr el referendo revocatorio del actual Presidente de la República es una actividad política que se produce dentro del poder constituido. Su naturaleza, razón y motivo es bien  diferente a la acción política que se da en el plano constituyente. Insistimos, no se debe sacrificar una por la otra y tampoco caer en la cándida simplicidad de considerar el referendo revocatorio como una “vía rápida” de solución política luego de diecisiete años de régimen chavista. No funcionó en el pasado y probablemente ocurra lo mismo cuando intervenga la Sala Constitucional para hacerlo ineficaz.
[43] Muchos partidos de la MUD son etiquetas políticas que significan poco; algunos como dicen en Colombia son microempresas o franquicias electorales; otros son grupos que, si bien pequeños en número, son importantes en términos políticos; los más significativos son partidos personalistas, que siguen a los hombres más que a los programas. Por lo que tienen un limitado liderazgo y una restringida capacidad de acción.
[44] Ver: Maurice Duverger. “Les partis politiques”. Armand Colin. París. 1976. Pág. 119.
[45] Pierre Pactet. “Les Institutions  Francaises”. PUF. Que sais-je?  París. 1976. Pág. 86.
[46] Situación que es tolerable y frecuente en muchos países, dentro de los mecanismos regulares de los poderes constituidos cuando estos funcionan con normalidad constitucional.
[47] La vía de recurrir a la persuasión de la élite política para inducir y obligar al conjunto de fuerzas y partidos que integran a la MUD de concertarse para que unidas desconozcan a la Sala Constitucional, es una tarea difícil políticamente, fatigosa por los esfuerzos que requiere y agobiante por los escasos resultados que pueden producirse. La persuasión de la élite política tiene como uno de sus principales obstáculos la agenda política presidencial y personalista de cada uno de los líderes visibles de los movimientos y partidos políticos que integran la MUD. Por lo que la persuasión frente a la élite política venezolana es una vía no menos que imposible debido a lo cerrado de su comportamiento. Situación que los politólogos de la Universidad de Harvard y del MIT denominan: “la ley de hierro de las elites políticas latinoamericanas”. Ver: Daron Acemoglu y James A. Robinson. “WHY NATIONS FAIL”. Crown Business. New York. 2012. Y la doctrina venezolana llama “El sistema de conciliación de élites”. Ver: Juan Carlos Rey. “La  Democracia venezolana y la Crisis del Sistema Populista de Conciliación”. “Revista de Estudios políticos”. N. 74. Madrid. 1991. Pág. 542-544.
[48] Ver: José Amando Mejía Betancourt. “La vocación constituyente de la nueva Asamblea Nacional”. (febrero 2016. Ha circulado por internet).
[49] El cambio a una democracia parlamentaria es en mi opinión una idea con un gran potencial político. Ver: José Amando Mejía B. “El parlamentarismo: un nuevo régimen político para Venezuela”. En: Restituto “Tuto” Calvo Fuentes. “Nace la Segunda República Civil de Venezuela.” Rayuela Taller de Ediciones. Caracas. 2015. Pág. 106. Y, José Amando Mejía B. “La construcción de una democracia parlamentaria en Venezuela”. Revista de Derecho Constitucional. N.6 Enero-Diciembre 2002. Editorial Sherwood. Caracas. Pág. 105.
[50] Por ejemplo, es necesario que la Asamblea Nacional desconozca a la Sala Constitucional y que se transforme en una Constituyente. Ver: José Amando Mejía B. “El deber de la Asamblea Nacional de desconocer a la Sala Constitucional”. (Abril 2016). Publicado en el mes de abril en el portal: www.soberania.org  Y, José Amando Mejía B. “La vocación constituyente de la nueva Asamblea Nacional”. (febrero 2016). (Que ha circulado por internet).
[51] Un antecedente fue el relanzamiento en Gran Bretaña por Tony Blair y Gordon Brown a mediados de los años 1990 del nuevo laborismo (New Labour Party), que reposicionó al partido Laborista en la escena política. (New  Labour – New Britain). La nueva Democracia Cristiana debe superar su pasado y significar un nuevo comienzo, para atraer simpatizantes como sería mi propio caso, que a pesar de que durante dieciocho años estudié con los Jesuitas y mi formación y mundo de vida estaban dentro de la corriente filosófica de la democracia cristiana, siempre tuve un fuerte rechazo visceral al personalismo político de Rafael Caldera, lo que me impidió acercarme al partido “Copey” a pesar de las afinidades ideológicas y existenciales. La nueva Democracia Cristiana debe ser una nueva era, un nuevo pensamiento y un nuevo inicio político volcado hacia el futuro y la modernidad.
[52] Esta experiencia no es nueva en nuestra historia política y por ejemplo se vivió en el pasado cuando surgió el gran partido “Acción Democrática”, bajo el liderazgo de Rómulo Betancourt. Ver: Juan Carlos Rey. “Personalismo o liderazgo democrático. El caso de Rómulo Betancourt”. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas. 2008.
[53] El expresidente Ramón J. Velázquez solía comentar en sus tertulias semanales, la idea de que era necesario la aglutinación orgánica de las corrientes políticas históricas de la Democracia Cristiana y la Social Democracia; y lamentaba su dispersión en un archipiélago de partidos y movimientos políticos. Ver: Diana C. Droulers. “Los desayunos de los jueves en casa de Carlos Rafael Silva”. En: Heraclio E. Atencio Bello (Coordinador). “Las peñas y las tertulias: puentes de saber, cultura y cordialidad”. Fundación Venezuela Positiva. Caracas. 2012. Pág. 277.
[54] En Venezuela luego del declive del partido Acción Democrática, la social democracia está muy disminuida y ha perdido fuerzas y aptitudes. De alguna manera el derrumbe de Acción Democrática acarreó la crisis del sistema democrático. Y su militancia se dispersó entre los principales partidos que integran la MUD, que aparece como una estructura con un marcado perfil social demócrata.  Ver: Carlos Raúl Hernández y Luis Emilio Rondón. “La democracia traicionada”. Rayuela Taller de Ediciones. Caracas. 2005. Fundación Nacional de Estudios Políticos Raúl Leoni. “Acción Democrática hacia el siglo xxi”. Caracas. 1994. Fundación Nacional de Estudios Políticos Raúl Leoni. Lewis Pérez (coordinador). “La Democracia. De Rómulo Betancourt a Hugo Chávez”. Caracas. 2004.
[55]En Venezuela, luego del chavismo, el proyecto social demócrata quedará muy maltratado y de difícil recuperación, ya que, el daño hecho a la social democracia por la práctica política del chavismo en el poder es enorme. Ver: Teodoro Petkoff. “Dos izquierdas”. Alfadil. Caracas. 2005. Teodoro Petkoff. “Solo los estúpidos no cambian de opinión”. Libros marcados. Caracas. 2006.  Alfredo Ramos Jiménez. “La Revolución Bolivariana. El pasado de una ilusión”. La Hoja del Norte. Caracas. 2011. José Antonio Gil Yepes. “La Centro Democracia”. Tomo I. El Nacional. Caracas. 2009. Benigno Alarcón Deza. (Coordinador). “El desafío venezolano: Continuidad Revolucionaria o Transición Democrática”. UCAB. Caracas. 2014. Antonio García Ponce. “Adiós a las izquierdas”. Alfadil Ediciones. Caracas. 2003. Patricio Navia. “La izquierda de Lagos vs. la izquierda de Chávez”. En: Foreign Affairs en español. “Izquierdas”. México. Vol.6. Núm.2. 2006. Pág. 75.  Foreign Affairs en español. “Ingobernabilidad”. México. Vol.5. Núm.4. 2005.
[56] Sobre la crisis de identidad de la “social democracia” a nivel internacional se ha escrito muchísimo en las Ciencias Políticas Comparadas. Por ejemplo ver: España: Klaudia Álvarez y otros, con prólogo de Stéphane Hessel. “Nosotros los indignados”. Ediciones Destino. Barcelona. 2011. Anthony Giddens. “La tercera vía”. Taurus. Madrid. 2000. Alex Callinicos. “Contra La Tercera Vía”. Crítica. Barcelona. 2002. Felipe González y Juan Luis Cebrián. “El futuro no es lo que era”. Santillana. Madrid. 2001. Felipe González. “Memorias del Futuro”. Aguilar. Madrid. 2003. Pedro Carvajal y Julio Martín Casas. “Memoria Socialista. 125 años”. Temas de Hoy. Madrid. 2005. Antonio García Santesmases. “Repensar La Izquierda. Evolución ideológica del socialismo en la España actual”. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Barcelona 1993. Venezuela: Enzo Del Búfalo. “Adiós al socialismo”. bid & co. Editor. Academia de Ciencias Económicas Venezuela. 2011. Domingo Alberto Rangel. “Un socialismo para el siglo veintiuno”. Mérida Editores. Venezuela. 2004. Marta Harnecker. “Reconstruyendo la izquierda”. Monte Ávila. Caracas. 2007.  Alemania: Oskar Lafontaine. “Le coer bat a gauche”. (“Das Hertz schlagt links”) Michel Lafon. Paris. 2000. Francia: Francia: Arnaud Montebourg y Vincent Peillon. “Pour un nouveau Parti Socialiste”.Denoel. París. 2003. Julien Dray. “Comment peut-on encore être socialiste?”. Grasset. Paris. 2003. Gérard Desportes y Laurent Mauduit. “L’adieu au socialismo”. Grasset. París. 2002. Henri Weber. “Le bel avenir de la Gauche”. Seuil. París. 2003. Nicolas Baverez. “Francia en declive”. gota a gota ediciones. Madrid. 2005. Michel Rocard. “Mauvais réflexes d’une société qui a peur”. En: “Le Monde”. 30/3/2006. Pág. 25. Daniel Mermet y varios. “Á gauche!”. La Découverte. París 2002. Jaques Julliard. “Le malheur francais”. Flammarion. Paris. 2005. Régis Debray. “Supplique aux nouveaux progressistes du XXI siècle”. Gallimard. París. 2006. Alain Lefebvre & Dominique Méda. “faut-il brûler le modèle social francais?”. Seuil. París. 2006. Claude Javeau. “Vive la sociale. Éloge de la social-democratie”. Le grand miroir. Bruselas. 2003. América Latina: Cesar Rodríguez Garabito y otros. (Editores). “La nueva izquierda en América Latina”. Grupo Editorial Norma. Colombia. 2005. Boaventura de Sousa Santos. “Reinventar la Democracia. Reinventar el Estado”. CLACSO Libros. Buenos Aires. 2005. Foreign Affairs en español. “Izquierdas”. México. Vol.6. Núm.2. 2006. Héctor Aguilar Camín. “Pensando en la Izquierda”. Fondo de Cultura Económica. México. 2008. John C. Campbell. “La izquierda y la derecha en América del Sur (Los extremos políticos en América del Sur)”. Foreign Affairs en español. “Ingobernabilidad”. México. Vol.5. Núm.4. 2005. “Carta de los Presidentes Hugo Chávez y Tabaré Vázquez a los Presidentes de los países de América del Sur”. En: DEP Diplomacia Estrategia Política. Brasil. Año I, Número 3, 2005.
[57] Las recientes crisis  de la deuda en Grecia y de las elecciones parlamentarias en España, son vivos ejemplos del errático comportamiento de los partidos políticos que se reclaman de la social-democracia.
[58] Desde la llegada del chavismo al poder hasta aproximadamente el año  2006, me involucré intensamente con entusiasmo en las actividades internas partidistas hasta formar parte del Comité Directivo Regional del Estado Vargas y su representante en las instancias nacionales (CDN). Y por ejemplo, participé además, regularmente todas las semanas, en los trabajos de la unidad de reflexión del partido (Comité de políticas públicas). Siempre propuse y estimulé la idea de que el partido asumiera el proyecto de cambiar el régimen político para transformar a Venezuela en una democracia parlamentaria, pero fue imposible hacer avanzar esta idea. La experiencia de esos años si bien fue muy rica y estimulante en lo personal, fue malograda y frustrante como actividad política frente al comportamiento de la dirigencia partidista. El profesor Maurice Duverger de la Universidad de París recomendaba en sus clases, que había que pasar del conocimiento teórico a tener la experiencia como militante de base sobre el terreno para poder entender a plenitud la vida política; yo seguí sus consejos, lo que me permitió conocer el juego interno de los partidos en el sistema político presidencial venezolano.
[59] Siempre he sostenido que el partido que asuma como bandera el cambio de sistema a una democracia parlamentaria, tendrá un enorme éxito político. Como dice la conocida reflexión de Víctor Hugo: “No hay una cosa más poderosa que una idea a la que le ha llegado su hora”.
[60] El hecho de que la Democracia Cristiana está desconectada políticamente de la “Mesa de la Unidad Democrática”,  carece de una representación identificada institucionalmente en la Asamblea Nacional y casi no forma parte de la estructura del poder público territorial, constituye una situación que le da mucha libertad y autonomía para reorganizarse y actuar.
[61] Para un observador externo, como es mi caso, la situación interna del partido COPEY luce caótica, llena de despropósitos y de muy difícil recuperación. El campo está libre pues para el renacer de una nueva Democracia Cristiana en Venezuela separada e independiente orgánicamente de COPEY y de sus problemas internos. A menos que la lucidez política de los dirigentes democratacristianos permita que se produzca una fusión donde haya una entidad absorbente y otra absorbida en un nuevo comienzo institucional.
[62] No hay ningún obstáculo teórico, jurídico o conceptual que impida el surgimiento de una nueva Democracia Cristiana en Venezuela,  comprometida con la realización de profundos cambios en nuestro sistema político y que entusiasme y motive a los venezolanos. Lo establece el artículo 67 de la Constitución. Además en Alemania, por ejemplo, dos grandes partidos representan a la democracia cristiana en el escenario político nacional.
[63] Rómulo Betancourt decía que su obra política más importante era haber construido el partido Acción Democrática. (Fuente: conversaciones personales con el expresidente Ramón J. Velázquez).
[64] La oposición democrática desde hace mucho tiempo optó como estrategia por el concepto de la “concertación chilena” (Una pluralidad de medianos y pequeños partidos coordinados en la MUD), y nunca ha visualizado  estructurarse de otra manera, como por ejemplo en una sola entidad orgánica. Cosa que el chavismo si hizo a empujones con el partido PSUV, lo que le ha servido como instrumento en los combates electorales y para otras acciones políticas distintas a lo electoral.
[65] El cambio de régimen político en Venezuela ha sido objeto de diversos seminarios que he dictado en la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV entre los años 2010 y 2012. Uno denominado: “El presidencialismo y la crisis del régimen político venezolano”. Y otro: “El parlamentarismo: un nuevo régimen político para Venezuela”.
[66] En Alemania la Democracia Cristiana fue  un factor político esencial para su recuperación institucional luego de la segunda guerra mundial. Y el  parlamentarismo como sistema político fue el referente internacional de la Democracia Cristiana, salvo en América Latina. Ver: Olivier Duhamel – Yves Mény. “Dictionnaire Constitutionnel”. “Voz: Démocratie Chretienne”. PUF. París. 1992. Pág. 288.
[67] La inspiración cristiana formuló el “humanismo” como corriente del pensamiento político, que comprende el conjunto de doctrinas y actitudes que consideran al hombre como un fin y un valor superior. Y del “humanismo” se pasó al “Estado de Derecho”, que en la teoría política constituye la aproximación fundamental a la democracia, que fue concebida como una democracia parlamentaria en su referente doctrinario internacional frente al Estado totalitario marxista,  como el que se pretende instalar en Venezuela. Entendiendo la cuestión constitucional como “la posibilidad de una oposición al poder fundada sobre el Derecho”. Ver: Francois Châtelet, Olivier Dudamel y Évelyne Pisier-Kouchner. “Histoire des idées politiques”. PUF. París. 1982. Pág. 117.
[68] Recordemos que Rómulo Betancourt solía decir que en política hay tres cosas importantes: organización, organización y organización.
[69] La “movilización” es entendida en las ciencias políticas como las actividades desplegadas por la sociedad civil para alcanzar ciertos objetivos políticos. Ello implica convocar e incorporar activamente a las filas de la sociedad democrática a los ciudadanos frente a la dictadura chavista. Pero, la movilización debe adaptarse a las circunstancias y a los escenarios en que debe producirse; por ejemplo, las movilizaciones en plazas y marchas, como ocurrió en la primavera árabe y en Ucrania, (y aquí en Venezuela también) es blanco fácil de francotiradores y de feroces acciones represivas y judiciales. Por ello, la movilización, sin tener miedo, debe concebirse de manera diferente, inteligente y eficaz, enfrentando a la dictadura en todos los terrenos donde ella se manifieste.
[70] Las graves amenazas para la democracia constituyen una oportunidad para el relanzamiento de la nueva Democracia Cristiana en Venezuela. La estructura partidista actual de la oposición democrática luce escéptica hacia el futuro, desgastada en ideas e impotente y contradictoria en la acción política para enfrentar la dictadura militar chavista; y duda y desconfía de sus propias posibilidades más allá de lo electoral. La nueva Democracia Cristiana debe expresar el renacer de la democracia en  Venezuela y la defensa a ultranza del Estado de Derecho.
[71] Podemos pensar que se cumplió una primera etapa histórica de la llamada Democracia Cristiana presidencial con el partido COPEY como órgano político y con la figura personalista de Rafael Caldera como principio y fin de este periodo y que, ahora, se puede iniciar la etapa de una nueva democracia cristiana parlamentaria acorde con sus postulados doctrinarios internacionales, por primera vez en América Latina. Ver: Olivier Duhamel – Yves Mény. “Dictionnaire Constitutionnel”. “Voz: Démocratie Chretienne”. PUF. París. 1992. Pág. 288.
[72] Es lamentable que los liderazgos de la sociedad democrática no quieran abrirse a un debate conceptual sobre  este tema y sigan aferrados compulsivamente al modelo presidencial, lo que se refleja en el hecho de que la dirigencia opositora ha asumido  el modelo de la “concertación chilena” como la estrategia política y electoral indiscutible de la Unidad Democrática y no quieren hablar de otra cosa. (Lo que se explica porque la MUD está integrada por medianos y pequeños partidos electoralistas y personalistas). En mi opinión, el fundamento conceptual de la Unidad Democrática debería ser un profundo cambio de régimen político y no un simple e inestable cambio de gobierno presidencial. Situación que evidencia el divorcio de intereses existente entre la élite opositora obsesionada por mantener con tenacidad el personalismo presidencial y el pueblo opositor que quiere otra cosa y desea una transformación profunda de la institucionalidad democrática.
[73] Es lo que se conoce en Francia como la “ciberpolitique”. En Venezuela el Profesor Juan Carlos Rey de la Universidad Central de Venezuela piensa lo siguiente: “Creo que el gran reto que se nos plantea en el presente es cómo utilizar las fantásticas nuevas herramientas que la tecnología de la información y de las comunicaciones nos proporcionan, no para eliminar a los partidos pero si para modificar sus estructuras y organización, de tal forma que se conserven las funciones necesarias para preservar la responsabilidad política que es imprescindible en una democracia representativa”. Ver: Juan Carlos Rey. “El sistema de partidos venezolano, 1830 – 1999”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Pág. 298.
[74] La organización de comités de base de ciudadanos en todo el territorio, integrados por activistas afines a la democracia cristiana, debe ser un proceso muy rápido si se hace vía una plataforma virtual. Y una vez constituidos, comenzará una comunicación intensa entre ellos que consolidará la organización en la base.
[75] La inspiración cristiana ha contribuido poderosamente con la promoción de los derechos del hombre y del humanismo. El pensamiento cristiano de la política obliga a la acción política y no solo a la contemplación, como factor de democracia y libertad. Por ejemplo, Emmanuel Mounier y su idea del personalismo; Jacques Maritain y su concepto del hombre y el Estado: “El Estado no es la suprema encarnación de la Idea, como creía Hegel. No es una especie de superhombre colectivo. El Estado no es más que un órgano habilitado para hacer uso del poder y la coerción y compuesto de expertos o especialistas en el orden y el bienestar públicos; es un instrumento al servicio del hombre. Poner al hombre al servicio de este instrumento es una perversión política. La persona humana en cuanto individuo es para el cuerpo político, y el cuerpo político es para la persona humana en cuanto persona. Pero el hombre no es en modo alguno para el Estado. El Estado es para el hombre”. Ver: Jacques Maritain. “El Hombre y el Estado”. Encuentro Ediciones. Madrid. 1983. Pág.27. Y, Francois Châtelet – Évelyne Pisier-Kouchner. “Les conceptions politiques du XXe siècle”. PUF. París. 1983. Pág. 109.
[76] Esa movilización continuará cuando la Asamblea Nacional se transforme en una Constituyente, que transforme a Venezuela en una democracia parlamentaria. Ver: José Amando Mejía B. “El deber de la Asamblea Nacional de desconocer a la Sala Constitucional” (abril 2016). “La vocación constituyente de la nueva Asamblea Nacional” (febrero 2016). “El parlamentarismo: un nuevo régimen político para Venezuela” (febrero 2014).
[77] Con lo cual se anticipará al nuevo tipo de partidos políticos que deberá surgir del sistema político parlamentario.
[78] Todos los venezolanos están al menos informados de los graves problemas nacionales y el comentario general tiene que ver con la falta de movilización política, a pesar de la realidad cotidiana de estas graves circunstancias existenciales.
[79] Los partidos políticos de oposición se mantienen como organizaciones regionales ancladas en lo político y financiero en el control burocrático de Alcaldías y Gobernaciones. El partido político gubernamental se alimentan de manera insolente de los recursos públicos y de la burocracia estatal.
[80] La oposición venezolana logró realizar espectaculares movilizaciones de la sociedad civil en los primeros años de la era chavista, que lamentablemente no logró transformar en una poderosa fuerza política. En su momento el movimiento estudiantil también pudo desencadenar importantes movilizaciones de la sociedad civil, cuyos efectos están presentes. Y más recientemente en el año 2014, en el Estado Táchira y Mérida se articularon masivas movilizaciones de la sociedad civil, demostrativas que un fuerte compromiso con la democracia constitucional está latente en las comunidades andinas.
[81] Se observa que la MUD luce fundamentalmente como una plataforma de unidad electoral de partidos de corte social-demócrata y que es muy difícil la coordinación entre ellos de acciones políticas más allá de lo electoral.   
[82] No hay dudas que la nueva Democracia Cristiana debe enfrentar un régimen militar dictatorial, dispuesto a todo con tal de mantenerse en el poder. Lo que hace pertinente recordar el viejo dicho de los ingleses: “Una nube tan oscura no se aclara sino con tormenta”. Que como dijo Francois Mitterrand, siendo Presidente de Francia,  en un memorable discurso ante el Parlamento Alemán cuando la crisis del desplazamiento de misiles soviéticos SS 20: Si ellos nos apuntan con misiles, no podemos apuntarlos con flores. (Refiriéndose a la ex URSS). Ver: Jean Lacouture y Patrick Rotman. “Mitterrand. Le roman du pouvoir”. Seul. París. 2000. Pág. 156.
[83] Estamos muy conscientes que mediante el cambio de sistema político se le puede dar sostenibilidad política al establecimiento de una economía social de mercado, conforme al modelo alemán.
[84] En un sistema constitucional que funciona regularmente, el mecanismo normal de la democracia es el derecho al voto dentro de un sistema electoral idóneo y trasparente. Pero en una dictadura, no se puede engañar al ciudadano haciéndole creer que con el solo hecho  de votar será suficiente para cambiar este estado de cosas.
[85]La oposición democrática generó con esa victoria electoral una fuerza política mucho mayor a sus propias capacidades organizativas y  a su proyecto político presidencialista que se quedó corto; el cual quieren reimponer a troche y moche aupando el referendo revocatorio presidencial como si fuera la única alternativa de solución política que tiene la sociedad democrática.
[86]Los diputados de la oposición democrática en la Asamblea Nacional, deben sentir lo mismo que le ocurrió al  Ex presidente Ramón J. Velázquez, que solía comentar a los colaboradores de su gobierno, que luego de ser designado Presidente, cuando los partidos lo dejaron solo y sin apoyo, se quedó como un malabarista  de circo al que le han quitado la red de protección. Tan es así,  que llama la atención que las movilizaciones de la oposición se han centrado más en el llamado a revocar el mandato del actual Presidente, que en defender a la Asamblea Nacional contra los abusos y atropellos constitucionales de que es objeto.
[87] Esta inexplicable actitud parece ser un mal recurrente en la oposición democrática que de nuevo comienza a manifestarse y que tiene su explicación en la naturaleza presidencialista, personalista y electoral de los actuales partidos políticos venezolanos.
[88] Una vez más, parece que la oposición democrática se está dejando arrebatar un triunfo electoral. Es necesario dar sostenibilidad constitucional y hacer funcional jurídicamente el extraordinario hecho de haber ganado la mayoría absoluta y calificada de la Asamblea Nacional.
[89] No se debe abandonar la defensa a ultranza del Poder Legislativo, por el proceso del revocatorio presidencial. Ambas luchas deben darse, complementarse y retroalimentarse mutuamente. El ciudadano puede sin contradicción actuar en los dos escenarios ya que son dos agendas diferentes pero no contradictorias.
[90] Así como de un gran apoyo internacional aunque no es decisivo.
[91] El presidencialismo como sistema de gobierno constituye el punto de coincidencia entre las élites del chavismo y de la oposición.
[92] Constituye un giro conceptual extraordinario pensar en que sean los ciudadanos y no el Estado el actor fundamental de la sociedad. 
[93] A pesar que muchos factores de la sociedad democrática no están representados en la bancada opositora, entre ellos la Democracia Cristiana, es la Asamblea representativa más legítima de la historia de Venezuela y sin duda de la era democrática, por las tremendas dificultades de todo tipo que tuvo que superar la oposición democrática en el proceso electoral de 2015; por su propósito confesado de regresar a Venezuela a la senda del Estado de Derecho y de la democracia; y por su decisión de enfrentar como cuerpo civil el brutal autoritarismo de los militares venezolanos. De tal forma que  la sociedad civil debe acompañar a la Asamblea Nacional para enfrentar los grandes y peligrosos desafíos que tiene por delante.
[94] El escritor francés André Maurois lo decía claramente sin contemplaciones: “La no violencia tiene su belleza pero le deja el campo libre a los brutos”. En Francia, en Alemania y en el mundo anglosajón, es normal y necesario que el jurista adicionalmente se acompañe con una formación en ciencias políticas o en filosofía y que participe con toda normalidad en la vida política de su país, sin que ello lo perjudique en su carrera profesional. Mientras que aquí en Venezuela  es mal visto y existe un rechazo acentuado por este tipo de enfoque en la carrera profesional de un abogado, a quien se le trata con desdén de “abogado-político”; ya que, nunca se ha asumido como ocurre en USA por ejemplo el concepto del ciudadano-jurista, ni se comprende el legalismo en la cultura política norteamericana.
[95] La futura democracia parlamentaria venezolana deberá reconocer que llego la hora de que la sociedad civil asuma sus responsabilidades en la vida de la nación, por ejemplo en materia económica, donde debe hacerse cargo de la actividad económica productiva y el Estado de los servicios públicos sociales, haciendo que funcione la lógica del Estado y la lógica de la economía. Ver estas ideas en: Laurent Cohen-Tanugi. “Le droit sans l’Etat”. Puf. París. 1987.
[96]Existen ciertos conceptos básicos acordados y consensuados en la sociedad civil, sobre diversos aspectos de la vida nacional, lo que es un gran logro. Se puede afirmar que el Estado de Derecho llegó para quedarse en la historia de Venezuela.  Ver: Ronald Balza Guanipa. (Coordinador). “Venezuela 2015. Economía, Política y Sociedad”. UCAB. Caracas. 2015.
[97] Constitución. Art. 2. Ya lo decía el ex-presidente francés François Mitterrand: “Derecho, Justicia, Democracia, son palabras que se confunden”. Ver: Laurent Cohen-Tanugi. “La  Métamorphose de la Démocratie”. Éditions Odile Jacob. París. 1989. Pág. 164.
[98]  De una casta de militares que no entiende nada de la democracia sino de utilizar el poder que les da el tener la posesión de las armas de la República. Ver: Ignacio Walker. “La tentación del neopopulismo. (Democracia en América Latina)”. Foreign Affairs en español. “Izquierdas”. México. Vol.6. Núm.2. 2006. Pág. 3. Alfredo Ramos Jiménez. “La Revolución Bolivariana. El pasado de una ilusión”. La Hoja del Norte. Caracas. 2011. Pierre-André Taguieff (Coordinador). “Le Retour Du Populisme”. Universalis. Francia. 2004.
[99] El Estado de derecho venezolano se descarriló con el sistema político presidencial. El actual Parlamento venezolano tiene ante sí la oportunidad histórica de frenar y acabar con la dictadura chavista, erigirse en el órgano regenerador de la democracia y en el constructor de una nueva institucionalidad constitucional. Por ello es tan importante que la sociedad civil acompañe decisivamente a la Asamblea Nacional en su enfrentamiento con la dictadura chavista, lo que le permitirá ganar ese importante combate político y el derecho de asumir colectivamente el liderazgo político de la democracia. La nueva Democracia Cristiana, en mi opinión, debe construirse y trabajar en función de estos objetivos fundamentales.
[100] Estos partidos electoralistas pequeños y medianos de la oposición democrática solo llegan hasta donde pueden sus posibilidades, pero eso no significa que no existan otras alternativas constitucionales de acción política distintas a las electorales. Como se dice en la Universidad de Salamanca: “Lo que natura no da, Salamanca no lo provee”.
[101] El General José Leónidas Trujillo  dictador de la República Dominicana, le comentó a Pérez Jiménez cuando este le llegó huyendo de Venezuela, que si los militares en el futuro quisieran volver a mandar en América Latina tendrían que aliarse con los comunistas. Comentario hecho en las tertulias semanales con el Doctor Ramón Velázquez. Ver: Diana C. Droulers. “Los desayunos de los jueves en casa de Carlos Rafael Silva”. En: Heraclio E. Atencio Bello (Coordinador). “Las peñas y las tertulias: puentes de saber, cultura y cordialidad”. Fundación Venezuela Positiva. Caracas. 2012. Pág. 277.
[102] La cúpula militar piensa que con la represión al estilo cubano van a poder mantener a raya al pueblo indefinidamente, sin tomar en cuenta  que en cualquier momento ante la presión popular sectores institucionales de las Fuerzas Armadas se pongan del lado bueno de la barricada.
[103] Como por durante diecisiete años el chavismo en el poder no ha podido instalar la dictadura total según el modelo represivo cubano, han optado por destruir poco a poco la estructura institucional, económica y social del país, con el fin de mantener su dominación sobre la sociedad, creando un ambiente político que se ha vuelto contra ellos. Los militares saben que recuperar la confianza institucional va a ser una larga y difícil tarea y que seguir imponiéndose por la violencia tiene sus límites por la voluntad democrática del pueblo venezolano que en este punto se diferencia radicalmente al cubano.
[104] Que ha consistido en un falso y habilidoso montaje propagandístico para aterrorizar y domesticar a la sociedad civil. Su capacidad para reprimir a los ciudadanos se reduce a arrebatos brutales de las fuerzas del orden ejecutados por energúmenos  funcionarios altamente ideologizados y entrenados en Cuba para esas miserables tareas; y por el despliegue de una estructura delincuencial de los llamados “colectivos”, contratados inescrupulosamente para disparar contra los opositores. Contando con el apoyo de acciones judiciales focalizadas y despreciables ejecutadas por falsos jueces inescrupulosos y trasnochados ideológicamente; y con el apoyo entregado e hipócrita de una “nomenklatura” sin carácter y principios, poco formada profesionalmente y sin ninguna idea por el respeto de los derechos del hombre. Situación  típica de las dictaduras de talante marxista que existieron en la Europa del este y que aún pervive en Cuba como un anacronismo insólito, gracias a los recursos económicos provenientes del petróleo venezolano.
[105] El amor a la patria de los militares chavistas se reduce a un amor al petróleo y al dinero de la patria. En relación a la captura por los militares de la renta petrolera ver: Luis Pedro España. “La sociedad venezolana: escrita con tinta de petróleo”. En: “El desafío venezolano: Continuidad Revolucionaria o Transición Democrática”. UCAB. Caracas. 2014. Pág. 39. Hay numerosa bibliografía disponible sobre la relación de los militares venezolanos con el gasto público y la corrupción. Sobre todo aquellos que están aliados al narcotráfico, al enriquecimiento ilícito y a los intereses económicos cubanos. Ver: Marcos Tarre y Carlos Tablante. “Estado Delincuente”. Caracas. 2013.
[106] En mi opinión, los militares venezolanos no tienen capacidad operativa, política y gerencial para establecer y mantener en el tiempo una dictadura al estilo cubano. La constante amenaza es el recurso permanente del Gobierno para intimidar a la sociedad democrática y pretender ocultar su debilidad. Las agresiones selectivas y ejemplarizantes (Casos Antonio Ledezma y Leopoldo López) son demostrativas del uso de métodos represivos propios de la dictadura cubana y de sus agentes, que operan libremente en Venezuela como perros por su casa. Y la dura y sangrienta represión del Gobierno chavista contra la sociedad civil fue posible en el  año 2014, porque fue ejecutada en la calle con el apoyo de los grupos irregulares activados por el chavismo y encargados del trabajo sucio; y con el soporte de un poder judicial corrompido encargado de dar falsa legalidad a los atropellos y a encarcelar a los opositores. Pero en mi opinión, también una vez más, la falta de coherencia política por parte de la sociedad y la dirigencia opositora, contribuyó a enfriar el ambiente y colaboró con el Gobierno; por ejemplo, al hacer abortar el movimiento tachirense y merideño  de “los Gochos” que se quedaron solos, cuando el resto del país le dio la espalda a la lucha por la democracia y la Constitución que se desató en las montañas andinas de Venezuela. Hoy mucho se ha aprendido y sufrido para volver a cometer los mismos errores en la lucha contra la dictadura chavista y cuando resurja un gran partido democrático y civil se pondrán las cosas en su sitio.
[107] Llamar y tratar al actual régimen político chavista de “dictadura militar” es un imperativo indiscutible desde la perspectiva del Estado de Derecho. Tratarlo de otra manera es un disimulo cómplice con un estado de cosas inaceptables desde el punto de vista constitucional.
[108] Los partidos políticos opositores que controlan alcaldías y gobernaciones tienen facilidades financieras que sirven para mantener sus estructuras y burocracias internas, pero esa situación constituye también una debilidad por la dependencia, la autocensura y las inhibiciones que provoca ese cordón umbilical con el chavismo. Además, con el transcurrir del tiempo y ante el  progresivo endurecimiento de la dictadura chavista, se está llegando a un punto de no retorno donde se compromete la honestidad política,  la limpieza institucional y la credibilidad democrática de los operadores políticos que de esta manera interactúan  o colaboran con la dictadura y la “nomenklatura” chavista. Estamos claros que esta es una situación muy delicada y difícil de considerar, pero la nueva Democracia Cristiana por fortuna no está atrapada en este delicado dilema y en mi opinión, no debería participar en futuros eventos electorales hasta que se restablezca el Estado de Derecho, para no exponerse a este tipo de limitaciones políticas.
[109] Sobre la hoja de ruta de la oposición democrática ver las ideas expuestas en los siguientes trabajos: José Amando Mejía Betancourt. “El deber de la Asamblea Nacional de desconocer a la Sala Constitucional”. (Abril 2016). Publicado en el mes de abril en el portal: www.soberania.org Y, José Amando Mejía Betancourt. “La vocación constituyente de la nueva Asamblea Nacional”. (febrero 2016. Ha circulado por internet).
[110] Recordemos que la Democracia Cristiana es una corriente política surgida en el último decenio del siglo XIX que se reclama del catolicismo. Inspirada en un ideal social y con base a las reglas de la democracia liberal constituye un movimiento autónomo después de la segunda guerra mundial, que se destaca por su participación en la reconstrucción de las instituciones democráticas. Su referencia institucional básica es el sistema parlamentario a nivel internacional (salvo en América Latina donde adopta el presidencialismo). Y su influencia específica es sobre el papel del Estado. Así los demócratas cristianos son netamente federalistas en relación  a la estructura interna del Estado, en la línea de la doctrina social de la Iglesia y asumen el principio de la subsidiariedad como tendencia favorable a la participación subsidiaria del Estado en apoyo a las actividades privadas de la sociedad civil. Lo que les hace jugar un papel clave en la construcción europea y defender el modelo de la economía social y ecológica de mercado.  Ver: Olivier Duhamel – Yves Mény. “Dictionnaire Constitutionnel”. “Voz: Démocratie Chretienne”. PUF. París. 1992. Pág. 288.
[111] Estas ideas inspiradas en el pensamiento de Alexis de Tocqueville, se pueden consultar en: Laurent Cohen-Tanugi. “Le droit sans l’Etat”. Puf. París. 1987.
[112] En la vida económica la seguridad jurídica es un imperativo fundamental, a fin de producir una “auto regulación de la sociedad, una especie de auto gestión del sistema jurídico”, que la doctrina denomina la “sociedad contractual”. Ver: Laurent Cohen-Tanugi. “Le droit sans l’Etat”. Puf. París. 1987. Pág. 57. 

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