El reto de la
Democracia Cristiana ante la barbarie inconstitucional del poder en Venezuela
Sumario
Introducción: La debilidad
política de la oposición democrática.
A.-
La ampliación de la estructura política de la oposición democrática.
1.-La movilización
política sin fines electorales como problema.
2.-El resurgimiento de
una nueva Democracia Cristiana parlamentaria en Venezuela.
3.- La organización de
la nueva Democracia Cristiana.
B.-
Los desafíos inmediatos de la Democracia Cristiana.
1.- La defensa de la
Asamblea Nacional.
2.- Armonizar las luchas
políticas de la sociedad civil.
3.- La resistencia a la
dictadura militar.
Conclusión: La urgente
obligación de construir la nueva Democracia Cristiana.
Introducción:
La debilidad política de la oposición democrática.
La Asamblea Nacional tiene la obligación
de desconocer a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ),
que con sus temerarias sentencias la ha vaciado de sus naturales competencias
constitucionales de legislar y de control del Gobierno y la Administración
Pública Nacional,[2]
concentrando todo el poder público en manos del Presidente de la República.[3]
Situación que constituye una barbarie anti-jurídica y una violación absoluta de
la Constitución a la que ha hecho perder su efectiva vigencia.[4]
Esta acción de desconocimiento de la Sala
Constitucional que debe ejecutar y consumar la Asamblea Nacional es de
naturaleza constituyente y, por tanto, de una tal envergadura política que
requiere de un sólido respaldo y un acompañamiento comprometido y permanente de
la sociedad civil, que debe movilizarse a todo lo largo y ancho del territorio
en defensa del sistema constitucional. No hay duda que la nueva y contundente
mayoría democrática de la Asamblea Nacional tiene toda la voluntad política de
recuperar sus competencias y atribuciones que le han sido arrebatadas por la
reiterada e inconstitucional jurisprudencia de la Sala Constitucional[5]
y, para ello, cuentan con el firme apoyo de la comunidad jurídica venezolana
que está escandalizada ante los atropellos inconstitucionales de que es objeto
la Asamblea Nacional.[6]
Pero, los obstáculos y las dificultades que tiene el Parlamento venezolano para
enfrentar a la Sala Constitucional
derivan principalmente del hecho de carecer del respaldo necesario,
contundente y decidido de la sociedad civil a la cual representan, lo que le
impide asumir con determinación ese combate jurídico-político en defensa del
Estado de derecho y la democracia.[7]
Este escenario nos permite apreciar como
la oposición democrática venezolana tiene
una gran debilidad frente al poder autoritario del chavismo , pues carece de un
partido político fuerte que la represente y que sea el instrumento fundamental
que, conforme a lo que enseña la Ciencia
Política, haga posible asumir con decisión un reto y una acción política de
esta naturaleza.[8]
Lo que a su vez ayuda a entender porque el modelo bipartidista que existió en Venezuela[9]
sucumbió víctima de la lógica caudillista y personalista del sistema
presidencial de gobierno, que acabó con los mismos partidos que lo crearon y
del cual se beneficiaron.[10]
El eclipse histórico y político de los
grandes partidos de la democracia, ha hecho que a partir de entonces, el
sistema de partidos no ha recuperado la vitalidad, fuerza y brío que tenía en otros tiempos y que le daba una estabilidad
envidiable al sistema político.[11]
Y surgieron otro tipo de partidos mucho
más modestos y sobre todo electoralistas,
concebidos fundamentalmente para enfrentar desafíos electorales, pero que
carecen de la potencia y la envergadura suficiente que se requiere para
canalizar otro tipo de objetivos políticos distintos, como por ejemplo, el de
producir un sólido respaldo de la sociedad civil a la Asamblea Nacional en la
defensa de sus competencias constitucionales. Lo que demuestra fríamente que si bien tienen la estructura y movilidad
para hacer ganar unas elecciones a la oposición democrática, carecen de la
fuerza suficiente para defender los resultados.[12]
A partir del derrumbe de
los grandes partidos venezolanos “Acción Democrática” y “Copey”, el sistema se
recompuso en un multipartidismo con organizaciones pequeñas y medianas, pensadas
primordialmente como fuerzas electorales y comportándose como instrumentos de competición en eventos de naturaleza
eleccionaria,[13]
con un alcance limitado de acción y actividad, lo que coincidió con la llegada del chavismo
al poder en Venezuela.[14]
Desde entonces, la oposición democrática se concentra y focaliza
primordialmente en una continua lucha electoral durante la era chavista y hasta
ahí han llegado sus posibilidades políticas.[15]
Pero, ahora, entre
gobierno y oposición está planteada otro tipo de confrontación diferente sin
fines electorales, ya que se trata de una formidable disputa jurídico-política
por la defensa del triunfo electoral del 6 de diciembre de 2015[16]
y la consolidación de la mayoría parlamentaria de la oposición democrática, lo que
va mucho más lejos de lo comicial. De
cara a la desfachatez de un gobierno que ya se ha transformado en dictadura
militar[17]
y que al desconocer la victoria electoral de la oposición ha provocado el
hundimiento de la Constitución venezolana a la que le ha hecho perder su
efectiva vigencia.[18]
El respaldo a la Asamblea Nacional y la
recuperación de sus competencias constitucionales constituyen, en efecto,
combates políticos necesarios pero tienen una naturaleza jurídica y ciudadana
distinta al pugilato eleccionario, que los partidos de la oposición democrática
no pueden ni quieren afrontar por no tener la potencia suficiente para ello, ni
haber sido concebidos para actuar en un
horizonte que no sea primordialmente el electoral. Se explica, entonces,
porque estas organizaciones políticas
privilegian involucrarse, antes que nada, en agendas electorales como el
mecanismo del referendo revocatorio al
Presidente que está en curso,[19]
que participar en otro tipo de confrontación jurídico-política como el de
defender la integridad institucional de la Asamblea Nacional, a la cual, poco a
poco, están abandonando a su suerte y dejando solos y sin respaldo a sus
diputados. Pues si se ganaron abrumadoramente las elecciones del 6 de diciembre
de 2015 y se eligió una mayoría absoluta de la oposición democrática, de lo que
se trata actualmente es de defender sin titubeos esa victoria electoral.[20]
Lo sensato y obvio no es sacrificar a la Asamblea Nacional para apostar, de
manera miope y restringida, todos los dados al referendo revocatorio
presidencial como en el canto llanero de “Rosalinda”, sino que, hay que armonizar ambas acciones en una
estrategia política inteligente, complementaria, lúcida y de buen juicio. [21]
Si bien la dimensión
eleccionaria de la lucha política es muy importante no es suficiente, pues las
posibilidades previstas en la Constitución para su defensa van mucho más allá
de lo estrictamente electoral. Por lo que no se puede aceptar la opinión de aquellos que afirman,
permanentemente, que en lo electoral se agotan todas las posibilidades
constitucionales de la sociedad democrática[22] para
actuar y movilizarse políticamente contra el poder chavista, porque no es
verdad; ya que, tan constitucional fue luchar por ganar unos comicios como los
parlamentarios del 6 de diciembre de 2015, como hacerlo para que se respete el
resultado electoral y se le devuelvan a la Asamblea Nacional sus competencias
constitucionales.
Pero la corriente mayoritaria de la MUD y de los partidos que la
integran, ven
prioritariamente la dimensión electoral del combate político en Venezuela, [23]
por lo que rehúyen cualquier otro tipo de enfrentamientos de orden
político-jurídico con la dictadura chavista[24]
y viven en una ilusión y agitación electoral permanente.
Si constatamos que la
situación política e institucional de Venezuela está actualmente bloqueada de manera irregular y
anormal en beneficio del gobierno chavista, que luego de perder las elecciones
del 6 de diciembre de 2015 ha violentado gravemente el orden constitucional y
previsiblemente lo seguirá haciendo, a pesar de que la oposición democrática
constituye una mayoría política tanto parlamentaria como a nivel nacional; se
hace necesario tomar conciencia de la necesidad que la sociedad democrática se active de una manera más amplia,
categórica y permanente, mediante un gran movimiento político que despeje la situación política y logre reconducir este inaudito estado de cosas
al sendero de la constitucionalidad.
Por ello queremos proponer la idea que debe
resurgir un nuevo y gran partido político en Venezuela que refuerce la acción
política de la sociedad democrática. Pues pienso que en este momento la vía
venezolana para la toma de conciencia política y de lucha contra la dictadura
debe ser la de un gran partido político.[25]
A.-
La ampliación de la estructura política de la oposición democrática.
Si la oposición democrática está
consciente de su actual debilidad
política para afrontar desafíos y combates más allá de lo electoral, tiene
entonces por delante la difícil tarea de pensar en ampliar su estructura
política ante la barbarie inconstitucional del poder chavista; y debe decidirse
sin más titubeos en dotarse de una organización partidista que como herramienta
tenga la fortaleza suficiente para servirle de complemento, apoyo y sostén. Que
le permita y haga posible utilizar
cabalmente todas las potencialidades y recursos de todo tipo de que dispone,
tanto humanos como materiales, para aumentar la legítima resistencia al poder chavista. Pues es evidente que la falta de
una gran organización política imposibilita a la sociedad civil aprovecharse útilmente
de todas sus capacidades y dificulta el sacarle provecho a todos sus atributos,
que se están desperdiciando por falta de uso en la lucha política lo que
favorece a la dictadura.[26]
No
se trata de una nueva organización para que entre a competir en el terreno
electoral con la MUD, que ya lo hace muy bien y con éxito, sino de ofrecer una
fórmula para que la sociedad civil aproveche sus capacidades sub-utilizadas y
que permanecen dormidas. Si la MUD está ordenada principalmente como una
estructura de competición para enfrentar al chavismo en los frecuentes eventos
electorales, entonces el nuevo partido político debe ser concebido como una
estructura colectiva que propicie cambios institucionales profundos en
Venezuela, asuma objetivos jurídico-políticos distintos a lo electoral pero
igualmente importantes, [27]y
enfrente al régimen chavista en los otros escenarios donde se manifiesta la
dictadura.[28]
El nuevo partido está llamado a ser un
instrumento que promueva y facilite la movilización permanente, decidida y
responsable de la sociedad democrática en espacios distintos a lo electoral.[29]
Y tener en cuenta que la doctrina de la Ciencia Política nos recuerda “que el
poco interés en relación a los partidos políticos le hace sobre todo el juego
al poder, que encuentra frente a él a personalidades aisladas en lugar de
partidos poderosos”.[30]
1.- La movilización política sin fines electorales como problema.
El gran problema de la sociedad democrática es
la necesidad de que se mantenga en actividad y movimiento constante, ya que
únicamente se pone intermitentemente en acción cuando se presentan eventos
electorales. Pues para poder producir el rescate de la democracia en Venezuela
es necesario convocar a los ciudadanos a que se incorporen activamente a la
defensa del Estado de derecho, motivarlos y poner al pueblo en pie de lucha permanente
contra la dictadura militar chavista.[31]
La oposición democrática
a pesar de ser largamente mayoritaria en la Asamblea Nacional y en el país, no
puede hacer funcional su poder político ni si quiera en la propia Asamblea
Nacional,[32]
porque carece de un decidido respaldo popular amplio, contundente, comprometido
y duradero. Los partidos políticos que conforman la coalición de la Unidad
Democrática (Mesa de la Unidad Democrática “MUD”) no tienen individualmente ni
en su conjunto, la fuerza política para generar y provocar una fuerte
movilización de los ciudadanos sin fines
electorales y ahí está precisamente la debilidad que constituye el talón de
Aquiles de la oposición democrática. Por ello es necesario que resurja en
Venezuela un gran partido político que provoque la movilización permanente de
la sociedad civil en su lucha contra la dictadura chavista.
En el pasado existieron grandes partidos
políticos como “Acción Democrática” y
“Copey”, que tenían individualmente la fuerza
suficiente para activar masivamente a los ciudadanos.[33]
Pero, actualmente, ante la ausencia histórica y el vacío dejado por las grandes
organizaciones políticas del bipartidismo, no hay ningún partido en la MUD que por sí solo o acompañado de otras formaciones, tenga la fortaleza y el
vigor suficiente para provocar la movilización popular que se requiere para
poder desplazar del poder a la dictadura chavista; lo que es una dramática
debilidad de la oposición democrática que la está pagando muy cara en este
momento.[34]
Aquellos grandes partidos, antes que empezara su decadencia, eran fuerzas de
acción con la capacidad y la ambición de orientar y dirigir cambios políticos
de trascendencia,[35]
pero, como hemos dicho, ahora los partidos son presidencialistas,
electoralistas y personalistas, de talla mediana y sin mayores ambiciones
nacionales ni históricas que sus propias posibilidades y el horizonte hasta
donde llega su mirada.[36]
Así las cosas, además, a
la hora actual, cuando la sociedad civil está exigiendo urgentes cambios
políticos y a la Asamblea Nacional le resulta muy difícil actuar por faltarle un
suficiente respaldo popular, entonces, obviamente, hay que hacerle ver a los
ciudadanos que no basta con haber otorgado una mayoría parlamentaria a la “Mesa
de la Unidad Democrática”, sino que deben
asumir la responsabilidad de involucrarse a fondo en un combate político más
allá del voto y defender con todas sus fuerzas a esa mayoría en la Asamblea
Nacional y a la institución misma.[37]
Que tiene una gran importancia en nuestro sistema político y que se ha visto
irregularmente neutralizada por la inconstitucional actividad jurisdiccional de
la Sala Constitucional. Si los partidos políticos venezolanos tuvieran
conjuntamente un potencial de penetración ciudadana, ya hubieran liderado una
movilización popular en defensa de la Asamblea Nacional contra la Sala
Constitucional, pero no lo han podido hacer porque su limitada capacidad
política no se los permite.[38]
Es evidente que la Asamblea Nacional tiene la voluntad de lucha pero siente una
perturbadora fragilidad por la falta de respaldo
popular.
Por otra parte, recordemos
que al ser la “acción de desconocimiento” de una autoridad pública[39]
de naturaleza constituyente con la pretensión de proteger a la Constitución,[40]
se trata de una acción política primigenia y originaria del poder del pueblo
que se da en situaciones extraordinarias y ante acontecimientos impredecibles; como
en la actual circunstancia cuando la Sala Constitucional chavista pretende con
sus sentencias acabar con toda la estructura constitucional de la democracia y
crear un nuevo orden comunista al estilo de la dictadura cubana.[41]
Por ello es necesario un enorme esfuerzo político del pueblo y un trascendental compromiso histórico de la
sociedad civil con la Constitución, más allá del voto.[42]
Hay
que dar por sentado que la “Mesa de la Unidad Democrática” y los partidos que
la integran,[43]constituyen
algo parecido a lo que la doctrina de las Ciencias Políticas llama “partidos o
movimientos de cuadros”, [44]es
decir, integrados por personalidades prominentes, reconocidas y notables y
concentrados alrededor de dirigentes importantes, donde “los órganos directivos
concentran prácticamente toda la actividad del movimiento”.[45]
Que tienen una capacidad de acción circunscrita fundamentalmente a lo
electoral,[46]
pero, frente a los arrebatos y despropósitos de la Sala Constitucional que es
otro tipo de lucha padecen de fuertes limitaciones. En estas circunstancias y
ante la imposibilidad que mediante la persuasión se pueda llegar a acordar un
liderazgo conjunto para desconocer a la Sala Constitucional[47]
con la finalidad de restablecer el orden constitucional, y facilitar en un
futuro próximo el cambio de régimen político con el objeto de transformar a
Venezuela en una democracia parlamentaria,[48]
aparece la incuestionable necesidad de construir una nueva fuerza política que
pueda asumir con éxito estos retos y todo parece indicar que debería surgir de la
corriente de pensamiento de la Democracia Cristiana.
2.- El resurgimiento de una nueva Democracia Cristiana parlamentaria en
Venezuela.
Dadas las debilidades y
limitaciones de los partidos de la
oposición democrática que integran la coalición electoral de la MUD, es necesario y conveniente que surja en
Venezuela un nuevo gran partido político. Que pueda liderar a la sociedad civil
en otros combates jurídico-políticos y la incite a asumir activamente sus responsabilidades
constitucionales, llene el vacío que tiene la estructura partidista de la
oposición, amplíe su horizonte de acción y complemente a la MUD en sus
esfuerzos políticos.
Todo parece indicar que la aparición de un
gran partido democrático en la vida política venezolana es perfectamente
posible y viable; organizarlo es una operación relativamente sencilla si se
utilizan los medios gerenciales y técnicos modernos; y sobre todo, es un trabajo
que se puede realizar con mucha rapidez si la sociedad civil se involucra con
seriedad y entusiasmo.
En este sentido creemos posible el
resurgimiento de la Democracia Cristiana en Venezuela sobre la base tres consideraciones fundamentales:
La primera, que se relance la Democracia
Cristiana a partir de las ideas que conforman el proyecto de cambiar el sistema
político, para que Venezuela se transforme en una moderna democracia
parlamentaria y abandone el régimen presidencial de gobierno.[49]
La segunda, se refiere a que, como hemos
dicho, existe en la actual coyuntura política la necesidad urgente de que brote
en la sociedad democrática un poderoso y comprometido movimiento político, para
que impulse importantes acciones y movilizaciones jurídico-políticas más allá
de lo electoral y aproveche las capacidades de la sociedad civil que están
aletargadas y adormecidas, las cuales se requieren para restablecer el Estado
de derecho y la democracia.[50]
Y la tercera consideración consiste en
que se debe pretender refundar una nueva
Democracia Cristiana, en el sentido de que sea recién hecha, distinta y
diferente a la que antes había.[51]
Si bien se requiere de
formulaciones politológicas más acabadas para hacer un examen más completo, se
impone pensar en la necesidad que un gran partido civil y democrático aparezca
de nuevo en nuestra historia, para que levante la fuerza necesaria y aproveche
la energía existente en el seno de la sociedad civil con el fin de activar y
movilizar a los ciudadanos en defensa de la institucionalidad democrática.[52]
Y esa fuerza política tiene que brotar ahora, necesariamente, de la “Democracia Cristiana” por múltiples
razones. La primera de ellas es constatar que este nuevo partido no ha podido
emerger del campo de la “Social Democracia”, donde una operación de esta naturaleza luce llena
de dificultades y casi que imposible, pues no se tiene la visión de futuro y el
liderazgo necesario para ello. Así vemos como la “social Democracia” venezolana
solo
se ha podido recomponer electoralmente de manera limitada y pragmática en
varios de los partidos que integran la MUD, que se reparten con pequeñas
diferencias esa misma corriente de pensamiento y se distinguen simplemente por el
personalismo intransigente de sus dirigentes.[53]
La “Social Democracia”
como organización y corriente de pensamiento aparte de estar muy debilitada y
dividida en Venezuela,[54]
tiene una severa crisis de identidad tanto nacional[55]
como internacionalmente,[56]
en relación al papel que debe jugar el Estado en la sociedad y a su rol en una
economía de mercado; por lo que su comportamiento político resulta
frecuentemente de un pragmatismo desorientado, lo que la hace lucir ambigua y
contradictoria.[57]
Y, las posibilidades de desarrollo organizacional, renovación ideológica y
operativa del partido “Acción Democrática” están estancadas desde hace mucho
tiempo; partido que permanece inmutable en el tiempo sin mayores miras, anclado
en la contemplación nostálgica de su
pasado histórico y con una permanente
desconfianza en su propia sombra.[58]
Por su parte, la
“Democracia Cristiana” puede forjarse una nueva identidad al absorber su pasado
más fácilmente sin ser su expresión ni quedar atrapado en él, al tiempo de
ordenarse conceptualmente hacia el futuro; y desde mi punto de vista, dispone,
además, de la capacidad intelectual para entender, debatir y asumir el proyecto
político de transformar a Venezuela en una auténtica democracia parlamentaria.
Con lo cual se sumergiría de nuevo en la trama
de la vida política venezolana y estaría dando un enorme salto adelante que le
proporcionará una gran credibilidad y el impulso necesario a su recuperación.[59] Además, hay elementos de la coyuntura
política actual[60]
y del micro clima político del partido “Copey”,[61]
que son favorables al surgimiento de una nueva Democracia Cristiana y al inicio
de otro ciclo histórico para esta corriente política. Pues, la Democracia Cristiana
es una corriente de pensamiento y un movimiento político demasiado importante
para el futuro de Venezuela y no puede depender de las vicisitudes y luchas
internas de una organización política que luce para muchos en decadencia. [62]
La teoría enseña que los
partidos son el instrumento fundamental de la acción política.[63]
Y la falta, en este momento, de un gran partido político como en su momento
fueron “Acción Democrática” y “Copey”, es el espejismo que están viendo los
militares chavistas para creer en la viabilidad de su proyecto dictatorial. Es
una gran ironía que la debilidad de la oposición democrática consiste en que a pesar de ser ampliamente
mayoritaria en el país, no puede hacerla funcional como expresión del poder
político por carecer de esa esencial herramienta política.[64]
Lo que constituye una situación anormal de la cual se aprovecha astutamente el
gobierno chavista para violar permanentemente la Constitución cada vez que le
da la gana y mantener su dominación sobre la sociedad. Es por ello que resulta
necesario que reaparezca de nuevo un gran partido civil y democrático en la
escena política de Venezuela, que por muchas razones debería provenir de la
corriente de pensamiento de la Democracia Cristiana.
Si transformar a
Venezuela en un régimen parlamentario es una idea válida para la recuperación
institucional de nuestro país, también lo es para fundamentar el renacer y el
resurgimiento de la Democracia Cristiana como movimiento político. Es más, luce
necesario que se reactive la Democracia Cristiana para que este trascendental
cambio institucional de transformar a Venezuela en una democracia parlamentaria[65]
se pueda producir y, a su vez, valga para el inicio de una nueva y sólida etapa
política e histórica de la Democracia Cristiana en Venezuela, como factor fundamental para el rescate y
restablecimiento del Estado de Derecho y la regeneración de la democracia.[66]
Además, específicamente,
como hemos dicho, en la actual coyuntura político-jurídica cuando la
Constitución se ha derrumbado, el trastorno político de semejante
acontecimiento exige, pues, de una movilización sin precedentes de la sociedad
civil, que puede ser animada, estimulada y motorizada por la nueva Democracia
Cristiana a partir de la idea del cambio del sistema político venezolano y de
los valores universales del humanismo cristiano.[67]
Hace falta por lo tanto, de la inspiración de un proyecto político motivador de
largo aliento como el que se plantea de transformar a Venezuela en una
democracia parlamentaria; de un movimiento político decidido, aguerrido, comprometido y organizado[68]
que impulse el cambio político-institucional
a nivel nacional; y de una nueva visión inteligente de la movilización popular
como estrategia.[69]
Estos elementos conjugados se pueden constituir en la plataforma de
relanzamiento de la nueva Democracia Cristiana, de manera que la delicada
situación política en Venezuela luce como una oportunidad para
conceptualizar, iniciar y promover su
rápida expansión;[70]
y hacerla jugar un papel protagónico y fundamental en el adelanto y ejecución
del cambio político que reclama Venezuela e iniciar una nueva etapa histórica.[71]
El proyecto de transformar a Venezuela en una
democracia parlamentaria lo hemos abordado en otros artículos y no lo vamos a tratar aquí, aunque es
necesario que continúe y aumente el intercambio intelectual sobre este tema
fundamental,[72]
por lo que vamos a concretarnos
específicamente en los problemas de la organización de la nueva Democracia
Cristiana. Conscientes de que debe pasar de ser una construcción abstracta a un
instrumento práctico al servicio de objetivos concretos para impregnar de nueva
energía y esperanza a la sociedad y, así, recuperar el territorio que ha dejado
vacante durante su larga ausencia de la vida política venezolana.
3.- La organización de la nueva Democracia Cristiana.
La organización de la nueva Democracia Cristiana venezolana se
debe hacer utilizando los métodos
contemporáneos de gerencia y las herramientas de las nuevas tecnologías de
información y comunicación (TIC). Para que mediante una plataforma virtual de
internet y apoyándose en criterios programáticos y operativos de incitación a
la sociedad civil a la acción política, se constituya rápidamente la nueva organización política. [73]
En cuanto a la
organización se puede, por ejemplo, diseñar una estructura auto-organizada y
descentralizada, que permita a pequeños
grupos de ciudadanos (comités de base ciudadanos), abordar y resolver problemas
mediante la cooperación y sacando provecho del conocimiento colectivo, pero
comunicándose y relacionándose entre ellos mediante la plataforma virtual. La
nueva organización pasará a ser inicialmente una relación virtual en el proceso
de arranque hasta que se concrete su consolidación con la interacción y
retroalimentación de lo virtual con lo
presencial. Así se ganará enormemente en rapidez y tiempo para organizarse tal
y como como lo exige la realidad política.[74]
La primera tarea debería
consistir en transmitir y comunicar mensajes motivadores y estímulos
positivos a la acción descentralizada y a la movilización general de la
sociedad civil. Para lo cual deben producirse acuerdos fraccionados y de producción participativa entre los grupos de ciudadanos
(comités de base ciudadanos) en relación a como movilizar a la sociedad
civil. Se debe pensar en la teoría
y la práctica de la movilización
política, para que la sociedad civil pase de la contemplación a la acción
política, tal y como lo enseña la doctrina de la Democracia Cristiana. La
teoría está marcada por ideas que fundamentan sólidamente la corriente de
pensamiento demócrata cristiano.[75]
La práctica es el desarrollo sobre el terreno de acciones para provocar la
actividad, movimiento y la participación efectiva de los ciudadanos. Se
requiere, pues, construir consensos, en el entendido que la actividad práctica
es precisamente la construcción de esos consensos a nivel de base sobre las
tareas de movilización.[76]
La idea es favorecer la
coordinación y construcción de un colectivo complejo integrado por los comités
de base de los ciudadanos, que autónomamente mediante acuerdos se puedan ir
organizando, auto-gestionado y fijen sus propios objetivos y medios de acción.
Es de pensar que se hará mediante una dinámica territorial partiendo de lo
estrictamente local, para luego ir acordando estructuras territoriales más
amplias en la medida que los acuerdos entre ellos lo hagan posible. El criterio
debe ser la configuración de una organización descentralizada y responsable.[77]
La movilización debe
realizar todo su potencial a partir de los propios ciudadanos que asumen su
responsabilidad en la acción política, con el acompañamiento de la Democracia
Cristiana que se perfila entonces como el canal y la vía para construir el
cambio político. Así, la Democracia Cristiana puede comenzar su proceso de reposicionamiento,
conformando una estructura descentralizada de incitación y estímulo a la
movilización popular y generar con ideas un conjunto de motivaciones
interpersonales que sean el motor de la decisión colectiva ciudadana y de la
acción. Formando una organización no ingenua que se prepara para todas las
situaciones y que debe visualizar todos los métodos del combate político,
incluso los clandestinos que se conocen de la época de las dictaduras que hemos
soportado en nuestra historia, hasta que el Estado de Derecho y la democracia
se restablezcan de nuevo en Venezuela.
La nueva Democracia
Cristiana debe ser concebida como una estructura virtuosa de incitación, para
que cada ciudadano se pueda desenvolver en un colectivo capaz de resolver problemas
de la sociedad. De lo que se desprende que ni la sola información del problema,[78]
ni una agitación partidista inducida,[79]
es suficiente para que se produzca la movilización política general de los
ciudadanos.[80]
Por ello hay que comprender con claridad el nuevo papel de la Democracia
Cristiana en Venezuela, que debe orientarse en este momento histórico hacia la
acción política en defensa del Estado de Derecho y la democracia y a emprender
una acción colectiva que debe catalizar, facilitar y animar; ante una crisis
del liderazgo nacional de los partidos opositores enfocados en sus propias
agendas electorales que les impide actuar en conjunto.[81]
B.-
Los desafíos inmediatos de la Democracia Cristiana.
La nueva Democracia Cristiana tiene por delante el objetivo de llenar un
vacío en la estructura política de la sociedad democrática y el difícil empeño de orientar y canalizar a
la Sociedad Civil ante la barbarie inconstitucional del poder chavista. Y asumir, por tanto, el reto de restablecer el
Estado de Derecho, regenerar jurídicamente a la democracia y situar la sociedad civil en el centro del pacto constitucional
venezolano.
Sus objetivos inmediatos deberían ser el
de constituirse en el apoyo fundamental de la Asamblea Nacional en la defensa
de sus competencias constitucionales, movilizar a la sociedad civil frente a
los actuales desafíos institucionales y políticos, brindar una apoyo sostenido
a la MUD en su lucha electoral y enfrentar a la dictadura militar en todos los
terrenos donde ella se manifieste.[82] Pero,
principalmente, la nueva Democracia Cristiana debe verse como un esfuerzo de la
sociedad civil de largo aliento institucional en el mediano y largo plazo, que
permita hacer viable los grandes cambios constitucionales que requiere
Venezuela y dar sostenibilidad política a su futuro desarrollo económico y
social.
[83]
1.-
La defensa de la Asamblea Nacional.
Se hace necesario que resurja un gran
partido político para que asuma la defensa de la Asamblea Nacional y le permita
recuperar sus competencias constitucionales, porque la actual estructura
política de la oposición conformada por la coalición electoral de la MUD no lo puede hacer.
Hay que entender que una cosa es ser una
herramienta electoral y otra distinta una fuerza política. La Mesa de la Unidad
Democrática (MUD) ha funcionado primordialmente
como instrumento electoral, mas no como una poderosa fuerza política que
va mucho más allá y que hay que crearla.
Se ha hecho evidente y eso se sabe desde hace tiempo, que luego del derrumbe de
“Acción Democrática” y “Copey”, el sistema de partidos políticos quedó muy
menguado y no se ha recuperado. Por lo que hoy, a pesar de que la oposición es
ampliamente mayoritaria en el Parlamento y en el país, no tiene el respaldo de
un movimiento político que le dé la seguridad y la fuerza que se requiere para
imponer constitucionalmente esa mayoría y asumir la parte del poder político
que le corresponde y que le otorgó el pueblo venezolano.
Los ciudadanos también comienzan a
entender que cuando gobierna una dictadura no es suficiente con depositar un
voto, sino que se requiere de un compromiso más amplio de acción a través de
los partidos y organizaciones tal y como lo enseña la teoría política, y que es
evidente que se deben asumir otras responsabilidades políticas además de votar.[84]
Cuando se piensa que Asamblea Nacional es
un hecho político muy superior al conjunto de partidos que forman parte de la
MUD,[85]
entonces se explica porque la mayoría parlamentaria no tiene el debido soporte
orgánico ni el respaldo partidista que requiere. [86]
De alguna manera es una fuerza política que se puede ir perdiendo o diluyendo
por la corta visión y falta de soporte en la sociedad civil, que luego del
glamuroso triunfo electoral del 6 de
diciembre de 2015 empieza a desilusionarse y a tolerar que se le vaya de las
manos.[87]
Por lo que, ahora, ante el vandalismo anti-jurídico que la Sala Constitucional
ha emprendido contra la Asamblea Nacional saqueándole sus competencias, la
sociedad democrática debe concebir una estructura organizativa de movilización que
le permita hacer valer el triunfo electoral del 6 de diciembre de 2015.[88]
Lo que solo puede provenir de un resurgimiento de la Democracia Cristiana en
Venezuela, dado que la MUD y las organizaciones que la integran andan por otros
derroteros.
La sociedad civil debe entonces
involucrarse intensamente para consolidar su triunfo electoral y no permitir
que se lo neutralicen o arrebaten, defender a la mayoría parlamentaria y hacer
valer la cuota de poder político que le concedió el pueblo. Preocupa ver como
el Parlamento está un poco a la deriva y errabundo; y que se puede perder si los ciudadanos no se
involucran decisivamente más allá del voto, para impedir que la nueva mayoría
parlamentaria se desaproveche, desperdicie o se disuelva.
Ante esta realidad la Democracia
Cristiana debe resurgir con lucidez conceptual y realidad política, para crear
las condiciones necesarias que permitan al Poder Legislativo ejercer sus
funciones constitucionales de manera regular. Pensar que la Asamblea Nacional
está muerta al nacer es un gravísimo error político, y peor todavía abandonarla
por otras luchas políticas.[89]
Y si la MUD ya decidió involucrarse a fondo en el objetivo de lograr el
referendo revocatorio poniendo la defensa de la Asamblea Nacional en el
refrigerador, entonces es necesario que la sociedad civil asuma la
responsabilidad de reivindicar constitucionalmente al Parlamento. Pues resulta incomprensible y
suicida que se le abandone y desperdicie en aras de otros objetivos como el
referendo revocatorio presidencial, que sin dejar de ser importante, como hemos
advertido, debe jugar un papel positivo y no negativo frente a lo que significa
el haber asumido el control del Poder Legislativo venezolano.
2.- Armonizar las luchas políticas de la sociedad civil.
Es necesario que resurja
un gran partido político que armonice las luchas de la sociedad civil, en el
sentido de que no discuerden o se rechacen las acciones que conforman el
combate político opositor ya que todas ellas deben concurrir al mismo fin; y
visto que la MUD no tiene la capacidad de hacerlo y respalda principalmente el
activismo electoral de la oposición.
La sociedad civil debe enfrentar dos escenarios de lucha que como oposición democrática debe
atender: el primero, un desafío jurídico-político que consiste en la defensa de
la Asamblea Nacional que se está quedando huérfana de apoyo y aislada en una
fría soledad; y el otro, un desafío electoral que consiste en el referendo
revocatorio del presidente, que goza del apoyo entusiasmado de la MUD y de los
partidos electoralistas que la integran.[90]
Es precisamente ante el vacío político que se está creando alrededor de la
Asamblea Nacional, que planteamos la necesidad de que surja una nueva
Democracia Cristiana en Venezuela para que asuma su defensa y recuperación constitucional
y armonice las luchas políticas de la sociedad civil
No se puede aceptar que
la elección del 6 de diciembre de 2015 de la nueva Asamblea Nacional que
produjo una amplia mayoría de la oposición democrática, se perciba como una
operación y estrategia política fracasada; y que la única manera de encontrar
una solución a la crisis es recurrir, dentro de la consabida lógica
presidencialista, a un referendo
revocatorio para que luego de defenestrar al actual Presidente-dictador
instalar en el Gobierno a otro Presidente-democrático.[91]
No se puede sacrificar la defensa de la Asamblea Nacional ni abandonarla a su
suerte, por la acción política en beneficio del referendo revocatorio, ya que
son procesos distintos pero paralelos y no tienen por qué interferirse ni solaparse sino armonizarse; pues una cosa
es el combate por la democracia jurídica que representa el Parlamento y otro el
combate por los mecanismos electorales de esa democracia jurídica.
Sin duda, el referendo revocatorio es la
opción preferida por los partidos electoralistas de la MUD, por su impotencia
de plantear batallas más allá de lo estrictamente electoral y porque pareciera
que luego del entusiasmo inicial tiraron la toalla con la Asamblea Nacional,
como dicen en el boxeo. Por lo tanto, la
Democracia Cristiana debe ser el instrumento que promueva en la sociedad
civil la responsabilidad de generar un amplio respaldo en la defensa jurídica y
política de la Asamblea Nacional y armonizarlo con el esfuerzo por el referendo
revocatorio.
Así las cosas, por su
parte, la sociedad civil que sin duda saldrá a votar en un referendo
revocatorio contra el Presidente de la República, debe comprender que al
involucrarse en una acción política más allá de lo electoral, además de
favorecer la realización con éxito del mismo, está asumiendo una
responsabilidad que habla de su extraordinaria madurez política. Lo que le dará
en el futuro la suficiente autoridad para exigir un papel central y protagónico
en la nueva Venezuela institucional que surgirá cuando se produzcan los cambios
políticos y constitucionales. En el sentido de que la nueva Venezuela
parlamentaria se deberá centrar y sostener, por una parte, en el Estado de
derecho y, por otra, en que la sociedad civil asuma las responsabilidades
fundamentales del desarrollo y
crecimiento económico de Venezuela. Pero, para que esto ocurra, la sociedad
civil debe ahora involucrarse a fondo en
acciones políticas mucho más allá de lo estrictamente electoral y posicionarse
como el actor fundamental de la futura Venezuela.[92]
Si tenemos en cuenta que
la Asamblea Nacional es un hecho político muy superior a los partidos que
organizaron el triunfo electoral el 6 de diciembre de 2016 y que la obtención de una gran mayoría de la
oposición democrática fue obra de la sociedad civil, entonces, debe ser la
propia sociedad civil la que impulse los mecanismos de movilización popular,
como una dinámica orientada hacia el cambio y a estimular que ella asuma un compromiso
histórico con el Estado de Derecho y la democracia. Digamos las cosas con claridad: en la actividad y movimiento de la
sociedad civil está la clave de la cual depende el futuro de nuestra
democracia. Y con más claridad: la sociedad civil tiene la responsabilidad de
intervenir de manera contundente en el proceso de rescate de nuestro Estado de
derecho y de la democracia, ya que sin ella todo está perdido. Y se puede añadir que sin
un partido político fuerte no saldremos de esta situación.
Es pues un grave error
desinteresarse, dejar sola y abandonar políticamente a la Asamblea Nacional,
primero, porque ella es el legítimo cuerpo representativo del pueblo
democrático;[93] segundo, porque la sociedad civil no puede
desentenderse con desenfado de sus responsabilidades políticas y descargarlas
ciegamente en sus representantes, dejándolos solos a la intemperie y a cielo
descubierto sin techo político alguno; tercero, lo más importante, porque es
necesaria que toda la sociedad civil se active si se quiere cambiar el rumbo
político de Venezuela. Quedó atrás el desinterés por lo político y la cosa
pública, porque ya se aprendió la
lección que la falta de compromiso con lo político les dejó el campo libre a
los brutos.[94]
La nueva realidad debe ser la de una sociedad civil comprometida, adulta y
responsable de su actitud y comportamiento, lo cual se deberá reflejar de
manera contundente en la futura organización política de Venezuela.[95]
Hay que comprender que
el discurso jurídico se instaló en la sociedad venezolana y convencer a la
ciudadanía es una cosa que se puede decir
que ya se logró.[96]
Pero otra diferente es reclutar ciudadanos y organizar a la sociedad para
comprometerla a defender la causa del Estado de Derecho y la democracia, lo que
exige más esfuerzos, tiempo y riesgos. Por ello hay que encontrar nuevos
paradigmas y renovadas herramientas de organización política, que favorezcan no
solo la dinámica electoral sino otras dinámicas que comprometan a la sociedad
civil. La plena realización del Estado Democrático y Social de Derecho y Justicia previsto en la
Constitución[97]
ofrece todas esas posibilidades y constituye un freno al obsceno
populismo
militarista[98]
y a la barbarie anti-jurídica de la jurisprudencia de la Sala constitucional
que hemos vivido en los largos años del chavismo autoritario.[99]
3.-La resistencia a la dictadura militar.
Es necesario que resurja
un gran partido político que se plante de frente a los militares, porque la
coalición de la MUD ha demostrado no tener la fuerza suficiente para obligarlos
a regresar a los cuarteles.
Se debe proyectar una oposición
jurídico-política al chavismo militar mucho más allá de la lucha electoral. El
poder chavista con su brutal represión a
los opositores ha difundido el miedo en la sociedad para impedir que se abra cualquier otro escenario de
resistencia a la dictadura distinto al electoralismo. También los partidos que
integran la MUD han contribuido a divulgar la falsa creencia que la vía
electoral es la única posible para enfrentar el régimen autoritario chavista.[100]
Pero la Constitución ofrece muchas otras posibilidades y alternativas que la
sociedad democrática no aprovecha,
porque no tiene un gran partido político que se las abra y le permita diseñar
otras fórmulas muy efectivas de acción política.
El Gobierno chavista si
bien dispone, por ahora, de las fuerzas armadas para reprimir a la sociedad
democrática tiene los pies de barro, porque carece del apoyo de la sociedad
civil y perdió el favor del pueblo que ostentó en otros tiempos. Este gobierno
chavista que se aferra al poder
utilizando la misma estrategia de transformarse en una vulgar y triste
dictadura militar latinoamericana en pleno comienzo del siglo XXI,[101]
no las tiene todas consigo. Pues acaso cuenta solamente con el frágil y
vergonzoso respaldo burocrático-militar comprado con los dineros públicos, haciendo
que los militares se apropien indebida y descaradamente de la renta petrolera,
en uno de los más indignos episodios de la historia de Venezuela. Y los mismos
militares están equivocados en su apreciación de la realidad política, porque
creen, alucinados por el poder y trastornados por el dinero fácil, que le
pueden pasar por encima al Estado de Derecho y a la Constitución, sin que del
lado de la democracia no haya ninguna reacción del pueblo.[102]
Ya verán con el tiempo que instalar una dictadura total en Venezuela no es una
cosa fácil y constituye un proyecto
político inviable y no menos que imposible,[103]
pues cuando la sociedad civil se organice en una nueva, fuerte e inteligente
estructura de acción política, la empresa militar en el poder durará muy poco y
aparecerá a la luz del día el mediático bluf militar chavista, [104]
que se sostiene en el poder hasta que se desmonte su delincuencial anclaje
represivo sobre la sociedad.
La Democracia Cristiana
debe renacer como un instrumento de lucha de la sociedad civil contra la
dictadura militar chavista sobre el terreno. Al tiempo que debe interpretar el
sentimiento mayoritario de los venezolanos de un rechazo a la dominación y
tutelaje militar de la democracia, al asalto militar del Estado venezolano y a
la apropiación cuartelaria de su riqueza petrolera.[105]La
Democracia Cristiana está llamada a asumir y mantener una intransigencia
constitucional y democrática frente a la dictadura militar chavista, para de
esta manera evitar un conflicto político de grandes proporciones y lograr
reconducir la vida nacional al Estado de Derecho.[106]
La Democracia Cristiana
debe nacer sin tener miedo a la brutalidad represivo-militar del chavismo y con
la pretensión de obligar al estamento militar de someterse a la Constitución;
empezando por llamar a las cosas por su verdadero nombre sin disimulo.[107]Es
una circunstancia interesante a tomar en cuenta, que la nueva Democracia
Cristiana no tendría ninguna vinculación burocrática con el Gobierno ni el
Estado chavista como la que tienen otros partidos, entre otras cosas, para
disponer de un financiamiento a sus actividades políticas.[108]
Lo que visto desde una óptica política como la que aquí se plantea, constituye
una ventaja en independencia y autonomía para enfrentar la dictadura en todos
los terrenos en que ella se manifieste.
La nueva Democracia
Cristiana debe consustanciarse con la sociedad civil, luchar codo a codo y
sufrir con ella. Y mantener tensa la
cuerda hasta que se derrumbe la dictadura militar que gobierna a Venezuela bajo
la falsa y engañosa apariencia de la legalidad y de una simulada forma de
legitimidad; y con la hipócrita y
horripilante mentira de supuestamente defender la causa social de los pobres,
marginados y excluidos.
Conclusión: La urgente
obligación de construir la nueva Democracia Cristiana.
Es necesario que resurja
un gran partido político para recuperar
el Estado de Derecho, la democracia y la vida económica y social de Venezuela,
porque la coalición de la MUD si bien tiene las buenas intenciones, carece de
la fuerza política para ejecutar la hoja de ruta constitucional que se necesita
para la recuperación institucional de Venezuela.[109]
La sociedad civil tiene
la urgente obligación y la responsabilidad histórica de construir una nueva
Democracia Cristiana, para lo cual, lo deseable es que se comprometa
ampliamente y actúe con rapidez y diligencia, supere las barreras ideológicas,
emocionales y existenciales que provienen del pasado y asuma hacia el futuro
nuevos paradigmas políticos e institucionales.
Hay que estar
conscientes que se requiere de una solución política al problema venezolano, lo
que exige una actividad permanente de la sociedad civil y asumir
responsabilidades más allá del voto, mediante una participación intensa y
comprometida de los ciudadanos en la política, de una manera diferente a como
se está haciendo y a como se realizó en el pasado. No solo debe resurgir una
nueva Democracia Cristiana sino también una forma diferente de hacer política y
de participación ciudadana en la vida comunitaria. Lo que implica la aparición
de un tipo distinto de organización política y de nuevas ideas que nos
encaminen por un rumbo acorde con las expectativas que tiene la sociedad civil
en el mundo moderno en que vivimos, siempre mirando hacia el futuro.
La coyuntura que vive Venezuela exige
pues reforzar de manera novedosa a la sociedad civil para aumentar sus capacidades de acción
política, mediante la construcción de
una nueva Democracia Cristiana parlamentaria distinta a la presidencial y
personalista que existió en el pasado y que prácticamente ha desaparecido de la
vida política. Que tenga la aptitud, talento y cualidad de poner en intenso
movimiento a los ciudadanos en la lucha por restablecer el Estado de Derecho y
la democracia y se fije unos objetivos políticos acordes con lo que realmente
somos como sociedad democrática; en el entendido que la barbarie del chavismo no
representa a la verdadera Venezuela ni a su pueblo.
La
sociedad civil, no hay dudas, está dispuesta a realizar cualquier sacrificio
pero, quizás, no ha encontrado el instrumento adecuado que le permita participar
y actuar; de manera que hoy en día es necesario inventar un nuevo tipo de
organización política acorde con los tiempos que vivimos, que no produzca
rechazo ni repugnancia en los ciudadanos. Se tiene que pensar en una
organización donde se trabaje por convicción y se destierren todos los viejos
vicios y males que destruyeron al sistema de partidos venezolano, entre ellos
el clientelismo, el personalismo caudillista, el centralismo jerárquico y la
conciliación de las élites (cogollos). Para que sea una organización por la
base, abierta, descentralizada, democrática, comunitaria, autónoma,
programática, responsable y profundamente institucional, que son cualidades que
le permitirán crecer, consolidarse y ganarse la confianza de los ciudadanos.
También, la nueva organización debe sustentarse sobre una plataforma virtual
que le dé rapidez, agilidad, flexibilidad y le permita canalizar la discusión
política, el debate de ideas y la toma de decisiones. Asumiendo para ello los
criterios modernos de organización y gerencia.
Dado que es necesario motivar a la sociedad civil para incitarla a actuar políticamente, la
Democracia Cristiana debe dotarse de un programa político que contenga las
aspiraciones de la mayoría de los venezolanos. En este sentido las propuestas
de transformar a Venezuela en una democracia parlamentaria, establecer un
sistema de seguridad social y crear una economía social de mercado que genere
crecimiento económico y empleo, según el modelo alemán, puede ser un punto de
partida.
Las
nuevas ideas y particularmente la de deslastrarnos del presidencialismo como
régimen político para construir una
democracia parlamentaria en Venezuela, van a permitir crear una nueva dinámica de comunicación política con el país que permitirá
el reclutamiento de ciudadanos dispuestos a comprometerse con el proyecto de la
nueva Democracia Cristiana. La delicada e
inmediata coyuntura política también es una circunstancia propicia para
fomentar la participación política, en la medida que las urgentes decisiones constitucionales
que debe tomar la Asamblea Nacional requieren el respaldo de la sociedad civil.
Hay que pensar asimismo que la Democracia
Cristiana tiene una viva memoria histórica en Venezuela y que en el alma
profunda del pueblo, en su estructura social y en su genética cultural y
antropológica, las raíces de la cristiandad constituyen una ventaja para la
acción política desde la corriente de pensamiento de la Democracia Cristiana. [110]
La inspiración cristiana que asume un
ideal social sobre todo en América Latina, constituye además una condición muy
favorable que no se puede descuidar en el terreno de la política y que se debe
canalizar con todo su potencial dentro de la democracia.
La
nueva Democracia Cristiana debe sustentarse en una concepción institucional de
la política y trabajar para que a partir de ahora el Estado de Derecho juegue
un papel estructurante en la sociedad venezolana, superando la dimensión que ha
prevalecido en nuestra historia de una sumisión de lo jurídico a lo político.
Con la finalidad de lograr que sea el
Derecho el instrumento apropiado para resolver los grandes conflictos
políticos, económicos y sociales de la vida venezolana, haciendo del Derecho el
regulador principal de la sociedad, de manera de incluir a la política en lo
jurídico y que sea lo jurídico quien enmarque y encuadre a lo político. La
Democracia Cristiana debe trabajar para
que el Derecho sea el vehículo de las reivindicaciones de la sociedad y el
motor del cambio social[111]
y debe enfocarse en la necesidad de hacer de la seguridad jurídica una
realidad, a fin de lograr el desarrollo económico y social al que aspiran las
grandes mayorías de los venezolanos. [112]
La dimensión histórica,
intelectual y doctrinaria de la Democracia Cristiana conjuntamente con una
sólida propuesta para recuperar a Venezuela, son las ventajas y oportunidades
para que resurja en la escena política nacional, pero, para ello, es necesario
que los ciudadanos que de alguna manera se han identificado con ella a lo largo
de su vida o quieran compartir en el futuro los valores de esta corriente de
pensamiento, asuman sus responsabilidades políticas sin egoísmos ni
mezquindades y con una nueva visión de
futuro para Venezuela.
(Junio 2016)
[1] Abogado de la UCAB. Doctor de la Universidad
de Paris (II). Postgrados: DSUP en Finanzas Públicas; DSUP en Derecho
Administrativo; DSUP en Derecho Comercial; en la Universidad de París (II).
Miembro de la Sociedad de Legislación Comparada de París y de la Asociación
Venezolana de Derecho Tributario. Profesor de la Universidad Metropolitana, de
la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica del Táchira. Fue
Consultor Jurídico del Ministerio de Energía y Minas; Director Principal del
Fondo de Inversiones de Venezuela; y Vice Ministro de Hacienda. Tiene más de
treinta artículos profesionales publicados en revistas especializadas y una
Tesis de Doctorado. Dedicado al ejercicio profesional del Derecho Tributario.
[2] Constitución. Art. 187.
[3] Quien ha promovido la descomposición y
degradación del sistema jurídico y se ha erigido en una instancia normativa por
encima de la Constitución. Por ejemplo, el inconstitucional Decreto número 2323
del 13/5/2016, publicado en la Gaceta Oficial número 6.227 Extraordinario de
fecha 13/5/2016, que declara “el Estado de Excepción y la Emergencia
Económica”; que es una dramática evidencia de lo que aquí estamos afirmando.
Ver: Allan R. Brewer-Carías. “Nuevo golpe
contra la representación popular: La usurpación definitiva de la función de
legislar por el Ejecutivo Nacional y la suspensión de los remanentes poderes de
control de la Asamblea con motivo de la declaratoria del Estado de Excepción y
Emergencia Económica”. Nueva York. 18/5/2016. (www.allanbrewercarias.com).
Y, Laura Louza. “Maduro se da poderes
ilimitados y el TSJ dice amen”. En: El observatorio Venezolano de la
Justicia. (www.accesoalajusticia.org). 25/5/2016.
[4] Este artículo se inscribe dentro del marco de
otro denominado: “El deber de la Asamblea
Nacional de desconocer a la Sala Constitucional”. (Abril 2016). Publicado
en el mes de abril en el portal: www.soberania.org
[5] La Sala Constitucional del TSJ (Tribunal
Supremo de Justicia) con la Sentencia 460/2016 (de 9/6/2016 en relación a
la “Ley especial para atender la crisis nacional de
salud”) ha declarado la nulidad por inconstitucionalidad de todas las Leyes
dictadas por la nueva Asamblea Nacional electa el 6/12/2015, que tiene la
mayoría parlamentaria de la oposición democrática. Ver además: Allan R. Brewer- Carias. “El juez constitucional y la perversión
del Estado de Derecho”. 5/6/2016. En: www.allanbrewercarias.com. Y, Luis Almagro. “Informe del Secretario General
de la OEA de fecha 30/5/2016”. En: www.oas.org Pág. 40 y 73.
[6]Ver: Comunicado de las
Academias Nacionales de fecha 13/6/2016.
(http://archivoprimepoderac.blogspot.com/2016/06/).
Y los múltiples pronunciamientos y manifestaciones que se han producido frente
a esta situación que circulan en las redes sociales y en los medios académicos
y universitarios.
[7] Muchos de los ciudadanos
por un lado se quejan de este estado de cosas pero por el otro lo toleran y han
terminado entonces promoviendo lo que toleran. Se está pagando caro por esta
negligente e imprudente actitud.
[8] Ver: Maurice Duverger. “Les partis politiques”. Armand Colin. París. 1976.
[9] Ver: Diego Bautista Urbaneja. “La política venezolana desde 1958 hasta nuestros días”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”.
UCAB-Centro Gumilla. No. 7. 2012. Juan
Carlos Rey. “Crisis de la Responsabilidad
Política en Venezuela”. Fundación Manuel García Pelayo. Caracas. 2009. Juan Carlos
Rey. “El sistema de partidos venezolano,
1830 – 1999”. En: “Temas de Formación
Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009.
[10] Estos partidos, en mi opinión, se fueron
degradando hacia un pragmatismo electoralista miope y egoísta que causó su
decadencia. Ver una
crítica al sistema de partidos políticos
presidencialistas venezolanos en: Allan R. Brewer-Carías. “Asamblea Constituyente y Ordenamiento Constitucional”. Academia de
Ciencias Políticas y sociales. Caracas.
1999. Pág. 13. Sin embargo, el Profesor Juan Carlos Rey de la Universidad
Central de Venezuela tiene la visión que: “Los argumentos que proliferaron y
lograron el mayor impacto y acogida en la opinión pública fueron las críticas a
los partidos políticos, muy virulentas pero ingenuas y primitivas desde el
punto de vista de las Ciencia Política, pues tendían a desconocer el papel que
los partidos políticos deben cumplir en una democracia representativa y erraban
al intentar señalar sus fallas en el caso de Venezuela”. Ver: Juan Carlos Rey.
“El sistema de partidos venezolano, 1830
– 1999”. En: “Temas de Formación
Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Pág.
254.
[11] El sistema bipartidista venezolano era muy apreciado
por la Ciencia Política comparada y frecuentemente era puesto como modelo de
estabilidad institucional y política.
Por ejemplo el politólogo italiano Giovanni Sartori afirmaba en 1994 lo
siguiente: “Parece que Venezuela es el único país sudamericano que puede-sobre
la base de dos partidos fuertes y disciplinados- enfrentar el riesgo de un
experimento parlamentario”. Ver: Giovanni Sartori. “Ingeniería Constitucional Comparada”. Fondo de Cultura Económica. México. Cuarta
reimpresión. 2000. Pág.114. Y los politólogos venezolanos también consideran al
bipartidismo como un “logro del sistema”. Ver: Juan Carlos Rey. “El sistema de partidos venezolano, 1830 –
1999”. En: “Temas de Formación
Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Pág.
211.
[12] Otro ejemplo que evidenció la debilidad
política de la oposición para enfrentar un desafió más allá del electoral, fue
la situación que se presentó cuando el 14 de abril de 2013 cuando ante el resultado de unas elecciones
para elegir al presidente de la república cuyo resultado fue muy cerrado, el
candidato de la oposición declaró: “nosotros no vamos a reconocer un resultado
hasta tanto no se cuente cada voto de los venezolanos”. Pues bien, ni se
contaron los votos y a la larga el candidato aceptó dócilmente el resultado
y para colmo fue sancionado por el
Tribunal Supremo de Justicia. Ver: Manuel Rachadell. “Evolución del Estado Venezolano 1958-2015: de la Conciliación de
Intereses al Populismo Autoritario”. EDJV-FUNEDA. Caracas. 2015. Pág. 260 y
siguientes.
[13] Siguiendo la tradición histórica venezolana a partir
del siglo XIX, “de la distinción entre partidos doctrinarios, por un lado, y
partidos eleccionarios o personales, por otro lado”. Ver: Juan Carlos Rey.
“El sistema de partidos venezolano, 1830
– 1999”. En: “Temas de Formación
Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Pág.
54.
[14] Este periodo coincide también con la última
administración de Rafael Caldera, cuyo gobierno apoyado por una pléyade de
pequeños partidos conocido como “el chiripero”, es considerado por unos como el
último de la democracia y por otros como el primero de la era chavista, y
también, como el de transición entre estos dos periodos. Se esperaba de Caldera
una renovación de la institucionalidad democrática que no se produjo, ya que
había presidido una Comisión parlamentaria para la revisión y reforma constitucional a partir de 1989. Ver: Manuel
Rachadell. “Evolución del Estado
Venezolano 1958-2015: de la Conciliación de Intereses al Populismo
Autoritario”. EDJV-FUNEDA. Caracas. 2015. Pág. 107.
[15] El chavismo sabiéndose fuerte y apoyado
propició hábilmente la confrontación electoral permanente para legitimar su
poder autoritario. Lo que explica el electoralismo de la MUD, que le hace repetir incansablemente el discurso electoral
como única salida a la crisis política venezolana. Ver: Manuel Rachadell. “Evolución del Estado Venezolano 1958-2015:
de la Conciliación de Intereses al Populismo Autoritario”. EDJV-FUNEDA.
Caracas. 2015. Pág. 455.
[16] En los comicios
celebrados el 6/12/2015 la oposición democrática obtuvo una abrumadora mayoría
en la Asamblea Nacional. Lo que sorprendió al chavismo que perdió su poderío
electoralista que tan bien le había funcionado y del cual estaban muy
orgullosos.
[17] En este sentido el
sacerdote jesuita y ex-Rector de la Universidad Católica Andrés Bello,
refiriéndose al régimen chavista señala que: “se ha militarizado y se ha
convertido en una dictadura, en clara contradicción con la Constitución”.
Artículo: “Fin del régimen”. El
Nacional. Caracas. 26/5/2016. (www.el-nacional.com).
[18] Ver: José Amando Mejía B. “El deber de la Asamblea Nacional de desconocer a la Sala
Constitucional”. (Abril 2016). Publicado en el mes de abril en el portal: www.soberania.org . Y, Allan
R. Brewer-Carías. “Estado totalitario y
desprecio a la ley. La desconstitucionalización, desjuridificación y
desdemocratización de Venezuela”. EDJ. Caracas. 2014.
[19] Así lo han tenido claro desde hace tiempo y
solo participan con entusiasmo en la arena electoral.
[20] Una crítica constante que recibe la oposición
democrática es que no ha sabido defender sus triunfos electorales y se los deja
arrebatar malamente como parece está ocurriendo de nuevo.
[21] Aquí aparece el reflejo de la cultura
presidencial y personalista de la élite política venezolana, que al abandonar a
la nueva Asamblea Nacional a su suerte, está, una vez más, mandando el mensaje
subliminal de que solo un presidente surgido de la oposición puede liberarnos
de la dictadura chavista. Reposicionado la cultura del caudillismo presidencial
y regresando a la vía fácil, miope y trágica de la lucha política, que consiste
en entregar todo el poder a un hombre y apostar el futuro de Venezuela solo a
él. En esta trampa no se puede volver a caer y por lo menos hay que abrir los
ojos para no sucumbir ante este calculado
y maquiavélico engaño. Ya lo decía Benjamin Constant en el siglo XIX más
o menos así: Un pueblo que cree que lo salvará un hombre nunca será salvado por
ese hombre y, además, si piensa de esa manera no merece ser salvado.
[22] Entendemos
por sociedad democrática aquella parte mayoritaria de la sociedad civil
comprometida con el Estado de derecho y la democracia y que rechaza a la
dictadura como forma de gobierno.
[23] Lo que les ha producido buenos réditos políticos
a aquellos partidos y dirigentes que están mejor organizados e implantados que
otros. Por ejemplo, en la escogencia del candidato de la oposición
democrática a las elecciones
presidenciales de 2012, mediante un proceso de primarias celebrado el 12 de
febrero de 2012, estaba casi que cantado desde el comienzo que ganaría como
ocurrió el candidato apoyado por el partido mejor organizado, frente a otros
candidatos que no tenían un respaldo partidista fuerte; y desde entonces se
posicionó como líder electoral de la oposición. Ver: Manuel Rachadell. “Evolución del Estado Venezolano 1958-2015:
de la Conciliación de Intereses al Populismo Autoritario”. EDJV-FUNEDA.
Caracas. 2015. Pág. 243.
[24] Hay que tener en cuenta además un importante
dato de los estudios de las Ciencias Políticas, que señalan que la transición
por la vía electoral de los regímenes autoritarios similares al existente actualmente en Venezuela a una
democracia es muy limitado. Ver: Benigno Alarcón y Ángel Álvarez. “Un caso de autoritarismo competitivo”.
En: “El desafío venezolano: Continuidad
Revolucionaria o Transición Democrática”. UCAB. Caracas. 2014. Pág. 67.
[25] Un sector de la doctrina
y de la opinión pública considera inviable y quimérica esta posibilidad. No
obstante, se trata de una tarea difícil pero no imposible, tomando en cuenta
entre otras consideraciones la necesidad de enfrentar los riesgos existentes
para nuestro sistema de libertades y que una futura democracia parlamentaria
crearía un contexto institucional muy favorable a la recuperación de los
partidos políticos. Ver: José Amando Mejía B.
“El parlamentarismo: un nuevo régimen político para Venezuela”. En:
Restituto “Tuto” Calvo Fuentes. “Nace la
Segunda República Civil de Venezuela.” Rayuela Taller de Ediciones.
Caracas. 2015. Pág. 106.
[26] También, para colmo, las divisiones y la
competición interna entre los partidos que integran la MUD le hace daño al
movimiento opositor y le resta posibilidades.
[27] Como por ejemplo la
recuperación de la justicia, ya que, con el desconocimiento de la Sala Constitucional
se iniciaría un proceso de depuración del Poder Judicial que permitiría
rescatar el Estado de derecho y relanzar el discurso judicial de la democracia.
Ver: Laurent Cohen-Tanugi. “Le droit
sans l’Etat”. Puf. París. 1987.
[28] Los militares venezolanos
andan envalentonados con su dictadura porque no tienen un contendor político de
alto calibre partidista.
[29] El chavismo ha logrado hábilmente circunscribir a la
sociedad democrática a hacerle oposición únicamente en el terreno electoral, al
criminalizar cualquier otro tipo de confrontación y protesta política, reprimir
brutalmente a los opositores,
desmantelar a los medios de comunicación libres y democráticos y
maniatar al poder judicial. Lo que ha recortado dramáticamente el ejercicio pleno de las libertades
políticas de los venezolanos consagradas en la Constitución. Ejemplo elocuente
de esta situación es que la dictadura chavista ha logrado infundir miedo en la
sociedad civil para impedirle que asuma cualquier otro tipo de combates
políticos distintos a lo electoral pero igualmente constitucionales.
[30] Pierre Pactet. “Les
Institutions Francaises”. PUF. Que
sais-je? París. 1976. Pág. 87.
[31] No hay que confundirse, el problema teórico
fundamental de la sociedad venezolana es el rescate del Estado derecho, es
decir el problema institucional, sobre el cual se asienta el conjunto de cuestiones y aspectos que conforman la
crisis venezolana. Recordemos que la democracia es una parte del Estado de
derecho, que es una precondición fundamental para su existencia y sin el cual
no hay democracia. Por ello, para los juristas venezolanos está claro que el
gobierno chavista es una dictadura al establecer un régimen político que se
apartó del Estado de derecho y justicia (Sin derecho y sin poder judicial). Que
por la fuerza y la violencia concentra todo el poder en la persona del
Presidente de la República y reprime las libertades individuales, políticas y
en general los derechos humanos de los venezolanos. Ver: Aguiar, Asdrúbal. “Historia Inconstitucional de Venezuela 1999
-2012”. EJV. Caracas. 2012. Y, Manuel Rachadell. “Evolución del Estado Venezolano 1958-2015: de la Conciliación de
Intereses al Populismo Autoritario”. EDJV-FUNEDA. Caracas. 2015. German
Carrera Damas. “En Defensa de la
República. Voz de Alerta”. El Nacional. Caracas. 2013. Benigno Alarcón y
Ángel Álvarez. “Un caso de autoritarismo
competitivo”. En: “El desafío
venezolano: Continuidad Revolucionaria o Transición Democrática”. UCAB.
Caracas. 2014. Pág. 67.
[32] Ver: José Amando Mejía B. “El deber de la Asamblea Nacional de desconocer a la
Sala Constitucional”. Publicado en el mes de abril en el portal: www.soberania.org
[33] La crisis del sistema de partidos políticos
venezolanos ha sido ampliamente estudiado por la doctrina de ciencias
políticas. Ver los siguientes trabajos del Profesor Juan Carlos Rey de la UCV: “Personalismo o liderazgo. El caso de Rómulo
Betancourt”. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas. 2008. “Crisis
de la responsabilidad política en Venezuela”. Caracas. 2009. “Esplendores y miserias de los partidos políticos en
la historia del pensamiento venezolano”. En: “Boletín de la Academia Nacional de la Historia”. Nº 343-344.
Caracas. 2003. Pág. 9-43. “Poder,
Libertad y Responsabilidad en la Democracia Representativa”. En: “ITER. Revista de Teología”. Nº 30 y 31.
UCAB. Caracas. 2003. Pág. 37. “Apogeo y
decadencia de la democracia representativa”. En: “América Latina Alternativas para la democracia”. Monte Ávila.
Caracas. 1992. Pág. 15. Y por todos: Juan Carlos Rey. “El sistema de partidos venezolano, 1830 – 1999”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”.
Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Y, José Antonio Rivas
Leone. “Los desencuentros de la política
venezolana. Nacimiento, consolidación, desinstitucionalización de los partidos
políticos, 1958-2007”. Fundación para la Cultura Urbana. Caracas. 2008.
[34] Frecuentemente escuchamos al actual Presidente de la
Asamblea Nacional Henry Ramos Allup en sus intervenciones públicas, pedir al
pueblo opositor que “no los dejen solos” y que
“acompañen” a los diputados opositores en su lucha política contra el
régimen chavista. Lo que es demostrativo de la necesidad de una movilización
popular permanente de la sociedad civil que los partidos y movimientos
opositores no pueden provocar y mantener.
[35] Lo que en nuestra historia de los partidos
políticos se conoce como los “partidos doctrinarios”. Ver: Juan Carlos
Rey. “El sistema de partidos venezolano,
1830 – 1999”. En: “Temas de Formación
Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número 16-36. Caracas. 2009. Pág.
54.
[36] Los sondeos de opinión nos informan que si
bien la oposición democrática a la dictadura chavista en largamente mayoritaria
en Venezuela, el apoyo político a los partidos políticos que integran la MUD no
es comparable con esa mayoría opositora y tienen un respaldo popular bastante
limitado. Sin embargo, en el momento de las elecciones ellos tienen mucho
impacto en la opinión pública, como ocurre actualmente con la campaña por el referendo revocatorio
presidencial.
[37] Ante esta dictadura es un
error pedirle a los ciudadanos solamente el voto, como si existiera una
normalidad jurídica y política en Venezuela. A los ciudadanos hay que exigirles
un compromiso político mucho más amplio y decidido. Tampoco se les puede
engañar con la ingenuidad de hacerles creer que saldremos de la actual
situación con solo depositar un voto en unos comicios, que luego el gobierno no
respeta y la oposición no defiende.
[38] No se puede criticar a los parlamentarios de
la oposición ni al presidente de la Asamblea Nacional por sus ejecutorias,
supuesta falta de liderazgo o pasividad política frente a los desafueros de la
Sala Constitucional de la dictadura chavista. Porque de alguna manera nuestros
representantes parlamentarios están huérfanos de apoyo popular efectivo, y
arrinconados en un círculo vicioso: no actúan porque no tiene respaldo popular
y no tienen respaldo popular porque no actúan. La nueva organización política está
llamada a romper ese estado de cosas y a liderar y movilizar al país con el
propósito de proporcionar un sólido respaldo popular a la Asamblea Nacional, para que pueda
desconocer a la Sala Constitucional del chavismo y reconduzca la vida política
nacional a la senda constitucional.
[39] “La Constitución vigente ha sido violada
gravemente por uno de los órganos que ella misma creara y que se hallaba
obligado a respetarla”. Ver: R. Carré de Malberg. “Teoría General del Estado”. UNAM. Fondo de Cultura Económica.
México. 1998. (Edición original francesa de 1922). Pág.1171.
[40] Constitución. Artículos 333 y 350.
[41] La dictadura chavista siempre ha proclamado su
admiración por la dictadura cubana a la cual se ha sometido a cambio de nada,
se le ha entregado carnalmente para hacerla disfrutar de la renta petrolera y
nunca ha ocultado su propósito de instalar en Venezuela el modelo político
importado y prefabricado en Cuba.
[42] Por ejemplo, las movilizaciones en curso para
lograr el referendo revocatorio del actual Presidente de la República es una
actividad política que se produce dentro del poder constituido. Su naturaleza,
razón y motivo es bien diferente a la
acción política que se da en el plano constituyente. Insistimos, no se debe
sacrificar una por la otra y tampoco caer en la cándida simplicidad de
considerar el referendo revocatorio como una “vía rápida” de solución política
luego de diecisiete años de régimen chavista. No funcionó en el pasado y
probablemente ocurra lo mismo cuando intervenga la Sala Constitucional para
hacerlo ineficaz.
[43] Muchos partidos de la MUD son etiquetas
políticas que significan poco; algunos como dicen en Colombia son microempresas
o franquicias electorales; otros son grupos que, si bien pequeños en número,
son importantes en términos políticos; los más significativos son partidos
personalistas, que siguen a los hombres más que a los programas. Por lo que
tienen un limitado liderazgo y una restringida capacidad de acción.
[45] Pierre Pactet. “Les
Institutions Francaises”. PUF. Que
sais-je? París. 1976. Pág. 86.
[46] Situación que es tolerable y frecuente en muchos
países, dentro de los mecanismos regulares de los poderes constituidos cuando
estos funcionan con normalidad constitucional.
[47] La vía de recurrir a la persuasión de la élite
política para inducir y obligar al conjunto de fuerzas y partidos que integran
a la MUD de concertarse para que unidas desconozcan a la Sala Constitucional,
es una tarea difícil políticamente, fatigosa por los esfuerzos que requiere y
agobiante por los escasos resultados que pueden producirse. La persuasión de la
élite política tiene como uno de sus principales obstáculos la agenda política
presidencial y personalista de cada uno de los líderes visibles de los
movimientos y partidos políticos que integran la MUD. Por lo que la persuasión frente a la élite política
venezolana es una vía no menos que imposible debido a lo cerrado de su
comportamiento. Situación que los politólogos de la Universidad de Harvard y
del MIT denominan: “la ley de hierro de las elites políticas latinoamericanas”.
Ver:
Daron Acemoglu y James A. Robinson. “WHY
NATIONS FAIL”. Crown Business.
New York. 2012. Y la doctrina venezolana llama “El sistema de conciliación de
élites”. Ver: Juan Carlos Rey. “La Democracia venezolana y la Crisis del Sistema
Populista de Conciliación”. “Revista
de Estudios políticos”. N. 74. Madrid. 1991. Pág. 542-544.
[48] Ver: José Amando Mejía Betancourt. “La vocación constituyente de la nueva
Asamblea Nacional”. (febrero 2016. Ha circulado por internet).
[49] El cambio a una democracia parlamentaria es en
mi opinión una idea con un gran potencial político. Ver: José Amando Mejía B. “El parlamentarismo: un nuevo régimen
político para Venezuela”. En: Restituto “Tuto” Calvo Fuentes. “Nace la Segunda República Civil de
Venezuela.” Rayuela Taller de Ediciones. Caracas. 2015. Pág. 106. Y, José
Amando Mejía B. “La construcción de una democracia parlamentaria en Venezuela”.
Revista de Derecho Constitucional.
N.6 Enero-Diciembre 2002. Editorial Sherwood. Caracas. Pág. 105.
[50] Por ejemplo, es necesario que la Asamblea
Nacional desconozca a la Sala Constitucional y que se transforme en una
Constituyente. Ver: José Amando Mejía B. “El
deber de la Asamblea Nacional de desconocer a la Sala Constitucional”. (Abril
2016). Publicado en el mes de abril en el portal: www.soberania.org Y, José
Amando Mejía B. “La vocación
constituyente de la nueva Asamblea Nacional”. (febrero 2016). (Que ha
circulado por internet).
[51] Un antecedente fue el relanzamiento en Gran
Bretaña por Tony Blair y Gordon Brown a mediados de los años 1990 del nuevo
laborismo (New Labour Party), que reposicionó al partido Laborista en la escena
política. (New Labour – New Britain). La
nueva Democracia Cristiana debe superar su pasado y significar un nuevo
comienzo, para atraer simpatizantes como sería mi propio caso, que a pesar de
que durante dieciocho años estudié con los Jesuitas y mi formación y mundo de
vida estaban dentro de la corriente filosófica de la democracia cristiana, siempre
tuve un fuerte rechazo visceral al personalismo político de Rafael Caldera, lo
que me impidió acercarme al partido “Copey” a pesar de las afinidades
ideológicas y existenciales. La nueva Democracia Cristiana debe ser una nueva
era, un nuevo pensamiento y un nuevo inicio político volcado hacia el futuro y
la modernidad.
[52] Esta experiencia no es nueva en nuestra
historia política y por ejemplo se vivió en el pasado cuando surgió el gran
partido “Acción Democrática”, bajo el liderazgo de Rómulo Betancourt. Ver: Juan
Carlos Rey. “Personalismo o liderazgo
democrático. El caso de Rómulo Betancourt”. Fundación Rómulo Betancourt.
Caracas. 2008.
[53] El expresidente Ramón J. Velázquez solía
comentar en sus tertulias semanales, la idea de que era necesario la
aglutinación orgánica de las corrientes políticas históricas de la Democracia
Cristiana y la Social Democracia; y lamentaba su dispersión en un archipiélago
de partidos y movimientos políticos. Ver: Diana C. Droulers. “Los desayunos de los jueves en casa de
Carlos Rafael Silva”. En: Heraclio E. Atencio Bello (Coordinador). “Las peñas y las tertulias: puentes de saber,
cultura y cordialidad”. Fundación Venezuela Positiva. Caracas. 2012. Pág.
277.
[54] En Venezuela luego del declive del partido
Acción Democrática, la social democracia está muy disminuida y ha perdido
fuerzas y aptitudes. De alguna manera el derrumbe de Acción Democrática acarreó
la crisis del sistema democrático. Y su militancia se dispersó entre los
principales partidos que integran la MUD, que aparece como una estructura con un marcado perfil social demócrata. Ver:
Carlos Raúl Hernández y Luis Emilio Rondón. “La democracia traicionada”.
Rayuela Taller de Ediciones. Caracas. 2005. Fundación Nacional de Estudios
Políticos Raúl Leoni. “Acción Democrática
hacia el siglo xxi”. Caracas. 1994. Fundación Nacional de Estudios
Políticos Raúl Leoni. Lewis Pérez (coordinador). “La Democracia. De Rómulo Betancourt a Hugo Chávez”. Caracas. 2004.
[55]En Venezuela, luego del chavismo, el proyecto
social demócrata quedará muy maltratado y de difícil recuperación, ya que, el
daño hecho a la social democracia por la práctica política del chavismo en el
poder es enorme. Ver: Teodoro Petkoff. “Dos
izquierdas”. Alfadil. Caracas. 2005. Teodoro Petkoff. “Solo los estúpidos no cambian de opinión”. Libros marcados.
Caracas. 2006. Alfredo Ramos Jiménez. “La Revolución Bolivariana. El pasado de una
ilusión”. La Hoja del Norte. Caracas. 2011. José Antonio Gil Yepes. “La Centro Democracia”. Tomo I. El
Nacional. Caracas. 2009. Benigno Alarcón Deza. (Coordinador). “El desafío venezolano: Continuidad
Revolucionaria o Transición Democrática”. UCAB. Caracas. 2014. Antonio
García Ponce. “Adiós a las izquierdas”.
Alfadil Ediciones. Caracas. 2003. Patricio Navia. “La
izquierda de Lagos vs. la izquierda de Chávez”. En: Foreign Affairs en
español. “Izquierdas”. México. Vol.6.
Núm.2. 2006. Pág. 75. Foreign Affairs en
español. “Ingobernabilidad”. México.
Vol.5. Núm.4. 2005.
[56] Sobre la crisis de identidad de la “social democracia”
a nivel internacional se ha escrito muchísimo en las Ciencias Políticas
Comparadas. Por ejemplo ver: España:
Klaudia Álvarez y otros, con prólogo de Stéphane Hessel. “Nosotros los indignados”. Ediciones Destino. Barcelona. 2011.
Anthony Giddens. “La tercera vía”.
Taurus. Madrid. 2000. Alex Callinicos. “Contra
La Tercera Vía”. Crítica. Barcelona. 2002. Felipe González y Juan Luis
Cebrián. “El futuro no es lo que era”.
Santillana. Madrid. 2001. Felipe González. “Memorias
del Futuro”. Aguilar. Madrid. 2003. Pedro Carvajal y Julio Martín Casas. “Memoria Socialista. 125 años”. Temas
de Hoy. Madrid. 2005. Antonio García Santesmases. “Repensar La Izquierda. Evolución ideológica del socialismo en la
España actual”. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Barcelona
1993. Venezuela: Enzo
Del Búfalo. “Adiós al socialismo”.
bid & co. Editor. Academia de Ciencias Económicas Venezuela. 2011. Domingo Alberto Rangel. “Un socialismo para el siglo veintiuno”.
Mérida Editores. Venezuela. 2004. Marta Harnecker. “Reconstruyendo la izquierda”. Monte
Ávila. Caracas. 2007. Alemania:
Oskar Lafontaine. “Le coer bat a gauche”. (“Das Hertz schlagt links”) Michel Lafon. Paris. 2000. Francia: Francia: Arnaud Montebourg y
Vincent Peillon. “Pour un nouveau Parti
Socialiste”.Denoel. París. 2003.
Julien
Dray. “Comment peut-on encore être
socialiste?”. Grasset. Paris. 2003. Gérard Desportes y Laurent Mauduit. “L’adieu au
socialismo”. Grasset. París. 2002. Henri Weber. “Le bel avenir de la Gauche”. Seuil. París. 2003. Nicolas
Baverez. “Francia en declive”. gota a
gota ediciones. Madrid. 2005. Michel Rocard. “Mauvais réflexes d’une société qui a peur”. En: “Le Monde”. 30/3/2006. Pág. 25. Daniel
Mermet y varios. “Á gauche!”. La Découverte.
París 2002. Jaques Julliard. “Le malheur
francais”. Flammarion. Paris. 2005. Régis Debray. “Supplique aux nouveaux progressistes du XXI siècle”. Gallimard.
París. 2006. Alain Lefebvre & Dominique Méda. “faut-il brûler le modèle social francais?”. Seuil. París. 2006.
Claude Javeau. “Vive la sociale. Éloge de
la social-democratie”. Le grand miroir. Bruselas. 2003. América Latina: Cesar Rodríguez
Garabito y otros. (Editores). “La nueva
izquierda en América Latina”. Grupo Editorial Norma. Colombia. 2005.
Boaventura de Sousa Santos. “Reinventar
la Democracia. Reinventar el Estado”. CLACSO Libros. Buenos Aires. 2005.
Foreign Affairs en español. “Izquierdas”.
México. Vol.6. Núm.2. 2006. Héctor Aguilar Camín. “Pensando en la Izquierda”. Fondo de
Cultura Económica. México. 2008. John C. Campbell. “La izquierda y la derecha en América del Sur (Los extremos políticos
en América del Sur)”. Foreign
Affairs en español. “Ingobernabilidad”.
México. Vol.5. Núm.4. 2005. “Carta de los Presidentes Hugo Chávez
y Tabaré Vázquez a los Presidentes de los países de América del Sur”. En:
DEP Diplomacia Estrategia Política. Brasil. Año I, Número 3, 2005.
[57] Las recientes crisis de la deuda en Grecia y de las elecciones
parlamentarias en España, son vivos ejemplos del errático comportamiento de los
partidos políticos que se reclaman de la social-democracia.
[58] Desde la llegada del chavismo al poder hasta
aproximadamente el año 2006, me
involucré intensamente con entusiasmo en las actividades internas partidistas
hasta formar parte del Comité Directivo Regional del Estado Vargas y su
representante en las instancias nacionales (CDN). Y por ejemplo, participé
además, regularmente todas las semanas, en los trabajos de la unidad de
reflexión del partido (Comité de políticas públicas). Siempre propuse y
estimulé la idea de que el partido asumiera el proyecto de cambiar el régimen
político para transformar a Venezuela en una democracia parlamentaria, pero fue
imposible hacer avanzar esta idea. La experiencia de esos años si bien fue muy
rica y estimulante en lo personal, fue malograda y frustrante como actividad
política frente al comportamiento de la dirigencia partidista. El profesor
Maurice Duverger de la Universidad de París recomendaba en sus clases, que
había que pasar del conocimiento teórico a tener la experiencia como militante
de base sobre el terreno para poder entender a plenitud la vida política; yo
seguí sus consejos, lo que me permitió conocer el juego interno de los partidos
en el sistema político presidencial venezolano.
[59] Siempre he sostenido que
el partido que asuma como bandera el cambio de sistema a una democracia
parlamentaria, tendrá un enorme éxito político. Como dice la conocida reflexión
de Víctor Hugo: “No hay una cosa más poderosa que una idea a la que le ha
llegado su hora”.
[60] El hecho de que la Democracia Cristiana está
desconectada políticamente de la “Mesa de la Unidad Democrática”, carece de una representación identificada
institucionalmente en la Asamblea Nacional y casi no forma parte de la
estructura del poder público territorial, constituye una situación que le da
mucha libertad y autonomía para reorganizarse y actuar.
[61] Para un observador externo, como es mi caso, la
situación interna del partido COPEY luce caótica, llena de despropósitos y de
muy difícil recuperación. El campo está libre pues para el renacer de una nueva
Democracia Cristiana en Venezuela separada e independiente orgánicamente de
COPEY y de sus problemas internos. A menos que la lucidez política de los
dirigentes democratacristianos permita que se produzca una fusión donde haya
una entidad absorbente y otra absorbida en un nuevo comienzo institucional.
[62] No hay ningún obstáculo teórico, jurídico o conceptual
que impida el surgimiento de una nueva Democracia Cristiana en Venezuela, comprometida con la realización de profundos
cambios en nuestro sistema político y que entusiasme y motive a los
venezolanos. Lo establece el artículo 67 de la Constitución. Además en
Alemania, por ejemplo, dos grandes partidos representan a la democracia
cristiana en el escenario político nacional.
[63] Rómulo Betancourt decía que su obra política
más importante era haber construido el partido Acción Democrática. (Fuente: conversaciones
personales con el expresidente Ramón J. Velázquez).
[64] La oposición democrática desde hace mucho
tiempo optó como estrategia por el concepto de la “concertación chilena” (Una
pluralidad de medianos y pequeños partidos coordinados en la MUD), y nunca ha
visualizado estructurarse de otra
manera, como por ejemplo en una sola entidad orgánica. Cosa que el chavismo si
hizo a empujones con el partido PSUV, lo que le ha servido como instrumento en
los combates electorales y para otras acciones políticas distintas a lo
electoral.
[65] El cambio de régimen político en Venezuela ha
sido objeto de diversos seminarios que he dictado en la Escuela de Estudios
Políticos y Administrativos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de
la UCV entre los años 2010 y 2012. Uno denominado: “El presidencialismo y la crisis del régimen político venezolano”.
Y otro: “El parlamentarismo: un nuevo
régimen político para Venezuela”.
[66] En Alemania la Democracia Cristiana fue un factor político esencial para su
recuperación institucional luego de la segunda guerra mundial. Y el parlamentarismo como sistema político fue el
referente internacional de la Democracia Cristiana, salvo en América Latina.
Ver: Olivier Duhamel – Yves Mény. “Dictionnaire
Constitutionnel”. “Voz: Démocratie Chretienne”. PUF. París. 1992. Pág. 288.
[67] La inspiración cristiana formuló el
“humanismo” como corriente del pensamiento político, que comprende el conjunto
de doctrinas y actitudes que consideran al hombre como un fin y un valor
superior. Y del “humanismo” se pasó al “Estado de Derecho”, que en la teoría
política constituye la aproximación fundamental a la democracia, que fue
concebida como una democracia parlamentaria en su referente doctrinario
internacional frente al Estado totalitario marxista, como el que se pretende instalar en Venezuela.
Entendiendo la cuestión constitucional como “la posibilidad de una oposición al
poder fundada sobre el Derecho”. Ver: Francois Châtelet, Olivier Dudamel y
Évelyne Pisier-Kouchner. “Histoire des
idées politiques”. PUF. París. 1982. Pág. 117.
[68] Recordemos que Rómulo Betancourt solía decir que en
política hay tres cosas importantes: organización, organización y organización.
[69] La “movilización” es entendida en las ciencias
políticas como las actividades desplegadas por la sociedad civil para alcanzar
ciertos objetivos políticos. Ello implica convocar e incorporar activamente a
las filas de la sociedad democrática a los ciudadanos frente a la dictadura
chavista. Pero, la movilización debe adaptarse a las circunstancias y a los
escenarios en que debe producirse; por ejemplo, las movilizaciones en plazas y
marchas, como ocurrió en la primavera árabe y en Ucrania, (y aquí en Venezuela
también) es blanco fácil de francotiradores y de feroces acciones represivas y
judiciales. Por ello, la movilización, sin tener miedo, debe concebirse de
manera diferente, inteligente y eficaz, enfrentando a la dictadura en todos los
terrenos donde ella se manifieste.
[70] Las graves amenazas para la democracia
constituyen una oportunidad para el relanzamiento de la nueva Democracia
Cristiana en Venezuela. La estructura partidista actual de la oposición
democrática luce escéptica hacia el futuro, desgastada en ideas e impotente y
contradictoria en la acción política para enfrentar la dictadura militar
chavista; y duda y desconfía de sus propias posibilidades más allá de lo
electoral. La nueva Democracia Cristiana debe expresar el renacer de la
democracia en Venezuela y la defensa a
ultranza del Estado de Derecho.
[71] Podemos pensar que se cumplió una primera etapa
histórica de la llamada Democracia Cristiana presidencial con el partido COPEY
como órgano político y con la figura personalista de Rafael Caldera como
principio y fin de este periodo y que, ahora, se puede iniciar la etapa de una
nueva democracia cristiana parlamentaria acorde con sus postulados doctrinarios
internacionales, por primera vez en América Latina. Ver: Olivier Duhamel – Yves Mény. “Dictionnaire Constitutionnel”. “Voz: Démocratie Chretienne”. PUF.
París. 1992. Pág. 288.
[72] Es lamentable que los liderazgos de la
sociedad democrática no quieran abrirse a un debate conceptual sobre este tema y sigan aferrados compulsivamente
al modelo presidencial, lo que se refleja en el hecho de que la dirigencia opositora
ha asumido el modelo de la “concertación
chilena” como la estrategia política y electoral indiscutible de la Unidad
Democrática y no quieren hablar de otra cosa. (Lo que se explica porque la MUD
está integrada por medianos y pequeños partidos electoralistas y
personalistas). En mi opinión, el fundamento conceptual de la Unidad
Democrática debería ser un profundo cambio de régimen político y no un simple e
inestable cambio de gobierno presidencial. Situación que evidencia el divorcio
de intereses existente entre la élite opositora obsesionada por mantener con
tenacidad el personalismo presidencial y el pueblo opositor que quiere otra
cosa y desea una transformación profunda de la institucionalidad democrática.
[73] Es lo que se conoce en Francia como la
“ciberpolitique”. En Venezuela el Profesor Juan Carlos Rey de la Universidad
Central de Venezuela piensa lo siguiente: “Creo que el gran reto que se nos
plantea en el presente es cómo utilizar las fantásticas nuevas herramientas que
la tecnología de la información y de las comunicaciones nos proporcionan, no
para eliminar a los partidos pero si para modificar sus estructuras y
organización, de tal forma que se conserven las funciones necesarias para
preservar la responsabilidad política que es imprescindible en una democracia
representativa”. Ver: Juan Carlos Rey. “El
sistema de partidos venezolano, 1830 – 1999”. En: “Temas de Formación Sociopolítica”. Centro Gumilla – UCAB. Número
16-36. Caracas. 2009. Pág. 298.
[74] La organización de comités de base de ciudadanos en
todo el territorio, integrados por activistas afines a la democracia cristiana,
debe ser un proceso muy rápido si se hace vía una plataforma virtual. Y una vez
constituidos, comenzará una comunicación intensa entre ellos que consolidará la
organización en la base.
[75] La inspiración cristiana ha contribuido
poderosamente con la promoción de los derechos del hombre y del humanismo. El
pensamiento cristiano de la política obliga a la acción política y no solo a la
contemplación, como factor de democracia y libertad. Por ejemplo, Emmanuel
Mounier y su idea del personalismo; Jacques Maritain y su concepto del hombre y
el Estado: “El Estado no es la suprema encarnación de la Idea, como creía
Hegel. No es una especie de superhombre colectivo. El Estado no es más que un
órgano habilitado para hacer uso del poder y la coerción y compuesto de
expertos o especialistas en el orden y el bienestar públicos; es un instrumento
al servicio del hombre. Poner al hombre al servicio de este instrumento es una
perversión política. La persona humana en cuanto individuo es para el cuerpo
político, y el cuerpo político es para la persona humana en cuanto persona.
Pero el hombre no es en modo alguno para el Estado. El Estado es para el
hombre”. Ver: Jacques Maritain. “El
Hombre y el Estado”. Encuentro Ediciones. Madrid. 1983. Pág.27. Y, Francois
Châtelet – Évelyne Pisier-Kouchner. “Les
conceptions politiques du XXe siècle”. PUF. París. 1983. Pág. 109.
[76] Esa movilización continuará cuando la Asamblea
Nacional se transforme en una Constituyente, que transforme a Venezuela en una
democracia parlamentaria. Ver: José Amando Mejía B. “El deber de la Asamblea
Nacional de desconocer a la Sala Constitucional” (abril 2016). “La vocación
constituyente de la nueva Asamblea Nacional” (febrero 2016). “El
parlamentarismo: un nuevo régimen político para Venezuela” (febrero 2014).
[77] Con lo cual se anticipará al nuevo tipo de partidos políticos que
deberá surgir del sistema político parlamentario.
[78] Todos los venezolanos están al
menos informados de los graves problemas nacionales y el comentario general
tiene que ver con la falta de movilización política, a pesar de la realidad
cotidiana de estas graves circunstancias existenciales.
[79] Los partidos políticos de
oposición se mantienen como organizaciones regionales ancladas en lo político y
financiero en el control burocrático de Alcaldías y Gobernaciones. El partido
político gubernamental se alimentan de manera insolente de los recursos
públicos y de la burocracia estatal.
[80] La oposición venezolana logró realizar espectaculares
movilizaciones de la sociedad civil en los primeros años de la era chavista,
que lamentablemente no logró transformar en una poderosa fuerza política. En su
momento el movimiento estudiantil también pudo desencadenar importantes
movilizaciones de la sociedad civil, cuyos efectos están presentes. Y más
recientemente en el año 2014, en el Estado Táchira y Mérida se articularon
masivas movilizaciones de la sociedad civil, demostrativas que un fuerte
compromiso con la democracia constitucional está latente en las comunidades
andinas.
[81] Se observa que la MUD luce fundamentalmente
como una plataforma de unidad electoral de partidos de corte social-demócrata y
que es muy difícil la coordinación entre ellos de acciones políticas más allá
de lo electoral.
[82] No hay dudas que la nueva Democracia Cristiana
debe enfrentar un régimen militar dictatorial, dispuesto a todo con tal de
mantenerse en el poder. Lo que hace pertinente recordar el viejo dicho de los
ingleses: “Una nube tan oscura no se aclara sino con tormenta”. Que como dijo
Francois Mitterrand, siendo Presidente de Francia, en un memorable discurso ante el Parlamento
Alemán cuando la crisis del desplazamiento de misiles soviéticos SS 20: Si
ellos nos apuntan con misiles, no podemos apuntarlos con flores. (Refiriéndose
a la ex URSS). Ver: Jean Lacouture y Patrick Rotman. “Mitterrand. Le roman du pouvoir”. Seul. París. 2000. Pág. 156.
[83] Estamos muy conscientes que mediante el cambio
de sistema político se le puede dar sostenibilidad política al establecimiento
de una economía social de mercado, conforme al modelo alemán.
[84] En un sistema constitucional
que funciona regularmente, el mecanismo normal de la democracia es el derecho
al voto dentro de un sistema electoral idóneo y trasparente. Pero en una
dictadura, no se puede engañar al ciudadano haciéndole creer que con el solo
hecho de votar será suficiente para
cambiar este estado de cosas.
[85]La oposición democrática generó con esa
victoria electoral una fuerza política mucho mayor a sus propias capacidades
organizativas y a su proyecto político
presidencialista que se quedó corto; el cual quieren reimponer a troche y moche
aupando el referendo revocatorio presidencial como si fuera la única
alternativa de solución política que tiene la sociedad democrática.
[86]Los diputados de la oposición democrática en la
Asamblea Nacional, deben sentir lo mismo que le ocurrió al Ex presidente Ramón J. Velázquez, que solía
comentar a los colaboradores de su gobierno, que luego de ser designado
Presidente, cuando los partidos lo dejaron solo y sin apoyo, se quedó como un
malabarista de circo al que le han
quitado la red de protección. Tan es así,
que llama la atención que las movilizaciones de la oposición se han
centrado más en el llamado a revocar el mandato del actual Presidente, que en
defender a la Asamblea Nacional contra los abusos y atropellos constitucionales
de que es objeto.
[87] Esta inexplicable actitud parece ser un mal
recurrente en la oposición democrática que de nuevo comienza a manifestarse y
que tiene su explicación en la naturaleza presidencialista, personalista y
electoral de los actuales partidos políticos venezolanos.
[88] Una vez más, parece que la oposición
democrática se está dejando arrebatar un triunfo electoral. Es necesario dar
sostenibilidad constitucional y hacer funcional jurídicamente el extraordinario
hecho de haber ganado la mayoría absoluta y calificada de la Asamblea Nacional.
[89] No se debe abandonar la defensa a ultranza del Poder
Legislativo, por el proceso del revocatorio presidencial. Ambas luchas deben
darse, complementarse y retroalimentarse mutuamente. El ciudadano puede sin
contradicción actuar en los dos escenarios ya que son dos agendas diferentes
pero no contradictorias.
[91] El presidencialismo como sistema de gobierno
constituye el punto de coincidencia entre las élites del chavismo y de la
oposición.
[92] Constituye un giro conceptual extraordinario
pensar en que sean los ciudadanos y no el Estado el actor fundamental de la
sociedad.
[93] A pesar que muchos factores de la sociedad
democrática no están representados en la bancada opositora, entre ellos la
Democracia Cristiana, es la Asamblea representativa más legítima de la historia
de Venezuela y sin duda de la era democrática, por las tremendas dificultades
de todo tipo que tuvo que superar la oposición democrática en el proceso
electoral de 2015; por su propósito confesado de regresar a Venezuela a la
senda del Estado de Derecho y de la democracia; y por su decisión de enfrentar
como cuerpo civil el brutal autoritarismo de los militares venezolanos. De tal
forma que la sociedad civil debe
acompañar a la Asamblea Nacional para enfrentar los grandes y peligrosos
desafíos que tiene por delante.
[94] El escritor francés André Maurois lo decía claramente
sin contemplaciones: “La no violencia tiene su belleza pero le deja el campo
libre a los brutos”. En Francia, en Alemania y en el mundo anglosajón, es
normal y necesario que el jurista adicionalmente se acompañe con una formación
en ciencias políticas o en filosofía y que participe con toda normalidad en la
vida política de su país, sin que ello lo perjudique en su carrera profesional.
Mientras que aquí en Venezuela es mal
visto y existe un rechazo acentuado por este tipo de enfoque en la carrera
profesional de un abogado, a quien se le trata con desdén de “abogado-político”;
ya que, nunca se ha asumido como ocurre en USA por ejemplo el concepto del
ciudadano-jurista, ni se comprende el legalismo en la cultura política
norteamericana.
[95] La futura democracia parlamentaria venezolana
deberá reconocer que llego la hora de que la sociedad civil asuma sus
responsabilidades en la vida de la nación, por ejemplo en materia económica,
donde debe hacerse cargo de la actividad económica productiva y el Estado de
los servicios públicos sociales, haciendo que funcione la lógica del Estado y
la lógica de la economía. Ver estas ideas en: Laurent Cohen-Tanugi. “Le droit sans l’Etat”.
Puf. París. 1987.
[96]Existen ciertos conceptos
básicos acordados y consensuados en la sociedad civil, sobre diversos aspectos
de la vida nacional, lo que es un gran logro. Se puede afirmar que el Estado de
Derecho llegó para quedarse en la historia de Venezuela. Ver: Ronald Balza Guanipa. (Coordinador). “Venezuela 2015. Economía, Política y
Sociedad”. UCAB. Caracas. 2015.
[97] Constitución. Art. 2. Ya lo decía el
ex-presidente francés François Mitterrand: “Derecho, Justicia, Democracia, son
palabras que se confunden”. Ver: Laurent Cohen-Tanugi. “La Métamorphose de la
Démocratie”. Éditions Odile Jacob. París. 1989. Pág. 164.
[98] De una
casta de militares que no entiende nada de la democracia sino de utilizar el
poder que les da el tener la posesión de las armas de la República. Ver:
Ignacio Walker. “La tentación del
neopopulismo. (Democracia en América Latina)”. Foreign Affairs en español. “Izquierdas”. México. Vol.6. Núm.2.
2006. Pág. 3. Alfredo Ramos
Jiménez. “La Revolución Bolivariana. El
pasado de una ilusión”. La Hoja del Norte. Caracas. 2011. Pierre-André
Taguieff (Coordinador). “Le Retour Du
Populisme”. Universalis. Francia. 2004.
[99] El Estado de derecho venezolano se descarriló
con el sistema político presidencial. El actual Parlamento venezolano tiene
ante sí la oportunidad histórica de frenar y acabar con la dictadura chavista,
erigirse en el órgano regenerador de la democracia y en el constructor de una
nueva institucionalidad constitucional. Por ello es tan importante que la
sociedad civil acompañe decisivamente a la Asamblea Nacional en su
enfrentamiento con la dictadura chavista, lo que le permitirá ganar ese
importante combate político y el derecho de asumir colectivamente el liderazgo
político de la democracia. La nueva Democracia Cristiana, en mi opinión, debe
construirse y trabajar en función de estos objetivos fundamentales.
[100] Estos partidos
electoralistas pequeños y medianos de la oposición democrática solo llegan
hasta donde pueden sus posibilidades, pero eso no significa que no existan
otras alternativas constitucionales de acción política distintas a las electorales.
Como se dice en la Universidad de Salamanca: “Lo que natura no da, Salamanca no
lo provee”.
[101] El General José Leónidas
Trujillo dictador de la República
Dominicana, le comentó a Pérez Jiménez cuando este le llegó huyendo de
Venezuela, que si los militares en el futuro quisieran volver a mandar en
América Latina tendrían que aliarse con los comunistas. Comentario hecho en las
tertulias semanales con el Doctor Ramón Velázquez. Ver: Diana C. Droulers. “Los desayunos de los jueves en casa de Carlos
Rafael Silva”. En: Heraclio E. Atencio Bello (Coordinador). “Las peñas y las tertulias: puentes de
saber, cultura y cordialidad”. Fundación Venezuela Positiva. Caracas. 2012.
Pág. 277.
[102] La cúpula militar piensa que con la represión al estilo cubano van a
poder mantener a raya al pueblo indefinidamente, sin tomar en cuenta que en cualquier momento ante la presión
popular sectores institucionales de las Fuerzas Armadas se pongan del lado
bueno de la barricada.
[103] Como por durante diecisiete años el chavismo
en el poder no ha podido instalar la dictadura total según el modelo represivo
cubano, han optado por destruir poco a poco la estructura institucional,
económica y social del país, con el fin de mantener su dominación sobre la
sociedad, creando un ambiente político que se ha vuelto contra ellos. Los
militares saben que recuperar la confianza institucional va a ser una larga y
difícil tarea y que seguir imponiéndose por la violencia tiene sus límites por
la voluntad democrática del pueblo venezolano que en este punto se diferencia
radicalmente al cubano.
[104] Que ha consistido en un falso y habilidoso
montaje propagandístico para aterrorizar y domesticar a la sociedad civil. Su
capacidad para reprimir a los ciudadanos se reduce a arrebatos brutales de las
fuerzas del orden ejecutados por energúmenos funcionarios altamente ideologizados y
entrenados en Cuba para esas miserables tareas; y por el despliegue de una
estructura delincuencial de los llamados “colectivos”, contratados
inescrupulosamente para disparar contra los opositores. Contando con el apoyo
de acciones judiciales focalizadas y despreciables ejecutadas por falsos jueces
inescrupulosos y trasnochados ideológicamente; y con el apoyo entregado e
hipócrita de una “nomenklatura” sin carácter y principios, poco formada
profesionalmente y sin ninguna idea por el respeto de los derechos del hombre.
Situación típica de las dictaduras de
talante marxista que existieron en la Europa del este y que aún pervive en Cuba
como un anacronismo insólito, gracias a los recursos económicos provenientes
del petróleo venezolano.
[105] El amor a la patria de los militares chavistas
se reduce a un amor al petróleo y al dinero de la patria. En relación a la
captura por los militares de la renta petrolera ver: Luis Pedro España. “La
sociedad venezolana: escrita con tinta de petróleo”. En: “El desafío venezolano: Continuidad Revolucionaria o Transición
Democrática”. UCAB. Caracas. 2014. Pág. 39. Hay numerosa bibliografía
disponible sobre la relación de los militares venezolanos con el gasto público
y la corrupción. Sobre todo aquellos que están aliados al narcotráfico, al
enriquecimiento ilícito y a los intereses económicos cubanos. Ver: Marcos Tarre y Carlos Tablante. “Estado Delincuente”. Caracas. 2013.
[106] En mi opinión, los militares venezolanos no
tienen capacidad operativa, política y gerencial para establecer y mantener en
el tiempo una dictadura al estilo cubano. La constante amenaza es el recurso
permanente del Gobierno para intimidar a la sociedad democrática y pretender ocultar
su debilidad. Las agresiones selectivas y ejemplarizantes (Casos Antonio
Ledezma y Leopoldo López) son demostrativas del uso de métodos represivos
propios de la dictadura cubana y de sus agentes, que operan libremente en
Venezuela como perros por su casa. Y la dura y sangrienta represión del
Gobierno chavista contra la sociedad civil fue posible en el año 2014, porque fue ejecutada en la calle
con el apoyo de los grupos irregulares activados por el chavismo y encargados
del trabajo sucio; y con el soporte de un poder judicial corrompido encargado
de dar falsa legalidad a los atropellos y a encarcelar a los opositores. Pero
en mi opinión, también una vez más, la falta de coherencia política por parte
de la sociedad y la dirigencia opositora, contribuyó a enfriar el ambiente y
colaboró con el Gobierno; por ejemplo, al hacer abortar el movimiento
tachirense y merideño de “los Gochos”
que se quedaron solos, cuando el resto del país le dio la espalda a la lucha
por la democracia y la Constitución que se desató en las montañas andinas de
Venezuela. Hoy mucho se ha aprendido y sufrido para volver a cometer los mismos
errores en la lucha contra la dictadura chavista y cuando resurja un gran
partido democrático y civil se pondrán las cosas en su sitio.
[107] Llamar y tratar al actual régimen político
chavista de “dictadura militar” es un imperativo indiscutible desde la
perspectiva del Estado de Derecho. Tratarlo de otra manera es un disimulo cómplice
con un estado de cosas inaceptables desde el punto de vista constitucional.
[108] Los partidos políticos opositores que
controlan alcaldías y gobernaciones tienen facilidades financieras que sirven
para mantener sus estructuras y burocracias internas, pero esa situación
constituye también una debilidad por la dependencia, la autocensura y las
inhibiciones que provoca ese cordón umbilical con el chavismo. Además, con el
transcurrir del tiempo y ante el
progresivo endurecimiento de la dictadura chavista, se está llegando a
un punto de no retorno donde se compromete la honestidad política, la limpieza institucional y la credibilidad
democrática de los operadores políticos que de esta manera interactúan o colaboran con la dictadura y la
“nomenklatura” chavista. Estamos claros que esta es una situación muy delicada
y difícil de considerar, pero la nueva Democracia Cristiana por fortuna no está
atrapada en este delicado dilema y en mi opinión, no debería participar en
futuros eventos electorales hasta que se restablezca el Estado de Derecho, para
no exponerse a este tipo de limitaciones políticas.
[109] Sobre la hoja de ruta de la oposición democrática ver las ideas
expuestas en los siguientes trabajos: José
Amando Mejía Betancourt. “El deber de la
Asamblea Nacional de desconocer a la Sala Constitucional”. (Abril 2016).
Publicado en el mes de abril en el portal: www.soberania.org Y, José Amando Mejía Betancourt. “La vocación constituyente de la nueva
Asamblea Nacional”. (febrero 2016. Ha circulado por internet).
[110] Recordemos que la Democracia Cristiana es una
corriente política surgida en el último decenio del siglo XIX que se reclama
del catolicismo. Inspirada en un ideal social y con base a las reglas de la
democracia liberal constituye un movimiento autónomo después de la segunda
guerra mundial, que se destaca por su participación en la reconstrucción de las
instituciones democráticas. Su referencia institucional básica es el sistema
parlamentario a nivel internacional (salvo en América Latina donde adopta el
presidencialismo). Y su influencia específica es sobre el papel del Estado. Así
los demócratas cristianos son netamente federalistas en relación a la estructura interna del Estado, en la
línea de la doctrina social de la Iglesia y asumen el principio de la
subsidiariedad como tendencia favorable a la participación subsidiaria del
Estado en apoyo a las actividades privadas de la sociedad civil. Lo que les
hace jugar un papel clave en la construcción europea y defender el modelo de la
economía social y ecológica de mercado.
Ver: Olivier Duhamel – Yves Mény. “Dictionnaire
Constitutionnel”. “Voz: Démocratie Chretienne”. PUF. París. 1992. Pág. 288.
[111] Estas ideas inspiradas en el pensamiento de Alexis de
Tocqueville, se pueden consultar en: Laurent Cohen-Tanugi. “Le droit sans
l’Etat”. Puf. París. 1987.
[112] En la vida económica la seguridad jurídica es un
imperativo fundamental, a fin de producir una “auto regulación de la sociedad,
una especie de auto gestión del sistema jurídico”, que la doctrina denomina la
“sociedad contractual”. Ver: Laurent Cohen-Tanugi. “Le droit sans l’Etat”. Puf.
París. 1987. Pág. 57.
No hay comentarios:
Publicar un comentario