“El desgeneral en su laberinto”
Por Silvia E. Rodríguez
Schwartz.
Las respuestas de Nicolás y su combo frente a los intentos
de justicia pasaron de ser cómicas, a ridículas y suicidas:
“maniobra contra el revocatorio”, “rebelión frente a las amenazas internacionales”
-porque rebelar al pueblo es añadirle más paz a Venezuela, su tan manida “paz”-
“demanda a la Asamblea Nacional…” Frente a la activación de la carta
democrática: “métanse esa carta por donde les quepa…” más lo que dijo la
canciller, que no pienso repetir…
Cada paso que se da a favor de sanar a Venezuela, o al menos
sacarla del desastre provocado por el difunto, por los crédulos del difunto,
por su grupete, por su escogido, por su otro grupete, desespera tanto a las
mentes inválidas, que no encuentran diccionario para nuevos gritos de defensa y
de ofensa, todos los días incorporan frases nuevas en el diccionario de la real
tragedia.
Ofrezco disculpas de antemano si alguien se sintiese por mi
analogía a continuación. Con el permiso
de nuestro General, Simón Bolívar, y con el de Gabriel García Márquez, este
último, independientemente de sus inclinaciones políticas, sin miopía, evoco su
genio.
“El General en su Laberinto”, con ingentes diferencias,
relata la vida del héroe: Simón José Antonio de la Santísima Trinidad de
Bolívar Ponte y Palacios Blanco, quien no solo fue una figura destacada de
nuestra emancipación, un gestor, contribuyente y actor protagonista de la independencia de
seis de nuestros países y muchísimo más, que dejó un legado -no de cartón, como
el que dicen que dejó el difunto-, un legado edificante en muchos países
latinoamericanos y en el mundo, sino además fue un procurador ante la corte
española para solicitar mejoras, privilegios y bienestar para Venezuela. Simón Bolívar es y será uno de nuestros
redentores, y verdadero insigne, uno de los generales más grandes por siempre.
Un ser genuinamente lleno de brío, inspiración
a la lucha, capacidad de respuesta, coraje, bondad, amor hacia su gente, hacia
la naturaleza, hacia el bien. ¡Por Dios! ¡indudable la rectitud del Libertador!
Sin embargo también la obra relata el lado gris, de
desengaños, de defectos y de delirio del General Simón Bolívar, irónicamente
usado y manido por el degenerado general.
Es inevitable la asociación, por varias razones:
Es inevitable la asociación, por varias razones:
por su autocreado laberinto: “Del
latín labyrinthus, y este del griego λαβύρινθος labýrinthos.
1. m. Lugar formado
artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre
en él, de modo que no pueda acertar con la salida.
2. m. Cosa confusa y
enredada.
Diccionario de la lengua española. Real Academia Española.
Igualmente, hay una evocación inmediata cuando uno lee y
relee:
“…tenía los huesos
desordenados por la decrepitud prematura, todo él se veía tan desmerecido que
no parecía capaz de perdurar (…)”
“Lo acusaban de querer
la presidencia vitalicia”, “no le
gustaba perder, era muy obstinado..”
“--Carajos--, suspiró. -- !Cómo voy a salir de
este laberinto !--”
…y muchos otros fragmentos, que transportan y conducen a la
oscuridad del deterioro, a la demencia de los excesos de poder.
Desde sus infaustos comienzos, y hasta hoy, este gobierno,
buscando desesperadamente etiquetas, nombres, marcas y trayectorias reconocidas
y exitosas, de gente que sí trabajó y sudó y buscó el bien común, intenta que
socorran con sus nombres y hazañas la sordidez de sus movimientos, deciden apropiarse,
robar, insultar a la invaluable gesta, denominando a todo “bolivariano”, porque
sí, porque nacimos ayer y los patriotas son ellos, no nosotros, ellos, que se
juegan el todo por el todo por esgrimir a Bolívar en sus deshechos (no hechos),
y el que se lo crea pierde…o más bien, sigue perdiendo.
“Le roi est mort, vive
le roi.” “El rey ha muerto, viva el rey”
Se pronuncia tradicionalmente ante el público que se reúne
en cada ciudad y pueblo ante la noticia de la muerte de un rey, como ante la
del General Bolívar.
"A rey muerto,
rey puesto" la frase es así, no
puedo evitar lo de rey. Se pronuncia y se pronunciará, tradicionalmente ante
quien no cuide su posición con responsabilidad, honestidad, justicia y piedad,
pues no faltará quien lo reemplace.
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