“De
Berlusconi a Trump, con amor.”
Por Cinzia De Santis
El viaje a
Roma estaba previsto desde hace tiempo y resultó ser una excelente terapia para
superar los avatares de la política. Roma exuda belleza. Unos segundos frente a
la Piedad son suficientes para recuperar la fe en el ser humano. En la
callejuela más insignificante se alza una iglesia cuyos frescos y esculturas
dejan boquiabiertos a quienes la visitan.
Los museos del Vaticano compiten con
los grandes museos del mundo. Por donde uno mire, se respira talento e ingenio.
Por supuesto, Roma no es solo arte. Sobrevivir al tránsito de vehículos es una
proeza en una ciudad donde los semáforos son vistos como consejos más que
reglas.
Guardias armados con sendas metralletas recuerdan que aquí también
existe la amenaza del terrorismo. Hay demasiados mendigos en la calle para una
ciudad que alberga el paladín de los pobres. Roma provoca admiración, rabia,
misticismo, risas, todo a la vez.
Allí también
llegó el “tsunami Trump” y, como desacreditar a los políticos es uno de los pasatiempos
favoritos de los italianos, muchas conversaciones con extraños y amigos
versaron sobre el tema.
Los italianos tuvieron su versión personalizada de
Trump en el inefable Silvio Berlusconi. Los parecidos entre ambos hombres son
extraordinarios. Ambos se hicieron ricos con negocios en bienes raíces; ambos
son outsiders, apareciendo en la
escena política entrados en años y sin experiencia previa; ambos manejan de
forma magistral la televisión y en sus discursos la verdad tiene una
importancia relativa.
Tanto Trump como Berlusconi llegaron al poder con un
lenguaje llano, de tinte patriótico, dirigido a los trabajadores y se alinearon
con partidos de derecha, aun siendo apenas tolerados por los mismos.
El premier
italiano tiene una predilección por las mujeres bonitas (si son menores de
edad, mejor) y su contraparte americana se casa con supermodelos. En ambos
casos los escándalos sexuales son notorios. Curiosamente, ambos están envueltos
en un sinfín de litigios. Trump ha entablado 3.500 juicios a lo largo de su
vida. Berlusconi menos, pero igual ha sido denunciante y denunciado en un
número significativo de casos legales.
Similitudes
más preocupantes son las expresiones de admiración hacia personajes dudosos.
A Berlusconi
se le vio en varias ocasiones con Gadafi, el exdictador de Libia, y hablaba de
Putin como de un amigo.
Trump ha reiterado su admiración hacia el premier ruso
quien a su vez no escondió su satisfacción con los resultados de la elecciones en
los Estados Unidos. Assad declaró que con el triunfo de Trump se afianzaría el
respeto a la soberanía de los países.
Belicosos, populistas, atorrantes, con
egos gigantescos: ¿por qué ganan las elecciones?, ¿qué les hace tan apetecibles
a las masas?, ¿está la humanidad retrocediendo en materia de derechos humanos,
ambiente y libertades individuales?
El daño que le hizo Berlusconi a Italia no
se compara con el que Trump le puede hacer a los Estados Unidos y al mundo.
Ambos mandatarios exclamaron a los cuatro vientos que aman a sus países. Ojalá
y así sea en el caso norteamericano, para el bien del planeta. Pero no hay duda
que hoy más que nunca vigilar a las superpotencias es deber de todos los
ciudadanos del mundo.
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