¡Fidel muere, Raúl
vive, la tiranía sigue!
por Armando Martini Pietri
Murió Fidel, esta es la definitiva, las consecuencias están por verse,
pasara un tiempo y los efectos comenzaran a develarse. Sin embargo, la
influencia del castrismo ha sido profunda, paradójica y duradera en muchos
países, muy especial en Venezuela, no sólo durante el castro-chavo-madurismo,
letal tradición que ha sido ignorada por políticos, analistas e historiadores,
que no recuerdan o vivieron los años fundacionales de la democracia.
No se tuvo el valor ni la honradez intelectual para denunciar con claridad,
transparencia y contundencia al castrismo como lo que es, la devastación moral
y económica de dos o más generaciones. Nunca sospechamos ni pudimos imaginar en
las peores pesadillas que tendríamos que enfrentar, en esta época, a un mamarracho
vetusto, antiguo, añejo y caduco, como el comunismo. Mucho menos que esa
calamidad y desgracia se convertiría en inspirador generador y controlador del
venezolano.
Señalar que el castrismo es lo único concluyente en la debacle de
nuestra democracia, sería impreciso e incorrecto. Pero sin la menor duda es un
aspecto importante a tomar en consideración y más ahora, cuando las nuevas generaciones han
comprendido tardíamente, que la izquierda se apodera de Venezuela con su
herencia de miseria, servilismo espiritual, degradación de principios éticos,
delirio político y estatismo tramposo y pandillero. No ha sido casualidad es un
programa cuidadosamente elaborado y concebido en La Habana con el entusiasmo
tan ignorante como apasionado de Hugo Chávez, seducido por Fidel, y Nicolás
Maduro, el obediente impuesto por Raúl Castro.
Nuestra democracia contemporánea nació en conflicto con el régimen
cubano y en esa misma medida está muriendo. A lo que Rómulo Betancourt y Rafael
Caldera enfrentaron, con posiciones firmes y armas en la mano cuando hubo que empuñarlas,
ahora se recibe con satisfacción y complicidad por un oficialismo que traiciona
las más hondas tradiciones de tiempos. Por eso mismo, porque la democracia es
una profundidad venezolana, habrá de resurgir.
En este momento ninguno puede garantizar cuándo, ni cómo, pero sí se sabe
por qué: fuimos abanderados en el continente en disfrutar y conocer las bondades
de una democracia, y ésa cultura ha sido y será determinante para volver a
derrotar al castrismo, una vez más -recordemos aquel evento conocido como la
invasión de Machurucuto-, y para siempre.
Comentar que murió un gran hombre, observar la comparsa de elogios
convenientes y politiqueros, aguantar las falsedades asquerosas de los devotos
del opresor caribeño, al apreciarlo de gran líder porque fue políticamente
astuto, audaz, es lo mismo que decirlo de Stalin, Hitler, Mussolini y Mao, sólo
para nombrar unos pocos que llevaron la miseria, destrucción y odio a sus
pueblos. Fueron errores garrafales y sangrientos de la historia, que aun al
pasar de los años, la humanidad sigue pagando. Parece una deuda eterna, pero
nada es para siempre. Los traspiés dejaron secuelas terribles, pero murieron.
Igual que Fidel Castro.
Aunque a veces no parezca, de la justicia divina y la muerte nadie tiene
salvación. No importa cuán poderoso seas o creas ser, siempre tendrás que dar
la cara y rendir cuenta ante Dios. Algunos tienen la suerte de no ser juzgados
en la tierra por sus crímenes, abusos y desafueros, pero ante Dios no tienen
amparo. Tarde o temprano pagaran.
Son muchas las reacciones por la muerte del caballo, unos lloran y otros
celebran. Sin embargo, son muchos los que lo admiraron existe constancia escrita
y grabada para la historia, que hoy se agazapan no hablan ni se atreven a
mencionarlo. En Venezuela son muchas las evidencias de distinguidas y variadas
personalidades, próceres, que daban la bienvenida entusiasta a ese criminal,
torturador y carcelero. Se conoce como diplomacia cómplice.
Si algo mantenía cohibido a Raúl era su hermano mayor, si su muerte
hubiese ocurrido hace una año ya Cuba seria libre; pero ocurrió justo en la
transición Obama y lo que ofrece Trump, quien probablemente deberá repensar las
relaciones con Cuba. El Congreso republicano y Washington levantarán más pronto
que tarde el embargo que por décadas sostuvo. La única razón para mantenerlo
era la presencia física de Fidel y ya no está, para nunca más volver,
afortunadamente para el mundo y en especial para los cubanos.
El legado del tirano inmoral y sin piedad, que extendió su vida luchando
contra el capitalismo se extingue, no sin ironía, un “Black Friday”, el a veces
duro sentido del humor de la vida. La frase del año fue difundida rápida y
terminante por Donald Trump: “Fidel Castro is dead!” para luego rematar: “Hoy,
el mundo marca la muerte de un brutal dictador que oprimió a su propio pueblo
durante casi seis décadas. El legado de Fidel Castro es de escuadrones de
fusilamiento, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza y la negación de los
derechos humanos fundamentales.”
No se celebra la muerte de un ser humano, sin embargo entra una frescura
cuando fallece un cretino e inhumano dictador, así como sucedió la de muchos
otros tan desalmados y nefastos. Tampoco importa cuando expira la vida de
alguien que arruinó y perjudicó de manera consciente y deliberada, a
generaciones de buenos ciudadanos cubanos, que además, pretendió con
desvergüenza hacerlo con otros. Que el mundo observe y sienta el desprecio generalizado
de los pueblos, hacia quienes laceraron a sus semejantes.
No hay que creer tonterías ni cometer el error de la inocencia, Raúl
Castro era el ejecutor del comandante Fidel y puede sentirse ahora menos atado,
pero sigue siendo tan opresor, indigno, violador de los derechos humanos y
represor como su hermano; ¡cuidado y no lo es más! Sólo que le ha tocado vivir
tiempos diferentes, una vejez con más salud, la cual aprovecha para blindar su
herencia y riqueza.
Tal vez piense, como en un tiempo caviló el también dictador generalísimo
Francisco Franco, en dejarlo todo “atado y bien atado”. Pero esos nudos fueron
desatados, no lo olvidemos.
@ArmandoMartini
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