Armando Martini Pietri: ¡La planta insolente del
extranjero ha profanado el sagrado mar de la Patria!
Aunque esta vez no es el suelo como lo entendemos,
sino el mar. Que es “territorial”, que es mar venezolano, la salida de nuestro país
hacia el Caribe y el Atlántico. Donde una poderosa multilateral estadounidense
ha puesto una gran planta insolente y explora en busca de petróleo. No sólo con
permiso, sino incluso llamada; sólo que ni llamada ni autorizada por Venezuela,
sino por Guyana, cuyo gobierno sabe perfectamente que no puede hacerlo pero,
ante la parálisis del Gobierno venezolano actúa sin preguntas –cancillería y
fuerza armada venezolanas andan en otra cosa, preparándose para una invasión
que ya comenzó, porque los estadounidenses están en mar venezolano, allí está
instalada y trabajando la Exxon Mobil y de paso parece que también viene la
Shell de Inglaterra y Holanda; el Presidente, la Canciller y los mandos
militares tienen convicciones con unos 35 años de atraso y miles de kilómetros
de distancia, Estados Unidos no envió tropas para sacar a Allende en el año
1973, por ejemplo, pero han mandado miles de soldados, marines y técnicos,
millones de dólares en equipos de última generación a Irak y Afganistán, que
son problemas muy diferentes a Nicaragua, Vietnam, la Panamá de Noriega,
República Dominicana, entre otros ejemplos.
En estos tiempos las plantas insolentes extranjeras
no son las mismas de comienzos del siglo XX. Hoy los imperios no necesitan
acorazados para profanar suelos militarmente débiles y en lo político y
administrativo descuidadamente manejados. Hoy los imperios se llaman
multinacionales, no usan cancillerías sino departamentos de relaciones públicas
–lobbying- y manejan las conveniencias de gobiernos dispuestos a hacer bien sus
propios trabajos. Exxon Mobil y Georgetown conversan, acuerdan, firman
contratos. Lo que Guyana esté discutiendo –y alterando- con Venezuela no es
problema de Exxon, pero Exxon, como empresa estadounidense, si es problema de
Washington, ¿van comprendiendo?
La zona en reclamación es un activo que nos
pertenece a todos. Es un bien inmueble patrimonio nuestro, de nuestros hijos,
nietos y futuras generaciones y si algo realmente merece y debe someterse a
referéndum nacional serían las negociaciones y acuerdos entre Venezuela y
Guyana. Hay extensa documentación escrita traducida en varios idiomas y
trabajos audiovisuales sobre el tema limítrofe con Guyana, la controversia es
interesante, amplia y compleja. La
venezolanidad del Esequibo. La Rebelión del Rupununi en aquel año de 1969. El Acuerdo de Ginebra del año
1966. El Protocolo de Puerto España firmado el año 1970; entre otros. El tema jurídico lo
han tratado expertos y estudiosos en una materia sobre la cual no osaría ni
arriesgaría opinar. No soy estudioso del tema, reconozco sin rubor mi
ignorancia. En consecuencia, solo me referiré a él en términos políticos.
Mientras estamos distraídos con el show mediático –que llegará a su
clímax el mes de abril en la reunión de Panamá-, donde el chavismo grita
desaforado que la invasión gringa es inminente y convocan ejercicios militares
defensivos, por no decir inofensivos -con la presencia estupefacta de los
rusos, que no irán a una guerra contra Estados Unidos, así como tampoco los
chinos ni los cubanos- y obtienen una Ley Habilitante
antiimperialista. Pero toda la alharaca no es otra cosa que una
excusa para afectar la campaña electoral hacia las parlamentarias.
La verdad es que la Orden Ejecutiva del Presidente Obama, que sanciona a
siete funcionarios a quienes acusa de violadores de DD.HH. –delito que las
autoridades venezolanas ni han detectado ni han investigado, como tampoco están
investigando los colosales escándalos de corrupción en Andorra y en el banco
HSBC- califica la situación de violación de DD.HH. y la corrupción del régimen
como una “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la
política exterior de los EE.UU.”
Muchas pueden ser las interpretaciones, desde que es un preámbulo para
invadir –poco probable- hasta una advertencia para sanciones mayores en materia
financiera –muy factible-. Existen otras leyes y reglamentos que pudieran
invocarse como por ejemplo “Poderes Económicos de Emergencia”, aprobada en el
año 1997 para poder sancionar a individuos, con base a la ley de “Defensa de
Derechos Humanos y Sociedad Civil en Venezuela” pasada en el Congreso en el año
2014.
Lo que ocurre ahora mismo, es la verdadera
invasión territorial en la zona en reclamación que es pacífica y permisada
por Guyana y, peor aún, permisiva por Venezuela.
La invasión a la Guayana Inglesa –hoy Guyana-
implicaba la posibilidad de una guerra con Gran Bretaña, para lo cual el
Gobierno venezolano desde hace tiempo estaba preparándose, en armamento y en
conciencia de los militares. Marcos Pérez Jiménez estuvo a punto de recuperar
el Esequibo para Venezuela en el año 1958, se había preparado para cumplir ese
objetivo. Pérez Jiménez armó su plan de
recuperación del Esequibo varios años antes y para ello compró aviones, envió
pilotos a entrenamiento, hizo construir carreteras en la selva y planificó una
gran maniobra naval que liderarían los hermanos Wolfgang y Carlos Larrazábal,
de hecho construyó una fuerza naval para el control del mar territorial
venezolano en el Caribe, cuyos límites amplió y estableció en Las Aves. Sin
embargo, fueron precisamente oficiales de la aviación y la marina los primeros
en alzarse en enero del 1958, y el plan quedó para después. Pero los sucesivos
gobiernos de Betancourt, Leoni, Caldera, Pérez, Herrera Campins, Lusinchi,
Pérez y Caldera, independientemente de sus gestiones internas, mantuvieron
clara la posición de reclamo y defensa de la propiedad venezolana del Esequibo.
Pero llegó el chavismo, y se
desarrolló el delirio de Chávez de ser líder continental y para ello sacrificó
petróleo, relaciones políticas y económicas y al parecer el propio Esequibo.
Por primera vez en más de un siglo la posición oficial venezolana se transformó
en complaciente, comprensiva, blandengue, confiando con desconcertante
ingenuidad en que la amistad y la lealtad se compran y al ser compradas son
confiables. E ignorando, dicho sea de paso, que la posición pública, oficial y
reiterada de su idolatrada Cuba en el caso del Esequibo, fue siempre favorable
a Guyana y contraria a Venezuela.
Con el Gobierno actual, desaparecido físicamente
Chávez, la incompetente diplomacia venezolana empeora. Guyana, por su parte, se
fortalece, tiene una diplomacia agresiva y constante, y ha ido
dejando de lado los mecanismos tradicionales; incluso, sin respetar a la Corte
Internacional de Justicia de la Haya, e ignorando los acuerdos
firmados. Ahora no debe sorprendernos que Guyana siga avanzando en
exploraciones y en contratos. Negocia directamente con las grandes
multinacionales como Exxon y Shell, colosos petroleros que, por su
nacionalidad, en caso de emergencia deben ser defendidas, incluso militarmente,
por las potencias originarias. Es decir, un conflicto con esas empresas debe
evitarse antes, con las advertencias y tomas de posiciones claramente
informadas a las empresas y a sus países antes de que desarrollen costosos programas,
como siempre, hasta ahora, hicieron todos los gobiernos venezolanos.
En la fachada marítima del estado Delta Amacuro con
permiso -unilateral- de Guyana, el buque-planta taladro Deepwater de la
compañía Exxon manosea el subsuelo oceánico venezolano. El régimen “sin ánimo
de combatir, ni de huir” mantiene un mutismo preocupante. Es más, celebra y
premia a Guyana con más contratos de arroz y, como parte de Petrocaribe, les
promete petróleo y $200 millones en ayudas. ¿Me estás robando y te doy ayuda
económica? Esto no suena nada bien, de hecho suena miserable. El Presidente
Maduro y su flamante Cancillera deberían pronunciarse con la misma contundencia
y vehemencia como lo han hecho contra los estadounidenses.
Por ahora sólo se han oído declaraciones del gobierno
de Venezuela muy vagas muy tímidas. No pueden ser de otra manera. ¿La
razón? Simple de explicar. Lo cierto es que Guyana no está sola en este asunto
que viola toda norma internacional. Nuestros aliados, hermanos, camaradas,
amigos y cofrades cubanos y caribeños la apoyan, conjuntamente -por increíble
que pueda parecer- con los ahora archíenemigos los gringos que
también están en la jugada porque la empresa involucrada es norte americana.
Los hermanos Castro, siempre han mantenido que
Venezuela no tiene derechos en el Esequibo. Y por si fuera poco, USA
termina de expresar públicamente que Guyana puede dar concesiones en la zona en
reclamación y que “rechazan cualquier intento por parte de cualquier gobierno
que desee interrumpir el trabajo de Exxon Mobil”.
Así las cosas, estamos obligados a la creación
de un Frente Nacional. Para que el gobierno escuche a todos los intelectuales,
profesores, especialistas y cree un grupo para asesorarlo en esa materia.
Debemos seguir el ejemplo de Chile y otros países, que cuando tienen problemas
de magnitudes como los fronterizos, todos los sectores de la oposición y del
gobierno se involucran y presentan pautas y objetivos de acción conjuntas que
permitan el éxito de las reclamaciones.
Si de verdad queremos enfrentar al imperio invasor,
dejémonos de tanta retórica vana, pueril, fatua y petulante y vayamos a
defender y echar de nuestro territorio conjuntamente con nuestra Fuerza Armada
Bolivariana, la planta insolente del extranjero que ha profanado el sagrado suelo de
la Patria en el agraviado mar deltano del
Esequibo.
Conozcamos quiénes y cuántos son los que tienen cojones
–como decía Chávez- de los que se la pasan presumiendo de su coraje y valentía.
Propongo: en vez de estar firmando una lista contra el imperio -que nada hará
militarmente-, lo hagamos para enlistarnos e ir a defender y recuperar lo que
es nuestro y que enemigos de la patria nos quieren quitar. Dejando de lado a
politiqueros que poco o nada les importa porque, espero, que desde la Asamblea
Nacional los noveles diputados tengan más desarrollado el sentir patriota, que
el que hasta ahora han demostrado los que hoy ostentan la representación
popular.
@ArmandoMartini