"SOBRE INVASIONES" Por Carlos Canache Mata
El ocupante de Miraflores, señor Nicolás
Maduro, ha pretendido equiparar la agresión externa que sufrió Venezuela en
1902, durante el gobierno Cipriano Castro, con las medidas adoptadas por el
presidente estadounidense Barack Obama contra siete funcionarios venezolanos.
Son dos situaciones completamente distintas.
El gobierno de Castro no podía pagar, por la
caída de los precios agrícolas (no teníamos el maná petrolero), las deudas que
contrajimos con Alemania, Inglaterra y otros países. Por no acceder al arreglo
que se nos proponía, el 9 de diciembre de 1902 acorazados alemanes, ingleses e
italianos se apoderaron de la pequeña flota venezolana en el puerto de La Guaira
e inician el bloqueo de nuestras costas. Es entonces cuando Cipriano Castro
dirige al país la proclama en la que aparece la famosa frase “la planta
insolente del extranjero ha hollado el suelo sagrado de la patria” y anuncia
que “volverá a brillar el sol de Carabobo”. El 13 es atacado y ocupado Puerto
Cabello. Días después, el 17, Castro entra en negociaciones, y, como dice
Enrique Bernardo Núñez, “lo que antes fue propuesto: arbitraje y comisiones
para discutir en Caracas las reclamaciones, lo acepta ahora por la fuerza” (El
Hombre de la levita gris, pág 104, Monte Ávila, Editores). Para afrontar la
grave situación, se liberaron los presos políticos y regresaron los exiliados.
A diferencia de lo que pasó en la época de
El Cabito, como lo llamó Pío Gil, ahora no es el imperialismo europeo, sino
EEUU quien decide, no una acción armada, sino medidas administrativas, no
contra Venezuela, sino contra siete funcionarios por violaciones de derechos
humanos (43 muertos y torturas a causa de las protestas iniciadas en febrero
del año pasado) y hechos de corrupción,
acompañados de acusaciones sobre vinculaciones con el terrorismo del Medio
Oriente y el lavado de capitales provenientes del tráfico de drogas. Se niegan
visas y se congelan propiedades y cuentas en el sistema financiero, sanciones a
aplicarse únicamente en territorio de EEUU. No deja de ser alarmante que de las
700 toneladas de cocaína que cada año se producen en el mundo, 300 pasan por
Venezuela para diversos destinos y que haya un torrente de denuncias en la
prensa del planeta, en algunas aparece involucrada PDVSA, sobre lavado de dinero
en la Banca Privada d’ Andorra y sus filiales de Madrid y Panamá, en la
sucursal suiza del HSBC y en el Banco Peravia de República Dominicana.
Si el gobierno de Maduro cree y dice que
estamos en el preludio de una invasión militar, reiteradamente negada por EEUU,
¿ por qué no imita a Cipriano Castro poniendo en libertad a los presos
políticos y permitiendo la vuelta de los desterrados, en vez de estar dejando
un reguero de sangre y escándalos por donde pasa ?.
Sorprende que Maduro, después de haber dicho
que “si nos tocara algún día tomar el fusil, lo tomaríamos y sería el final del
imperio estadounidense en la historia”, vaya el 10 y el 11 de abril a Panamá como aquel joven pastor David, no con
una honda y cinco piedras, sino con 10 millones de firmas, a pedirle al gigante
Goliat una derogación (de las medidas) que de antemano se sabe no se va a
dar.
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