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martes, 3 de marzo de 2015

Armando Martini Pietri: La agonía del madurismo

Armando Martini Pietri: La agonía del madurismo


Parece claro que Nicolás Maduro, su Gobierno y el PSUV, con la aceptación supina de los grupos y partidos que integran eso llamado Gran Polo Patriótico, en las narices de la Mesa de la Unidad Democrática, del empresariado, del movimiento laboral de todo tipo, de los militares de quienes dicen algunos analistas que están “molestos e incómodos” pero no dan la menor señal, de los medios que han tomado la vía de no ser molestos y de los gobiernos extranjeros, están armando una novela que capitulo a capitulo conforma el escenario estelar para retrasar las elecciones parlamentarias.

No para suspenderlas, pues caerían en rompimiento constitucional, lujo que todavía no pueden darse con demasiada frecuencia. Pero es que no necesitan suspenderlas –por ahora: necesitan comprar tiempo. Correr la arruga confiando en que las cosas mejoren. Que aparezcan productos –por arte de magia, porque ni Cuba ni el hermano Evo, ni la camarada Cristina, ni la amiga Dilma, ni el graduado en el imperio Correa, ni el mejor amigo Santos, ni los complicados camaradas chinos y rusos pueden ayudar más- para siquiera reducir las colas, que las policías nacionales mejoren un poco, que alguien en el chavismo aprenda a hacer algo bien, que descubran cómo hacer que cada día más venezolanos angustiados dejen de fijarse en Leopoldo López, María Corina Machado, Antonio Ledezma y los otros pocos dirigentes opositores realmente nacionales. Y en dirigentes con peso propio en cada región, estado, municipio y zona popular del país, porque entre la increíblemente torpe economía y el desastre que integra la cúpula una vez chavista y ahora madurista, aferrada con dientes y uñas a Nicolás Maduro y el poder, ya no quedan –casi- zonas chavistas en el país. Y en las pocas que van quedando, crecen el desánimo, el fastidio y la crisis de fe revolucionaria.

Los castro-maduristas se ahogan, lo peor que le puede pasar a un político populista es que lo alcance la realidad, y eso es lo que los está presionando contra la pared. Sólo les queda gruñir, amenazar, inventar ilusiones que saben perfectamente que ni quieren ni pueden cumplir porque ni saben cómo hacerlo ni creen en ellas; concebir pretextos y enemigos culpables de todo –Estados Unidos, la derecha, los empresarios, los oligarcas, los medios, la guerra económica, los pelucones y, por supuesto, el preso de Ramo Verde.

No saben qué hacer y la cosa se complica, Cuba los abandona mansamente en brazos de Barack Obama y de la derecha económica, la Unión Europea los rechaza y hasta los camaradas populistas de Podemos Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero oyen cantar el gallo europeo y los niegan. Los investigadores amigos y los que trabajan para la oposición les dan las mismas conclusiones: cada vez los quieren menos, ya no son lo que fueron, Chávez se les murió, sólo les queda Maduro; a Chávez provocaba creerle aunque en el fondo supieran que mentía, a Maduro ni le creen ni provoca escucharlo, perderán cualquier consulta popular, y empezarán por perder las fundamentales elecciones parlamentarias.

Como no saben qué hacer ni tienen propuestas atractivas que lanzar, lo único que les queda es retrasar las parlamentarias, ganar tiempo a ver si pasa algo. Táctica instaurada para el referéndum revocatorio con excelentes resultados. Maduro y el Gobierno va poniendo problemas, distracciones, abusos, exigencias que enreden las cosas, que motiven a la gente a salir a la calle a protestar; necesitan un ambiente cada día más tenso, más enredado, más inseguro, más desagradable, necesitan caracazos que justifiquen decisiones tan graves como suspender algunas garantías. Y sin garantías habría que posponer las elecciones parlamentarias.

La pregunta es si la Mesa de la Unidad lo sabe, si entiende que no es una simple casualidad sino un plan trazado. Una estrategia bien concebida y diseñada. La otra interrogante es qué está planificando hacer la MUD para ganar las parlamentarias. Porque deben realizarse por encima de cualquier otra posibilidad.

Ésa es la bandera, no hay otra en la práctica, en la realidad. Con una Asamblea Nacional opositora la MUD seguramente se desmoronará, el chavismo deberá reconducirse a ser un partido de masas, pero no una ineficiencia en el poder. Los partidos opositores que individualmente no han podido superar al núcleo firme del PSUV, tendrán que salir, de verdad, a meterse en los barrios, a construir militancia, a ser ideologías con programas y soluciones. Eso es sano para la reconstrucción de la democracia y de la dignidad política nacional.

Porque, a ver si lo entienden de una buena vez, la Venezuela con capacidad de recuperarse, la Venezuela de la tecnología, de las empresas grandes, medianas y pequeñas, de la recuperación del campo, del relanzamiento del negocio petrolero como totalidad, del proceso de conversión en un país con calles pavimentadas, limpias y seguras, con economía confiable porque depende de la iniciativa y no de las dádivas, exigencias y corrupciones del Gobierno, con un Estado que funcione porque es profesional, técnico y experto, esa Venezuela, amigos, es la que ya ha comenzado. Quizás muchos no se den cuenta, los chavistas no la ven pero la sienten, la huelen, los países tachados de imperialistas saben que está allí, está viva y respira con fuerza. Es la Venezuela de una vigorosa y pujante clase media que garantice a la gran mayoría una excelente calidad de vida y un futuro promisor para las ulteriores generaciones que ya están naciendo y creciendo, que no pueden seguir esperando.

@ArmandoMartini


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