Armando
Martini Pietri: La agonía del madurismo
Parece claro que Nicolás Maduro, su Gobierno y el PSUV,
con la aceptación supina de los grupos y partidos que integran eso llamado Gran
Polo Patriótico, en las narices de la Mesa de la Unidad Democrática, del
empresariado, del movimiento laboral de todo tipo, de los militares de quienes
dicen algunos analistas que están “molestos e incómodos” pero no dan la menor
señal, de los medios que han tomado la vía de no ser molestos y de los
gobiernos extranjeros, están armando una novela que capitulo a capitulo conforma
el escenario estelar para retrasar las elecciones parlamentarias.
No para suspenderlas, pues caerían en rompimiento
constitucional, lujo que todavía no pueden darse con demasiada frecuencia. Pero
es que no necesitan suspenderlas –por ahora: necesitan comprar tiempo. Correr
la arruga confiando en que las cosas mejoren. Que aparezcan productos –por arte
de magia, porque ni Cuba ni el hermano Evo, ni la camarada Cristina, ni la
amiga Dilma, ni el graduado en el imperio Correa, ni el mejor amigo Santos, ni
los complicados camaradas chinos y rusos pueden ayudar más- para siquiera
reducir las colas, que las policías nacionales mejoren un poco, que alguien en
el chavismo aprenda a hacer algo bien, que descubran cómo hacer que cada día
más venezolanos angustiados dejen de fijarse en Leopoldo López, María Corina
Machado, Antonio Ledezma y los otros pocos dirigentes opositores realmente
nacionales. Y en dirigentes con peso propio en cada región, estado, municipio y
zona popular del país, porque entre la increíblemente torpe economía y el
desastre que integra la cúpula una vez chavista y ahora madurista, aferrada con
dientes y uñas a Nicolás Maduro y el poder, ya no quedan –casi- zonas chavistas
en el país. Y en las pocas que van quedando, crecen el desánimo, el fastidio y
la crisis de fe revolucionaria.
Los castro-maduristas se ahogan, lo peor que le puede
pasar a un político populista es que lo alcance la realidad, y eso es lo que
los está presionando contra la pared. Sólo les queda gruñir, amenazar, inventar
ilusiones que saben perfectamente que ni quieren ni pueden cumplir porque ni
saben cómo hacerlo ni creen en ellas; concebir pretextos y enemigos culpables
de todo –Estados Unidos, la derecha, los empresarios, los oligarcas, los medios,
la guerra económica, los pelucones y, por supuesto, el preso de Ramo Verde.
No saben qué hacer y la cosa se complica, Cuba los
abandona mansamente en brazos de Barack Obama y de la derecha económica, la
Unión Europea los rechaza y hasta los camaradas populistas de Podemos Pablo
Iglesias y Juan Carlos Monedero oyen cantar el gallo europeo y los niegan. Los
investigadores amigos y los que trabajan para la oposición les dan las mismas
conclusiones: cada vez los quieren menos, ya no son lo que fueron, Chávez se les
murió, sólo les queda Maduro; a Chávez provocaba creerle aunque en el fondo
supieran que mentía, a Maduro ni le creen ni provoca escucharlo, perderán
cualquier consulta popular, y empezarán por perder las fundamentales elecciones
parlamentarias.
Como no saben qué hacer ni tienen propuestas atractivas
que lanzar, lo único que les queda es retrasar las parlamentarias, ganar tiempo
a ver si pasa algo. Táctica instaurada para el referéndum revocatorio con
excelentes resultados. Maduro y el Gobierno va poniendo problemas,
distracciones, abusos, exigencias que enreden las cosas, que motiven a la gente
a salir a la calle a protestar; necesitan un ambiente cada día más tenso, más
enredado, más inseguro, más desagradable, necesitan caracazos que justifiquen
decisiones tan graves como suspender algunas garantías. Y sin garantías habría
que posponer las elecciones parlamentarias.
La pregunta es si la Mesa de la Unidad lo sabe, si
entiende que no es una simple casualidad sino un plan trazado. Una estrategia
bien concebida y diseñada. La otra interrogante es qué está planificando hacer la
MUD para ganar las parlamentarias. Porque deben realizarse por encima de
cualquier otra posibilidad.
Ésa es la bandera, no hay otra en la práctica, en la
realidad. Con una Asamblea Nacional opositora la MUD seguramente se
desmoronará, el chavismo deberá reconducirse a ser un partido de masas, pero no
una ineficiencia en el poder. Los partidos opositores que individualmente no
han podido superar al núcleo firme del PSUV, tendrán que salir, de verdad, a
meterse en los barrios, a construir militancia, a ser ideologías con programas
y soluciones. Eso es sano para la reconstrucción de la democracia y de la
dignidad política nacional.
Porque, a ver si lo entienden de una buena vez, la
Venezuela con capacidad de recuperarse, la Venezuela de la tecnología, de las
empresas grandes, medianas y pequeñas, de la recuperación del campo, del
relanzamiento del negocio petrolero como totalidad, del proceso de conversión
en un país con calles pavimentadas, limpias y seguras, con economía confiable
porque depende de la iniciativa y no de las dádivas, exigencias y corrupciones
del Gobierno, con un Estado que funcione porque es profesional, técnico y
experto, esa Venezuela, amigos, es la que ya ha comenzado. Quizás muchos no se
den cuenta, los chavistas no la ven pero la sienten, la huelen, los países
tachados de imperialistas saben que está allí, está viva y respira con fuerza.
Es la Venezuela de una vigorosa y pujante clase media que garantice a la gran
mayoría una excelente calidad de vida y un futuro promisor para las ulteriores
generaciones que ya están naciendo y creciendo, que no pueden seguir esperando.
@ArmandoMartini
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