"LA CORRUPCIÓN
ESCALÓ EL EVEREST" por Carlos Canache Mata
Venezuela y el mundo se asombran ante la
magnitud del saqueo de las finanzas públicas que se hizo bajo el gobierno de
Hugo Chávez y del que ahora, en forma más escandalosa, se hace bajo el gobierno
de Nicolás Maduro. Como oleadas de lava vomitadas por un volcán en actividad
que no cesa, a diario nos llegan las informaciones del latrocinio que, para
vergüenza del país, protagonizan los funcionarios y amigos del oficialismo. La
ONG Transparency International (TI) nos ubicó en el año 2014 en el puesto 161 (el
174 es el más alto) de su Índice de Percepción de la Corrupción, lo que nos
cataloga como la nación más corrupta de Sudamérica y una de las más corruptas
del mundo.
El neoautoritarismo del siglo XXI, impuesto
al país desde hace 16 años, ha convertido en menudencias las prácticas
tradicionales de la corrupción administrativa (comisiones por contratos
gubernamentales, sustracción directa de los fondos públicos y otras variantes
de peculado, tráfico de influencias y otros valimientos, etc) para aterrizar en
la utilización depredadora del control de cambios, principal motor de la
corrupción, vigente desde el 2003, que facilita negocios y enriquecimientos
obscenos a través del diferencial cambiario entre la tasa oficial (6,30 o 12
bolívares por dólar) y la tasa del mercado paralelo que ya se acerca a los 300
bolívares por dólar. Como recordó
recientemente el economista José Guerra, tras la reforma de la Ley del BCV de
junio de 2005 que autoriza a PDVSA a entregar al BCV sólo el 50% de las divisas
provenientes de las exportaciones petroleras, “se abrió un espacio muy grande
para manejos turbios con monedas extranjeras” al dejar en manos de la empresa
de nuestra principal industria la disposición discrecional del otro 50% de las
divisas petroleras.
Más alarma aún que desde el exterior se nos
informe que ese dinero surtido por los diversos grifos de la corrupción
(alrededor de 250.000 millones de dólares, según el economista Francisco
Faraco) ha estado alimentando complicidades con el terrorismo y el narcotráfico,
lo que sirvió de soporte a la orden ejecutiva del 9 de marzo del presidente
Obama. Desde este punto de vista, el internacionalista Adolfo Salgueiro ha
dicho que la afirmación de EEUU de que el gobierno de Maduro representa, obviamente no en el terreno
militar, un riesgo para su seguridad y su sistema financiero, sí tiene
“bastante asidero”. La corrupción ya había escalado el Everest.
Hace unos días el Papa Francisco visitó a
Campania, región del sur de Italia donde opera la mafia, y declaró que “la
corrupción es sucia y apesta”. Sí, aquí en nuestro país, sentimos que algo
apesta. Parafraseando al personaje de Shakespeare, Marcelo, que antes de que
Hamlet saliera a caminar entre los muros del castillo de Elsinor con el
espectro de su padre asesinado que le pedía venganza, exclamó que “algo está podrido
en el Estado de Dinamarca” (Acto 1°, Escena IV de “Hamlet”), también podemos
afirmar que “algo está podrido” en el gobierno de Venezuela.
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