"LA AUTOCRACIA QUE
TENEMOS"
Por Carlos Canache Mata
A Luis José Oropeza
La autocracia que tenemos, antes con Chávez y ahora con Maduro, no es
una de las clásicas autocracias nuestras. Ni las que tuvimos en el siglo XIX,
ni las otras tres, de ostensible talante dictatorial, que tuvimos en el siglo
XX (Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez), recibían
órdenes, como súbditos coloniales, de algún gobierno extranjero. Eran,
simplemente, autocracias domésticas que se prodigaban en concesiones al capital internacional que
venía a explotar nuestras riquezas naturales, y hasta no excluían algún
arrebato retórico ocasional nacionalista.
La autocracia venezolana actual, que sobrepasa los 17 años, sí consulta
y subordina sus actuaciones al criterio de otro gobierno, de carácter
dictatorial, el gobierno de Cuba. Chávez y Maduro mutaron la admiración y supuestas afinidades ideológicas por el
sometimiento a Fidel Castro, primero, y a Raúl Castro, después. La dependencia
política se extiende a la entrega de beneficios económicos importantes. En
octubre del año 2000 se firmó el Convenio Integral de Cooperación Cuba-
Venezuela que permite el envío de crudo venezolano a la isla a cambio de la
prestación de servicios de educación, de salud y deporte, sin que hasta ahora
se sepa cuál es el precio del barril del crudo que se estima para calcular el
pago de tales servicios. Para diciembre del año pasado, el economista Luis
Oliveros consideraba que, si se tomaban
en cuenta los precios de mercado del crudo, la deuda de Cuba superaba, con evidente perjuicio para Venezuela, los 14 mil millones de dólares. En bandeja
de petróleo, que es lo mismo que en
bandeja de plata, se sirve la sumisión a
los amos antillanos.
Como hemos enajenado nuestra soberanía, Maduro se apresuró a ir a La
Habana, dos días antes del viaje de Obama, por el temor de que Cuba, que ahora
está interesada en llegar a entendimientos con Estados Unidos, pudiera querer
agraciarse con “el imperio” ofreciendo
una ralentización del proceso autocrático venezolano. Obviamente, no se sabe en
qué términos se desarrolló el trato del tema, pero es doloroso que el rumbo
político de nuestro país pueda llegar a definirse por manos extrañas. Distinto
sería que, en cumplimiento de compromisos internacionales que voluntariamente
hemos suscrito, se llegare a aplicar la Carta Democrática Interamericana para
restablecer la normalidad democrática
afectada por la alteración del orden constitucional.
El gobierno títere que tenemos, cuyos hilos se mueven desde Cuba, nos ha vuelto a una
condición colonial, que podría caracterizarse con aquella frase que Rómulo Betancourt escribió para una situación diferente,
conforme a la cual contamos “con permiso para usar himno y bandera, pero sin
autodeterminación para resolver como nos venga en gana nuestros problemas
internos e internacionales”. Algún día, los investigadores del futuro, lo
encontrarán agazapado en un rincón oscuro de la historia.
Entretanto, las puertas del poder sirven para entrar y para salir, y el
país pide que Maduro se vaya.
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