“ESTO ES UNA TRAGEDIA”
Por Carlos Canache Mata
Metámonos en la historia de Venezuela y se
comprobará que no hemos tenido un gobierno peor que el de la camarilla
civil-militar que actualmente ejerce el poder. El ocupante de Miraflores llegó
a la presidencia de la república usurpándola mediante el fraude electoral y
desde allí ordena la represión para robarnos el sol de las plazas públicas y
dirige, con asesoría cubana, el régimen de cleptómanos que está saqueando el
tesoro nacional.
Es un tiempo siniestro el que vivimos. Una
misión de Human Rights Watch visitó ocho estados del país y verificó la grave
crisis que ya el mundo conoce. El director para América de la mencionada ONG,
José Miguel Vivanco, declaró: “Negar que existe una crisis humanitaria, que no
hay alimentos ni medicinas básicos, e impedir así la cooperación internacional
para paliarla, me parece que representa una actitud del gobierno de Venezuela
que yo francamente calificaría de criminal”. Tiene razón, es criminal condenar
a una población al hambre y a la muerte.
La tragedia que el régimen ha instalado
sobre nosotros pudiera ser vencida si se enfrentara el déficit de alimentos y
de medicinas con medidas coyunturales urgentes que nos facilitarían recursos
para suplir, con importaciones y otros mecanismos, la severa escasez generada
por las carencias productivas internas, hasta tanto se rectifiquen las
políticas económicas equivocadas que nos han arrastrado a la crisis. Esas
medidas a implementar cuanto antes serían: a) buscar dinero fresco acudiendo al
financiamiento internacional de organismos multilaterales como el Banco
Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y, si se apartan falsos pruritos
dogmáticos, el Fondo Monetario Internacional; b) reestructurar la deuda pública
externa, que el también nefasto gobierno de Chávez quintuplicó a pesar de la
bonanza de los precios del petróleo entre los años 2004 y 2013, para alargar
los plazos de vencimiento y destinar los ahorros a la atención de la
emergencia; y c) admitir que sí hay una crisis humanitaria y aceptar las ayudas
de alimentos y de medicinas que están ofreciendo países amigos y la comunidad
internacional en general.
Los saqueos y las protestas que se
escenifican diariamente en la capital y en el interior del país son como el
tránsito de la ingobernabilidad a la rebelión popular. Pero el gobierno, con su
política de avestruz, parece ignorar el peligro. Entre el 80 y el 95% de los
venezolanos, según las encuestas, juzga negativamente la gestión de Maduro. La
expectativa del referendo revocatorio que debe realizarse este año es el dique
que está deteniendo la ira colectiva. Sin hacer futurología, se puede presumir
que si se cierra esa válvula de escape, el estallido social no se hará esperar.
Las tragedias también tienen su final.
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