¿Wolfgang Vladimir
Padrino Larrazábal?
por Armando Martini Pietri
Venezuela es un país lleno de sorpresas, puede pasar cualquier cosa.
Como en efecto sucedió estos días, aunque venía de antes. Ya había algunas
indicaciones de lo que podía ocurrir, pocos prestaron atención a las señales.
Fuegos artificiales anunciando que la fiesta estaba comenzando y no terminando
como suele suceder cuando aparecen los pirotécnicos.
Primer signo, la creación de la Compañía Anónima Militar de Industrias
Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg), administrada por el Ministerio del
Poder Popular para la Defensa (MPPD). Sus atribuciones: rehabilitación y
mantenimiento de pozos petroleros, administración de taladros, importar,
exportar, comercializar, distribuir productos químicos para el sector minero,
transporte marítimo y construcción de infraestructura civil, entre otras
tareas. Parecía obvio y se evidenciaba que el poder militar tomaba para sí lo
más preciado y rentable: petróleo, oro, diamantes.
Ahora sorprenden con la recién creada Gran Misión Abastecimiento
Soberano y Seguro –nombre pomposo, como le gusta al vacío psuvista- que
incluye acciones de resguardo y supervisión para impulsar el aparato
productivo, garantizar alimentos, productos y estimular los motores –fundidos-
agroalimentario, farmacéutico e industrial.
La acumulación de funciones otorgadas por el Comandante en Jefe de la
Fuerza Armada Bolivariana de Venezuela al generalísimo multisoleado, han
servido para que sean objeto de especulaciones, análisis y opiniones, algunas
audaces, otras descabelladas, temerarias e ilusorias, pero todas dignas de respeto
y consideración.
Se dice que hay una “Junta Cívico Militar Maduro-Padrino o
Padrino-Maduro”, se comenta que “es una renuncia en cámara lenta de Maduro”, se
especula que “Maduro abdicó ante Padrino”, que en realidad “es un convenio con
Raúl Castro para imponer a su pupilo”. ¿Recuerdan la foto Fidel-Padrino?, pues
se discurre “que el general se prepara para ser el Presidente sustituto”, y por
el contrario se teoriza que “Maduro lo puso allí para quemarlo”, se medita que
se trata de “una estrategia de Diosdado”, pero en cambio se asegura –los
esperanzados- que es “un duro golpe al aragüeño y a Cabello”, otros cuchichean
que “en Venezuela hay dos presidentes” y un sin fin adicional de etcéteras. Lo
cierto es que cometen un gravísimo error quienes en la oposición –no imaginan
cuantos- confían en Padrino como aliado, tanto como desde el chavismo lo
consideran traidor. No es ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario, como
diría aquél que unos siguen recordando con melancolía.
Vladimir Padrino López ha sido objeto de cuantiosos comentarios,
insultos y elogios, sin olvidar que para algunos chismosos y lenguaraces era el
Ministro de Defensa en un gobierno de Capriles. Por momentos fue un héroe, un
ídolo en las elecciones parlamentarias porque según fuentes opositoras “obligó
al Gobierno a aceptar los resultados electorales”; para después convertirse en un
villano por la represión contra jóvenes civiles, y además, reprochado y
censurado por la subordinación incondicional a Maduro, Chávez y el chavismo.
Esa es la enfermedad de muchos políticos, más bien politiqueros, el doble discurso
y la doble moral.
Muy pocos han logrado descifrar quién es realmente este general
prusiano, y al cual muy poco se le ha fotografiado sonriendo. ¿Opositor u
oficialista? ¿Traidor o cómplice? ¿Perjuro o institucional? ¿Guabinoso? ¿Ambicioso?
¿Adulador? ¿Oportunista? Su nombre de pila, Vladimiro
o Vladímir, es de origen eslavo, viene de Vlad, que
significa «potencia», y de «mer», parecido al gótico
"mers", que significa "grande, ilustre o famoso”. En
esta Venezuela destrozada, revuelta, desesperada y perturbada, este hombre parco cuyo nombre es una combinación de
potencia y de grande, -contraria a sus actuaciones al decir de algunos- se ha
convertido en un enigma, una incógnita. Y para evitar malas interpretaciones
perversas, ni siquiera hemos considerado al otro gran Vlad, aquél rey rumano
apodado Dracul, -no por Drácula sino por Dragón- que una y otra vez derrotó a
los turcos y empaló a miles de prisioneros otomanos. Si además hizo algún pacto
con el diablo, ésas fueron lavativas de un escritor irlandés, Bram Stocker, y
de muchos cineastas anglosajones que siempre filman lo que les parece más
taquillero, sea o no verdad.
En nuestras tierras sin castillos tétricos, el Presidente Maduro
ensartó gran parte de la estructura del Estado en la vara del Ministro de
la Defensa, y eso para empezar, obliga a quienes quieran dialogar
indefectiblemente incorporar a los militares. Les guste o no, ésa es la
realidad, hasta Rodríguez Zapatero y Samper tendrán que practicar el orden
cerrado y acostumbrarse al ¡atención firme!
La jugada parece forzosa, posiblemente se desarrolle con el anuncio que
no habrá referéndum revocatorio, los políticos culparán a la MUD por su titubeo
a consecuencia de enfrentamientos internos y el Tribunal Supremo utilizara la
tesis -según denuncias- del fraude que se pretendió cometer con las firmas; tampoco
habrá sufragios para gobernadores, con el argumento de que no hay dinero para
malgastar, pues estamos en crisis y no puede faltar, la guerra económica.
Habrá frustración, molestias y protestas ciudadanas, los políticos llamarán
a la calma, transcurrirá el tiempo y en diciembre pasará a retiro el
generalísimo y asumirá un ministro de la defensa de su elección y confianza. El
general retirado, ya civil, será el nuevo Vicepresidente para quedarse y concluir
el periodo de Maduro, que tras presentar su inevitablemente ilusoria alocución
en la Asamblea Nacional, presidida por Julio Borges, renunciará al cargo de
Presidente de la República. Y para felicidad militar, de cierto sector chavista
y opositores extremos, será Presidente hasta 2019. Así pinta el panorama, son
las señales que están enviando. El estamento castrense se siente cómodo, conforme
y continuará su hegemonía por lo menos, hasta finales de 2018. Eso, si es que
ocurren elecciones presidenciales.
El mundo político sacó sus cálculos y está de plácemes –no pésame-. El
oficialismo entusiasmado con la jugada, se oxigena para el 2019 y presentará
candidatos a María Gabriela Chávez, Aristóbulo Istúriz, Rafael Ramírez,
Diosdado Cabello, Cilia Flores y quizás algún otro general confiable y con
pretensiones. En la oposición, felices cual lombrices, no asumen el costo
político de los próximos dos años y estarían compitiendo Borges, Ramos Allup,
Capriles, López, Rosales y cuantos se consideren con mérito. En las terceras
opciones podrían estar: Rodríguez Torres, Alcalá Cordones, María Corina
Machado, Henry Falcón, Eduardo Fernández, Claudio Fermín, Cecilia Sosa y más. Habrá
de todos los colores y para cualesquier gusto.
Que Maduro haya “dimitido” no es creíble, es una simpleza pensarlo, es
una trampa política y mediática que distorsiona cualquier análisis. Quienes lo
afirman, no parecen estar al corriente, se hacen los que no entienden o andan
desorientados. Es tal el deseo de salir de Maduro que obnubilan sus pensamientos.
Maduro “negoció” su renuncia e impunidad, para él y sus secuaces. Pero nunca
ahora, es para después del 10 enero de 2017 si es que acaso las cosas continúan
como están, o, por el contrario, se queda hasta concluir su mandato –aunque
esto también es difícil de creer.
Mientras tanto, Maduro entregó una papa caliente a los militares para
que asuman –al menos compartan- el costo político y las consecuencias de un
fracaso; y es tan compleja la situación interna en la comunidad militar, que de
hacer nada, oyendo calentadas de oreja de quienes proponen salidas alternas;
los distrae y mantiene ocupados en tareas que no le son de sus competencias ejerciendo
un supuesto poder ficticio y fantasioso. Parece que allí quieren sumergirse los
generales sin pensar en las riesgosas consecuencias.
Con todo esto, militares y opositores distraídos, entretenidos, el
Gobierno consigue “tranquilidad” temporal que le permita tutelar y manipular la
mesa de negociaciones -que todos niegan con obsesiva terquedad-, conseguir
tiempo, alcanzar con dificultad y altibajos, pero sin mayores complicaciones, a
enero de 2017, cuando el escenario cambia. Solo en ese contexto es posible una
renuncia tratada de Nicolás Maduro para mantener la revolución y sosiego
personal.
Para los diferentes intereses partidistas y la voluntad política, ésa es
la lógica. ¿Qué opositor va asumir el costo político de gobernar dos años
después de Maduro? Ninguno que tenga aspiraciones posteriores. Sin embargo,
cualquier oficialista se pelearía por finalizar la vacante presidencial. En
todo caso, no hay que menospreciar ni subestimar y menos a un Presidente.
Maduro tiene años con el sol a la espalda y, aunque debilitado, aun no han
podido con él. ¿No se han preguntado por qué? ¿Qué han hecho mal para que
Maduro continúe en el poder?
Algunas interrogantes estremecen los sentidos. ¿Sera Vladimir Padrino el Wolfgang Larrazábal de 2017? ¿Qué piensa el ciudadano de
esta jugarreta? ¿Algo tendrá que decir el pueblo? ¿Qué será? Y como siempre:
los tiempos de hambre no son los mismos tiempos políticos.
@ArmandoMartini
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