“¿QUIÉN MANDA AQUÍ?”
Por Carlos Canache Mata
La noche del pasado 11 de julio, Nicolás
Maduro firmó el Decreto 2367 mediante el cual crea la Gran Misión
Abastecimiento Soberano y Seguro, que controlará la producción, importación y
distribución de alimentos y medicinas. A tal fin, esa Misión se encargará de
“gestionar, dirigir y conducir las políticas públicas que resuelvan
estructuralmente el problema de la economía criminal” que, según Maduro, “le
han impuesto los agentes económicos al país”.
Para el cumplimiento del objetivo señalado,
“todos los ministerios, todos los ministros y ministras, todas las
instituciones del Estado quedan bajo el orden y la subordinación absoluta al
Comando Nacional” de la nueva Gran Misión, que estará encabezado por el General
Vladimir Padrino López, Ministro de Defensa y Comandante Estratégico Operacional
de la FAN. El funcionariado de la Administración Pública estará sujeto, según
reza el Decreto, a una dependencia marcial.
Al analizar la decisión anunciada por
Maduro, no es aventurado afirmar que éste incurre en una cuasi-abdicación
(¿recuerdan el episodio de 1808 en Bayona?) del mandato presidencial que ha
venido ejerciendo y, prácticamente, ha hecho surgir la pregunta de si se ha
producido o no “el abandono del cargo” previsto en el artículo 233 de la Constitución
Nacional. En todo caso, en una interpretación más benigna se podría decir que
ahora tenemos dos presidentes: uno nominal, que despachará desde el Palacio de
Miraflores, y otro delegado, que despachará desde Fuerte Tiuna. Es decir, estaríamos
en presencia de una intervención militar, sin el clásico formato de un golpe de
Estado.
Es obvio que con la militarización de la
economía no se van a solucionar, sino a agravar, los problemas de la producción
y distribución de los bienes básicos. Los militares desconocen el know-how de
la cuestión económica y no podrán hacer el milagro de terminar con la escasez y
el desabastecimiento porque no hay producción ni divisas suficientes para las
importaciones supletorias, como tampoco podrán tener éxito, al igual que lo
sucedido con los Clap, en la utopía de sustituir al mercado como mecanismo de
distribución de alimentos con sus abastos y supermercados en todo el territorio
nacional. Poner a la FAN a dirigir la economía es como poner a los economistas
a dirigir operaciones militares y de guerra.
El país vive una crisis económica y una
crisis política que se retroalimentan y se potencian mutuamente. La primera no
tendrá salida hasta tanto no haya un cambio de modelo económico, y la segunda
no desaparecerá si el gobierno, el del
presidente simbólico o el del presidente real, no le otorga la manumisión a
cuatro de los rectores del CNE para que no sigan colocando obstáculos a la
realización del referendo revocatorio, que barrería con lo que ahora existe y
daría paso a una nueva elección presidencial.
Estamos ante una expectativa inquietante y
riesgosa porque, como ha apuntado Fernando Mires, “la política de las armas ha
sustituido a las armas de la política”. Por eso es que los venezolanos nos
estamos preguntando si aquí manda la espada o la ley.
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