Sinvergüenzas,
ladrones, bandidos, ¡devuelvan lo robado!
por Armando Martini Pietri
La justicia como principio y servicio al país, es un universo en el cual
el bandidaje corrupto delincuencial rojo y no tan rojo, en confabulación con testaferros
picaros que se presentan como opositores, han hecho desastres. El Gobierno ha
logrado someterla a su propio y directo mandato. El poder judicial venezolano
es obediente, entregado, subordinado y en consecuencia, cómplice. Muy grave y
peligroso, no sólo para el sistema democrático, sino para la convivencia
ciudadana.
Con “asombro” observamos que el máximo tribunal concibe jurisprudencia
tergiversada creando decisiones que responden sólo a intereses oficialistas, en
detrimento de los ciudadanos y de los propósitos y definiciones de la
Constitución. La Asamblea Nacional, por su parte, debería desarrollar
iniciativas de orden práctico, dictando legislaciones, para socorrer al pueblo
agobiado. Son la dedicación y el interés por la realidad nacional, lo que
cuenta; las leyes son para aplicarlas y muchas no se cumplen.
Los medios de comunicación son megáfonos para todos y especialmente los
políticos, quienes ya aburren, se repiten, hablan sin parar, convocan ruedas de
prensa y declaran a cuanto reportero encuentran para decir, en forma distinta,
los mismos mensajes. Lectores, radioescuchas, televidentes o tuiteros no son mentecatos,
ni creen la sinceridad del quejoso santoral.
Columnistas, medios, articulistas, blogs, y hasta gente del gobierno,
denuncian con pelos y señales a oficialistas, opositores, testaferros, negociadores
-quienes se han robado miles de millones de dólares-, con nombres, fotos y
grabaciones que están en boca y miradas de todos. Venezuela la está
pasando mal y su población padece carestía, mientras desfachatados y zánganos
se dan la gran vida con el dinero sustraído inmisericordemente del erario
nacional. Es un insulto humillante y enfurecedor que a la luz pública
delincuentes hagan gala de sus mal habidas fortunas en revistas, páginas
sociales, y, quienes tienen el deber de someterlos a la ley, a la justicia,
estén pendejeando con declaraciones vacías, sin sentido, sólo pendientes de la
politiquería barata y fútil.
El desgano, la falta de interés, la voluntad política mal entendida y corrompida,
los intereses partidistas e individuales, las complicidades, el negociado, la
componenda, no pueden seguir estando por encima del interés colectivo de toda
una nación. Pero eso es precisamente, lo que privilegian una minoría de
politiqueros opositores y, por supuesto, la mayoría oficialista.
Confiar que el Tribunal Supremo de Justicia o la Fiscalía les pasen las
informaciones a los diputados, es una bobería que no se producirá. Aun
esperamos la lista de las empresas de maletín que desvalijaron miles de
millones de dólares a decir de Giordani, y hasta el Presidente Maduro prometió
dar los nombres. Para sancionar a cuatreros y bandoleros hay que querer
castigarlos.
A los venezolanos que pasan hambre les encantaría que, en vez de las
vagas y obligadas promesas de resolverles su angustia de conseguir comida y
medicinas sin tener que hacer colas de noche y de día, alguien obligara a los
corruptos devolver los millones de dólares que se han robado, sobrefacturaron y
mantienen en cuentas, bancos y negocios en el extranjero -por cierto, no en
Cuba- para darse vida de multimillonarios con mansiones, ranchos, haciendas,
yates, autos de lujo, aviones, inversiones, caballerizas, restaurantes, socios
de universidades, venta de carros y otros placeres sofisticados, mientras los
venezolanos sufren hambre y pobreza extremas.
Presidentes, accionistas, altos ejecutivos de bancos públicos y privados
que han desangrado sus arcas, la de los ahorristas y del Estado; gobernadores,
alcaldes, magistrados, jueces, fiscales, diputados, senadores, sus hijos y
linajes, se pavonean, se toman fotos, las colocan en las redes sociales sin
rubor ni pudor en los mejores sitios del mundo con sus familias y relaciones.
Son descarados ladrones –que financian a oficialistas y opositores-, no merecen
consideración por parte de ningún venezolano decente, honesto, con valores y principios.
Lo mismo pasa con funcionarios públicos, tesoreros, vendedores de equipos y
plantas eléctricas, de bienes, de alimentos, de medicinas, suministradores y
asesores financieros, vagabundos, especuladores y forajidos. Ninguno rindió
cuentas y ahora se dan golpes de pecho, declaran, se presentan como ciudadanos insignes
con derecho a ser enaltecidos, beatificados, cuando en realidad son pillos de
la peor calaña. Además, una burla y desánimo para empresarios honorables
que siguen luchando en Venezuela a pesar de las diarias trabas del Gobierno y mafias
burocráticas.
La mejor política es llevar a la justicia nacional e internacional a
esos cínicos, desfachatados bandidos, atracadores, así como recuperar todo lo
que han hurtado al fisco. Los corruptos deben pagar no solamente reingresando
los dineros al tesoro nacional sino con cárcel por el atrevimiento de haber
osado tocar los fondos –gubernamentales- de todo un país, que entre otras
tragedias aumentadas por esas raterías, hoy vive y padece penurias por esta
devastación, desfalco y saqueo de la que ha sido objeto Venezuela.
¿Qué está haciendo la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional?
¿Cuántos casos ha investigado en serio y ha documentado formalmente? ¿Por qué la
integran diputados de dudosa reputación, faltos de ética y moral? Señores parlamentarios
y políticos opositores, a falta de autoridades dispuestas, se demanda que
trabajen duro, investiguen, documenten, consigan las pruebas, ya que, por muy
ladrones que sean los deshonestos, las autoridades estadounidenses,
latinoamericanas y europeas no los van a detener ni congelar y menos devolver
sus bienes, sólo porque los medios lo señalen. En esos países la justicia es
seria, formal e independiente; el fortalecimiento de los expedientes es clave
para evitar que los bandoleros piratas a pesar de sus costosos e inescrupulosos
abogados, evadan la ley con tecnicismos que aprovechen para esquivar la norma.
España, Inglaterra, Mónaco, Estados Unidos, Costa Rica, Panamá,
República Dominicana y otros, deben de inmediato expulsar y entregar a las
autoridades venezolanas a todo sinvergüenza choro que no pueda justificar su
fortuna. Pero sus poderes judiciales necesitan cumplir con sus propias leyes;
es decir, precisan las iniciativas de la Asamblea Nacional de Venezuela, la
documentación y gestiones correspondientes.
Funcionarios, diputados opositores y oficialistas, han sido señalados
por estar presuntamente en las nóminas de algunos, hampones, ladrones de las arcas
oficiales. Es un rumor que debe ser aclarado de inmediato, para que no quede
duda. Y quienes estén equivocadamente involucrados deben jurar en público y
ante el país, que nada tienen que ver con semejante acusación.
El Gobierno, por su parte, está obligado a concertar con todos los
sectores nacionales, empezando por retirar malhechores importantes, que hasta
ahora han sido responsables de la producción, importación y distribución de
alimentos, medicinas, productos diversos de necesidad popular; los
que destruyeron empresas, industrias, agricultura, acabaron con la siembra, el
ganado, la leche y sus derivados. Son tantos los bandoleros y forajidos que
habrá que construirles, con el dinero que desfalcaron, sus prisiones, para que
pasen el resto de sus mal ocurridas vidas en la cárcel. Una decisión que
engrandece, beneficia, es necesaria y urgente para que algo de fe popular se
rescate, así como colaborar activamente, con sincero interés y sin
egoísmos estúpidos, en las investigaciones necesarias para comprobar,
denunciar, buscar y apresar a los bandidos, rufianes, truhanes y bribones.
Es lo menos que pueden hacer, ya que tanto daño han hecho. Los políticos
que no puedan, no lo deseen, estén o se sientan comprometidos, no tengan bolas,
no exista voluntad política o simplemente se sientan incapacitados de hacer
valer y honrar la ley; por favor háganse y hágannos el patriótico favor de
renunciar; pónganse a un lado, váyanse y denle oportunidad a otros que sí
quieren un mejor país, decente, honesto, con principios morales y valores
éticos.
@ArmandoMartini
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