“Diosdado se quedó
con el mazo dando ¡otra vez!”
por Armando Martini Pietri
Sábado 8 de diciembre 2012, dirigentes, enchufados y testaferros se
preparaban con sus familias, amigos y la satisfacción de ostentar dinero -robados,
defraudados, revolucionariamente repartidos- para viajar, gastar y celebrar sus
navidades.
Entretanto, millones de comunes venezolanos hacían lo que podían con sus
ahorros, utilidades y aguinaldos, aunque justo es reconocer que, si bien ya
ciertos productos no se conseguían y otros costaban algo más, las hallacas eran
ese año más asequibles que en estas navidades 2016, agotadas con colas y
militarizadas.
Podían imaginarse que lo del cáncer de Chávez era cosa de esperar para
que se curase en las manos “prodigiosas” cubanas, mientras Nicolás y Diosdado
andaban en lo suyo, ejerciendo como dirigentes de confianza y mirándose uno al
otro con suspicacia por si acaso algo acontecía y había que exhibir musculatura
de heredero.
No eran los únicos, otros miembros de la nobleza tropical chavista,
ignorante pero adinerada a máximos de indigestión, torpe pero obediente,
manejaban sus propios delirios. El yernísimo, ¿por qué no? algunos gobernadores,
ministros y veteranos del 4 de febrero que, aunque hubiese caído alguno de
ellos en tentaciones traidoras, seguían siendo “comandantes y comacates”.
El que no tenía aspiraciones, sólo pescuezeaba lo necesario para ver y
ser visto, para hablar y ser escuchado, un afrodescendiente inteligente,
veterano, astuto, nativo nada menos que de Curiepe, Barlovento, tierra de
calor, tambor y brujos. Y donde hay marimba y hechiceros, existen brujerías sin
necesidad de santeros o paleros. Ese negrito ha sido hombre de progreso y
consolidación en el chavismo, Aristóbulo Istúriz.
Entonces, aquél 8 de diciembre, a las 9:30 pm, Hugo Chávez enfermo,
adolorido pero aun de pie, estremeció a todos, chavistas, antichavistas,
revolucionarios moderados, opositores pacientes, radicales de parte y parte, viejitas
rezanderas, Conferencia Episcopal, embajadas y hasta al volátil espíritu de
Maisanta, con una pésima noticia recargada de adjetivos y sueños habituales del
Comandante para entonces supremo que, por lo que dijo, se resignaba a ser
eterno. Ni siquiera Capriles podía creer lo que estaba oyendo.
Chávez recordó, en hora estelar de telenovelas y béisbol, con voz
temblorosa, que si algo le inhabilitaba el Vicepresidente asumiría hasta el
final del periodo, y lanzó el bombazo: si pasaba que había de acudir a las
elecciones presidenciales, él, Hugo Chávez, pedía a todos los amigos
venezolanos y las amigas venezolanas, que votaran por Nicolás Maduro para nuevo
Presidente.
A más de uno se le cayó el vaso, ¿cómo? ¿Nicolás Maduro? temblaron mesas,
platos tracatearon, colectivos se atragantaron, burócratas angustiados se levantaron
del sofá y de las sillas de mando cuando Chávez, el mismísimo, desgranó con voz
disipada, nerviosa “la inteligencia”, “liderazgo” y “prestigio internacional”,
por lo cual se murmuró en millones de mentes ¿de cuál Maduro está hablando?
Este 6 de octubre 2017 Nicolás Maduro Moros, Presidente de la Republica
Bolivariana de Venezuela emulando al extinto Comandante, hizo lo que él antes:
pasarle por encima a Diosdado.
El presidente obrero sabe perfectamente que, en apenas 4 años que Chávez
lo consagrara dejando a Cabello con los crespos hechos, ha perdido toda la
emoción y casi todo el chavismo. Le tocó enterrar a Chávez y ahora está arrastrando
al chavismo a la tumba. No ha demostrado ninguna cualidad endilgada. En
realidad, sólo ha confirmado que el galáctico se equivoco, un testimonio que
desconcierta a los chavistas puros y crédulos.
Maduro se prepara para abandonar la presidencia o quizás para recibir la
patada que tantos quieren asestarle justo por debajo de la guayabera roja. Por
eso los empeños suyos, de Jorge Rodríguez, de los magistrados en la Sala
Constitucional del TSJ, las muy obedientes y disciplinadas damas del CNE, en
entorpecer el referendo revocatorio para que la fecha obligue a que la
inevitable salida de Nicolás le permita enclaustrarse en Kuala Lumpur o
Mongolia -a menos que sea tan ingenuo que crea que los octogenarios,
implacables, desalmados y crueles hermanos Castro no son fácilmente capaces de
entregárselo a Washington a cambio de cualquier caramelo imperialista-, y
permita cumplir la previsión constitucional de que el Vicepresidente en
ejercicio asuma la presidencia y concluya el período. Que sea revocado, pero con
las llaves de Miraflores en manos del oficialismo. Eso lo sabe todo el mundo,
los más despistados y quienes se hacen los que no entienden.
No obstante, pocos creían que el Vicepresidente afortunado sería el
“hermano mayor” como lo llama Diosdado. La estrategia de dar mazazos para que
el oficialismo lo sintiera portavoz, heredero autorizado, y muchos dirigentes
opositores afinaran sus estrategias partiendo de esa creencia no parece
funcionar en las seseras maduristas- ¿o es que funciona al revés y no le gusta
lo que entiende, tan obvio que hasta Maduro lo comprende?
Algunos analistas, plantean que ante la tempestad económica, social y
política, vendrían conversaciones secretas para escoger un jefe de conveniencia
para el oficialismo y la oposición, que no podría ser tan extremo como López, María
Corina, Capriles, Borges o Ramos Allup, ni los jefes pro-maduro, todos de
escasa altura intelectual. También se hablaba del multisoleado que, pasado a
retiro, contaría con el liderazgo militar; de hecho, para algunos que se le
hubiese confiado al sosegado general la producción y distribución nacionales de
alimentos, era una forma de ir estrenándolo en lo máximo de Miraflores. En
realidad, la táctica fue buscar culpables para cuando en el futuro cercano haya
la necesidad de encontrarlos. O sea, más pronto que tarde.
Diosdado siguió con sus mazazos y haciendo presumir su liderazgo en el
PSUV, pensando quizás en que tanto si lo nombraban Vicepresidente para suceder
a Maduro o si se quedaba solo al frente del partido, su verdadera oportunidad
es en 2018. Suponiendo, claro, que esté consiguiendo su objetivo de
fortalecerse como líder máximo de lo poco que va quedando del chavismo.
Y de repente, tras contribuir, figurar poco, en la observación de la paz
en Colombia, proclama con cara e’ tabla que: “yo le pongo a Aristóbulo Istúriz así
como el Comandante Chávez puso en mis manos, el compromiso de esta patria”. Y
como exclamaría Simón Díaz: “caracha, negro, ¡quien te viera en Miraflores y la
Casa Blanca!”
Cabello ni siquiera fue mencionado, los mazazos perdieron resonancia, el
sucesor es Aristóbulo, un duro veterano, parlamentario, ducho en varios
partidos, conocedor y participante de la vida sindical, constituyente, Ministro
de Educación, Alcalde de Caracas y Gobernador de Anzoátegui por elección popular,
Vicepresidente de la República por nombramiento y, tomen nota, dialogador,
negociador paciente y experimentado ¿es posible pedir más? Nada podría
impedirle ser el candidato del Polo Patriótico. Solo la Embajador alterna..
¿Y Diosdado? Seguirá en su programa con El Mazo Dando o se irá de
embajador en Bulgaria, Arzebayan, Rusia o Uganda -dicen que se sentiría
incómodo en Cuba-, nombramiento que con seguridad la fastidiosa,
anti-oficialista Asamblea Nacional aprobará gustosa y complacida. Para que más
o menos lo protejan de las asechanzas imperialistas de los Estados Unidos, y en
un país remoto, tal vez hasta lo olviden y lo echen en saco roto.
¿Y los militares? Existe la sensación de que los mejores amigos ya
desfilaron. Para la dirección del PSUV hay demasiados aspirantes en la que
puede ser la gran batalla 2017. Pero algo modifico Maduro además de la riqueza
en los anaqueles, cambió la esperanza y vida de Cabello Rondón.
@ArmandoMartini
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