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domingo, 16 de octubre de 2016

“Reciedumbre de la mujer venezolana” por Armando Martini Pietri


“Reciedumbre de la mujer venezolana” 
por Armando Martini Pietri

Valioso y heterogéneo el grupo de mujeres que tuvo participación activa en el movimiento independentista. Buena parte de la historiografía registra su actuación como la de simples acompañantes en las duras faenas de la emancipación, pero lo cierto, la verdad, es que fueron mucho más allá, las mujeres de este país siempre, en las épocas malas y en las buenas, demostraron sin aspavientos su grandeza de carácter y su acendrado espíritu en el cumplimiento de sus compromisos incluso por encima del deber. Nuestras mujeres no son gallinas, no cacarean, cumplen, no tienen horarios ni piden vacaciones. La historia venezolana es mujer.

Las seguimos viendo hoy día, en zonas populares y menos favorecidas, urbanizaciones de clases medias y acomodadas, en fábricas, oficinas, campos, en todos los niveles socioeconómicos, mujeres que a cualquier edad mantienen la gracia femenina y la mirada firme de quien es confiable y sin vacilaciones.

Mucho se comenta, y con razón, de la pasión volcánica y del valor de Manuela Sáenz, no sólo enamorada sino dispuesta a morir por Simón Bolívar. Un detalle de esta deslumbrante mujer: no llega a la lucha de la libertad por un hombre, llegó al amor a través de su pasión por la independencia. Se volcó a las armas, disputas verbales e intrigas políticas. Comparte residencia con El Libertador y en 1828 organiza la huída de Bolívar al descubrir un atentado. "La Libertadora del Libertador", la bautizó el Padre de la Patria.

Luisa Cáceres de Arismendi, es uno de los personajes femeninos más insignes, una de las heroínas más relevantes. Sepultada por los realistas en un calabozo para presionar a su marido Juan Bautista Arismendi, sin contar aquellos mandos españoles con la bravura del prócer y el coraje de su esposa. Uno peleando sable en mano y la otra hundida en una mazmorra húmeda, asfixiante e indigna, ninguno de los dos cedió. Símbolos grandiosos de la Venezuela de la libertad, que puede ser paciente pero jamás doblega su voluntad de ser libre.

Son muchos los ejemplos conocidos, para honor y gloria de Venezuela. Descomunales heroínas fueron, por ejemplo, la legendaria Josefa Camejo, quien reunió grupo de mujeres dispuestas a participar en la lucha. Con voluntad profunda que no admitía titubeos ni cuestionamientos, expreso: “el sexo femenino no le teme a los horrores de la guerra, antes bien, el estallido del cañón no hará más que alentar, su fuego encenderá el deseo de libertad, que sostendrá a toda costa en obsequio del sueño patrio”. ¡Como siempre las mujeres salen adelante!

Ana María Campos, valerosa zuliana, quien, desde muy joven, casi niña, participó activamente en la organización de los patriotas. Josefa Joaquina Sánchez, guaireña esposa del prócer José María España, entró a la historia grande como "La bordadora de la primera bandera de Venezuela". Consuelo Fernández desafió públicamente al oficial realista que ocupaba La Victoria rechazando sus cortejos; se acercaba la ocupación por Boves y la descubrieron advirtiéndole a José Félix Rivas; por ello y el desprecio al coronel lujurioso fue condenada a muerte y fusilada a los 17 años.

Juana Ramírez, hija de esclava manumisa. En Maturín se alistó en el movimiento "batería de las mujeres" organizado por Manuel Piar. En la batalla de los Altos de los Godos, Juana, en un gesto de bravura y arrojo sin igual, tomó la espada de un oficial muerto y avanzó delante de todos en medio de una lluvia de balas. Desde entonces fue conocida como: Juana "La Avanzadora".

Luisa de Pacanins, en su residencia, bajo el pretexto de fiestas y conversaciones intelectuales, se organizaba clandestinas estructuras a favor de la independencia. Descubierta, fue condenada a ser azotada públicamente hasta perder el conocimiento en la plaza de San Juan (hoy plaza Capuchinos). Soportó el castigo sin derramar una lágrima.

No había condescendencia en aquella guerra feroz, ni las mujeres la invocaron.

La amplia contribución de mujeres en las numerosas protestas de calle contra este patético régimen, no es casualidad. La participación no es de ahora, viene de muchos años. Con un agravante importante, que las fuerzas represivas oficialistas han demostrado, una y otra vez, que carecen de caballerosidad y reparten golpes, gases, perdigonazos, ensañamiento, carcelazos a diestra y siniestra tanto a hombres como a mujeres sin distinción. Es decir, cuando nuestras mujeres salen a protestar, realmente se la juegan, el régimen infractor de los derechos humanos, no tendrá galanterías ni miramientos, y las mujeres abanderadas de libertad lo saben, están consientes.

La acción de quienes se enredan en ilusiones, desatinos, negociaciones, habladeras, insultos, ofensas, declaraciones baladíes y discusiones bizantinas, a Venezuela le sobran. Lo que hace falta son esas mujeres con guáramo, hechas y derechas, siempre madres de absoluta dedicación y mejores esposas que sus maridos cónyuges, que al mismo tiempo están pendientes de las realidades y necesidades de la comunidad y sus ciudadanos.

Mientras el Gobierno y los sumisos poderes públicos seguían conjeturando y arreglando sus trampas anticonstitucionales, militares y policías continuaban obedeciendo supinamente a un régimen cada día más ilegítimo, mientras la dirigencia opositora acorralada en su desconcierto y en sus manotazos de ahogados que olvidaron cómo se nada en aguas revueltas, mientras esa Venezuela desesperanzadora, acosaba y decepcionada, las mujeres se presentaron en la casa del Libertador y en el Palacio de las Academias a defender con su reclamo y presencia la legitimidad nacional.

Ellas solas, sin ayuda ni protección, ocuparon parte del centro caraqueño, el mismo que violentos activistas oficialistas mantienen como coto cerrado y propio. No pidieron permiso, no le temieron a nada, se presentaron, cumplieron sus objetivos de protesta y denuncias públicas, ¡coraje de mujer venezolana!

No fue albur, es esa gloriosa y constante tradición venezolana de las mujeres que han contribuido con heroísmo, perseverancia y firmeza con lo más digno de la historia. Mucho se habla en nuestras leyendas patrias de generales y héroes, poco de las muchísimas mujeres que siguieron a sus hombres por los largos y duros caminos de la independencia; no sólo cuidaron y curaron a los heridos, lavaron y remendaron los raídos uniformes, caminaron muchas de ellas descalzas y con sus ropas deshilachadas los durísimos Andes como guió Bolívar, sino que más de una vez participaron en las batallas, pelearon con valor por encima de toda expectativa, y es una realidad no siempre reconocida que sin las mujeres de esta tierra la libertad y la patria no hubieran sido posibles. ¡Venezuela es mujer!

En pleno centro de Caracas, en las narices del Gobierno y la represión, una representación de la mujer venezolana estuvo presente sin temor y con dignidad de sobra, dando la cara, afirmando la resistencia a la tiranía. Y nos llevan a considerar con mucha seriedad, que va siendo hora, sea una mujer quien dirija con honor, valentía, sin concesiones, con esmerado criterio y ética a toda prueba la oposición que ha venido dando demasiadas señales de deterioro y desconcierto.

Y que, como en Europa, numerosos países del mundo, y seguramente Estados Unidos, una mujer se ponga también al frente de un país desbaratado que, como Venezuela, necesita exasperada de entereza, aptitud, valentía y sentido común. ¡Es tiempo de mujeres!

Gracias a Dios, y como realidad para el orgullo nacional, tenemos muchas sobradamente capaces.

@ArmandoMartini



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