“Reciedumbre de la mujer venezolana”
por Armando
Martini Pietri
Valioso y heterogéneo el grupo de mujeres que tuvo
participación activa en el movimiento independentista. Buena parte de la
historiografía registra su actuación como la de simples acompañantes en las duras
faenas de la emancipación, pero lo cierto, la verdad, es que fueron mucho más
allá, las mujeres de este país siempre, en las épocas malas y en las buenas,
demostraron sin aspavientos su grandeza de carácter y su acendrado espíritu en
el cumplimiento de sus compromisos incluso por encima del deber. Nuestras
mujeres no son gallinas, no cacarean, cumplen, no tienen horarios ni piden
vacaciones. La historia venezolana es mujer.
Las seguimos viendo hoy día, en zonas populares y menos
favorecidas, urbanizaciones de clases medias y acomodadas, en fábricas,
oficinas, campos, en todos los niveles socioeconómicos, mujeres que a cualquier
edad mantienen la gracia femenina y la mirada firme de quien es confiable y sin
vacilaciones.
Mucho se comenta, y con razón, de la pasión volcánica y
del valor de Manuela Sáenz, no sólo enamorada sino dispuesta a morir por Simón
Bolívar. Un detalle de esta deslumbrante mujer: no llega a la lucha de la
libertad por un hombre, llegó al amor a través de su pasión por la
independencia. Se volcó a las armas, disputas verbales e intrigas políticas.
Comparte residencia con El Libertador y en 1828 organiza la huída de Bolívar al
descubrir un atentado. "La Libertadora del Libertador", la bautizó el
Padre de la Patria.
Luisa Cáceres de Arismendi, es uno de los personajes femeninos más insignes, una de las heroínas más relevantes. Sepultada por los realistas en un calabozo para presionar a su marido Juan Bautista Arismendi, sin contar aquellos mandos españoles con la bravura del prócer y el coraje de su esposa. Uno peleando sable en mano y la otra hundida en una mazmorra húmeda, asfixiante e indigna, ninguno de los dos cedió. Símbolos grandiosos de la Venezuela de la libertad, que puede ser paciente pero jamás doblega su voluntad de ser libre.
Son muchos los ejemplos conocidos, para honor y gloria de
Venezuela. Descomunales heroínas
fueron, por ejemplo, la legendaria Josefa Camejo, quien reunió grupo de mujeres dispuestas a participar en la
lucha. Con voluntad profunda que no admitía titubeos ni cuestionamientos,
expreso: “el sexo femenino no le teme a los horrores de la guerra, antes bien,
el estallido del cañón no hará más que alentar, su fuego encenderá el deseo de
libertad, que sostendrá a toda costa en obsequio del sueño patrio”. ¡Como siempre las mujeres salen adelante!
Ana María Campos, valerosa zuliana, quien, desde muy joven, casi niña,
participó activamente en la organización de los patriotas. Josefa Joaquina Sánchez, guaireña esposa del prócer José María España, entró a la historia
grande como "La bordadora de la primera bandera de Venezuela". Consuelo Fernández desafió públicamente al oficial realista que ocupaba La
Victoria rechazando sus cortejos; se acercaba la ocupación por Boves y la descubrieron
advirtiéndole a José Félix Rivas; por ello y el desprecio al coronel lujurioso
fue condenada a muerte y fusilada a los 17 años.
Juana Ramírez, hija
de esclava manumisa. En Maturín se alistó en el movimiento "batería de las
mujeres" organizado por Manuel Piar. En la batalla de los Altos de los Godos,
Juana, en un gesto de bravura y arrojo sin igual, tomó la espada de un oficial
muerto y avanzó delante de todos en medio de una lluvia de balas. Desde entonces
fue conocida como: Juana "La Avanzadora".
Luisa de Pacanins, en su residencia, bajo el pretexto de fiestas y
conversaciones intelectuales, se organizaba clandestinas estructuras a favor de
la independencia. Descubierta, fue condenada a ser azotada públicamente hasta
perder el conocimiento en la plaza de San Juan (hoy plaza Capuchinos). Soportó
el castigo sin derramar una lágrima.
No había condescendencia en aquella guerra feroz, ni las
mujeres la invocaron.
La amplia contribución de mujeres en las numerosas protestas de calle
contra este patético régimen, no es casualidad. La participación no es de
ahora, viene de muchos años. Con un agravante importante, que las fuerzas
represivas oficialistas han demostrado, una y otra vez, que carecen de
caballerosidad y reparten golpes, gases, perdigonazos, ensañamiento, carcelazos
a diestra y siniestra tanto a hombres como a mujeres sin distinción. Es decir,
cuando nuestras mujeres salen a protestar, realmente se la juegan, el régimen infractor
de los derechos humanos, no tendrá galanterías ni miramientos, y las mujeres
abanderadas de libertad lo saben, están consientes.
La acción de quienes se enredan en ilusiones, desatinos, negociaciones,
habladeras, insultos, ofensas, declaraciones baladíes y discusiones bizantinas,
a Venezuela le sobran. Lo que hace falta son esas mujeres con guáramo, hechas y
derechas, siempre madres de absoluta dedicación y mejores esposas que sus
maridos cónyuges, que al mismo tiempo están pendientes de las realidades y
necesidades de la comunidad y sus ciudadanos.
Mientras el Gobierno y los sumisos poderes públicos seguían conjeturando
y arreglando sus trampas anticonstitucionales, militares y policías continuaban
obedeciendo supinamente a un régimen cada día más ilegítimo, mientras la
dirigencia opositora acorralada en su desconcierto y en sus manotazos de
ahogados que olvidaron cómo se nada en aguas revueltas, mientras esa Venezuela
desesperanzadora, acosaba y decepcionada, las mujeres se presentaron en la casa
del Libertador y en el Palacio de las Academias a defender con su reclamo y
presencia la legitimidad nacional.
Ellas solas, sin ayuda ni protección, ocuparon parte del centro
caraqueño, el mismo que violentos activistas oficialistas mantienen como coto
cerrado y propio. No pidieron permiso, no le temieron a nada, se presentaron,
cumplieron sus objetivos de protesta y denuncias públicas, ¡coraje de mujer
venezolana!
No fue albur, es esa gloriosa y constante tradición venezolana de las
mujeres que han contribuido con heroísmo, perseverancia y firmeza con lo más
digno de la historia. Mucho se habla en nuestras leyendas patrias de generales
y héroes, poco de las muchísimas mujeres que siguieron a sus hombres por los
largos y duros caminos de la independencia; no sólo cuidaron y curaron a los
heridos, lavaron y remendaron los raídos uniformes, caminaron muchas de ellas
descalzas y con sus ropas deshilachadas los durísimos Andes como guió Bolívar,
sino que más de una vez participaron en las batallas, pelearon con valor por
encima de toda expectativa, y es una realidad no siempre reconocida que sin las
mujeres de esta tierra la libertad y la patria no hubieran sido posibles.
¡Venezuela es mujer!
En pleno centro de Caracas, en las narices del Gobierno y
la represión, una representación de la mujer venezolana estuvo presente sin temor
y con dignidad de sobra, dando la cara, afirmando la resistencia a la tiranía.
Y nos llevan a considerar con mucha seriedad, que va siendo hora, sea una mujer
quien dirija con honor, valentía, sin concesiones, con esmerado criterio y
ética a toda prueba la oposición que ha venido dando demasiadas señales de deterioro
y desconcierto.
Y que, como en Europa, numerosos países del mundo, y
seguramente Estados Unidos, una mujer se ponga también al frente de un país
desbaratado que, como Venezuela, necesita exasperada de entereza, aptitud,
valentía y sentido común. ¡Es tiempo de mujeres!
Gracias a Dios, y como realidad para el orgullo nacional,
tenemos muchas sobradamente capaces.
@ArmandoMartini
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