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miércoles, 5 de octubre de 2016

“RÓMULO Y LEONARDO” Por Carlos Canache Mata


“RÓMULO Y LEONARDO” 
Por Carlos Canache Mata

A  Virginia, Magda y Natacha

   El 28 de septiembre que acaba de pasar se cumplieron 35 años del fallecimiento de Rómulo Betancourt y 100 del nacimiento de Leonardo Ruiz Pineda. Andan juntos en la historia.

   A la muerte de Leonardo, dijo Rómulo: “Héroe de la resistencia civil venezolana a la dictadura castrense, así  está ya incorporado a la historia contemporánea de Hispanoamérica y a la de las luchas sociales de todos los tiempos”.  De Rómulo, Leonardo había escrito: “La labor de Rómulo Betancourt en este su tercer exilio es la más densa faena de su propia obra...su contribución total a la organización del país no ha podido darla aún, la dará como conductor nacional, hoy o mañana”.  El augurio del mártir sobre su compañero de partido se haría realidad años después, entre 1959 y 1964.

   Cuando la Junta Revolucionaria de Gobierno que presidía Rómulo dicta el Decreto del 15 de marzo de 1946 que recoge el Estatuto Electoral donde se establece el sufragio universal, directo y secreto para elegir al Presidente de la República y los Cuerpos Deliberantes del país, el historiador Germán Carrera Damas opina que tuvo lugar “la más radical transformación sociopolítica experimentada por la sociedad venezolana, desde la ruptura del nexo colonial”. Igual juicio emite el historiador Tomás Straka al afirmar que  “la estructura de la república venezolana experimentó su transformación más importante desde su fundación” y que se produjo “un parte aguas”. Como asienta Leonardo en el prólogo de “Venezuela bajo el signo del terror”, el llamado Libro Negro, “en el campo de los derechos políticos se  estableció el voto universal, directo y secreto para los venezolanos mayores de dieciocho años” y  “fueron echadas las bases para una reforma de nuestra economía, dirigida a la progresiva recuperación de sus riquezas mineras…para garantizarnos la existencia de Estado soberano”. Leonardo, al lado de Rómulo, contribuyó al rescate de la soberanía popular secuestrada y a que la democracia ascendiera al poder.

   El historiador Manuel Caballero ha considerado que “la historia de la República de Venezuela desde la Convención de Valencia, la dominan cuatro hombres: en el siglo XIX, Páez y Guzmán Blanco, y en el siglo XX, Gómez y Rómulo Betancourt”. En su libro, crónica novelada sobre el manejo del poder en Venezuela, “Los Cuatro Reyes de la Baraja”, Francisco Herrera Luque dice que éstos son los antes mencionados. También el historiador Guillermo Morón, no obstante haber sido pugnaz frente a Rómulo, al ponderar los políticos de mayor “impronta histórica de poder”, en su última “Historia de Venezuela” (libros de El Nacional), publicada en el año 2011, escribe: “Creo que José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez y Rómulo Betancourt son los cuatro caudillos venezolanos de mayor relieve”.

   Rómulo entra en la historia como luchador por la libertad y la democracia. En su partido, Acción Democrática, brillaba la militancia de grandes venezolanos encabezados por Rómulo Gallegos y Andrés Eloy Blanco, y de una joven generación que contaba, entre otros, con la presencia de Leonardo. Era  “el gallardo cruzado de la libertad abatido a balazos, en la noche del 21 de octubre, en una cobarde emboscada policial”, escribe Rómulo en 1952, cuando, como jefe de la resistencia contra la dictadura, cae sin vida sobre su tierra, la tierra venezolana. Había llegado la hora de la epifanía, porque su muerte anunciaba también la aparición, al decir de su compañero e historiador Siso Martínez, de “la alegría de quienes vean el nuevo amanecer”.

   Rómulo y Leonardo, la historia los mira y los siente caminando juntos.


    
  





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